Notas sobre la historia, el olvido y lo nacional y popular en los discursos de Arturo Frondizi
(1956-1962)
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Nicolás Azzolini

nicolasazzolini@gmail.com

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Córdoba, Argentina

Resumen

En este trabajo rastrearemos el vínculo entre historia, olvido y lo nacional y popular en los discursos de Arturo Frondizi a los fines de presentar notas interpretativas sobre el modo en que fue partícipe de las discusiones de su época. Para ello, prestaremos particular atención a la Ley de Amnistía sancionada durante su presidencia. A partir de los usos del pasado por parte de Frondizi, nos interesa mostrar cómo desde la relación entre historia, olvido y lo nacional popular, podemos aproximarnos al modo en que Frondizi intervino discursivamente en el marco de la desperonización de la sociedad argentina.

Palabras claves: Historia, olvido, nacional y popular, Arturo Frondizi.

Abstract: Notes on history, oblivion and the national and popular in Arturo Frondizi’s speeches (1956-1962)

In this paper we will trace the link between history, oblivion and the national and popular in the speeches of Arturo Frondizi in order to present interpretative notes on the way in which he participated in the discussions of his time. To this end, we will pay particular attention to the Amnesty Law passed during his presidency. Based on Frondizi’s uses of the past, we are interested in showing how, by addressing the relationship between history, oblivion and the popular national, we can approach the way in which Frondizi intervened discursively within the framework of the de-peronization of Argentine society.

Keywords: History, Oblivion; National and Popular, Arturo Frondizi.

Recibido el 20 de octubre de 2023
Aceptado el 24 de mayo de 2024

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I

Prácticamente tres meses antes del 29 de mayo de 1962, día en el que fue destituido del cargo de Presidente de la Nación, Arturo Frondizi pronunció el penúltimo de sus discursos emitidos por cadena nacional.2 Era un día “normal” en el calendario argentino, la fecha no coincidía con ninguna efeméride. Durante la transmisión tampoco se anunciaron medidas puntuales ni se comunicó información específica de interés general. En aquella ocasión, Frondizi propuso un “ejercicio mental”: reflexionar sobre los años en los que había sido actor y testigo de la “vida política argentina”. Al tener en cuenta el marco de enunciación, lejos de un diálogo,3 el “ejercicio mental”, que personalmente solía ayudarlo para “mantener la serenidad y la objetividad”,4 fue una narración sobre el pasado con la que intervino en un contexto caracterizado por el antagonismo entre peronistas y antiperonistas. Comenzar nuestro análisis a partir de dicho discurso nos permite introducirnos en el objetivo de este trabajo. Puntualmente, estableceremos un vínculo entre historia, olvido y lo nacional y popular a los fines de presentar una notas interpretativas sobre el modo en que Frondizi fue participe en las discusiones de su época; es decir, cómo sus discursos5 no solo son un reflejo del contexto sino que también dan cuenta de su operación sobre dicho contexto.6 En este sentido, a partir del trabajo de Reano y Garategaray, nos ocuparemos de su participación al pensar en el período comúnmente conocido como desesperación de la sociedad argentina en tanto contexto intelectual.7 Vayamos entonces al discurso que Frondizi pronunció aquella noche.

“Esta historia comienza”, sentenció en la primera frase de su reflexión, “con un acto de intolerancia: la quiebra de la continuidad institucional en 1930”.8 Esa historia susceptible de ser contada, aquella que Frondizi quería contar, tenía un orden secuencial y, en la trama de su relato, el hecho inicial era el golpe de Estado con el cual Hipólito Yrigoyen fue derrocado el 6 de septiembre. El uso del verbo comenzar, en el tiempo presente del modo indicativo, situaba el golpe de Estado de 1930 dentro de un proceso que permanecía vigente. En este sentido, sostuvo a continuación, “[m]uchas veces hemos hablado ustedes y yo de qué es lo que había tras esta crisis política, como que sigue siendo el tema de nuestro tiempo, puesto que es el punto de partida del proceso al que asistimos”.9 De tal forma, se establecía un entrelazamiento temporal. Su relato aunaba una dimensión cronológica con otra configurativa.10 Es decir, el acto de contar una historia estaba unido al acto de seguir una historia; combinaba secuencia y coherencia, establecía una configuración que daba sentido a una sucesión de acontecimientos. En ese entrelazamiento temporal, por otra parte, su historia personal se identificaba con la historia nacional. Sobre este aspecto volveremos más adelante, ahora veamos cómo prosiguió su discurso; cómo continuaba esa historia que quería contar:

Así, sobrevino la revolución del 4 de junio de 1943, que procuraba ser la última revolución, y cuyo programa consistía en terminar con el fraude y crear las condiciones de retorno a la esencia popular y nacionalista del yrigoyenismo. Algunos jefes llegaron a proclamar su identidad con la política social e internacional de Yrigoyen. De la revolución del 43 surgió un movimiento de raigambre popular que, por obra de su jefe, quiso lograr, sin conseguirlo, la alianza con el radicalismo para ejecutar una política de justicia social […]. Desde entonces, la política argentina se congeló en los términos antagónicos de peronismo y antiperonismo.11

Esa historia, sobre la cual invitaba a reflexionar, cronológicamente se ordenaba a partir de la sucesión de golpes de Estado; sin embargo, ese “tiempo episódico”, desde la dimensión configurativa, suponía algo más que la concatenación secuencial de los dos primeros golpes en la política argentina. Establecía una totalidad significativa en torno a la idea de una crisis que en 1962, según Frondizi, mantenía actualidad. El modo en que operaban “la esencia popular y nacionalista del yrigoyenismo” y el congelamiento de la política en “los términos antagónicos de peronismo y antiperonismo” trascendía el orden cronológico. En el discurso de Frondizi, los sucesos de 1930 y 1943 eran acontecimientos históricos dentro de una trama con la cual, más allá de la repetición de golpes de Estado, se buscaba contar y seguir una historia: “la de la crisis política actual”.

La relación entre las dimensiones episódica y configurativa da cuenta del uso político y social de “la historia” en el “ejercicio mental” propuesto por Frondizi. Allí, en términos de Koselleck, podemos notar cómo la “historia” era usada en tanto concepto de reflexión. Es decir, la explicación, fundamentación y legitimación le permitía mediar entre el futuro y el pasado.12 Con dicho trascender se inscribía al radicalismo en el desarrollo de una acción inconclusa, que lo separaba del peronismo, pero, además, le permitía recuperarlo y separarse del antiperonismo más visceral. En este sentido, sostuvo, “[d]el movimiento nacional que realmente era, aún con todos sus errores políticos, económicos y sociales, pasó a ser una facción”. En efecto, para Frondizi,

[n]ecesariamente, en esas condiciones, la situación creada no podía terminar sino por una revolución, es decir, violentamente […]. La revolución del ´55 tuvo como propósito declarado restablecer un régimen de libertad y evitar el enfrentamiento entre los argentinos. En el momento de su estallido, estábamos al borde de la guerra civil.13

En la reflexión de Frondizi, podemos apreciar que el golpe de 1955 también formaba parte de los acontecimientos históricos de la trama con la cual, decíamos, se buscaba contar, seguir y superar una historia.

Ahora bien, el uso del concepto de historia no solo buscaba indagar sobre el pasado y su recuerdo; en el arte de contar y seguir una historia, el concepto conservaba actualidad política y capacidad de provocar.14 Así pues, el “ejercicio mental” propuesto por Frondizi era un modo de participación en los debates sobre la desperonización como contexto intelectual, donde qué hacer con “las masas” y el peronismo ocupó un lugar central tras su derrocamiento en 1955.15 Si parafraseamos a Simay, al tomar la palabra, Frondizi activaba elementos temporales que participaban en la construcción de un relato con el que intervenía en aquel contexto. En su narración, la dimensión pragmática y performativa operaba actualizando hechos mediante los cuales se evaluaba el pasado en función de sus expectativas y de aquellas, supuestas o reales, de su audiencia.16 En este sentido, su discurso continuó con la siguiente apreciación:

Al margen de este sentimiento general del pueblo, que el jefe de la revolución interpretó en la frase: “Ni vencedores, ni vencidos”, quedaron definidas dos posiciones, cruelmente antagónicas y que pronto tuvieron nombre propio: el extremismo antiperonista, que se llamó a sí mismo “gorila”, y el extremismo peronista que se autodenominó “duro”. El primero aspira a borrar todo rastro de peronismo, como si no hubiera existido. El otro aspira a borrar todo rastro de la Revolución Libertadora, como si no hubiera ocurrido.17

Entonces, si dijimos que el uso del concepto de historia no se limitaba a indagar el pasado y su recuerdo, sino que “conservaba actualidad política y capacidad de provocación”; el modo en que Frondizi vinculaba a los “extremismos peronista y antiperonista” con el pasado nos permite pensar la relación entre este último y el concepto de historia. Al respecto, en trabajos anteriores,18 abordamos los usos del pasado en los discursos de Frondizi durante su presidencia. Hemos dicho que, en sus intervenciones, el pasado no solo era recuperado desde una visión disruptiva, sino que, al mismo tiempo, formaba parte de un intento de convertir y recuperar las experiencias pasadas en experiencias históricas. En este sentido, por ejemplo, el 1 de mayo de 1958, mientras leía el mensaje inaugural ante la Asamblea Legislativa del Congreso de la Nación, Frondizi planteó el comienzo de una nueva era, caracterizada por el reencuentro argentino y el reanudamiento del desarrollo nacional. El uso del prefijo “re” no es accidental. Esa nueva etapa no implicaba escisión con el pasado en su totalidad; la “nueva etapa” era concebible dentro de un relato más amplio de la historia nacional. En consecuencia, como veremos más adelante, planteaba el cierre de una etapa, una diferenciación respecto del pasado; pero, al mismo tiempo, el pasado era una dimensión que positivamente se debía recuperar. Ahora bien, ¿qué pasado se debía recuperar y cómo se debía recuperar? Al respecto es importante el vínculo entre olvido y lo nacional y popular. Puesto que sobre ello nos ocuparemos más adelante, aquí nos interesa avanzar sobre la relación entre pasado e historia a partir del entrelazamiento temporal que señalamos previamente.

En cuanto a su “ejercicio mental”, ahí sostuvo que los “extremismos peronista y antiperonista” eran “retornistas”, pues ambos se nutrían “en el pasado” y aspiraban a “volver a él. Como si esto fuera históricamente posible”.19 Así pues, tiempo pretérito e historia eran concebidos como espacio de experiencia y medios de unidad de acción política. Aquellos que se quedaban en el pasado iban en contra de la historia. La dimensión pragmática y performativa en su narración, dijimos, operaba actualizando hechos mediante los cuales se evaluaba el pasado en función de sus expectativas y de aquellas, supuestas o reales, de su audiencia. De allí que, según Frondizi, sus reflexiones aspiraban “a ayudarlos a comprender los términos reales del problema político de nuestro pueblo”; ya que “[e]l pueblo se” batía “por el mañana. La intriga” agitaba “los fantasmas de un pasado que el pueblo” había “dejado atrás, porque” estaba “demasiado ocupado en vivir su presente y en forjar su porvenir”.20 En efecto, narratividad y temporalidad se encontraban estrechamente unidas. En su relato —en la relación entre secuencia y coherencia— se establecía una unidad plural entre pasado, presente y futuro. Por eso, para parafrasear a Ricœur,21 en el discurso de Frondizi, el desarrollo de la historia impelía seguir hacia adelante y él respondía a ese impulso con la creación expectativas sobre el comienzo y el final: retomar el proceso histórico iniciado por el radicalismo, que se había visto inconcluso debido a la sucesión de golpes de Estado.

Entonces, si hemos señalado que el uso del concepto de historia no se limitaba a indagar el pasado y su recuerdo, sino que “conservaba actualidad política y capacidad de provocación”; si se tiene en cuenta el vínculo entre narratividad y temporalidad, también podemos apreciar cómo el concepto de historia tenía otro sentido. Para seguir a Koselleck, dicho concepto y “los diferentes pasados” no solo servían a la autodeterminación política y social y a los pronósticos que de ella se deducen”; la historia aparecía como una suerte de instancia última, siendo un agente del destino o progreso.22 Para Frondizi, no se podía volver hacia atrás. En esta línea, sostuvo en uno de sus primeros mensajes como Presidente transmitidos por cadena nacional: “[o] se está con el pueblo y su realización como entidad soberana y creadora o se escoge el camino de la regresión y se está contra la realidad y contra la historia”.23 Por eso, con el rótulo de “retornistas”, los “extremismos peronista y antiperonista” eran situados en condiciones de imposibilidad. Se nutrían del pasado. El primero pretendía borrar todo rastro de peronismo, como si no hubiera existido; el segundo, en cambio, pretendía borrar todo rastro de la Revolución Libertadora, como si no hubiera ocurrido. Ambos, pues, en los términos de Frondizi, aspiraban a volver al pasado, como si eso fuese históricamente posible. No se podía ir contra la historia, había que seguir su camino si se quería progresar.24

Por eso, dijimos, el uso del prefijo “re” no era accidental. Se debía cerrar una etapa, caracterizada por Frondizi como “crisis política actual”; donde la sucesión de golpes permitía entender el proceso que se estaba viviendo. Por ello, decíamos, el comienzo de una nueva etapa planteada en el inicio de su gobierno no implicaba una escisión con el pasado en su totalidad; la “nueva etapa” era concebible dentro de un relato más amplio de la historia nacional. La construcción de la unidad nacional, en consecuencia, planteaba el cierre de una etapa, una diferenciación respecto del pasado; pero, como veremos más adelante, al mismo tiempo sería recuperado positivamente. La historia impelía al reencuentro argentino y al reanudamiento del desarrollo nacional. El pueblo se batía por el mañana porque estaba demasiado ocupado en vivir su presente y en forjar su porvenir. En este sentido, al cumplirse cinco meses de su gobierno, Frondizi había dicho que:

Cuando asumimos el Gobierno dijimos que aceptábamos el desafío de la historia. Lo repetimos ahora y afirmamos que es un desafío de reconstrucción del país […] porque nos ha elegido el pueblo para reconciliar, para unir y para construir, seguiremos adelante y, con la ayuda de Dios y del mismo pueblo, cumpliremos con el compromiso que hemos contraído ante la historia.25

En efecto, para parafrasear a Koselleck,26 en los usos del concepto de historia, esta también ascendía hasta convertirse en una suerte de instancia última, y pasaba a ser agente del destino o del progreso nacional. En el contexto de desperonización, marcado por el enfrentamiento entre los “extremismos peronista y antiperonista”, el carácter plurívoco del concepto de historia además nos permite observar cómo, a partir de los pronósticos que Frondizi deducía del pasado, dicho concepto era usado en tanto concepto para la acción.27 Pocos meses después de haber asumido como presidente de la Nación, por ejemplo, dijo en su “Mensaje a las Fuerzas Armadas de la Patria”:

[t]odo lo que en estos momentos estimule el encono entre los argentinos, perturbe su paz social, y se oponga al respeto de los derechos del pueblo, sirve a los intereses antinacionales. Tenemos la legalidad, tenemos el respaldo del pueblo y tenemos la historia que, como proceso dinámico tiene sus raíces en el pasado y vive el presente con proyección al futuro. Ley, pueblo e historia, forman siempre una muralla indestructible contra cualquier intento regresivo.28

A partir de la relación entre secuencia y coherencia, podemos apreciar cómo se establecía una unidad plural entre pasado, presente y futuro. En otras palabras, cómo narratividad y temporalidad se encontraban estrechamente unidas. La historia aparecía en tanto espacio de vivencia por excelencia, como espacio de experiencia y medio de reflexión de la unidad de acción política y social. En este sentido, en los términos de Chignola, los usos del concepto de historia nos permiten observar cómo, en el “ejercicio mental” propuesto por Frondizi, “[e]l tiempo, asumido en su específico colorido histórico como fuerza del proceso político y social, se convierte así en la única referencia de legitimación posible”.29

Al tener en cuenta lo dicho hasta el momento, el vínculo entre narratividad y temporalidad nos da pie para referirnos a la identificación entre la historia personal de Frondizi y la historia nacional. Las reflexiones que le suscitaban los treinta años de historia que acaba de recorrer, se circunscribían a los treinta “años de la vida política argentina que le había tocado presenciar de cerca, en los que él había sido testigo y actor”.30 En este sentido, como sostuvo Ricœur, el arte de contar situaba el relato en el tiempo. Por eso, el protagonista, aquel que se encarga de contar una historia, cuenta con el tiempo, tiene o no tiempo de.31 Ese tiempo era su tiempo, en el que no había lugar para vivir del pasado. Ahora bien, el tiempo narrativo se desarrolla en un tiempo público, ya que, por un lado, el protagonista de la historia tiene oponentes y colaboradores. Esto es el carácter interno del tiempo público. Pero, por otro lado, también existe un carácter externo del tiempo público. Allí, el público del relato era la audiencia. Así pues, en la identificación de su historia con la historia nacional, su relato se inscribía en la comunidad; agrupaba, era el tiempo de “ser en común”. Frondizi contaba con la legalidad, el pueblo y la historia. De allí que, en su relato, esa tríada formaba una muralla indestructible contra cualquier intento regresivo. Todo lo que en estos momentos estimule el encono entre los argentinos, perturbe su paz social y se oponga al respeto de los derechos del pueblo, según Frondizi, servía a los intereses antinacionales. Estaban aquellos que encarnaban el ser nacional y aquellos que encarnaban el ser antinacional. Estos últimos agitaban “los fantasmas de un pasado que el pueblo” había “dejado atrás, porque” estaba “demasiado ocupado en vivir su presente y en forjar su porvenir”.

II

Decíamos que, en el “ejercicio mental” propuesto por Frondizi, el concepto de historia conservaba actualidad política y capacidad de provocar. Con el arte de contar y seguir una historia, denunciaba a “peronistas y antiperonistas extremos” de “retornistas” e intervenía en un contexto marcado por el antagonismo entre esos dos espacios. En su narración, la dimensión pragmática y performativa operaba a través de la actualización de hechos mediante los cuales se evaluaba el pasado en función de sus expectativas y de aquellas, supuestas o reales, de su audiencia. De allí que, según Frondizi, sus reflexiones aspiraban “a ayudarlos a comprender los términos reales del problema político de nuestro pueblo”. Frente a la intriga que agitaba “los fantasmas de un pasado que el pueblo” había “dejado atrás, éste último se batía” por el mañana, estaba “demasiado ocupado en vivir su presente y en forjar su porvenir”.

Este uso disruptivo del pasado estaba presente en sus discursos de campaña y fue objeto de debate en el inicio de su presidencia. En este sentido, por ejemplo, en sus editoriales del día siguiente, los principales diarios del país insistieron en la interpretación que dio Frondizi en su primer discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso en 1958. En aquella ocasión, para Frondizi, “[e]l inicio de un nuevo periodo institucional” se había “convertido en el comienzo de una nueva era”.32 La llegada de Frondizi al Gobierno fue presentada e interpretada como el comienzo de una nueva era o etapa en la historia argentina. Su elección fue vista como una posibilidad de superar la inestabilidad política que signaba a la Argentina de aquel momento. Era el primer mensaje que daba un presidente legítimamente elegido después del derrocamiento de Perón en 1955. Ahora bien, por ese mismo motivo, también era más que institucionalmente trascedente; la asunción formal de un nuevo presidente constitucional fue vista como algo más que un acto protocolar.

Con relación a este uso del pasado, cabe destacar que, en el inicio de su discurso inaugural, Frondizi dijo que el primer proyecto que elevaría a consideración del Congreso de la Nación sería el de una “amplia y generosa amnistía”.33 Aquí, dadas las raíces etimológicas compartidas entre amnistía y amnesia,34 nos interesan los usos del concepto de olvido puestos en juego con la amnistía de 1958 porque, particularmente, nos permite ampliar nuestro análisis sobre los usos del pasado en los discursos de Frondizi.

A partir del trabajo de Eduardo Rabossi, es importante tener en cuenta que “hay olvidos que son usables o que son usados para ciertos fines”. Por eso, con los usos del concepto de olvido se “sugiere que olvidar (algo) puede no ser un mero no-recordar (algo), que puede convenir olvidar (algo) o que puede que a otros convenga que olvidemos (algo)”.35 En este sentido, en su discurso de apertura, Frondizi sostuvo que el pasado debía recibirse “con su grandeza y sus debilidades, pero ese pasado” quedaba a espaldas del pueblo argentino.36 En esa nueva era, remarcaba, “[n]o nos volveremos a remover las culpas ni a deslindar las responsabilidades que allí, desde hoy, quedan para que las juzgue la historia”.37 Nuevamente, la historia ascendía hasta convertirse en una suerte de instancia última, y pasaba a ser agente del destino o del progreso nacional. El “Mensaje del Poder Ejecutivo” que acampanó la presentación del proyecto era claro al respecto. En este se dijo que “la historia de nuestra patria” enseñaba “que en momentos difíciles” la paz se había consolidado “por el camino del olvido”.38 Al hacerse eco de las palabras que Frondizi había pronunciado frente a la Asamblea Legislativa, insistía en la necesidad de “sellar definitivamente el reencuentro de los argentinos, alcanzando una efectiva paz interior”. Para ello, se debían “eliminar los motivos de encono, los actos de revancha y los últimos vestigios de persecución que pudieran subsistir”.39 Olvidar, en consecuencia, significaba bajar “el telón sobre todo cuanto” había ocurrido hasta ese preciso instante. En este sentido, continuaba el documento, “[u]no de los medios para alcanzar estos objetivos” era “la amnistía, expresión legal de la voluntad soberana del pueblo, a través de sus representantes”.40 Cuasi nietzscheanamente, en la amnistía de 1958 era necesario saber olvidar voluntariamente para que el pasado no destruyera un futuro venturoso proyectado en la imagen de unidad nacional.41

Ahora bien, cabe preguntarse qué uso del olvido estaba puesto en juego en la amnistía del gobierno de Frondizi, ya que, como concepto, el olvido está habitado por una “agobiante polisemia”. Aquí, a partir de Ricœur, podemos remitirnos a la distinción entre el “olvido de reserva” y “olvido por destrucción de huellas”. El primero reviste una significación positiva, en tanto solo podemos recordar lo que hemos olvidado; por eso, el olvido se vincula al trabajo del recuerdo. En cambio, en tanto funciona como mecanismo de destrucción, el segundo reviste una significación negativa. Como destrucción de huellas, “las estrategias del olvido se injertan directamente” en el trabajo de configuración de un relato, puesto que “siempre se puede narrar de otro modo, suprimiendo, desplazando los momentos de énfasis, reconfigurando de otro modo los protagonistas de la acción al mismo tiempo que los contornos de la misma”.42 El olvido por destrucción de huellas, por ejemplo, remite al prescripto por un decreto o una ley, y las amnistías son uno de sus principales modos de expresión. De allí que, al ser un recurso estatal con el cual se trabaja sobre la configuración de un relato sobre el pasado, para Ricœur, la amnistía es un “olvido impuesto”. En efecto, “eliminar los motivos de encono, los actos de revancha y los últimos vestigios de persecución que pudieran subsistir”; “[n]o nos volveremos a remover las culpas ni a deslindar las responsabilidades que allí, desde hoy, quedan para que las juzgue la historia”; bajar “el telón sobre todo cuanto” había ocurrido hasta ese preciso instante; “sellar definitivamente el reencuentro de los argentinos, alcanzando una efectiva paz interior”; etc., dan cuenta de los usos del olvido en tanto destructor de huellas. Por eso, decíamos, para que el pasado no destruyera un futuro venturoso proyectado en la imagen de unidad nacional, cuasi nietzscheanamente, era necesario saber olvidar. El uso del concepto de olvido en tanto destructor de huellas nos permite ver a la amnistía de 1958 como un mecanismo con el cual el Gobierno de Frondizi intentó frenar la creciente disgregación que producía el conflicto entre peronistas y antiperonistas, es decir, donde olvidar aparecía como una necesidad para frenar la escalada de violencia que signaba al país en aquella época. Su finalidad más evidente era lograr la pacificación.

Así enmarcada, la amnistía de 195843 funcionó como “recurso normativo”. Esto es, al ser un olvido institucional, funcionó como mecanismo jurídico que se dispuso para intervenir sobre un problema concreto o coyuntural, que refería a una política particular del contexto: los altos niveles de conflictividad a los que había llevado el enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas. Como “recurso normativo”, por lo tanto, la amnistía de 1958 era más que un no-recordar, fue un mecanismo con el cual se propuso la conveniencia de olvidar para frenar la escalada de violencia ligada al enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas. De allí que, por ejemplo, con la referencia al “reencuentro de los argentinos”, la amnistía vendría a interrumpir un contexto de inestabilidad política que afectaba la paz social.44 Para restablecer el lazo social, la amnistía llamaba a “[o]lvidar no solo las maldades de los otros sino la propia cólera”.45 Olvidar, en efecto, “empalmaba una prescripción (prohibición de recordar las desgracias) con la prestación de un juramento (no recordaré la desgracias)”.46

Ahora bien, si por un lado, en su intento normativo de restaurar el lazo social, con la amnistía de 1958 se buscaba empalmar prescripción con la prestación de un juramento; por otro lado, la pretensión de “sellar definitivamente el reencuentro entre los argentinos” nos permite pensar otro uso del pasado y del concepto de olvido. En este sentido, es importante el prefijo “re”, ya que da cuenta de la construcción retrospectiva de una imagen de concordia, conciliación y unidad de los argentinos previa al conflicto entre peronistas y antiperonistas. La amnistía formaba parte de la construcción de un relato. Como es común en los decretos o leyes de amnistías, se creaba un “imaginario cívico” donde “la amistad y hasta el vínculo entre hermanos” son “elevados al rango de fundamentos”.47 Para Frondizi, aquel inicio, el de la nueva era, estaba “presidido por una idea moral: la clara e inequívoca voluntad de reencuentro argentino y de reanudar el desarrollo nacional”.48 La amnistía de 1958 también establecía una indefectible selección de los acontecimientos del pasado. Formaba parte de un discurso que, en los términos de Lucila Svampa,49 buscaba instituir qué se olvidaba y qué se recordaba, así como los modos en que se olvidaba y recordaba. La construcción de la unidad nacional, en la “empresa” de Frondizi, no solo se establecía en contraposición al conflicto entre peronistas y antiperonistas; por eso, saber olvidar era una condición necesaria para la pacificación de la escena política nacional. La construcción de esa unidad, como veremos detenidamente más adelante, también suponía la identificación con ciertos símbolos, categorías y momentos previos al de la etapa que se debía cerrar. La ley de amnistía de 1958 tenía como finalidad la pacificación; pero, además, allí el olvido como liberación también suponía un olvido selectivo del pasado. Aquí, cabe destacar que el olvido como “destructor de huellas” también supone la construcción de un relato donde se suprimen, se desplazan momentos de énfasis, se reconfigura de otro modo la acción de los protagonistas. Por eso, la importancia de las referencias sobre el “reencuentro argentino” y “reanudar el desarrollo nacional”. Era fundamental establecer una imagen sobre la identidad nacional. Con el prefijo “re” se construía retroactivamente una imagen de unidad de todos los argentinos en etapas previas a la de la “crisis actual”. Para ello, un uso del “olvido de reserva” también fue central.

De esta forma, la amnistía de 1958 era más que un “recurso normativo”, operaba en un registro que iba más allá de la cuestión coyuntural. O bien, que para superarla, daba a la amnistía otra funcionalidad. La construcción retrospectiva de la identidad nacional también nos permite pensarla como un “recurso identitario”. Es decir, que operaba dentro de un registro de nominación política.50 De allí, la importancia del imaginario cívico en un relato que simbolizaba su proyección temporal en torno a la “clara e inequívoca voluntad de reencuentro argentino y de reanudar el desarrollo nacional”.51 En efecto, el pasado no solo aparecía en una interpretación que marcaba un corte temporal. Corte, reencuentro y reanudamiento dan cuenta del modo en que el discurso de Frondizi buscaba establecer un principio de reconstrucción del pasado. Allí, el pasado también era recuperado desde un intento por convertir las experiencias pasadas en experiencias históricas.

Ahora bien, ¿qué desarrollo se debía reanudar en una etapa que se presentaba a sí misma como un comienzo? ¿Qué significaba el reencuentro argentino en esa nueva etapa? ¿En su interpretación temporal no había una dimensión espacial? En otras palabras, ¿cómo se había separado el pueblo argentino? O bien, ¿de qué o quiénes debía separarse en su reencuentro? En dichas preguntas podemos encontrar algunos elementos que nos permiten interpretar su modo de intervención en el contexto de debates de la desperonización. Aquí, podemos adelantar que el olvido como necesidad fijaba una frontera temporal, significaba el cierre de un proceso. Pero, es importante remarcarlo, no por ello todo pasado era dejado atrás. El olvido como reconstructor del lazo social, en los términos del “Mensaje del Poder Ejecutivo”, aseguraba “el cierre de” una “etapa de la vida de los argentinos”.52 Una etapa no era el pasado en su totalidad y, como tal, una etapa era concebible dentro de un relato más amplio de la historia nacional. La construcción de la unidad nacional, en consecuencia, planteaba el cierre de una etapa, una diferenciación respecto del pasado; pero, al mismo tiempo, el pasado era una dimensión que positivamente se debía recuperar. Ahora bien, en los términos de Svampa, ¿qué pasado se debía recuperar y cómo se lo debía recuperar?

III

Aquí nos interesa observar cómo, en los discursos de Frondizi, se fundamentaba la vinculación entre olvido, recorte temporal y unidad nacional porque, a tales fines, el pasado debía ser recuperado positivamente. Como dijimos, este no solo sería recuperado desde una visión disruptiva, sino que, al mismo tiempo, también formaba parte de un intento de convertir y recuperar las experiencias previas en experiencias históricas. Puesto que, con la construcción de la unidad nacional, la “empresa” de Frondizi iba más allá de la contraposición entre “peronistas y antiperonistas extremos”; la construcción de esa unidad también suponía la identificación con momentos previos al de la etapa que había pretendido cerrar. En este sentido, casi un mes antes de ser derrocado, en su discurso pronunciado desde el despacho del interventor federal, en la Casa de Gobierno de Córdoba, Frondizi sostuvo que:

[u]na nación, un pueblo, no son cosas que se inventan […]. Son realidades vivas que se desarrollan en un proceso histórico […]. La Nación Argentina es un pueblo con historia. No hay plan político, económico o social, que pueda imponerse a este pueblo en oposición a las profundas corrientes de su pasado.53

En dicho marco, otros aspectos del pasado fueron enfatizados positivamente, así como se reconfiguró la “acción de los protagonistas”. Esa historia, según Frondizi, demostraba “que nuestros grandes héroes fueron siempre los hombres de la tolerancia, el perdón y el acuerdo. Hasta en los momentos más violentos de las luchas de facciones, había un espíritu que levantaba el estandarte de la unión nacional y el pueblo, tarde o temprano se congregaba a su sombra”. Y para agregar, no hay fuerza humana ni interés parcial capaces de vencer el instinto nacional del pueblo.54

En cierto modo, para continuar con Renan, podemos ver cómo la construcción de la Nación supuso, por un lado, la posesión en común de un rico legado de recuerdos y, por otro lado, “el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, la voluntad de seguir haciendo valer la herencia que se ha recibido”. Es decir, en “el pasado, una herencia de glorias y pesares que compartir; en el porvenir, un mismo programa a realizar”.55 Por eso, era “bueno para todos saber olvidar”.56 En palabras de Frondizi, “[e]l pueblo argentino, como muchas otras veces en su historia, se ha fijado un rumbo que es muy claro y directo: superar rencores y diferencias sectarias para liberarse del atraso y de la dependencia de intereses extraños”. En este sentido se comprende que, en su intervención sobre el contexto, no era el enfrentamiento entre “peronistas y antiperonistas extremos” lo que marcaba el devenir de la historia nacional. Por ello, su programa era un “programa nacional”.57 El pasado enseñaba que el enfrentamiento “verdadero” era entre el pueblo y aquellos que se oponían a su instinto nacional. Al respecto, agregó lo siguiente:

La Argentina que estamos construyendo con el esfuerzo común, es la Argentina que los padres de la nacionalidad hicieron nacer con sangre y heroísmo […]. Esta Argentina no es la creación de nadie, sino que es hija de su historia, amasada por el espíritu insobornable del pueblo. Los argentinos que hoy la estamos haciendo somos simples continuadores de un proceso que comienza en la conquista española y se afirma en la emancipación.58

Así pues, el peronismo dejaba de ser visto como el único responsable de la inestabilidad y el conflicto entre “peronistas y antiperonistas extremos” era presentado como una lucha entre facciones. En este sentido, cabe agregar, la ley de amnistía de 1958 no solo tuvo como finalidad la pacificación, allí el olvido como liberación también suponía un olvido selectivo del pasado. Por ello, Frondizi enfatizó que:

Tal como lo habíamos prometido al pueblo, no hicimos un gobierno sectario o de comité. Llamamos a colaborar con el Poder Ejecutivo a hombres de todas las tendencias. Dictamos leyes de olvido y de amnistía, para unir a los argentinos […]. Porque no renunciamos ni renunciaremos a cumplir hasta el fin el mandato de nuestro pueblo […]. Declaramos enfáticamente que preferimos que la historia nos juzgue por lo que hicimos en el puesto de lucha, a que nos olvide por haberlo abandonado.59

De esta forma, en la amnistía de 1958, el pasado brindaba elementos de “reserva” para un relato que buscó narrar de modo distinto la historia nacional. En su discurso inaugural de las celebraciones del sesquicentenario de la Revolución de Mayo, Frondizi dijo que “[l]a historia grande de una Nación solo recoge aquellos momentos en que los pueblos en que la viven han sabido deponer sus discordias en aras del supremo interés de la Patria”.60Aquí es necesario enmarcar la “política del olvido” que estaba detrás de la amnistía de Frondizi dentro de lo que en otro trabajo hemos llamado “superación como trascendencia”.61

Ya hemos señalado que su discurso fijó una triple frontera, que era determinante en el devenir de la historia nacional y del rol histórico que allí se le atribuía a la Unión Cívica Radical.62 Los golpes de Estado de 1930, 1943 y 1955 eran los hechos que le permitían inscribir al radicalismo en el desarrollo de una acción inconclusa, que lo separaban del peronismo; pero, además, le permitía recuperarlo y separarse del antiperonismo más visceral.63 En ese marco, su noción de unidad política nacional era central. Sobre ella desplegó una lógica con la cual, en su discurso, el antagonismo entre peronistas y antiperonistas sería superado en el devenir de la historia nacional.64

En este sentido, durante la transmisión de su último discurso como presidente de la Argentina, volvió a insistir con lo siguiente:

Tratamos de hacer entender a las fuerzas en pugna, dentro de la línea nacional, que debían buscar de presentar un frente unido. Personalmente, llevé a mi partido la idea de abrir las listas de candidatos para dar cabida en ellas a todos los sectores de opinión radicales, conservadores, peronistas […]. Mi iniciativa no fue comprendida ni aceptada en toda su extensión y llegamos a los comicios de marzo en posiciones aparentemente antagónicas. Que ese enfrentamiento era puramente formal y producto de las pasiones de la hora, surge claramente ahora, al constatar la consternación que invade los sectores que pudieron unificar sus fuerzas y no lo hicieron. Ahora, con la legalidad a punto de perecer, comprueban con angustia que su fortaleza estaba en la unidad.65

Dicha unidad se inscribe en una lógica de “superación como trascendencia”. Esto no significa que la “empresa” frondicista pretendiera constituirse como el justo medio entre peronistas y antiperonistas; es decir, en una especie de síntesis entre dos campos heterogéneos entre sí, donde la mezcla entre opuestos daría como resultado un nuevo elemento. Si partimos desde la noción de síntesis, cabe decir, la “empresa” de Frondizi habría buscado tomar lo “mejor” de cada uno de los polos en oposición. En cierta forma, esta idea se corresponde con la visión de que Frondizi quedó a mitad de camino, no solo por el hecho de que su “empresa” se vio imposibilitada por el golpe de Estado de 1962, sino también porque tanto peronistas como antiperonistas lo acusaron de pertenecer al campo opuesto. En el marco de los “diálogos con el pueblo” que Frondizi encaraba desde la televisión, dos años antes, había sostenido que,

resultaría que el Gobierno es a la vez comunista y capitalista; peronista y antiperonista; anárquico y dictatorial; enemigo y aliado de los empresarios; instrumento de la Iglesia y a la vez servidor de los librepensadores y marxistas […]. El Gobierno es nacional.66

Desde nuestra lectura, la propuesta de Frondizi puede entenderse como un intento de trascender esta visión de quedar al medio. Es decir, lejos de ser una síntesis del conflicto entre peronistas y antiperonistas, su “empresa” intentó desplazar el eje del debate. La propuesta de unidad política de Frondizi buscaba trascender la posición de quedar en el medio. A diferencia de una lógica de síntesis,67 consideramos posible inscribir su lógica dentro de un tipo de superación “dialéctica”;68 esto es, donde la oposición entre peronistas y antiperonistas era inscripta en otra relación, en una totalidad que los ponía en unidad. En este sentido, frente al conflicto planteado en términos del enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas, Frondizi sostuvo lo siguiente:

Ahora, para mí, ya no es cuestión de programas más o menos avanzados, sino de avanzar realmente, en la medida de las posibilidades, hacia la construcción de una nación libre y poderosa […]. En este camino, el país ha ido más adelante, en materia de justicia social y de libertad, de los puntos que aún inscriben en sus programas partidos que se autotitulan de izquierda o liberales […]. Los partidos de filiación cristiana podrían quejarse contra nosotros con igual derecho […]. Podría protestar contra nosotros el conservadorismo, porque hemos realizado puntos programáticos que ellos no pudieron cumplir cuando fueron gobierno […]. Sé que mis críticos dirán ahora que me avergüenzo de confesar que me he apropiado de sus programas […]. Desde ya les contesto: los grandes ideales de la nación pertenecen a la nación en su conjunto, no a un sector.69

Con relación a su política de olvido, a casi un año de su Gobierno, Frondizi diría que bajo su gobierno se había sancionado una ley de amnistía; se habían levantado inhabilitaciones; se había derogado legislación represiva; pero no se había comprendido que esas medidas no eran concesiones ni muestra de debilidad, “sino decisiones inspiradas en una profunda fe en las virtudes creadoras de la democracia y de la libertad”.70 Por eso, tras referirse a la actitud sectarista, Frondizi agregó que “la conciencia de fuerzas distintas, revela el sentido real de un enfrentamiento que confunde divisas partidarias y define a los hombres frente al proceso nacional. No hay alternativa posible cuando un pueblo juega su destino en el mundo.71

En la medida en que esos opuestos eran unidos en una totalidad que remitía a la contradicción entre pueblo/antipueblo, nación/antinación, en el discurso de Frondizi, ese olvido selectivo, a partir de una lógica de trascendencia, inscribía el conflicto entre peronistas y antiperonistas como “momento” que sería superado el devenir de un programa nacional y popular. Esta lógica estuvo presente desde los inicios de su campaña electoral. Así, por ejemplo, en su “Mensaje para veinte millones de argentinos” transmitido por LRA 1 Radio el Mundo de Buenos Aires, el 14 de enero de 1958, sostuvo que,

si triunfamos en febrero, no haremos un gobierno partidista. Nos hemos fijado un programa nacional y popular […] El país no puede soportar un gobierno de comité. Necesitamos terminar con los sectarismos para emprender todos juntos la marcha hacia el mañana.72

En efecto, continuaba al decir que:

Pedimos el apoyo de nuestros compatriotas para llevar a cabo este programa de gobierno nacional y popular […]. No pedimos el voto para un candidato, ni para un partido. Pedimos el voto para una idea nacional […]. Si triunfan en esta elección las tendencias antinacionales, los próximos seis años no serían de progreso ni de paz. Seguiríamos en la perturbación y en la incertidumbre.73

Meses antes, en su “Mensaje a los trabajadores”, había dicho que,

esta es nuestra lucha nacional. Somos intransigentes. Nuestra intransigencia es, en nombre del pueblo y de la nación, contra cuanto se opone a que el pueblo sea el constructor de su propio destino […]. En este sentido somos y seguiremos siendo intransigentes […]. Marcharemos hacia una urgente e inmediata política de integración nacional y popular.74

En dicha marcha se establecía qué pasado se debía recuperar y cómo se lo debía recuperar; allí operaba la vinculación entre olvido, recorte temporal y unidad nacional. No era el enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas lo que marcaba el devenir de la historia argentina. El enfrentamiento “verdadero” era entre el pueblo y aquellos que se oponían a su instinto nacional. En efecto, para superar la “crisis política actual”, según Frondizi, era necesario retomar al programa nacional y popular. Por eso, el gobierno había llamado “a quienes consideraba aptos, sean o no sus partidarios políticos”. Así entendía “servir fielmente a la causa nacional y popular”.75

En la vinculación que podemos encontrar entre la historia y el olvido y lo nacional y popular, los usos del pasado confluían en lo que hemos caracterizado como “lógica de trascendencia”; en otras palabras, allí condensaba la “empresa” de Frondizi, es decir, la particularidad que encontramos en su intervención política. En este sentido, si “el pasado es siempre una construcción cultural hecha en tiempo presente, moldeado a partir de las categorías disponibles y sujeto a los intereses de ese tiempo”;76 cabe agregar que el modo en que desde los discursos de Frondizi se “construía la Nación”, nos permite ver que esos usos del pasado implicaron, en los términos de Smith, un trabajo de redescubrir y reinterpretar el pasado como la clave de comprensión (de allí su “ejercicio mental”) de su época actual muy semejante a cómo los arqueólogos reconstruyen el pasado.77 La intervención de Frondizi, en su “construcción de la Nación”, no consistió en un acto de ingeniería social ni de arte culinario. Su papel activo fue triple: el redescubrimiento, la reinterpretación y la regeneración de la comunidad.78 Su modo de proceder en torno a la “construcción de la Nación” es pertinente para pensar la vinculación entre lo nacional y lo popular, puesto que, si bien la vinculación estaba presente en el lenguaje político de la época,79 dicha presencia, en la intervención de Frondizi adquirió cierta particularidad. En consonancia con el trabajo de Palti,80 cabe decir que en el marco de debate propio de la desperonización como contexto intelectual, su apuesta no solo supuso un trabajo por el cual se recortó y recompuso el universo de categorías, es decir, no fue un mero reflejo de su contexto de producción sino que también construyó, en cierto modo, su propio contexto. Particularmente, porque en el lenguaje político argentino posterior a su intervención, la vinculación entre lo nacional y lo popular confluiría en la emergencia de lo que se conoce como “tradición nacional y popular” y, luego, en la categoría de populismo.81

Finalmente, la “empresa” de Frondizi también encontraría en el olvido su “fracaso”. Fracasó en su llamado a que ambos sectores no solo olvidaran las maldades de los otros, sino también su propia cólera. En efecto, la incapacidad de poder olvidar y perdonar (tanto de peronistas como de antiperonistas) marcaron su imposibilidad.

IV

Hemos visto que el acto de contar una historia, en el relato de Frondizi, estaba unido al de seguir una historia. De tal forma, planteaba un entrelazamiento temporal; establecía una combinación entre secuencia y coherencia, una totalidad significativa en torno a la idea de crisis que en el transcurso de su gobierno mantendría actualidad. En la relación entre las dimensiones episódica y configurativa, el concepto de historia le permitía mediar entre el futuro y el pasado, en efecto, tenía un uso político y social, ya que, en sus discursos, ese concepto no solo buscaba indagar sobre el tiempo pretérito, sino que conservaba actualidad política y capacidad de provocar. Dichos usos del concepto de historia dan cuenta del modo en que Frondizi participó en la desperonización como contexto intelectual, donde el enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas ocupó un lugar central. En este sentido, la historia aparecía como concepto de reflexión y de acción. En sus discursos, el desarrollo de la historia impelía seguir adelante y Frondizi respondía a ese impulso creando expectativas sobre el comienzo y el final; por ello, la historia también aparecía como un concepto de legitimidad, una suerte de instancia última. Allí, narratividad y temporalidad se encontraban estrechamente unidas. El pasado, en efecto, no solo era recuperado desde una visión disruptiva, sino que, al mismo tiempo formaba parte de un intento de convertir y recuperar experiencias pasadas en experiencias históricas. Ahora bien, nos preguntamos ¿qué pasado se debía recuperar y cómo se debía recuperar? En otras palabras, ¿qué se debía olvidar, qué recordar y cómo se debía olvidar y recordar?

En dichas preguntas encontramos algunos elementos que nos permitieron interpretar su modo de intervención en el marco de la desperonización como contexto intelectual. Teniendo en cuenta los usos del concepto de olvido en los discursos de Frondizi, la amnistía de 1958 funcionó como “recurso normativo” y “recurso identitario”. Esto es, por un lado, al ser un olvido institucional, funcionó como mecanismo jurídico que se dispuso para intervenir sobre un problema concreto o coyuntural, que refería a una política particular del contexto: los altos niveles de conflictividad a los que había llevado el enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas. Como “recurso normativo”, por lo tanto, la amnistía de 1958 era más que un no-recordar, fue un mecanismo con el cual se propuso la conveniencia de olvidar para frenar la escalada de violencia ligada a dicho enfrentamiento. De allí que, por ejemplo, con la referencia al “reencuentro de los argentinos”, la amnistía vendría a interrumpir un contexto de inestabilidad política que afectaba la paz social. Por el otro lado, operaba en un registro que iba más allá de la cuestión coyuntural. O bien, que para superarla, daba a la amnistía otra funcionalidad. Los usos del olvido en la construcción retrospectiva de la identidad nacional nos permitieron considerar la amnistía de 1958 en tanto “recurso identitario”. La construcción de la unidad nacional, en consecuencia, planteaba el cierre de una etapa, una diferenciación respecto del pasado; pero, al mismo tiempo, el pasado era una dimensión que positivamente se debía recuperar.

La “empresa” de Frondizi, en efecto, iba más allá de la contraposición entre “peronistas y antiperonistas extremos”; la construcción de esa unidad también suponía la identificación con momentos y categorías previas al de la etapa que había pretendido cerrar. Por ello, su programa era un “programa nacional”. El pasado enseñaba que el enfrentamiento “verdadero” era entre el pueblo y aquellos que se oponían a su instinto nacional. En la medida en que peronismo y antiperonismo eran unidos en una totalidad que remitía a la contradicción entre pueblo/antipueblo, nación/antinación, en el discurso de Frondizi, ese olvido selectivo, a partir de una lógica de trascendencia, inscribía dicho enfrentamiento como “momento” que sería superado el devenir de un programa nacional y popular. En dicha marcha se establecía qué pasado se debía recuperar y cómo se lo debía recuperar, allí operaba la vinculación entre olvido, recorte temporal y unidad nacional. No era el enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas lo que marcaba el devenir de la historia argentina. El enfrentamiento “verdadero” era entre el pueblo y aquellos que se oponía a su instinto nacional. En efecto, para superar la “crisis política actual”, según Frondizi, era necesario retomar al programa nacional y popular. Al tomar el trabajo de Reano y Garategaray, pero en relación al período aquí delimitado, a partir de los discursos de Frondizi pudimos rastrear la centralidad de algunas discusiones que definieron su impronta en las polémicas de la década y performaron el contexto que tuvo lugar después del derrocamiento del peronismo en 1955. En este sentido, su intervención política formó parte y a la vez constituyó dicho contexto. En los debates sobre qué hacer con el peronismo, en la vinculación que podemos encontrar entre la historia y el olvido y lo nacional y popular, los usos del pasado confluían en lo que hemos caracterizado como “lógica de trascendencia”; en otras palabras, como hemos señalado, allí condensaba la “empresa” de Frondizi, es decir, la particularidad que encontramos en su intervención política en el marco de la desperonización como contexto intelectual. Particularmente, porque en el lenguaje político argentino posterior a dicha intervención, la vinculación entre lo nacional y lo popular confluiría en la emergencia de lo que se conoce como “tradición nacional y popular” y, luego, en la categoría de populismo.

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1. Agradezco a Martina Garategaray y a Ricardo Martínez Mazzola por sus comentarios realizados a una primera versión de este artículo.

2. En este artículo nos abocaremos a analizar los discursos de Frondizi, para un detalle de los sucesos del período ver Robert Potash. El ejército y la política argentina (II) 1945-1962. De Perón a Frondizi. Buenos Aires, Hyspamérica, 1985; Carlos Altamirano. Arturo Frondizi. O el hombre de ideas como político. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998; Albino Gómez. Arturo Frondizi. El último estadista. La vigencia de un proyecto de desarrollo. Buenos Aires, Lumiere, 2004; Nicolás Babini. Arturo Frondizi y la Argentina Moderna. La forja de una ilusión. Buenos Aires, Gedisa, 2006 y Alberto Sarramone. Arturo Frondizi. Testimonios sobre el gran estadista argentino. Buenos Aires, Biblos, 2016.

3. Así lo planteaba Frondizi en la serie de discursos que fueron transmitidos por cadena nacional.

4. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III), Buenos Aires, Fundación Centro de Estudios Presidente, 2012, p. 371.

5. Aquí, cabe aclarar, en ciertos pasajes no seguiremos un orden estrictamente cronológico en las citas de los discursos. Consideramos que la delimitación temporal del presente trabajo y el marco de dichas intervenciones nos permiten realizar tales desplazamientos.

6. En este sentido, nos remitimos a la relación entre texto y contexto que plantea Elías Palti. Si tenemos en cuenta que un “texto no es un mero reflejo de su contexto de producción sino que construye, de algún modo, su propio contexto”, los discursos de Frondizi en tanto textos nos permiten abordar su intervención como una operación sobre el contexto. Elías Palti. El momento romántico. Nación, historia y lenguajes políticos en la Argentina del siglo XIX. Buenos Aires, Eudeba, 2009, p. 15.

7. Nos resulta sugestivo el modo en que ambas autoras han abordado unos de los tópicos centrales de la discusión académica y política de los años ochenta en América Latina en general y en la Argentina en particular: la transición democrática. Al alejarse de los marcos tradicionales con los cuales se ha trabajado dicho tópico, Reano y Garategaray, analizan el lugar que tuvo la polémica populismo y socialismo en las revistas Controversia; Unidos y La Ciudad Futura, piensan la transición democrática en Argentina como un contexto “intelectual”, esto es, como “un amplio proceso de discusión de ideas, como proceso político e intelectual de debates y lecturas, y de debates con esas lecturas, en los que surgen y se revisan ideas para (re)pensar tanto el pasado como el presente y el futuro políticos”. Ariana Reano y Martina Garategaray. La transición democrática como contexto intelectual. Debates políticos en la Argentina de los años ochenta. Los Polvorines, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2021, p. 41.

8. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 371.

9. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 371.

10. Ver Paul Ricœur. Historia y narratividad. Barcelona, Paidós, 1999.

11. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 372.

12. Ver Reinhart Koselleck. historia/Historia. Madrid, Trotta, 2004, p. 109.

13. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 373.

14. Ver Reinhart Koselleck. historia/Historia…, p. 110.

15. Sobre el particular ver Beatriz Sarlo. La batalla de las ideas (1943-1973). Buenos Aires, Ariel Historia, 2001.

16. Ver Philippe Simay. “El tiempo de las tradiciones. Antropología e historicidad”, en Christian Delacroix, François Dosse y Patrick García (dirs.): Historicidades. Buenos Aires, Waldhunter Editores, 2010, pp. 309-322, acá p. 316.

17. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 373.

18. Ver Nicolás Azzolini. “Arturo Frondizi: la trascendencia imposible. Polarización e inestabilidad democrática en la política argentina”, en Sebastián Giménez y Nicolás Azzolini (eds.): Identidades políticas y democracia en la Argentina del Siglo XX. Buenos Aires, Teseo, 2019, pp. 107-138; Id. “Usos del olvido. Identidades, antagonismo y amnistías en la Argentina posperonista”, en Ana Lucía Magrini (ed.): Descentrando el populismo: Peronismo en Argentina, gaitanismo en Colombia y lo perdurable de sus identidades políticas. Bogotá, Universidad del Rosario, 2021, pp. 131-162.

19. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 374.

20. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 379.

21. Ver Paul Ricœur. Historia y narratividad…, p. 192.

22. Ver Reinhart Koselleck. historia/Historia…, p. 113.

23. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I). Buenos Aires, Fundación Centro de Estudios Presidente, 2012, p. 160.

24. Días antes de que fuera electo presidente de la Nación, por ejemplo, en el “Mensaje a los trabajadores argentinos” transmitido por LR3, Frondizi había señalado al respecto, “[s]í queremos que el país avance, tenemos que ponerlo en el rumbo que marca la historia”. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (IV). Buenos Aires, Fundación Centro de Estudios Presidente, 2012 p. 82.

25. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 141.

26. Ver Reinhart Koselleck. historia/Historia…, p. 33.

27. Ver Reinhart Koselleck. historia/Historia…, p. 78.

28. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 93.

29. Sandro Chignola. “Temporalizar la historia. Sobre la Historik de Reinhart Koselleck”, Isegoría, Nº 37, 2007, pp. 11-33, acá p. 26.

30. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, pp. 370-371.

31. Ver Paul Ricœur. Historia y narratividad…, p. 193.

32. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I), p. 14. El discurso de Frondizi, para La Prensa, no podía considerarse “como uno de los mensajes anuales con que el ciudadano que desempeña el Poder Ejecutivo inaugura las sesiones del Congreso”. En esa ocasión se estaba hablando del “primer acto oficial” con el que se cumplía, “después de quince años, el retorno al pleno vigor de la Constitución Nacional”. Por eso, “probablemente, ningún mensaje anterior” había “sido escuchado por el pueblo argentino con mayor interés”. La Prensa, 2 de mayo de 1958, p. 12. Por su parte, para La Nación, el mensaje tenía “una trascendencia” que excedía “a la importancia, ya grande, de un programa de acción gubernativa”. El discurso de Frondizi asumía “el valor de un hito indicativo del comienzo de una nueva etapa”. La Nación, 2 de mayo de 1958, p. 6.

33. De hecho, ese fue el primer proyecto que elevó a través de la Cámara de Diputados.

34. Ambas palabras (amnistía y amnesia) provienen del griego y remiten a la privación (a) de la memoria (mnésis). Inclusive, Ricœur ha señalado que “[l]a proximidad más que fonética, incluso semántica, entre amnistía y amnesia señala la existencia de un pacto con la negación de memoria que […] se aleja en verdad del perdón después de haber propuesto su simulación”. Paul Ricœur. La memoria, la historia y el olvido. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2013, p. 578.

35. Eduardo Rabossi. “Algunas reflexiones… A modo de prólogo”, en Yosef Hayim Yerushalmi (ed.): Usos del olvido. Comunicaciones al coloquio de Royaumont. Buenos Aires, Nueva Visión, 2006, pp. 7-11, acá p. 7.

36. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, pp. 14-15.

37. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 15.

38. El mensaje estaba firmado por Arturo Frondizi y el ministro del Interior Alfredo Vítolo. Arturo Frondizi y Alfredo Vítolo. Mensaje del Poder Ejecutivo. Cámara de Diputados, Congreso de la Nación, 1958, p. 70.

39. Arturo Frondizi y Alfredo Vítolo. Mensaje del Poder Ejecutivo…, p. 70.

40. Arturo Frondizi y Alfredo Vítolo. Mensaje del Poder Ejecutivo…, pp. 70-71.

41. En este sentido, también podemos remitirnos a Renan, para quien, “[e]l olvido, e incluso diría el error histórico, son un factor esencial en la creación de una Nación”. Ernest Renan. “¿Qué es una Nación?”, en Álvaro Fernández Bravo (comp.): La invención de la Nación. Lecturas de la identidad de Herder a Homi Bhabha. Buenos Aires, Manantial, 2000, pp. 53-66, acá p. 56.

42. Paul Ricœur. La memoria, la historia y el olvido…, p. 572.

43. Documento Ley 14.436. Honorable Congreso de la Nación, 1958, p. 3.

44. El concepto de amnistía está vinculado a la necesidad de pacificación social. Al respecto, por ejemplo, Ricœur sostuvo que “la amnistía se pronuncia sobre graves desórdenes políticos que afectan la paz social —guerras civiles, episodios revolucionarios, cambios violentos de regímenes políticos— violencia que, supuestamente, la amnistía interrumpe”. Paul Ricœur. La memoria, la historia y el olvido…, p. 578.

45. Nicole Loraux. “De la amnistía y su contrario”, en Yosef Hayim Yerushalmi (ed.): Usos del olvido…, pp. 27-52, acá p. 38.

46. Nicole Loraux. “De la amnistía y su contrario…”, p. 28. Las cursivas son del original.

47. Paul Ricœur. La memoria, la historia y el olvido…, p. 579.

48. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 14.

49. Ver Lucila Svampa. La historia en disputa. Memoria, olvido y usos del pasado. Buenos Aires, Prometeo, 2016.

50. Ver Slavoj Žižek. El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires, Siglo XXI, 2003.

51. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 14.

52. Arturo Frondizi y Alfredo Vítolo. Mensaje del Poder Ejecutivo…, p. 70.

53. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 320

54. Ver Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, pp. 321-322.

55. Ernest Renan. “¿Qué es una Nación?…”, p. 65.

56. Ernest Renan. “¿Qué es una Nación?…”, p. 61.

57. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, pp. 317-318. Dos años antes, en su discurso inaugural de las celebraciones del sesquicentenario de la Revolución de Mayo, pronunciado en los balcones del Cabildo de Buenos Aires, sostuvo al respecto: “Visto en la perspectiva serena del tiempo, el tumulto del pasado se aquieta y se vislumbran las líneas directrices de la unidad nacional. Nada se ha perdido en la lucha. Todo se proyecta en la experiencia, que recogen sucesivas generaciones y que van delineando el patrimonio auténtico e indivisible de la Nación Argentina […] La Nación está más allá del espíritu faccioso, más allá del interés parcial de los sectores, de las clases sociales y de las regiones que integran su geografía. La Nación es el bien común, el pasado, el presente y el porvenir. Para defender y engrandecer la comunidad nacional, se deben deponer todas las consideraciones partidarias, perfectamente legítimas, siempre que no se pongan en peligro la existencia misma de la patria”. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (II). Buenos Aires, Fundación Centro de Estudios Presidente, 2012, pp. 82-83.

58. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 325.

59. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 324.

60. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (II)…, p. 82.

61. Ver Nicolás Azzolini. “Arturo Frondizi: la trascendencia imposible…”.

62. Ver Nicolás Azzolini. “Arturo Frondizi: la trascendencia imposible…”.

63. Recordemos que en el discurso “Los dos extremismos…”, Frondizi sostuvo: “así, sobrevino la revolución del 4 de junio de 1943, que procuraba ser la última revolución, y cuyo programa consistía en terminar con el fraude y crear las condiciones de retorno a la esencia popular y nacionalista del yrigoyenismo”.

64. De allí el carácter irreversible que Frondizi había señalado en torno al concepto de historia.

65. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (IV)…, p. 34.

66. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (II)…, pp. 312-313.

67. En aquellos años, una lectura en clave de síntesis fue planteada por Arturo Jauretche, cuando sostuvo en la revista Qué sucedió en siete días: “Una de las desfiguraciones que más ha perjudicado la inteligencia argentina es esta expuesta oposición de Civilización y Barbarie fórmula simplista para adulterar la realidad de nuestro conflicto histórico […]. El debate se continúa y está presente en nuestros días. Lo postizo es patriotero y antinacional; lo auténtico es nacional y antipatriotero. Lo postizo es democrático pero popular, lo auténtico es popular y antidemocrático […]. Falta la síntesis […] precisamente por el falso planteo de Civilización y Barbarie, que hubiera sido otro si el haz de la oposición hubiera correspondido a la realidad: lo nacional y lo antinacional […]. De todos modos, la síntesis no se dio […] aunque los que más se aproximaron a la síntesis fueron siempre hombres de la realidad; de federales a Yrigoyen y Perón […]. Por primera vez en la historia argentina, un intelectual recibe el apoyo del pueblo o dicho de otra manera por primera vez el pueblo no está contra el intelectual […]. De las actitudes, de los discursos, del programa del doctor Frondizi, surge con claridad la primera explicación, y también la segunda: que el pueblo intenta comprender al intelectual cuando el intelectual intenta comprender al pueblo […]. Se derrumba así el teorema de la oposición civilización y barbarie. La síntesis es posible y realizable […]. Frondizi, como ciudadano y como candidato, se ha zafado de la trampa del dilema que la falsa historia argentina ha planteado”. Arturo Jauretche. “Frondizi, síntesis en el dilema ʻcivilización y barbarieʼ, en Raúl Scalabrini Ortíz y Arturo Jauretche: Forjando una nación: Scalabrini Ortíz y Jauretche en la revista Qué sucedió en siete días. Lanús, Universidad Nacional de Lanús, 2006, pp. 534-538. Otra lectura en clave de síntesis puede verse en Carlos Altamirano. Arturo Frondizi…, p. 44.

68. Para seguir a Dri, cabe señalar, que “la síntesis tiene lugar entre dos opuestos, completamente heterogéneos”, en cambio, “[l]a superación no tienen nada de mezcla porque no tiene lugar entre heterogéneos sino en el ámbito de una totalidad, es decir, de un sujeto, sea éste individual o colectivo”. Rubén Dri. Hegel y la lógica de la liberación. De la dialéctica del sujeto-objeto. Buenos Aires, Biblos, 2007, p. 49.

69. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, pp. 376-377).

70. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 160.

71. Ver Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 160.

72. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 64.

73. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (IV)…, pp. 68-69.

74. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (III)…, p. 86.

75. Arturo Frondizi. Mensajes presidenciales 1958-1962 (I)…, p. 350.

76. Martina Garategaray. “En nombre de Perón. Los usos políticos del pasado en la revista Unidos (1983-1991)”, Quinto Sol, Vol.16, Nº 2, 2012, pp. 1-15, acá p. 2.

77. Ver Anthony D. Smith. “¿Gastronomía o geología? El rol del nacionalismo en la reconstrucción de las naciones”, en Álvaro Fernández Bravo. (comp.): La invención de la Nación…, pp. 185-209, esp. p. 201.

78. Esto es: el registro de recuerdos, la recolección de mitos y tradiciones, etc. (redescubrimiento); sopesar las fuentes, tematizar las tradiciones, seleccionar mitos y recuerdos, con el fin de “emplazar la comunidad en un contexto significativo” (reinterpretación) y “un llamamiento a la gente, movilizando a los miembros de la comunidad, explotando sus emociones colectivas, inspirándoles fervor moral, activando sus energías en pro de metas nacionales, con el fin de reformar y renovar la comunidad (regeneración)”. Anthony D. Smith. “¿Gastronomía o geología?…, pp. 202-203.

79. Sobre la disponibilidad de los términos “nacional-popular” en el lenguaje argentino entre los años comprendidos en nuestro artículo, ver Samuel Amaral. El movimiento nacional-popular: Gino Germani y el peronismo. Sáenz Peña, Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2018, pp. 94-98.

80. Ver Elías Palti. El momento romántico….

81. En otro trabajo hemos analizado la intervención de Gino Germani en dicho marco de debate y las implicancias en el lenguaje político argentino que tuvo dicha intervención, particularmente, para pensar el peronismo y la desperonización de la sociedad a partir de las categorías de movimiento nacional-popular y de populismo. Ver Nicolás Azzolini. “Populismo, historia conceptual, democracia y peronismo. Notas sobre la construcción de una relación”, Identidades, Nº 25, 2023, pp. 28-43.