Formas de producción del reconocimiento político en la
configuración parlamentaria.
Un análisis socioantropológico sobre
la construcción de un liderazgo en la provincia de Misiones, Argentina
Por Laura A. Ebenau y Augusto Abdulhadi
Laura A. Ebenau
Instituto de Estudios Sociales y
Humanos (CONICET- UNaM)
Orcid: https://orcid.org/0000-0002-9689-3602
Augusto Abdulhadi
Escuela de Política y Gobierno, Universidad
Nacional de San Martín
Orcid:
https://orcid.org/0000-0002-9345-1147
Cómo citar este artículo: Ebenau, Laura A.; Abdulhadi,
Augusto (2022). “Formas de producción del
reconocimiento político en la configuración parlamentaria. Un análisis socioantropológico sobre la construcción de un liderazgo en
la provincia de Misiones, Argentina”, Etnografías
Contemporáneas 8 (14), pp. 8-32.
Resumen
La
emergencia y consolidación del Frente Renovador de la Concordia Social (FR) en
Misiones, se gestó en base a dos procesos concomitantes: por un lado, la
ruptura del esquema de competencia bipartidista (que prevaleció en la provincia
entre 1983 y 2003) y, por el otro, la constitución de un orden hegemónico que
se desarrolló en el transcurso de las últimas dos décadas, en las que el FR
ratificó su continuidad como partido de gobierno. Centrándonos en la
trayectoria de su máximo dirigente y conductor,
en este trabajo desarrollamos un análisis socioantropológico
para dar cuenta del juego de prestigio y el proceso de producción del
reconocimiento político, que tiene lugar en la configuración específica del
campo parlamentario misionero.
El
modelo configuracional desarrollado por Elias (1996
[1969]), para el análisis de la sociabilidad cortesana, inspiró la analogía
analítica mediante la cual se identificaron formas o principios de
relacionamientos en la configuración parlamentaria que guardan cierta similitud
con aquel referente histórico. En función de ello, argumentamos que la
consolidación de la posición del líder se vincula a la producción de un estilo
singular de tipo ‘cortesano’ y a la producción de un repertorio de legitimidad
(Noel, 2012) pasible de ser integrado a las distintas formas de producción del
reconocimiento político. Para dar cuenta de tales prácticas, describimos una
serie de eventos ceremoniales y comunicativos que tornan inteligibles las
dimensiones antes referidas. De este modo, el caso aquí analizado permite
iluminar aspectos que han sido poco explorados entre los estudios dedicados a
los poderes legislativos en Argentina.
Palabras claves: reconocimiento
político; repertorios; liderazgo; hegemonía; Misiones.
Ways of production of
political recognition in the parliamentary configuration. A
socio-anthropological analysis of the construction of leadership in the province of
Misiones, Argentina
Abstract
The emergence and consolidation of the Frente Renovador de la Concordia Social
(FR) in the province of Misiones, was based on two concomitant processes: on
the one hand, the rupture of the bipartisan competition scheme (which prevailed
in the province between 1983 and 2003) and; on the other, the constitution of a
hegemonic order that developed in the course of the last two decades, in which
the FR ratified its continuity as a ruling party. Focusing on the trajectory of
its top party leader, this article proposes a socio-anthropological analysis to
account for the process of political recognition and prestige of the leader,
which we observed in the specific configuration of the Misiones parliamentary
setting.
The
configurational model developed by Elias, for the analysis of courtly
sociability, inspired the analytical analogy through which we identify forms or
principles of relationships in the parliamentary configuration that bear a
certain similarity to that historical reference. Accordingly, we argue that the
consolidation of the leader's position is linked to the production of a
singular ‘courtly’ style and the production of a repertoire of legitimacy that
can be integrated into the different forms of production of political
recognition. To account for such practices, we describe a series of ceremonial
and communicative events that make the aforementioned dimensions intelligible.
In this way, the case analyzed allows us to shed light on aspects that have
been little explored among studies dedicated to legislative powers in
Argentina.
Keywords: political
recognition; repertoires; leadership; hegemony; Misiones.
Recibido: 24 de enero de 2021
Aceptado: 30 de noviembre de
2021
Introducción
...debe ser algo característico, él se considera como una
persona superior a todos ¿cierto? (…) Yo he visto y he hablado con muchos
dirigentes de la renovación y realmente ya son fanáticos (…) como al rey le
gusta que le digan las cosas lindas y que no le digan las malas, él es así.
(Diputado Provincial mandato cumplido, entrevistado el 15/03/2012).
Bajo el sistema de organización
federal las provincias en Argentina ejercen un amplio rango de facultades:
dictan su propia Constitución (Constitución Nacional, art. 5º) y, en
consecuencia, ejercen todo el poder no delegado al gobierno nacional. Existe
una vasta literatura que aborda la diversidad de las prácticas políticas y de
las instituciones democráticas en grandes países federales (Behrend
y Whitehead, 2017), pero lo que nos interesa destacar aquí es que la
configuración político-institucional de la Argentina implica que los poderes
políticos provinciales disponen de una amplia gama de competencias para tomar
decisiones sobre su territorio específico. Esto es central porque permite
comprender, desde el enfoque de los estudios sobre política subnacional, la
relativa variabilidad observable a nivel de las dinámicas de funcionamiento de
las instituciones estatales.
Frente a la abundante literatura que
se ha venido produciendo acerca de los regímenes presidencialistas (Mocoroa,
2019; Carrizo y Galván, 2006), afirmamos que el creciente interés suscitado por
estas investigaciones de cierta forma ha obliterado la importancia que reviste
la institución parlamentaria como ámbito de ejercicio del poder de dirección y
conducción política. En tal sentido, y considerando los procesos que afectaron
la institucionalidad y la moralidad producida en el ámbito de la legislatura
misionera (en el transcurso de la última década), nos encontramos ante un caso
que permite plantear la discusión acerca de la relación bidireccional que
existe entre liderazgo político y facultades institucionales de los poderes
estatales, que en cada contexto provincial asumiría una dinámica particular.
A través de un estudio etnográfico
sobre la construcción social de la Gestión
Legislativa Estratégica en Misiones, Ebenau
(2020a) analizó el proceso de reforma institucional que posibilitó –en términos
nativos– la jerarquización del
Parlamento. Pero, más aún, logró posicionarlo como un ‘centro ejemplar’,
definido en los términos de Geertz (1994) como centro ordenador que condensa
concepciones, valores, una forma de entender el poder y respecto del cual se
desarrollan los acontecimientos institucionales y simbólicos de mayor
relevancia para la política provincial. Observándose así un circunstancial
desplazamiento del locus del
ejercicio de la conducción política –desde el Ejecutivo al Legislativo–, tal
movimiento o transformación es interpretado como uno de los aspectos centrales
del proceso de construcción de hegemonía que lleva adelante el partido de
gobierno.[1]
Atendiendo a dicha configuración, en
este artículo sintetizamos y reexaminamos algunos materiales de campo y
análisis producidos en el marco de la referida investigación. El presente
trabajo está enfocado en la construcción del liderazgo del Conductor del Partido Frente Renovador (FR),[2] que fue
adquiriendo considerables niveles de prestigio y reconocimiento político desde
su acceso como presidente de la Legislatura en 2007.
Declaraciones como la que
transcribimos al inicio de este artículo (que a simple vista podría leerse como
tendenciosa, capciosa o desmesurada), abonan, sin embargo, una extendida imagen
o representación pública producida en torno a la persona del líder. Entendiendo
que tal representación es construida socialmente por medio de la combinación de
un conjunto de prácticas y recursos variados, a través de este artículo
pretendemos dar cuenta de las acciones y las mediaciones simbólicas que
–incluyendo operaciones de esquematización y encuadramiento de experiencias y
personajes históricos (Burke, 2000)–, conforman un
repertorio de legitimidad política y moral. La noción de repertorio permite
describir al conjunto de recursos cognitivos, afectivos y simbólicos que pueden
y suelen ser movilizados con diversos propósitos identitarios, políticos y
morales. En palabras de Noel (2012: 17), los repertorios “…pueden pensarse como
conjuntos más o menos abiertos y más o menos cambiantes de recursos asociados
sobre la base de afinidades fundadas en sus modalidades socialmente habituales
de adquisición, circulación, acumulación, acceso o uso en determinado colectivo
de referencia.”
Para dar cuenta de esta
construcción, en un primer momento se consideran aquellos aspectos que,
inscriptos en el desarrollo de una larga trayectoria del dirigente, permiten
diferenciar dos estilos de liderazgo; ambos forjados en coyunturas y ámbitos de
actuación muy específicos. En segundo término, argumentamos sobre las ventajas
que ofrece el modelo configuracional de Norbert Elias
para abordar aquellos procesos que fueron moldeando un estilo particular de
liderazgo. Por último, describiremos los homenajes y debates parlamentarios que
estructuran eventos comunicativos en el ámbito legislativo. En su conjunto,
estos eventos permiten hacer inteligibles algunas de las prácticas –aunque sin
agotarlas– mediante las que se produce el reconocimiento y se ejerce la
representación política[3] de un
liderazgo ya consolidado, que desde 2007 a la actualidad se mantuvo incólume
ejerciendo la presidencia de la legislatura provincial.
Notas
sobre la trayectoria política del Conductor:
de la crisis justicialista y la supremacía
del ejecutivo a la producción de un
estilo cortesano
Como en el caso de su predecesor,
Carlos Eduardo Rovira[4] inició
su militancia y carrera política en las filas del Partido Justicialista (PJ).
Sus primeros años de trayectoria los forjó al calor de las encarnizadas
internas partidarias y disputas faccionales del
peronismo misionero; experiencia que lo llevó a conocer en profundidad la
dinámica de la política institucionalizada. Durante la década de 1990, bajo las
consecutivas gobernaciones de Federico Ramón Puerta (1991-1999), desempeñó su
primer cargo de gestión como presidente de la Dirección Provincial de Vialidad
(entre 1992 y 1995). Desde allí se postuló como candidato y fue electo
Intendente de la Ciudad de Posadas, en el período 1995 a 1999, siempre dentro
del espacio (línea interna) liderado por Ramón Puerta en el PJ. Como Puerta no
tenía posibilidad de reelección en 1999, se avecinaba una fuerte competencia
electoral y, de hecho, las disputas al interior del peronismo misionero se
dirimieron en elecciones internas.[5]
Varios autores (entre ellos Jaume,
2000 y Soprano, 2004) coinciden en señalar que la historia del PJ en la
provincia estuvo signada por la emergencia de los llamados jefes políticos o
caudillos. Particularmente a fines de la década de 1990, el liderazgo
partidario del histórico caudillo, Julio César Humada,[6] comenzó a ser disputado por
Puerta. Si bien en las elecciones partidarias para definir candidatos a
gobernador (realizadas el 13 de diciembre de 1998) el resultado había sido
favorable a Humada, una abrumadora campaña en la que se denunciaron las
circunstancias fraudulentas de la elección condujo a la renuncia de Humada y a
la convocatoria de una segunda elección interna en marzo de 1999. En la segunda
vuelta, la intensa movilización del aparato político de la agrupación 13 de
Julio –brazo político del Sindicato de Luz y Fuerza, en ese entonces el más
poderoso en términos numéricos, en recursos y logística– logró volcar el
resultado a favor de la línea interna liderada por Puerta, quien encabezó en
esa oportunidad la lista de diputados nacionales.
En esta polarización de fuerzas
entre el humadismo
y el puertismo,
la red política conformada por Rovira estaba integrada a esta última. Y, tras
la derrota del humadismo,
la línea puertista
rápidamente absorbió aquellos pases
de los dirigentes provenientes de la primera. De hecho, ese año electoral
resultó ser bastante atípico:
El Ingeniero Ramón Puerta, gobernador justicialista en
ejercicio, organizó un cronograma electoral favorable a sus intereses. Obtuvo
del presidente Menem la sanción de un decreto que, por primera vez en la
historia del país, permitió a la provincia de Misiones desdoblar la elección de
presidente y vice de la elección de diputados nacionales. […] Esta maniobra estuvo destinada a garantizar
que la figura del gobernador, que encabezó la nómina de diputados nacionales,
apareciera en la misma boleta electoral que el candidato a gobernador, actual
intendente de Posadas, figura escasamente carismática y poco conocida en el
interior de la provincia. De este modo, el Ing. Puerta sumó su figura y su
prestigio protegiendo a su poco trascendente delfín (Jaume, 2000: 72, nota al pie 2. Destacado nuestro).
Bajo este esquema, Puerta fue
consagrado como diputado nacional por el PJ, y su entonces delfín, Carlos
Rovira, fue electo gobernador para el período 1999-2003. Sin embargo, en 2002,
a poco más de un año para las elecciones de 2003, el escenario había cambiado
sustancialmente y se presentaba incierto para los dirigentes políticos. Puerta
tuvo un salto protagónico a la escena política nacional, pero la crisis
política que estalló a fines del 2001 complejizó el escenario y las
posibilidades de continuidad de su carrera política federal.[7] De esta
manera, regresar al ámbito provincial aparecía no sólo como razonable, sino
también como necesario para la supervivencia política.
En el plano provincial el gobierno
de Rovira se encontraba fuertemente cuestionado por distintos sectores
sociales,[8] y si
bien éste tenía la posibilidad de presentarse a reelección para un segundo
mandato y tenía intenciones de hacerlo, Puerta aspiraba retornar a la
gobernación misionera en 2003. En efecto, Puerta entonces era el presidente del
PJ misionero y contaba con la lealtad de los intendentes de su partido, lo que
colocaba a Rovira en fuerte desventaja. De los 57 intendentes en ejercicio, 56
apoyaron a Puerta como candidato a gobernador del PJ, y una sola mujer
peronista apoyó la candidatura de Rovira (la Intendente de Mojón Grande, un
pueblo de unos 700 habitantes). Así, Puerta se perfilaba como el próximo
gobernador en 2003, pero la situación fue más compleja porque a nivel nacional
el presidente Duhalde adelantó las elecciones nacionales y diferentes
candidatos de origen justicialista compitieron entre sí en las elecciones
generales. Mientras que el entonces conductor del peronismo misionero (Puerta)
apoyó la candidatura de Menem, Rovira aprovechó la oportunidad de aliarse con
la candidatura presidencial de Néstor Kirchner y de ese modo tener
posibilidades de ser reelecto. Al mismo tiempo, la cúpula de la UCR encontró
una oportunidad de llegar al gobierno a partir de una alianza con Rovira. Esto
provocó rupturas partidarias y realineamientos que desembocaron, no sin
conflictos, en la creación del Frente Renovador; partido que surgió con la
marca de la transversalidad propiciada en aquel momento por el presidente
Kirchner, pero respondía a alianzas e intereses provinciales (cf. Abdulhadi, 2013).
Siguiendo la misma práctica política
efectivizada durante el puertismo,
Rovira (el líder en ascenso) convenció a un grupo de dirigentes justicialistas
y a otro grupo de intendentes para que lo acompañaran en la organización de un
frente electoral; y el entonces presidente del Comité Provincia de la UCR hizo
lo propio con dirigentes de ese partido. Como resultado de este proceso, en las
elecciones provinciales Rovira fue reelegido como gobernador por el Frente
Renovador para el período 2003-2007, constituyéndose en el Conductor indiscutido de ese partido hasta la actualidad.
Pero, como era previsible, tuvo que
enfrentar no pocos embates sumados a las acusaciones de traición que se le
atribuyeron por parte de los dirigentes que permanecieron en el PJ. La
oposición se refugió en el Poder Legislativo, donde el bloque justicialista tenía
mayoría, contando con el apoyo de otros bloques minoritarios, y durante esos
primeros años de gobierno renovador las hostilidades entre el Ejecutivo y el
Legislativo llegaron a configurarse en el ámbito judicial como conflicto de
poderes. Luego, con las elecciones legislativas del 2005 se modificó
parcialmente la correlación de fuerzas en la Cámara y con ella parecía
afianzarse la posición del nuevo Conductor.
Sin embargo:
[…] con una Cámara de Diputados
mayoritariamente oficialista, el Conductor de la Renovación […] comenzó a
restringir la autonomía funcional del Legislativo ejerciendo un estricto
control sobre los procesos decisorios que allí se producían. Este sesgo
autoritario pronto sería puesto en cuestión por un grupo de legisladores, que
en el 2006 integrarían la coalición opositora en las elecciones para
Constituyentes provinciales. Asimismo, las aspiraciones personales de Rovira no
se acotaban a la consolidación del proyecto, sino que lo llevaron a intentar
una reforma constitucional de la carta magna provincial para establecer la
posibilidad legal de reelecciones al cargo de gobernador (Ebenau,
2014: 86).
Las elecciones constituyentes del
2006 tensaron una vez más las relaciones al interior del Frente Renovador
cuando, por un lado, el partido acogió a algunos dirigentes lucifuercistas (antes adversarios
y leales a Puerta); y por otro, se puso de manifiesto el creciente descontento
de algunos diputados con el estilo de liderazgo de Rovira (que, en la
perspectiva de aquellos, comenzaba a sustentarse más en la coacción que en la
persuasión). Para contrarrestar lo que en otros trabajos referimos como la supremacía del ejecutivo (Abdulhadi, 2013), estos diputados asumieron una posición
abiertamente disidente sumándose a una heterogénea oposición que logró
aglutinarse en el denominado Frente Unidos por la Dignidad (FUD),
que lideró el entonces obispo emérito de Iguazú, Joaquín Piña. El triunfo del
FUD truncó las pretensiones reeleccionistas del Conductor. A partir de este desenlace es que Rovira continuó su
carrera como diputado provincial (desde el 2007, siendo reelegido en 2019 para
su cuarto período) y, como presidente de la Legislatura con mandato
ininterrumpido en dicha función, logró mantener su liderazgo en el FR. Una
forma de reelección indefinida que no pudo obtener en el ámbito del Poder
Ejecutivo, pero que en el ámbito del Poder Legislativo no tiene límites.[9]
El concepto de supremacía del ejecutivo se utilizó para describir los inicios del
proceso de construcción de hegemonía política por parte del FR que –recordemos–
aunque ganó la gobernación, no sólo era minoritario en la legislatura
sino que tampoco controlaba las esferas institucionales donde se definían
cuestiones relevantes para la política provincial y local. Ese proceso
coyuntural que tuvo lugar entre 2003 y 2005 estuvo signado por diferentes
conflictos entre el ejecutivo y el legislativo, e intensas disputas partidarias
por el control político del territorio. Con las elecciones legislativas de 2005
se modificó la relación de fuerzas, y a partir de la nueva composición
parlamentaria se adoptaron distintas iniciativas que fortalecieron al FR. El
líder del FUD,[10] que se
opuso a la reforma constitucional, interpretó esas iniciativas como un plan
deliberado que incluía cambios en el STJ, el Tribunal Electoral, los medios de
comunicación, el Tribunal de Cuentas y la propia Constitución local.[11] A
partir de allí, y a pesar de la derrota por la reelección indefinida de 2006,
el FR comenzó a volverse hegemónico en el plano provincial.
Se advierte así que este dirigente
ya acreditaba entonces un alto grado de reconocimiento político cuando accedió
al parlamento misionero en 2007. No obstante, como intentaremos demostrar,
participar como agente de la particular dinámica política e institucional que
el campo parlamentario ofrece le posibilitó refinar su estilo y orientarlo
según el modelo que aquí referimos como cortesano, sumar nuevos recursos y
capitales simbólicos para el ejercicio de la representación y explorar nuevas
formas para acrecentar su prestigio.[12]
Hay tantos mitos alrededor de él: la producción de prestigio y reputación en un liderazgo de tipo
cortesano
En la opinión de varios/as de
nuestros/as interlocutores/as, se ha instalado una “fascinación por el
ingeniero”.[13] La
misma es atribuida a un grupo de funcionarios/as y dirigentes que, habiendo
construido una relación de proximidad con el líder, conformarían lo que una
funcionaria legislativa entrevistada refirió como el “círculo íntimo”. Ante el
notable distanciamiento y reserva pública que el Conductor mantiene respecto a los agentes parlamentarios de menor
rango y sus propias bases electorales, se torna necesario brindar una
explicación sociológica acerca de la dinámica de estas vinculaciones y de los
motivos por los que se afirma que “hay tantos mitos alrededor de él […], y no
es él, es la gente que lo rodea” (funcionaria legislativa, entrevistada
13/02/2020).
En varias reuniones de trabajo,
junto a otros colegas advertimos que para el análisis del proceso hegemónico en
Misiones la caracterización de este liderazgo se planteaba como una dimensión
problemática. El estilo particular que fue desarrollando a lo largo de su
trayectoria difería significativamente de sus predecesores (tanto peronistas
como radicales). Si bien, como ahora, el ejercicio de la autoridad estuvo
signado por un fuerte personalismo y la centralización del poder, en la etapa
de alternancia bipartidista el juego político estuvo caracterizado por la
dinámica faccional y las encarnizadas internas
partidarias. Con el advenimiento de la Renovación se produjeron algunas
redefiniciones: por un lado, las elecciones internas fueron suprimidas (no así
el faccionalismo que se canalizó a través de innumerables agrupaciones
conformadas en el ámbito de los organismos estatales); y, por otro, se
revitalizó la concepción peronista de la conducción política (cf. Balbi, 2003),
pero que en la práctica fue reelaborada por Rovira al imprimirle ciertos
matices.
Acordábamos entonces que este
liderazgo no podía ser simplemente reducido o conceptualizado en términos del carisma, entendido corrientemente como
un tipo de autoridad y legitimidad política fundada en atributos o cualidades
excepcionales de dirección atribuidas al líder, en situaciones o eventos que
también son vistos como de excepción (según la perspectiva weberiana). Por el
contrario, si algún rasgo carismático podría encontrarse en nuestro caso, este
era producido en relación con un ‘centro ejemplar’ (Geertz, 1994)
–institucional e individualizado en la persona que lo preside– que establecía
los términos morales, simbólicos y rituales para la producción del
reconocimiento político dentro y fuera del campo parlamentario. De aquí que,
aunque en efecto resulta innegable la preeminencia que el Conductor ha llegado a ocupar en dicho centro, se debe poder dar
cuenta de las condiciones sociales de producción de las representaciones
relativas a un liderazgo ya consolidado y estable, y de los vínculos con sus
seguidores.
Desde la teoría sociológica, Norbert
Elias nos ofrece algunas claves para el análisis. En
principio, ha llamado la atención sobre lo infructuoso e insuficiente que
resultan aquellos trabajos que, colocando el énfasis en la individualidad, le atribuyen a actores particulares un papel especial en la
historia, prescindiendo de un estudio sistemático de su posición social. Así,
en la epistemología de este autor se debe poder estudiar la relación dialéctica
entre la persona (del rey para el caso de la corte francesa) y su posición
social: “[…] mientras que el desarrollo personal del detentor adquiere, de esta
manera, dentro de ciertos límites, influencia sobre su posición, por otro lado,
el desarrollo de la posición social que representa el desenvolvimiento social
global al que esta pertenece, influye en el progreso personal de quien la
detenta” (Elias,
1996 [1969]: 33-34).
Como ejemplo del primer enfoque
podemos señalar que ha sido común, tanto para los/as profesionales de la
política –como aquella diputada que al finalizar una sesión realizó un homenaje
al ‘cerebro de Rovira’[14]– como
para algunos/as analistas locales (del campo periodístico y académico),
explicar el éxito del Conductor por
sus cualidades personales, únicas y excepcionales. Tomando distancia de este
tipo de interpretaciones reduccionistas, recuperamos la propuesta analítica que
el enfoque configuracional ofrece, y con el cual Elias
analizó la sociabilidad cortesana bajo el reinado de Luis XIV.
La asociación entre nuestro actor y
tal personaje histórico no es propia, sino que diversos/as interlocutores/as
suelen referirse a Rovira como su
majestad o asociarlo con la figura de otro histórico militar y estadista
francés como Napoleón Bonaparte. De este modo, se pone en relevancia su
identificación con un estilo de liderazgo sumado a la inclinación francófila
que el Conductor había manifestado
públicamente en diversas ocasiones (habiendo incluso sido destacado con la
medalla Caballero de la Legión D' Honneur de Francia en el año 2004). A la distancia,
creemos que el recurso de la analogía nos permite un ejercicio analítico que
puede ser útil en un sentido heurístico para caracterizar, en una operación que
lógicamente requiere la abstracción de la persona del líder, los principios que
orientan las vinculaciones y las formas de relacionamiento con los demás
actores que participan de la configuración parlamentaria. En otras palabras,
aislando algunas variables que pueden encontrarse en la caracterización de la
sociabilidad cortesana, es posible iluminar comparativamente aspectos del caso
que aquí nos ocupa e intentar producir inferencias más generales sobre el problema
del reconocimiento y la representación política.[15]
En el exhaustivo estudio de Elias (1996 [1969]), el autor observa que la configuración
cortesana se caracterizaba por la centralización del poder y el prestigio en
una red específica de interdependencias en la que el soberano ocupaba una
posición regia, pero este posicionamiento por sí solo no le otorgaba un poder
absoluto. El monarca estaba implicado en una red y en el juego de poder que en
ella se desarrollaba, pero que también condicionaba y limitaba su capacidad de
maniobra y decisión. En este sentido, el rey era tan dependiente como sus
subordinados.
Cuando el sociólogo describe las
peculiaridades del entramado cortesano-aristocrático destaca la disposición
jerárquica de la elite, al interior de la cual se desarrollaba una disputa por
mejorar las posiciones de rango, estatus y prestigio. Sólo en el marco de estas
disputas, el rey podía desarrollar su estrategia de dominio que, de tener
éxito, resultaría en una mayor concentración del poder regio, lo que le
posibilitaba dirigir el juego político y mantener el equilibrio de tensiones a
su favor. Así caracterizada, una dinámica similar puede ser descripta para
pensar la relación y las interdependencias que ligan al presidente de la Cámara
con las dirigencias de primera línea, que algunos/as interlocutores/as
refirieron como su círculo íntimo.
Atendiendo a la extensión disponible para este artículo, solamente señalaremos
que quienes integran este grupo se han desempeñado con cierta estabilidad en los
cargos jerárquicos de secretarios/as y prosecretarios/as parlamentarios/as; un
grupo reducido de colaboradores dependientes de la presidencia; y los diputados
que se desempeñaron como presidentes del bloque renovador, entre otros/as
diputados/as que presidieron las comisiones parlamentarias. Empero, ocupar los
cargos institucionales antes señalados no siempre es un indicador de la
posición y la distancia a la que se encuentran respecto del Conductor.
Ciertamente, si el ejercicio de la
conducción (de una estructura partidaria y de las acciones de gobierno) exige
administrar el poder desde la función delegativa, el líder necesita conformar
un grupo selecto amalgamado por vínculos de confianza y lealtad. En tal
sentido, en conversaciones con algunos agentes entrevistados, nos han llamado
la atención las referencias respecto a los operadores
políticos, expresión con la que se designa a aquellas figuras claves que
actúan como mediadores, negociadores o ejecutores de ciertas medidas
concernientes a la dirección y regulación de la dinámica del campo político.
Tales actores pudieron haberse desempeñado en una diputación (provincial o
nacional), pero no es una condición necesaria.[16]
Cómo se producen las relaciones de
proximidad con el líder, qué recursos se ponen en juego para producir el
reconocimiento político y a través de qué mediaciones, son cuestiones a las que
intentaremos aproximarnos. Sobre los datos disponibles, vamos a argumentar que,
a nivel específico del campo parlamentario, la disputa por el reconocimiento y
las cuotas de prestigio se definen en relación con el prestigio que detenta
quien, hasta el presente, ejerce el liderazgo. Parecería que aquí el desarrollo
de una forma de etiqueta se destaca como instrumento de medición del valor y la
posición. Asociada a ella, Elias (1996 [1969]: 103)
subraya la existencia de una “interdependencia constitutiva de las actitudes de
valor” por la cual el esfuerzo individual persigue “el premio de la
consideración, el reconocimiento, el amor, la admiración, en una palabra de la aprobación o elevación de su valor a los ojos
de los demás”. En suma, para obtener tal reconocimiento el protagonista orienta
su esfuerzo a desarrollar la autopresentación
de su persona, pero –como veremos a continuación– una serie de prácticas y
discursos son producidos para que el líder sea reconocido, admirado y respetado
por seguidores, compañeros de bancada, la familia
legislativa en su conjunto e incluso adversarios políticos y diputados opositores,
que con su voto aportaron para que en los últimos años sea reelegido por
unanimidad como presidente del parlamento.
De
un presidente a otro presidente: el reconocimiento a través del homenaje
En la Sesión Ordinaria del
05/06/2014 la diputada que presidía la Comisión de Poderes, Peticiones,
Reglamento, Acuerdos y Biblioteca tuvo a su cargo el homenaje a un histórico
dirigente radical: Mario Losada (13/07/1938 - 27/06/2015), quien tuvo una
carrera exitosa y en 1983 fue el primer presidente del Poder Legislativo al
restablecerse el gobierno democrático. La participación de esta diputada en el
homenaje no se debió simplemente a su buen manejo de la oratoria, sino porque
su propia trayectoria estaba enlazada al prestigio de su padre: otro histórico
dirigente y correligionario de Losada, abogado defensor de presos políticos
argentinos y exiliados paraguayos (de la dictadura de Stroessner) quien, siendo
diputado provincial en ejercicio, fuera detenido durante la última dictadura
militar y excarcelado en 1980. Pese a esta lamentable experiencia, tuvo una
destacada actuación en la fundación de la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos y ocupó cargos importantes como diputado nacional y asesor presidencial
de Raúl Alfonsín.
Siendo innegable que la diputada Marchesini heredó el legado político de su padre y supo
conservarlo, se puede afirmar que la trayectoria y prestigio político de su
progenitor fueron dos componentes centrales de un repertorio moral que
legitimaban su posición y al mismo acto de homenaje. Por tanto, en el contexto
específico de la acción ceremonial, no daba lo mismo que la oradora fuera esta
legisladora o cualquier otra. Mediante su presentación, la rememoración
construida en torno a la vida personal y política del homenajeado estuvo
cargada de componentes afectivos y emotivos. No nos fue posible confirmar cómo
y quién concibió originalmente la realización del homenaje, pero desde un
comienzo se lo atribuyó a Rovira.[17] Por
ello, más que analizar aspectos de su elaboración nos interrogamos por sus
efectos simbólicos.
La fecha escogida para este homenaje
fue destacada por la diputada al comienzo de su discurso: el 4 de junio se
cumplieron 59 años de la conformación de la 1º Legislatura del 1º Gobierno
Constitucional en 1955 (la cual funcionaría pocos meses hasta la interrupción
de la vida institucional por el gobierno de facto).
[...] hubo una persona muy importante en la historia de la
democracia misionera que hoy nos acompaña y a quien quiero hacer llegar estas
palabras. Esa posibilidad y esa
generosidad de su parte al reconocer a don Mario Aníbal Losada y hacer este
homenaje a este político de la democracia, viniendo de su parte como presidente
de la Legislatura, de un presidente de la Legislatura a otro presidente de la
Legislatura de la democracia, de 1983 a 1985; pero además de un político
cabeza de un partido, a otro político cabeza de otro partido.
[…] casi hay que parafrasear a la historia, no a alguien,
cuando decía: ‘Este adversario hoy rinde homenaje a un amigo’[18]. Esta
frase que podríamos adaptarla hoy cuando hablamos del Presidente
de esta Legislatura, Carlos Eduardo Rovira y de quien es homenajeado por este presidente
y su Pleno que es don Mario Aníbal Losada (Diario de Sesiones HCR, 5º Sesión
Ordinaria del 05/06/2014, pp.31. Destacado nuestro).
Continuando con su discurso, luego
de estas palabras introductorias, la diputada presentó una breve reseña biográfica
y política para, seguidamente, significar a la 1º gestión legislativa de Losada
como un hito refundacional que vino a inaugurar una nueva etapa en la historia
política institucional de Misiones:
Así empieza esta Legislatura en el año 1983 a transitar esta
nueva historia, la historia de la pluralidad, la historia del respeto, la
historia de poner el oído y escuchar, es la historia que hoy vivimos nosotros
en nuestra Cámara. Esta historia tiene
que ver también con lo que está pasando ahora en este homenaje, un presidente
de la Legislatura de un partido diferente, por primera vez en la historia de
esta provincia, rinde homenaje a otro presidente de esta Legislatura de otro
partido político, esa es la Cámara que hoy tenemos (Diario de Sesiones HCR, 5º Sesión Ordinaria del 05/06/2014, pp.
31. Destacado nuestro).
Podemos encontrar en este acto
operaciones de desplazamiento y encuadramiento que permiten homologar el
liderazgo de Rovira al de otro histórico dirigente con quien, más allá de su
pertenencia a un partido opositor, vendría a compartir un mismo compromiso
institucional fundado en los valores democráticos. De este modo, por vía del
reconocimiento otorgado u ofrendado a Losada, el actual presidente
parlamentario inviste y performa
las mismas cualidades, el estatus y hasta el prestigio que le fueran
reconocidos al primero como alguien que “honra la buena política misionera”. Se
produce así un acto de institución del reconocimiento en el que,
llamativamente, la palabra de ambos líderes está ausente; como si la acción
ceremonial y comunicativa se produjera con cierta autonomía de las
motivaciones, intereses y aspiraciones de los protagonistas. De este modo, la
única participación que tuvo el Conductor
fue la entrega de una placa de reconocimiento, con la cual concluye el
homenaje.
Si bien podríamos citar una diversa
bibliografía que da cuenta de la significación atribuida a estas prácticas
rememorativas y de reinterpretación del pasado para la construcción del
reconocimiento, el liderazgo político y la identidad de una comunidad política,
nos limitamos a señalar el trabajo de Soprano (2002), por cuanto analiza la
producción de sentidos desplegadas en torno al acervo de la “Galería de los
Recuerdos” creada en la sede del Partido Justicialista de Misiones en 1994.
Pero, asimismo, como lo analizó Frederic (2004), tales prácticas pueden
orientarse hacia la dirección contraria cuando homenajes a históricos
dirigentes pueden constituirse en escenarios contestatarios, posibilitando que
ciertos actores subordinados en la jerarquía política desafíen las narrativas
oficiales y las formas de reconocimiento que invisten de poder y autoridad a
los líderes más encumbrados. Aunque en nuestro contexto de observación algunos
homenajes realizados por diputados opositores pueden vehiculizar
interpelaciones directas a la autoridad, las mismas suelen estar contenidas
dentro de ciertos límites establecidos por el contexto ritual.
Entre quienes estudiaron distintos
ámbitos parlamentarios existe consenso en afirmar que la sesión constituye la
instancia ritual de mayor importancia (cf. Abélès,
2000; Góes Filho, 2001).
Más allá de la estructura particular de cada evento, se reconoce la dimensión
expresiva del poder como un aspecto constitutivo de la acción política. De este
modo, lo expresado como actos de habla en el contexto de los debates
parlamentarios, en la instancia de homenaje y en la elección anual de las
autoridades, tiene el mismo estatuto político que las acciones (de acuerdo con
Texeira, 1998). Como veremos a continuación, lo antes dicho es puesto
particularmente en evidencia al momento de la elección del presidente, acto de
consagración que se expresa en la justificación del voto.
De
los/as diputados/as al presidente: el reconocimiento por la investidura
Las sesiones especiales, convocadas
anualmente por mandato constitucional (cada 10 de diciembre), constituyen otro
de los escenarios institucionales donde la acción ritual se produce teniendo
como principal vehículo la palabra. El procedimiento pauta que cada diputado/a
debe fundamentar su voto para la elección de las nuevas autoridades, o su
continuidad, en el nuevo período parlamentario. Se trata de un acto de
reconocimiento que inviste de prestigio al elegido.
En prácticamente todos los discursos
considerados en el período de 2007 (año en que Rovira asumió su primera
diputación) a 2018, ha sido constante el juego del elogio y el agradecimiento
entre el presidente y los/as demás diputados/as, como una modalidad de
aproximación y de expresión de la deferencia (cf. Pantaleón, 2005). Inclusive
se infiere la recurrencia de algunos tópicos y lugares comunes, tanto en la
retórica oficialista como en la de la oposición, así como las respectivas
orientaciones cognitivas y morales verbalizadas por los actores.[19] Ya lo
afirmó Balandier (1994: 28): “El poder de las
palabras, reconocido y bajo control, engendra una retórica [...]. Tales usos
identifican un régimen, puesto que lo constituyen parcialmente y contribuyen a
dotarlo de un estilo”. Para dar cuenta de esto, presentaremos aquellas
afirmaciones relativas a la persona del Conductor
expresadas al momento de la votación. Según el lugar de enunciación, pueden ser
agrupadas en tres conjuntos diferenciados: a) las enunciadas por diputados del
bloque renovador; b) las de los bloques opositores que acompañan la elección; y
c) los del bloque opositor que emite un voto alternativo, es decir, al
candidato por este propuesto.
Entre los primeros, las
descripciones autoidentitarias[20] son vehiculizadas a través
de la retórica de la misioneridad (cf. Jaquet, 2005 y Ebenau,
2020b), mediante la cual se presentaban recurrentes alusiones a los liderazgos
guaraníes, a Andrés Guacurarí y Artigas, y a la impronta misionerista
(para referir al carácter o la orientación de la producción legislativa y las
políticas de gobierno). También ha sido recurrente en las exposiciones la
adjudicación de distintos atributos al líder: la capacidad de conducción y de gestión, su eficiencia y compromiso como legislador (enumerándose
las normas de su autoría), su visión
estratégica y pragmatismo (hábil para anticiparse y concretar lo
proyectado), su integridad ética, honorabilidad, y una conducta fundada en
valores como la generosidad política, lealtad, humildad, coherencia, entre
otros.
Este conjunto de atributos que le
son permanentemente reconocidos abonan la representación del líder como un
estadista ilustrado, un tecnócrata visionario, cuya práctica y entendimiento de
la conducción se elabora a partir de
la conjugación de distintos recursos cognitivos y simbólicos: a) la concepción
peronista de la conducción (ya señalada precedentemente), b) el encuadramiento
con liderazgos partidarios y con liderazgos históricos revalorizados en el
repertorio identitario de la misioneridad, y c) la distinción que se ha ido forjando a
partir de la demostración pública de una actitud hacia el conocimiento y en la
que podríamos ver un cambio de orientación en la búsqueda de legitimidad de su
praxis política.
A partir de esta construcción
particular, se advierte con mayor claridad que el proyecto hegemónico renovador
desde su conformación aspiró a resignificar los estándares morales que rigen la
política institucional en el campo parlamentario y en el campo político más amplio.
Para ello fue necesario introducir la distinción entre la vieja y la nueva política partidaria:
ejerciendo una tenaz crítica a la primera, para así encarnar los valores
atribuidos a la segunda, como una eficaz forma de distanciamiento y
diferenciación respecto de los partidos tradicionales de masas. Alusiones a tal
distinción son ‘naturalmente’ –y año tras año– esgrimidas en las exposiciones
para fundamentar el voto al presidente.
En relación con ello, ha llamado
nuestra atención que en una gran mayoría de las intervenciones no ha dejado de
destacarse como otra virtud el “valor de la palabra”, como si ella condensase
la integridad y el honor de la persona.[21] La centralidad que en la legislatura
parece ocupar esta categoría contrasta con la noción reglamentaria del decoro parlamentario, de la que se ha
ocupado Carla Teixeira en su etnografía sobre los procesos de destitución o
casación del mandato en el Congreso Brasilero. Recuperando la perspectiva
weberiana, la autora concluye que la construcción de significados en torno al
decoro considera al sujeto político en su totalidad “no diferenciando derechos
y deberes que son asociados a distintas identidades, posiciones, funciones”
(Texeira, 1998: 41. Traducción propia), de tal forma que la indistinción entre
papeles sociales diluye la frontera entre las esferas pública y privada. En
tanto dispositivo:
[…] el decoro no aísla la identidad del parlamentario de las
demás inserciones que este posee, sino que las reincorpora de modo distinto; y
una vez más, se revela un discurso sobre el dominio privado que lo dota de
legitimidad en la vida política moderna a través de su reconocimiento y normatización. El decoro parlamentario irradia la responsabilidad
del sujeto político más allá de su propia conducta, incluyendo en su injerencia
los múltiples papeles sociales que el parlamentario desempeña, así como sus
relaciones personales (Texeira, 1998:
115. Traducción propia).
En la configuración parlamentaria
misionera observamos que es en función del prestigio concentrado en la persona
del líder que se definen los valores morales que caracterizarían la nueva política. De manera similar a lo
observado en el contexto brasilero, parecería que la persona es restituida
íntegramente en el centro de la escena política, lo que permite comprender el
esfuerzo desplegado por el Conductor
en definir un estilo propio, en guardar absoluta reserva sobre su vida privada
y familiar, en evitar cualquier incidencia negativa o escandalosa sobre sus
otros roles sociales, y en guardar un marcado distanciamiento social respecto a
la vida comunitaria, que se complementa con una escasa o nula participación en
ámbitos más populares de sociabilidad. La aparente subordinación de los demás
roles a la actuación pública e institucional constituye, desde otro punto de
vista, el sustento de una vida honorable y –en apariencia– plenamente
consagrada a la actividad política.
Este esfuerzo de construir
cotidianamente un distanciamiento social,
la autopresentación de su persona y
la demostración de prestigio,
resultan los componentes claves del liderazgo que analizamos y, otra vez, nos
remiten a una comparación con la configuración cortesana. En ella, la “relación
distanciadora” que, simultáneamente, asociaba a los
cortesanos y los separaba de otros, permitía acreditar en el mismo actuar el
prestigio y la jerarquía reconocida por todos. Ya lo decía Elias
(1996 [1969]: 137), es “la opinión social, que constituye el prestigio del
individuo” y este “no es nada si no
se acredita a través de la conducta”. Para el caso que nos ocupa se comprende
entonces por qué, más que la imputación de cualidades innatas, los atributos
que pueden ser percibidos como una forma de carisma son producidos en relación
con los tres componentes y prácticas antes señaladas.
Este esfuerzo personal es reconocido
categóricamente por sus pares legisladores/as en el acto de su elección como
presidente, siendo el principal destinatario de innumerables elogios.
Primeramente, se postula el candidato por la mayoría y luego uno por la minoría
parlamentaria; en representación de los primeros interviene el presidente de
bloque, quien suele ofrecer como fundamentos razones políticas y una
enumeración bastante detallada de las decisiones administrativas que
caracterizaron el período legislativo cumplido.
Los demás discursos relevados de
los/as diputados/as oficialistas contrastan con este por el componente emotivo
que presentan, siendo muy comunes las referencias autobiográficas y de sus trayectorias
(recurso que también suele ser empleado por diputados de la oposición). Quienes
se desempeñaron como funcionarios/as y principalmente como intendentes,
refieren a la relación de proximidad y a la relación más o menos personal que
fueron tejiendo con el Conductor
mientras ejerció por dos períodos consecutivos el cargo de gobernador
(1999-2003 y 2003-2007 por el Frente Renovador). En suma, particularmente en
este tipo de Sesiones Especiales, los/as diputados/as oficialistas confluyen en
la elaboración de un formato estilístico del tipo panegírico.
Entre los/as diputados/as del
segundo grupo –opositores que con cierta regularidad emitieron el voto
positivo– el reconocimiento se fundamentaba en “el respeto al voto de la
mayoría” (particularmente cuando la elección legislativa se realizaba con
posterioridad a los procesos electorales), el fortalecimiento de las
instituciones y la democracia, la labor institucional del presidente y el
cumplimiento de los acuerdos previos, el respeto dispensado a la oposición para
el ejercicio de la palabra y las disidencias, y en la demostración de la
“voluntad política” para considerar las demandas y sancionar proyectos que
fueron presentados por sus respectivos bloques. En ocasiones, a la deferencia
y/o agradecimientos les acompaña el pedido tácito o
más o menos explícito de respeto y acompañamiento a la labor legislativa de la
oposición, tras afirmar sus respectivas expectativas, motivaciones y
reivindicaciones sectoriales.
Por último, debe ser destacado que
llegado el turno de los diputados/as opositores/as –principalmente de filiación
radical– en algún caso simplemente se limitaban a emitir su voto por el
candidato propuesto, sin explayarse en brindar justificaciones. Mientras que
otros se apoyaron en el mandato y la “unidad partidaria” o la vocación
largamente pregonada y cimentada en el universo cognitivo y simbólico de los
radicales como genuinos defensores de las instituciones, los valores
democráticos y republicanos (cf. Balbi, 2018). Tales argumentos descansaban,
por ejemplo, en la necesidad de buscar una “adecuada situación de equilibrio en
la relación interpoderes”, ante la pretensión
renovadora de querer asumir la “suma del poder público” (expresiones de dos
diputados radicales en la Sesión Especial del 10/12/2010, pero que fueron
insistentemente repetidas por otros legisladores y en otras sesiones
legislativas). También es notoria la omisión de consideraciones sobre la
gestión institucional; en cambio discurrían e interpelaban al gobierno
enumerando las diversas problemáticas sociales.
Finalmente, y según lo establecido
por la tradición legislativa, al cierre de estas prolongadas sesiones el
presidente emite su mensaje. Momento cúlmine para los agradecimientos, para
explícitas o solapadas interpelaciones a la oposición y también para retribuir
a sus pares algo del reconocimiento recibido. Para cualquier observador/a se
trata de un discurso calculado y equilibrado, en el sentido de que expresa,
pero también reserva, los afectos y emociones. Para ilustrar esta observación,
consideraremos a continuación algunas intervenciones del presidente
legislativo.
La
palabra del Conductor como garantía
moral de la política
Luego de la elección en el cargo, el
presidente hace uso de la palabra casi al final de la sesión, no sólo para
agradecer a sus pares sino también para contestar a algunas opiniones y sentar
su posición respecto a cuestiones más o menos polémicas que hayan sido
planteadas. En su alocución, el contenido autorreferencial le permite, en el
mismo acto de habla, presentar su persona –expresar sus deseos, valores y
concepciones– y performar
a la autoridad (en el sentido desarrollado por Goffman, 2009) de acuerdo a las
representaciones socialmente construidas.
Es propio del lenguaje ritual que,
para construir y legitimar su representación, los políticos profesionales basen
sus discursos en no pocas veces redundantes, explícitas o solapadas
declaraciones de principios, así como en imperativos morales, orientaciones
éticas o vocacionales. En tal sentido, ha sido llamativo en la práctica
discursiva de Rovira investir de sacralidad al pueblo, cada vez más
frecuentemente referido como el soberano,
y, por tanto, todo lo que en los sistemas políticos delegativos compete a la
voluntad popular –como su gobierno y sus gobernantes– son concebidos como algo
sagrado. Esta conjunción de elementos se presentan
como constituyendo la razón y el fin último de su acción y desvelos en su rol
de conductor político y en el de humilde
servidor. Bajo dicha imagen se sigue un estilo retórico que directamente
anula o subsume al discurso de tipo agonístico, característico de la práctica
parlamentaria. Esta performance, una
vez más, evoca al estilo cortesano donde pese al enojo o la indignación, el
soberano:
[…] no disputa, no descarga su enojo
directamente en una explosión afectiva, sino que se domina y expresa su
relación […], mediante una conducta extremadamente ponderada que comunica,
hasta el matiz, el grado exacto del disfavor que, en ese caso, el rey juzga
deseable manifestar. […] Y esta ponderación, este cálculo preciso de la
posición en la que uno se encuentra frente a otro, esta reserva de los afectos
característica, es típica de la conducta del rey y de los cortesanos en general (Elias, 1996
[1969]:122).
Este autocontrol puesto de manifiesto
en el Recinto es algo que su posición ha favorecido, pero que, sin embargo, se
ha ido desarrollando gradualmente. Evidencia de ello fueron algunas de sus
reacciones durante los primeros años en que presidió la Cámara, período en el
que en distintas ocasiones interrumpió en el uso de la palabra a diputados de
la oposición mientras se encontraban fundamentando una moción.
Tres interacciones fueron seleccionadas
para dar cuenta de lo señalado. En el primer caso, se vio implicado un
histórico referente del PJ y ex-vicegobernador de
Ramón Puerta en su 2º período de gestión. Característico de este legislador fue
su estilo de oratoria y la vehemencia con la que presentaba sus ideas, las
cuales, desde el punto de vista del Conductor,
fueron interpretadas como una provocación o interpelación a su persona y a la
dinámica del Recinto que se pretendía instalar. Es así que la amenaza o el
directo cercenamiento de la palabra que el presidente le impuso en más de una
ocasión, fueron vistos como una muestra de autoritarismo tendiente a
desacreditar o censurar sistemáticamente a la oposición y, particularmente, al
diputado implicado. La evidente tensión con el presidente fue in crescendo hasta que en una ocasión se
procedió a retirarle el uso de la palabra al legislador (Cf. Diario de
Sesiones, 7º Sesión Ordinaria del 17 y 18/06/2010). Como se expone a
continuación, en algunas de sus intervenciones fue llamado al orden con el
argumento de haberse desviado del reglamento:
Sr. Presidente.-
Se salió de tema, señor diputado. Concluya el tema que estamos tratando.
Sr. Ifrán.- Es el Cuerpo y
usted, señor presidente, quien decide si cambio de tema, yo estoy hablando de
la información que...
Sr. Presidente.-Yo
le puedo observar el cumplimiento...
Sr. Ifrán.- ...que va a
proporcionar Canal 12...
Sr. Presidente.-
El cumplimiento del Reglamento me corresponde a mí, señor diputado.
Sr. Ifrán.- Al Cuerpo, señor
presidente.
Sr. Presidente.-
No, a mí, decir su desvío. En todo caso si quiere pongo a consideración una
moción de orden...
Sr. Ifrán.- No, señor
presidente, si usted considera que hay un desvío... porque yo estoy diciendo...
Sr. Presidente.-
No voy a discutir, usted no puede discutir con la Presidencia.
Sr. Ifrán.- No discuto, señor
presidente, con el presidente...
Sr. Presidente.-
En consideración la moción de llamar al orden en el uso de la palabra al
diputado. Se va a votar. (Se vota y resulta afirmativa).
Sr. Presidente.- Aprobada.
Redondee, diputado (Diario de
Sesiones de la HCR, 18º Sesión Ordinaria del 30/09/2010, pp. 17).
En el segundo caso, el intercambio
se produjo con un legislador radical, quien acreditaba una importante
trayectoria como funcionario (ocupando distintos cargos municipales y como
prosecretario de la Cámara en el período 1983/1989) y prestigio como dirigente
de la UCR (tras su desempeño en importantes cargos partidarios). De profesión
contador público y docente universitario, se convirtió en un importante
interlocutor a la hora de discutir cuestiones relacionadas al área del
presupuesto público, tema de su especialidad en la que tenía amplio dominio. El
debate tuvo lugar en una Sesión Extraordinaria convocada a los fines de tratar
17 pliegos y prestar Acuerdo Legislativo para la designación de varios jueces y
funcionarios de jerarquía del Poder Judicial. Tras la intervención de uno de
sus pares de bancada por la que se cuestionaba la designación de una candidata
al cargo de Ministro del Superior Tribunal de Justicia
y adelantaba el voto negativo del bloque, se produjo un debate en el que
participaron diputados de otros bloques (los que en su mayoría, salvo un solo
caso, expresaron su acompañamiento a tal designación). Es aquí donde tuvo lugar
la intervención del diputado en cuestión. Mientras se encontraba desarrollando
su argumento, al momento de referir al Código Iberoamericano del Buen Gobierno
(sancionado en 2006 por la Cumbre de Jefes de Estados
Iberoamericanos reunida en Montevideo), es que se vio sorprendido por el
llamado de atención del Presidente:
Sr. Presidente.-
Señor diputado: le reitero que se está saliendo del tema.
Sr. Pastori.- Estoy
fundamentando, señor presidente.
Sr. Presidente.-
Estamos tratando un pliego, céntrese a esta cuestión.
Sr. Pastori.- Estoy
fundamentando el voto, señor presidente.
Sr. Presidente.-
No, no es un fundamento, se fue por las ramas.
Sr. Pastori.- No, no señor
presidente, porque tiene que ver justamente con la administración de justicia.
Sr. Presidente.-
Está en consideración del Pleno, el desvío del señor diputado, del temario
tratado.
Sr. Pastori.- No estoy en desvío
del tema, señor presidente.
Sr. Presidente.-
Pasamos a considerar, que lo resuelva el Pleno.
Sr. Pastori.- Señor presidente:
es lógico el resultado de esta votación que usted va poner a consideración.
Protesto enérgicamente porque se me está coartando de esta manera el uso de la
palabra.
Sr. Presidente.-
No levante la voz, señor diputado. Tiene que cumplir con el Reglamento y las
leyes provinciales.
Sr. Pastori.- Señor presidente:
lo estoy cumpliendo expresamente, estoy fundamentando.
Sr. Presidente.-
No lo está haciendo. Soy el indicado por el Cuerpo -recientemente- para indicar
en los desvíos del Reglamento y la Constitución, si no lo acepta voy a someter
a consideración del Pleno su falta de conducta. No quisiera hacerlo, así que
continúe.
Pastori continúa en el uso de la palabra
hasta que vuelve a ser interrumpido por Rovira:
Sr. Presidente.-
Cuando gane las elecciones haga eso, señor diputado.
Sr. Pastori.- Señor presidente: usted me está interrumpiendo en mi
exposición, por supuesto que esto así será el día que ganemos las elecciones
(Diario de Sesiones de la HCR, 1º Sesión Extraordinaria del 10/12/2010, pp. 20
y 21).
En su primera diputación
(2007-2011), luego de estos eventos no ha sido común que se realicen
interrupciones de este tipo, al menos no en las sesiones que presenciamos
durante el trabajo de campo. Pero, pasados unos años, en la sesión ordinaria
del 7 de julio de 2016
protagonizó un fuerte cruce con otro diputado radical, quien se
encontraba fundamentando el voto negativo a la designación de nuevos jueces al
Superior Tribunal de Justicia de la Provincia. Este último en su alocución
cuestionó fuertemente los vínculos y “la lógica de los últimos años, la misma
lógica seguida en su momento por el gobernador Rovira y luego por el gobernador
Closs, dividiendo los cargos en base a las pertenencias partidarias o de los
sectores del oficialismo”.[22] El
presidente reacciona e inmediatamente le desactivó el micrófono al diputado
preopinante, advirtiéndole: “…se está saliendo del reglamento, no puede hacer
imputaciones, está haciendo imputaciones, me ha nombrado a mí, está fuera de
reglamento, artículo 101, no puede dar imputaciones maliciosas a ningún miembro
de esta Cámara. Le pido que se retracte o si no pierde el uso de la palabra”.
En consecuencia, se produjo una
tensa confrontación entre ambos que duró más de cinco minutos: por un lado, el
diputado radical exigía insistentemente continuar con su argumentación y
ratificaba sus dichos, los que a su criterio no podían tomarse como ofensivos;
por el otro, se insistía en interpretar como agravios o imputaciones los
argumentos del primero, mediante sucesivas interrupciones y la restricción en
el uso del micrófono (al menos en tres oportunidades). El siguiente diálogo
–transcripto en la nota de prensa que tomamos como fuente– permite imaginarnos
la inesperada reacción que el desafío a la autoridad suscitó, cuando Rovira
dejó evidenciar su enojo:
[…] Rovira vuelve a interrumpir y le pregunta a González:
‘me ha nombrado?, me ha nombrado o no?’, y González le responde sin tener el
micrófono prendido ‘por supuesto que sí, pero quisiera continuar con la
argumentación, me permite terminar?’ le pregunta González y se le escucha decir
ahora con el micrófono nuevamente apagado, ‘usted está dramatizando...’, ante
ese dicho Rovira vuelve al cruce y le dice ‘vuelve a emitir un juicio, no se
ponga nervioso, termine con su exposición, yo simplemente en uso de esta
presidencia, tengo que indicar los apartamientos al reglamento, y cuando hay un
estado de ánimo diferente al que siempre debe reinar, que es de calma y premura,
y como usted me ha imputado y me ha nombrado, es mi obligación hacer observar
el reglamento y de mantener la cordialidad en todos los términos’.
En efecto, el diálogo producido entre
ambos en sí mismo constituía un desvío, según lo establecido en el Reglamento
de Cámara. Pero, para los espectadores no fue esto lo extraordinario, sino la
inobservancia de la etiqueta que el Presidente venía
ejercitando tras nueve años de desempeño en el cargo. Es decir, lo escandaloso
fue, precisamente, la manera poco cordial o indecorosa con que Rovira pretendía
exigir que su interlocutor guardara las “formas correctas” para dirigirse a su
persona.
De acuerdo a lo que hemos venido
desarrollando, se puede concluir que todo el esfuerzo invertido en la
construcción de una imagen, un estilo, una oratoria y en la observación de la
etiqueta (desplegada en el ámbito del Parlamento como en otros eventos
institucionales) está orientado a sostener el prestigio y el reconocimiento.
Como el honor en la sociedad cortesana, el prestigio y el reconocimiento en el
campo parlamentario y político dependen de la opinión pública de los demás
agentes y es, asimismo, la carta de membresía que habilita el acceso a la esfera
privada del líder, al círculo íntimo.
La influencia o el poder fractal que ejerce el Conductor sobre sus subordinados pudieron ser observados durante el
trabajo de campo en la legislatura, al ser objetivados en la actuación pública
de algunos/as funcionarios/as legislativos/as con cargo jerárquico y de la
mayoría de los/as legisladores/as oficialistas –con algunas pocas excepciones–
que se esfuerzan por imitar, posiblemente de manera no deliberada, la
performance del Conductor, algunas de
sus expresiones o su estilo de oratoria.
Reflexiones
finales
Tras el recorrido trazado,
procuramos hacer inteligibles los procesos singulares que, en un particular
contexto institucional, permiten echar luz sobre la producción de un repertorio
de legitimidad que responde a específicas condiciones sociales e históricas.
Este repertorio contribuye a moldear, bajo distintas formas, la producción del
reconocimiento político y prestigio de un líder misionero que, precisamente por
tales condiciones, se constituye en un caso singular y relevante para el
análisis político y socio antropológico.
Siguiendo esta premisa, en este
escrito nos propusimos desarrollar un diálogo fecundo entre dos cuerpos
teóricos diferentes, uno derivado de la literatura politológica sobre
democratización subnacional y otro proveniente del enfoque procesual en
antropología social para el estudio de la política en instituciones estatales.
En tal sentido, consideramos que el aspecto metodológico puede valorarse como
un aporte significativo de este artículo a los estudios sobre liderazgos
políticos, en tanto expone la importancia de considerar los cambios,
estrategias y momentos de inflexión que van forjando y marcando el rumbo de una
larga trayectoria. Vale decir que, al mismo tiempo que se indagan las trayectorias
individuales, se gana en profundidad analítica al situarlas en el marco de una
red variable de interdependencias, puestas en relación con las oportunidades
que brindan las estructuras político-institucionales.
A partir de historizar
los procesos generales que signaron el caso aquí analizado, podemos diferenciar
dos momentos que llamamos de supremacía
del ejecutivo hasta el desarrollo de un estilo
cortesano que se fue delineando a partir de su acceso a la legislatura
provincial. Como intentamos demostrar, dicho estilo se desenvuelve en una etapa
de consolidación del proceso hegemónico que impulsa el partido Renovador, pero
también de la carrera política del líder cuyo ejercicio del poder se sustenta
en un elevado nivel del reconocimiento político. Tal reconocimiento depende de
la manutención de un repertorio moral y de legitimidad, que a su vez le
posibilitó forjar un estilo particular (construido en base al distanciamiento social, formas de autopresentación de su persona y la demostración de prestigio). Pero,
también se vincula a un conjunto de prácticas simbólicas más o menos
ritualizadas que tienen lugar en el contexto parlamentario, pero que se
proyecta hacia otros espacios institucionales. Siguiendo el modelo
configuracional de Elias, a través de este estudio
exploramos de manera más exhaustiva cómo en la relativa autonomía de la
posición de Conductor, el presidente de la legislatura
misionera fue desarrollando una estrategia individual para el manejo de su
conducta en el espacio público y cuya performance
suele ser reproducida de manera mimética por parte de algunos de sus
subordinados.
Ciertamente, la producción del
reconocimiento político admite distintas prácticas y formas de expresión, pero
en el marco de este artículo consideramos apenas tres eventos comunicativos
relevantes en el campo parlamentario (el homenaje a un histórico dirigente
radical, las narrativas construidas en torno a la elección del presidente del
Poder y las intervenciones de líder como moderador de los debates). A partir de
las representaciones que se construyen respecto a su persona, la actuación
pública del Conductor performa a través
de una oratoria muy formal y sofisticada las características de un estadista
ilustrado. Las escenas descritas son algunas entre tantas otras mediaciones por
las que el reconocimiento político y el compromiso públicamente asumido por el
dirigente dan cuenta del vínculo moral que desde la
política, los políticos y las instituciones se establece con la comunidad de
referencia. Este vínculo es fundado en los valores y las representaciones
colectivas que se proyectan en y desde el repertorio identitario de la misioneridad (cf.
Jaquet, 2005 y Ebenau, 2020b), pero asimismo a partir
del reconocimiento de otras figuras políticas protagonistas de la historia
reciente.
Por último, nos parece relevante
señalar que la literatura politológica en general estuvo dedicada a los
gobernadores como actores centrales casi excluyentes del juego político
provincial, entre otros aspectos, al analizar las carreras políticas y las
ambiciones de reelección (Almaraz, 2010; Cardarello,
2012), con la excepción de algunos trabajos como Lodola
(2009) y Ortíz de Rozas (2011). Nuevas
investigaciones en perspectiva comparada podrían informarnos si el caso
trabajado en este artículo es excepcional o, por el contrario, señala un
posible patrón sobre el cual indagar: la reproducción de líderes políticos en
el ámbito legislativo, aprovechando oportunidades que brinda la estructura
político-institucional (Lodola, 2009), y que, sin
embargo, tienen un peso decisivo en las decisiones políticas más relevantes del
sistema político subnacional.
Referencias bibliográficas
Abélès, Marc (2000). Un ethnologue à l´Assemblée.
Paris, Éditions
Odile Jacob.
Abdulhadi, Augusto (2013). Democracia subnacional y supremacía política
del ejecutivo. El surgimiento y ascenso del Frente Renovador en Misiones
(2003-2011). Tesis (Magíster en Desarrollo Local), Universidad Nacional de
San Martín.
________________ (2016). “Disputas faccionales y cortes judiciales en las provincias argentinas:
Misiones bajo el Frente Renovador (2003-2011)”, Revista SAAP: Sociedad Argentina de Análisis Político, Vol. 10, Nº 2, noviembre 2016, 355-374.
Almaraz, María Gabriela (2010). “Ambición política por la
reelección en las provincias argentinas”, Revista
SAAP, Vol. 4, N°2, pp. 191-226.
Balandier, George (1994). El poder en escenas. De la representación
del poder al poder de la representación. Barcelona, Paidós.
Balbi, Fernando (2003). “La lealtad
antes de la lealtad: honor militar y valores políticos en los orígenes del
peronismo”, en: Rosato, Ana y Balbi, Fernando Representaciones sociales y procesos
políticos. Estudios desde la Antropología Social. Buenos Aires,
Antropofagia, pp. 187-214.
_____________ (2017). “Servidumbre y
emancipación de la comparación”, en Balbi, Fernando (Comp.) La comparación en Antropología Social:
problemas y perspectivas. Serie 'Antropología Política y Económica' –
GIAPER. Editorial Antropofagia. Buenos Aires, pp. 29-76.
_____________ (2018). “El
republicanismo de los radicales como valor y como amenaza para la república.
Una perspectiva antropológica”, Cuadernos
de Antropología Social, N°48, pp. 7-21.
Behrend, Jacqueline y Laurence Whitehead
(2017). “Prácticas iliberales y antidemocráticas a nivel subnacional”, Colombia Internacional, Nº 91, pp. 17-43.
Bourdieu,
Pierre (1989). O poder simbólico.
Lisboa, Difel.
Burke, Peter
(2000). “História como Memória Social”, Variedades de História Cultural. Rio de
Janeiro, Civilização Brasileira.
Cardarello, Antonio (2012). “El irresistible anhelo de inmortalidad. Los gobernadores y la reelección
inmediata en Argentina (1983-2007)”, Revista
SAAP, Vol. 6, N°1, mayo, pp. 153-194.
Carrizo, Carla y Galván, Cecilia
(2006). “Presidencialismo y conflictos políticos en Argentina: sobre la
inestabilidad política a nivel nacional y provincial (1983-2006)”. Colección, N°
17, pp. 35-113, documento electrónico: https://erevistas.uca.edu.ar/index.php/COLEC/article/view/783
Diario de Sesiones de la HCR, 1º
Sesión Extraordinaria del 10/12/2010.
____________, 3º Sesión Especial del
10/12/2013.
____________, 5º Sesión Ordinaria
del 05/06/2014.
____________, 7º Sesión Ordinaria
del 17 y 18/06/2010.
____________, 18º Sesión Ordinaria
del 30/09/2010.
Ebenau, Laura (2014). “De traiciones y
negociaciones: un análisis de la ‘dinámica de los pases’ políticos-partidarios
en la Provincia de Misiones”, La Rivada. Revista de Investigaciones en Ciencias Sociales,
Vol. 2, N°2, pp. 79-95.
____________ (2020a). Moral y política en la provincia de Misiones
tras la crisis del sistema de partidos. Un estudio etnográfico sobre la
construcción de hegemonía a partir del análisis de la ‘Gestión Legislativa
Estratégica’ en la Cámara de Representantes. (Tesis Doctorado en
Antropología Social), PPAS- UNaM, documento
electrónico: https://rid.unam.edu.ar/handle/20.500.12219/2869.
____________ (2020b). “De la
provincialización a la Renovación: la ‘misioneridad’
como repertorio de legitimidad política y moral”, Folia Histórica del Nordeste, N° 39, pp.
39-64.
Elias, Norbert (1996) [1969]. La sociedad cortesana. México, Fondo de
Cultura Económica.
Frederic, Sabina (2004). Buenos vecinos, malos políticos: moralidad y
política en el Gran Buenos Aires. Buenos Aires, Prometeo.
Geertz, Clifford (1994). Conocimiento local. Ensayo sobre la
interpretación de las culturas. Buenos Aires, Paidós.
Góes Filho,
Paulo de (2001). “As nações vão às urnas: eleições na Assembléia
Geral da ONU”, em: Peirano, Mariza (Org.) O dito e o Feito. Ensaios de Antropologia
dos Rituais. Rio de Janeiro, Relume Dumará, pp. 179-195.
Goffman, Erving (2009) La presentación de la persona en la vida
cotidiana. Buenos Aires, Amorrortu.
Jaquet, Héctor (2005). Los combates por la invención de Misiones.
La participación de los historiadores en la elaboración de una identidad para
la Provincia de Misiones, Argentina (1940-1950). Posadas, EDUNAM.
Jaume, Fernando (Comp.) (2017). Luchas por la hegemonía, historia y etnografía
en la provincia de Misiones, Argentina. Posadas, EDUNAM.
Jaume, Fernando (2000). “Atar el
Voto: Identidades Políticas y Relaciones Clientelares en las Campañas
Electorales de Misiones”, Estudios
Regionales, Vol. 9, N°17, pp. 71-94.
Leiras, Marcelo (2007). Todos los caballos del rey. La integración
de los partidos políticos y el gobierno democrático de la Argentina, 1995-2003.
Buenos Aires, Prometeo-PENT.
Lodola, Germán (2009). “La estructura
subnacional de las carreras políticas en Argentina y Brasil”, Desarrollo Económico, vol. 49, Nº 194 (julio-septiembre 2009).
Martin, María Elena (Coord.) (2019). La democracia (a)reglada. Misiones y las reformas electorales 1983-2017.
Posadas, EDUNAM.
Mocoroa, Juan (2019). “El sistema
presidencial argentino como un sistema resiliente”. Cuestiones constitucionales, N°41, pp. 129-150.
Noel, Gabriel (2012). “De los
códigos a los repertorios: algunos atavismos persistentes acerca de la cultura
y una propuesta de reformulación”, Revista
Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, Vol. 3, N° 2.
Pantaleón, Jorge (2005). Entre la carta y el formulario: política y
técnica en el desarrollo social. Buenos Aires, Antropofagia.
Ortíz de Rozas, Victoria (2011). “Las
formas de reclutamiento del personal político, una vía de entrada al estudio
del régimen político provincial. Santiago del Estero (1999-2009)”, Revista Perspectivas de Políticas Públicas,
Año 1, Nº 1 (julio-diciembre 2011), pp. 133-159.
Soprano, Germán (2002). “La Galería
de los Recuerdos. Consagración y desconstrucción de un liderazgo y una
tradición política peronista en la provincia de Misiones”. Etnia, N° 44-45, pp. 222-252.
_______________ (2004). “El
Marketing Político y la dinámica de las facciones partidarias del Peronismo
durante una campaña electoral municipal”, Anuario
de Estudios en Antropología Social, N° 2, pp.
127-144.
_______________ (2009). “Recorriendo
el espinel de la política. Identidades, redes y escenarios políticos
nacionales, provinciales y municipales en el peronismo”, en: Frederic, Sabina y
Soprano, Germán, Política y variaciones
de escalas en el análisis de la Argentina. Buenos
Aires, Prometeo, pp. 145-181.
Teixeira,
Carla Costa (1998). A Honra da Política:
Decoro Parlamentar e Cassação de Mandato no Congresso Nacional (1949-1994).
Rio de Janeiro, Relume Dumará.
Van Dijk, Teun A. (1996). “Análisis del discurso ideológico”, Versión. Estudios de Comunicación
y Política, N° 6, pp. 15- 43.
[1] En Misiones, un conjunto de autores/as provenientes de
distintas disciplinas (como la historia, antropología, ciencias políticas y el
derecho) convergen en conceptualizar al proyecto renovador como un proyecto
hegemónico. Dado el escaso margen del que disponemos para desarrollar una
discusión más exhaustiva sobre los distintos usos de la noción de hegemonía,
referimos a nuestros/as lectores/as dos compilaciones que pueden ser
consultadas a tales fines: Martin (2019) y Jaume (2017).
[2] El Frente Renovador de la Concordia Social se constituyó
como partido provincial a fines del año 2002, en el contexto de la llamada
crisis de representatividad que afectó al sistema de partidos y que en Misiones
repercutió produciendo una ruptura con el bipartidismo, que imperó desde su
institucionalización como provincia. A partir de la victoria electoral en las
elecciones generales del año 2003, La
Renovación ha ratificado su continuidad como partido de gobierno hasta la
actualidad.
[3] Entendida como un acto de simbolización en el
que se produce un reconocimiento explícito de la autoridad del porta-voz por
parte del grupo al que éste se dirige y a cuya producción como tal contribuye.
Al tiempo que los destinatarios se auto-reconocen en ese discurso confiriéndole
fuerza simbólica y también material. En este modelo, el reconocimiento implica
una relación bidireccional y es el elemento articulador que efectiviza al
discurso y a la representación política, legitimando a la autoridad y
produciendo una identificación de ésta con el grupo así constituido (cf.
Bourdieu, 1989).
[4] A lo largo del desarrollo seguimos el criterio
metodológico de resguardar la identidad de nuestros/as entrevistados/as, pero
explicitamos la identidad del dirigente cuya trayectoria se considera, ya que
al analizar su actuación pública una referencia ‘en clave’ dificultaría la
presentación del argumento y su lectura.
[5] La disputa de liderazgos dentro del peronismo
se dio en diversos niveles y escalas, comenzando por el plano nacional, donde
Menem no tenía reelección como presidente (ver, entre otros: Leiras, 2007 y
Soprano, 2009).
[6] Humada se desempeñó como gobernador entre 1987
y 1991, y luego fue electo como senador y diputado en el Congreso Nacional. En 1983 asumió el cargo
de presidente del Partido Justicialista, y lo renovó tras sucesivas elecciones
hasta el año 2000. Sobre el proceso de construcción de su liderazgo, véase
especialmente el trabajo de Soprano (2009).
[7] Siendo diputado nacional y luego senador
nacional, coordinó en esos años el poderoso Frente Federal que aglutinaba a la
mayoría de gobernadores peronistas (cf. Abdulhadi, 2013; Leiras, 2007).
[8] Si bien en aquel contexto de profunda crisis muchos
gobernadores enfrentaban escenarios complejos, un exministro provincial
(entrevistado el 06/10/2011) señalaba en el caso de Misiones el conflicto
docente, el “tractorazo” de productores rurales y que al gobierno provincial le
faltaba incluso combustible para los patrulleros de la policía.
[9] Este es un tema explorado por algunos trabajos en la
literatura académica que destacan la ausencia de límites a la reelección de
diputados provinciales en muchas provincias (Lodola, 2009). Sobre el caso de
Santiago del Estero y la incorporación de reglas que restringen esas
reelecciones, ver Ortiz de Rozas (2011).
[10] Entrevista con Joaquín Piña (01/10/2011), ex
obispo emérito de Iguazú, primer candidato a convencional constituyente de la
lista opositora al FR.
[11] En diciembre de 2005 la legislatura derogó 39
leyes dictadas por la anterior mayoría opositora (UCR-PJ), devolvió facultades
al gobernador en diversos temas y convalidó lo actuado por el ejecutivo en
otros (por ejemplo, en las ejecuciones y modificaciones presupuestarias de los
años 2004 y 2005, según se describe en Abdulhadi, 2013). Y en simultáneo se
renovaron 4 jueces del STJ, se reemplazó al Fiscal de Estado y se creó un cargo
de Fiscal Superior con importantes atribuciones sobre el Tribunal de Cuentas; se
endureció la política hacia los medios de comunicación y se impulsó una reforma
constitucional para permitir la reelección indefinida del gobernador. La
cuestión de la reforma constitucional y la reelección indefinida trascendió el
plano provincial y se enlazó con disputas políticas y actores de la arena
nacional (al respecto, véase Abdulhadi, 2016).
[12] Estas prácticas cobran mayor destaque si consideramos que los diseños
presidenciales en general ponen al vicepresidente o vicegobernador como
presidente del Poder Legislativo. Pero la
constitución misionera reserva dicho cargo a
uno de sus diputados/as. Esto le permitió a Rovira ejercer una posición
clave y hacerse elegir en las sucesivas gestiones
como presidente de la Cámara.
[13] La referencia a la formación de grado del
dirigente (ingeniero químico) es otra de las maneras con las que suele ser
referido en el ámbito de la Cámara de Representantes.
[14] En esa oportunidad, la diputada expresó: “Señor
presidente: quiero hacer un homenaje a su cerebro, gracias a su cerebro tenemos
caminos, tenemos belleza en Misiones, tenemos el orden en esta Legislatura,
tenemos el Embajador Legislativo, tenemos muchísimas cosas más para contar […]
y gracias a su cerebro acá hay siete mujeres que están gracias a que usted decidió
que estuvieran, y hago honor a esto” (Diario
de Sesiones de la HCR, 18º Sesión Ordinaria del 30/09/2010).
[15] Para una discusión más exhaustiva sobre la
validez y productividad de este procedimiento analítico en antropología,
referimos al estudio de Balbi (2017).
[16] Al
momento de la redacción de este artículo, ha sido
notable la continuidad en el cargo de algunos funcionarios como el presidente
de Multimedios Sociedad Anónima con Participación Estatal Mayoritaria
(Multimedios SAPEM); el presidente del Instituto Provincial de Desarrollo
Habitacional (IPRODHA); o la Dirección General de Rentas (ahora convertida en
Agencia Tributaria Misiones), que ocuparon y ocupan al presente lugares claves
del gobierno y responden directamente al Conductor.
[17] Es importante señalar, que el evento descripto
no fue el único homenaje realizado a un histórico líder político. Ese mismo
año, en la última Sesión Ordinaria del 31 de octubre, José Carlos Freaza fue
homenajeado por su larga trayectoria como dirigente peronista. La ceremonia
siguió el mismo formato que el homenaje a Losada: se realizó en nombre del Conductor, pero el uso de la palabra
estuvo a cargo de otro diputado, al término de la exposición se proyectó un
video y Rovira le hizo entrega de un presente.
[18] La frase evoca la expresión “este viejo
adversario despide a un amigo”, pronunciada
por el histórico líder radical
Ricardo Balbín en su discurso de despedida a los restos mortales de Juan
Domingo Perón, el 4 julio de 1974.
[19] Cf. Balbi, 2003 y 2018, respecto a los valores
característicos del peronismo y el radicalismo, respectivamente.
[20] Desde una aproximación sociopolítica, Van Dijk
(1996) señala que el discurso ideológico estará semánticamente orientado hacia
los siguientes tópicos: a) descripciones autoidentitarias; b) descripciones de
actividad; c) descripciones de propósitos; d) descripciones de normas y
valores; e) descripciones de posición y de relación; y, e) descripción de los
recursos. Todos o la mayoría de ellos, pueden identificarse en las exposiciones
objeto de nuestro análisis.
[21] Para ilustrar esta observación, transcribimos
fragmentos de la exposición de un diputado renovador: “Quisiera destacar que fue
dejando de lado la vieja política, que el conductor de la renovación introdujo
valores como la concordia, como la generosidad política e hizo que se genere
este movimiento misionerista con fuerte raigambre social y popular. Además un
valor importante que se había denostado siempre y dejado de lado, que es la
palabra, honrar la palabra, honrar el compromiso, estas son las cosas que le
dieron y le dan una particularidad al actual presidente” (Diputado renovador,
Diario de Sesiones HCR, 3º Sesión Especial del 10/12/2013, p. 10).
[22] Aquí y en lo que sigue, tomamos como fuente la
reproducción parcial del debate publicado en Diario Digital Tu Misiones (2016), 11 de julio de 2016, documento
electrónico: https://posadas.tumisiones.com/noticia/163886, acceso 1 de junio
de 2020.