Todos los canguros el perro: reflexiones sobre las
relaciones interespecíficas.
Un diálogo con el libro Amor y Enfermedad de Andrea Mastrangelo
Por Oscar Daniel Salomón
Oscar
Daniel Salomón
Instituto Nacional de Medicina
Tropical INMeT-ANLIS Dr CG
Malbrán/CONICET
osalomon@anlis.gob.ar
Resumen
La relación
interespecífica entre humanos y perros ha dado lugar a una importante
producción de textos analíticos, pero también ha servido como espacio de
discusión y puente entre miradas y epistemologías disciplinarias. En ese
sentido, el libro de la Dra. Andrea Mastrangelo, Amor y Enfermedad, etnografía de una
zoonosis, propone la investigación de la leishmaniasis visceral, una
parasitosis compartida entre humanos y perros, desde una perspectiva posthumanista. El exhaustivo análisis etnográfico, que
realimenta la discusión teórica, se realizó en el marco de un proyecto
multidisciplinario sobre la emergencia de esta enfermedad, transmitida por
insectos, en la frontera noroeste de Argentina, donde el perro resultó eje
discursivo del conflicto entre colectivos sociales y sectoriales. Como
investigador del proyecto mencionado, y sanitarista que debía tomar decisiones,
el libro me motivó reflexiones desde la perspectiva biológica, antes que
intentar una reseña exegética en una disciplina ajena. Un contrapunto que, al
reconocer un antropocentrismo contextualizado, advierte en relación con el
perro y otros “seres sintientes”, que aún las investigaciones que pretenden
objetividad de metodología científica, pueden desarrollar las preguntas a
partir de respuestas preconstruidas desde la percepción interespecífica del
investigador.
Palabras clave: leishmaniasis visceral, relaciones
interespecíficas, perro,
zoonosis.
All the kangaroos the dog:
reflections on the interspecies relations.
A dialogue with the book Amor y Enfermedad by
Andrea Mastrangelo
Abstract
The
interspecific relationship between humans and dogs has given rise to an
important production of analytical texts, but it has also served as a space for
discussion and a bridge between disciplinary views and epistemologies. In this
sense, Dr. Andrea Mastrangelo's book Love
and Disease, ethnography of a zoonosis proposes the study of visceral
leishmaniasis, a parasitosis shared between humans and dogs, from a posthumanist perspective. The exhaustive ethnographic analysis,
which feeds the theoretical discussion, was carried out within the framework of
a multidisciplinary project on the emergence of this disease, transmitted by
insects, in the northwestern border of Argentina, where dogs were the
discursive axis of the conflict between social and sectorial collectives. As a
researcher of the aforementioned project, and as a health official who had to
take decisions, the book motivated me to reflect from a biological perspective,
rather than attempting an exegetical review in a foreign discipline. A
counterpoint that, by recognizing a contextualized anthropocentrism, warns in
relation to dogs and other "sentient beings", that even research that
pretends objectivity of scientific methodology, can develop questions from preconstructed
answers from the interspecific perception of the researcher.
Key words: visceral leishmaniasis, interspecific relationships, dog,
zoonosis.
Recibido: 24 de marzo de 2021
Aceptado: 7 de julio de 2021
Cómo citar este artículo: Salomón, Oscar Daniel (2022). “Todos los canguros
el perro: reflexiones sobre las relaciones interespecíficas: un
diálogos con el libro Amor y Enfermedad de Andrea Mastrangelo”,
Etnografías Contemporáneas, 8 (14),
pp.86-105.
Introducción
Cuando me reuní por primera vez con
el texto Amor y enfermedad, etnografía de
una zoonosis de la Dra Andrea Mastrangelo
(2019), pensé que la lectura iba a ser otro ejercicio en la aventura del
trabajo conjunto. Un diálogo entre disciplinas, que emprendimos hace más de una
década, espaciado en el tiempo por la dinámica de las prioridades individuales
antes que por la voluntad. En dicho tiempo transitamos senderos que confluyeron
en paralelo o se bifurcaron en contraste dialéctico, buscando la síntesis y no
la confrontación narcisista. Por eso, esperaba leer la consolidación del
trabajo de campo en Argentina, desde la perspectiva antropológica, de una
investigación sobre leishmaniasis visceral, una zoonosis compartida por humanos
y perros, que puede ser desde asintomática a fatal con agrandamiento de hígado
y bazo, y que es transmitida por pequeños insectos flebótomos en los que las
hembras, como los mosquitos, se alimentan de sangre. El proyecto comenzó junto
a la Dra. Yadón de la Organización Panamericana de la
Salud, con un largo y esforzado período para que el Centro Internacional de
Investigaciones para el Desarrollo IDRC-Canadá[1] financiara el tema, y luego siguió con la
ejecución y coordinación de la propuesta en áreas de frontera desde 2014 a
2017. La propuesta inicial incluía equipos multidisciplinarios de Argentina,
Brasil y Paraguay, a los que luego se agregaron profesionales de Uruguay y
Bolivia. Sin embargo, al leer el libro, la leishmaniasis visceral que conocía
como arena experimental desde lo biológico, fáctica desde lo epidemiológico, y
en ocasiones arena romana desde lo social, se descentró de la enfermedad y aún
del conflicto específico que generó, para converger en el eje argumental del
perro como producción social polisémica.
Entonces, entendí que el esfuerzo
realizado por la autora, en terreno y luego en la discusión teórica, merecía un
diálogo reflexivo, antes que una exégesis en forma de reseña o un prólogo
genérico. Sin la pretensión de hacer una crítica antropológica a un estudio
antropológico, o de agregar un trabajo original a un tema tratado extensamente
en la literatura antropológica reciente, actitudes que sólo serían posible para
un biólogo desde la soberbia de la ignorancia, me atrevo a mirarlo desde la
biología, pero no como epistemología alterna sino como integración desde el
continuo conceptual y fáctico de las disciplinas, donde se prioricen “los procesos
sobre los eventos, las relaciones sobre las entidades discretas, y el
desarrollo sobre la estructura”[2] (Ingold, 1990:
224). Los años transitados junto a la autora por los esforzados puentes de la multidisciplina y la interfaz de la interdisciplina, internalizados
como marco teórico ecoepidemiológico (Susser y Susser, 1996a, 1996b;
March y Susser, 2006), me permiten el intento de
estas reflexiones a partir de la lectura de su libro, optando por el respeto a
la tolerancia. Para ello, se debe
mantener una vigilancia autocrítica, evitando a conciencia el acecho de la
hegemonía disciplinaria solapada en propuesta colonialista de consenso, o la
crítica a la alteridad construida a partir de estereotipos, falacia del hombre
de paja, y teorías que en la otra disciplina ya son obsoletas.
El primer trabajo conjunto con la
Dra. Mastrangelo fue cuando convergimos en la
provincia de Misiones, Argentina, investigando la leishmaniasis cutánea,
enfermedad con la que la leishmaniasis visceral comparte el género de parásitos,
pero que presenta una eco-epidemiología y una patología diferentes. La
leishmaniasis cutánea, en el área de estudio, es predominantemente rural,
asociada a la percepción de riesgo ambiental en zonas de interfaz
silvestre-doméstica, y exposición laboral por deforestación o actividades en
parches de vegetación densa, sin que el perro tenga un papel especial en su
epidemiología. Sin embargo, el escenario cambió cuando debimos abocarnos a la
emergencia de leishmaniasis visceral en Argentina, con potencial epidémico
urbano y con el perro como su reservorio principal. Al poco tiempo de la
irrupción de la zoonosis en el país, en una presentación en el Congreso de la
Sociedad Argentina de Infectología, en el año 2008,
advertí sobre la probabilidad
inminente de epidemia de esta enfermedad, sin antecedentes en territorio
nacional, con alta mortalidad infantil si no es tratada, y la posible
estrategia de control mediante el sacrificio de los canes infectados; entonces,
todas las preguntas de los profesionales de la salud humana fueron sobre la
salud de sus perros. En ese momento supe, aun desde la perspectiva
biológica-sanitaria, que si esta zoonosis se
transformaba en un Titanic, serían los perros y niños
primero, y allí se terminarían los botes salvavidas. Cuestionarse para evitar
dogmas, reconocer los errores, comprender y obrar sobre este nuevo escenario
era sin dudas el mayor desafío para el control de la leishmaniasis visceral.
Intentamos con Mastrangelo abordarlo desde el
enriquecimiento mutuo de la ecoepidemiología
multinivel, sin abandonar la especificidad de cada disciplina, conformándose
así el puente que propone el libro Amor y
enfermedad, etnografía de una zoonosis (2021). Por eso, para ser coherente
con un camino con tantas encrucijadas reflexivas, de todos los perros comienzo
primero por los canguros.
Todos los Perros el Canguro
Sobre la palabra canguro, el relato
conocido, reiterado y apócrifo, cuenta que el Capitán Cook y Joseph Banks, el
botánico de la expedición del Endeavour, cuando desembarcaron en 1770 en las costas de los
territorios que, un siglo más tarde renombrada como
Queensland, en la actual Australia, interrogaron en inglés a los habitantes
locales por lo que creían eran ratas gigantes, y anotaron en sus diarios la
palabra Kangaroo, sin comprender que le contestaban
en la lengua nativa “no le entiendo”. Esta “tradición de los bosques”, contada
en apenas cinco oraciones por el escritor y periodista Donald Alister Macdonald (1887: 118), resultó apropiada en momentos que la
población colonial australiana buscaba diferenciarse de la metrópoli, con un
discurso de colonos arraigados contrastado con el de lejanos emisarios reales,
ignorantes del territorio. Y aunque esa etimología fue desmentida ya en 1898
por el antropólogo Walter Roth, y fundamentada desde la lingüística por John Haviland (1974), la anécdota resultó tan funcional al
concepto de otredad extrema en el marco de un revisionismo crítico, que se
replicó por décadas, en libros, aulas y cafés. Aún sigue siendo repetida en
internet[3] y en el largometraje Arrival, distribuido en el año
2016, donde comunicarse con el otro extraterrestre desafía la semiótica
terrestre, la antropóloga relativista se la repite al militar determinista,
aclarándole luego a otro personaje con estereotipo filosófico neutro: “It's not true, but it
proves my point” (No es cierto, pero prueba mi punto).[4]
Sin embargo, hay otra anécdota de
interpretaciones erróneas y canguros, nuevamente en Queensland, pero esta vez
cierta, que representa mucho mejor la interrelación de otredad extrema. En el
nuevo milenio ya no ocurre con nativos sino con animales, en un contexto
cultural donde algunos vertebrados, viejos vecinos del planeta,
conceptualizados como nuevos sujetos, presentan una distancia social más
próxima que la de los aliens
extranjeros bárbaros, pero aún más allá de la autoconciencia. El Daily Mail de Australia publica el 13 de
enero de 2016,[5] una nota con el título: “Por favor, no
te mueras, mamá: El desgarrador momento en el que una madre canguro intenta
llegar a su cría por última vez, antes de morir en los brazos de su compañero”.
En el artículo, una fotografía captada por un aficionado durante un paseo
dominical, es interpretada con frases conmovedoras como: “Él la levantaba y
ella no se ponía de pie, simplemente caía al suelo, él la empujaba, se ponía a
su lado [...)] era algo muy especial, sólo estaba de luto por la pérdida de su
compañera”.3 La historia recorrió el sistema de noticias occidental,
donde locutores y locutoras alcanzaron el paroxismo interespecífico. Pero al
día siguiente, el 14 de enero, con la vertiginosidad usual de la información
superficial hambrienta de novedades, el zoólogo Mark Eldridge aclaró para los
medios australianos que la foto en realidad mostraba un macho excitado
sexualmente que “no le está levantando la cabeza a la hembra para que pueda ver
a su cría antes de morir, sino que intenta levantarla para poder aparearse con
ella”, [6] y entonces los mismos comentaristas acusaron
al canguro macho desde violencia de género y asesinato hasta necrofilia.[7]
Tzvetan Todorov en La Conquista de América: el problema del
otro (Todorov, 2010: 25) considera el encuentro de culturas de Europa y
América del siglo XVI como la confrontación al otro más extremo posible, el más
complejo de reconstruir, entonces la estrategia inicial fue construirlo
totalmente a partir de percepciones moldeadas en preconceptos. En el caso de la
confrontación primera, más radical por inesperada, Colón “Sabe de antemano lo que va a
encontrar; la experiencia concreta está ahí para ilustrar una verdad que posee,
no para ser interrogada”, mediante argumentos de autoridad antes que de
experiencia. Todorov no imaginó que, sobre el final del siglo XX, la cultura
occidental se vería otra vez construyendo un otro aún más extremo, absoluto,
porque a pesar de las posibilidades de la metacomunicación (Bateson, 2000), la
imposibilidad del lenguaje verbal articulado, nos conduce desde la alteridad de
los canguros al nuevo otro por excelencia, la alteridad del can que hoy
construimos, deconstruimos y reconstruimos en forma permanente. Entonces, como Colón, la aproximación
cotidiana al perro, pero también las preguntas académicas sobre relación
interespecífica entre el perro y el humano, se moldean sobre respuestas
preconcebidas, permean las mismas investigaciones sobre dicha alteridad que
exigen un ejercicio intenso de extrañamiento (Lins Ribeiro, 1989), para desinternalizar el sujeto histórico perro imbricado en la
cultura occidental, como se muestra en el libro Amor y enfermedad, y en estas reflexiones que generó su lectura.
Todos los Perros el Perro
En la reflexión inicial del libro de
Mastrangelo, el primer capítulo Señores perros, y en el capítulo de trabajo etnográfico que le
sigue Todo lo perro en Iguazú, la
autora nos presenta la leishmaniasis visceral en general y en particular en el
norte de la provincia de Misiones, Argentina. De esta manera también presenta
al sujeto objeto perro, con toda la complejidad de los problemas
multidimensionales que aborda la ecoepidemiología, y
con el aporte de las diferentes visiones disciplinarias. Si bien desde lo
biológico hablamos de entidades específicas únicas, aunque con capacidad de
evolución, en el texto se desarrollan las percepciones múltiples del perro. En
este sentido, se ha propuesto que la percepción antropomórfica, la personalidad
atribuida a un animal es
tanto producto de una inferencia intelectual como de la interacción sensorial,
tocar y dejarse tocar, significando sus cualidades expresivas (Servais, 2018).
Mastrangelo hace referencia a Emmanuel Lévinas y precisamente también nos remite a Lévinas la construcción sensorial-intelectual del perro a
partir del rostro del perro, de cada perro que nos mira, rostro recortado del
resto del cuerpo animal, connotado como “significación sin contexto” (Lévinas, 1991: 80), responsabilidad ética frente a ese rostro
y epifanía del otro; de todos los perro el perro proceso de individuación a
propósito del rostro que avanza adaptando los sistemas antropométricos en
aplicaciones cinométricas
como Finding Rover® o PiP®, y donde se promete identificar unívocamente la cara
singular de cada perro. Entre la reificación y el ser persona, el péndulo
adopta tantas formas y grados como hay humanos y perros, desde el término
mascota que denota etimológicamente amuletos animistas para la buena suerte y
la criptomoneda dogcoin,
hasta el término amo con reminiscencias de esclavitud que regula el tiempo,
calidad de comida, sexualidad, destino de la cría, fuerza libre de trabajo y
valor de mercado del esclavo (Ingold, 2000: 61-76), o
las expectativas concretas de los humanos sobre la interacción social esperada
con sus perros (Dotson y Hyatt, 2008).
Asociada a otros pares dialécticos
de aparición periódica en la cultura occidental, como la continuidad entre
naturaleza y humanidad o lo animal en el humano, la ambivalencia oscilante entre
lo antropomórfico y lo animal en relación con los animales no humanos, no solo
como postura conceptual sino en las particularidades del recorte de cada
relación interespecífica concreta, resulta en discursos paradójicos. Las
primeras leyes de protección animal en un sentido amplio y contemporáneo, a
diferencia de los antecedentes más antiguos que se rastrean en el libro
comentado, y que hoy se asocian a una axiología moral positiva, fueron dictadas
por el partido nacionalsocialista en Alemania entre 1933-1934 e incluían, para
ironía de la historia, la prohibición de vivisección (animal), de muerte
(animal) sin anestesia, de maltrato a los perros (entrenados para maltratar), y
hasta el hervido de langostas o manejo de ranas podían ser castigados con reclusión
en campos de exterminio (Arluke y Sax, 1992). También
resulta contradictoria, desde la lógica, que hasta el momento ningún grupo de
derechos animales haya exigido el retorno de los perros a santuarios, para que
vuelvan a formar jaurías naturales, como se reclama para orangutanes, elefantes
y otras especies de mamíferos icónicos.[8] De la misma manera, los refugios
proteccionistas de Estados Unidos de Norteamérica, invocando el bienestar
animal, llegaron a sacrificar más de trece millones de perros y gatos por año (Rowan y Kartal,
2018). En Paraguay, en Ciudad del Este y Presidente
Franco, frente a la ciudad de Puerto Iguazú, donde se focaliza el trabajo
etnográfico del libro comentado, el 95% de la población reconoció derechos
animales, el 98 % que los perros tienen sentimientos, pero a su vez el 74% le
asignó moralidad (Giménez-Ayala et al.,
2018), con la contradicción que señala la autora en relación con el incesto, y
también el canibalismo o las características propias de la caza de un animal
carnívoro.
En este continuo de inclusión y
extrañamiento del perro, en esta arena socio-histórica entre la
conceptualización de lo natural y lo doméstico, emerge en la Argentina la
leishmaniasis visceral, una enfermedad infecciosa transmitida por insectos,
como una irrupción de naturaleza atávica, naturalizando así aspectos
biológicos, psicológicos y sociales de la enfermedad. Las patologías
infecciosas, en escenarios de epidemia potencial o en curso, usualmente generan
en los medios un estado de denuncia apocalíptica, subrayando la otredad aún de
los enfermos humanos, y estigmatizando algún colectivo convenientemente estigmatizable (Salomón, 2016). Alboroto mediático que
contrasta con el poco espacio y atención de los comunicadores por las
patologías crónicas, de alta morbilidad y mortalidad, pero provocadas por
presión del mercado como la obesidad. A su vez, la leishmaniasis visceral está
caracterizada, por los organismos multilaterales rectores en el tema, como una
enfermedad emergente sin estrategias validadas de control, lo que conlleva como
consecuencia que no existen procedimientos estandarizados de efectividad
probada (WHO, 2004), la comunidad exige certezas a los investigadores en el
momento de máxima incertidumbre, y las respuestas en términos de probabilidad
estadística no satisfacen a los gestores ni a la inquietud social, como es
usual en las epidemias de agentes infecciosos.
Por ello, en el contexto de una
epidemia zoonótica como la analizada, frente a discursos sanitarios
antropocéntricos, a nivel individual la distancia entre humano y animal como
constructo social revela sus límites históricos, múltiples y siempre
arbitrarios (Batt, 2009; Carman,
2018), dejando a ciertos prójimos humanos más lejos que sus próximos caninos.
Esta actitud unipersonal identifica, aglomera, busca empatía y conforma
colectivos que se constituyen en la dinámica del conflicto y redefinen el
problema en forma reactiva, definiendo el otro colectivo, los de zoonosis, los
sanitarios, los investigadores,
para definir su propia identidad de grupo. Estos considerandos de los brotes
epidémicos en general y de la leishmaniasis visceral en particular,
amplificaron el conflicto entre los actores, en el contexto relatado en Amor y enfermedad a partir de
vacilaciones operativas, y la utilización masiva de internet. Esta última
utilizada como fuente legítima de información, confrontada al discurso oficial
deslegitimado, extrapolando datos sobre leishmaniasis visceral en Europa, India
o Sudán, que corresponden a otras entidades y a ciclos biológicos diferentes
del presente en la Argentina. El fenómeno de utilización de motores de búsqueda
genera un sesgo en los resultados al utilizar herramientas tradicionales de la
epidemiología como las encuestas de casos y controles, de tal forma que estar informado
resulta un factor de riesgo, cuando en realidad indica una búsqueda
intensificada de información a partir del momento que una persona recibe la
noticia del diagnóstico positivo de su perro, previo a a
la encuesta epidemiológica (López et al.,
2016). Por otra parte, a una escala colectiva y sectorial, la competencia por
capital social y la definición de espacios de poder gatillados por la
emergencia sanitaria, es un tema que retomaremos en relación con el último
capítulo y conclusión del libro de Mastrangelo.
Perro el que Lee
En el capítulo III del
texto comentado, que lleva por título el que encabeza esta sección, la autora
pasea al perro por la literatura. Las
diferentes lupas analíticas con que ilumina dicho paseo tamizan desde lo subyacente
hasta las referencias explícitas. Será por medio de una de las condiciones
exclusivamente humanas, la creación, que los perros superan la ambivalencia
sujeto objeto hacia su humanización definitiva. Complementar el análisis
exhaustivo, realizado en el capítulo mencionado, con aportes adicionales
excedería el objetivo de estas reflexiones. Pero antes que un acto de
arrogancia, aprovecho la confesión de la autora, de haber enfrentado un tema
inconmensurable, para reforzar con referencias suplementarias el argumento de
los innumerables perros creados, que sedimentan con las lecturas, condicionan y
pueden predeterminar los resultados de los estudios de la relación
interespecífica perro humano.
En las metamorfosis de
Ovidio el cazador Acteón es transformado en ciervo y
cazado por sus propios mastines, en castigo por haber espiado la desnudez de la
diosa de la castidad (Ovidio, 2003: 284-288). Se generan así dos asociaciones
literarias con el animal como instrumento, replicados en el renacimiento, pero
con cultores hasta nuestros días. En un sentido el perro es una herramienta
vindicativa de la moral vuelto diálogo satírico en el Cymbalum Mundi de Bonaventure de Pėrires, precisamente por uno de los comedores de Acteón (Mothu, 2012), y
conversación reinventada luego por Cervantes en el Coloquio de los perros, que cuestiona al mismo género de la
picaresca y los límites entre ficción y realidad, pero señalando así el uso del
perro como una metonimia de lo humano (Cervantes, 2012). La otra asociación
derivada de Ovidio relaciona al perro como agente de la sexualidad animal con la
sexualidad femenina, que en el desmesurado Gargantúa y Pantagruel
de Rabelais hace que Panurgo le rocíe extracto de
perra en celo a la dama reticente de París y
sea perseguida por seiscientos mil catorce perros (Rabelais, 1913: 186).
Sin embargo, hay usos
alternativos del perro en la literatura y el arte, que resultan más
ejemplificadores de los precondicionamientos y
necesidades de extrañamiento cuando abordamos el tema de esta relación biespecífica, En Amor
y enfermedad el itinerario literario se inicia también con la literatura
greco-latina clásica, con el Cerbero mitológico, guardián del inframundo, por
lo que entonces lo continúo con el mismo Cerbero, pero del Dante. En el
florentino es un perro de tres cabezas, pero es también una bestia humanizada,
victimario y víctima de la gula en el tercer círculo de los infiernos, presenta
uñas en lugar de garras, pelo grasiento y vientre hinchado, lacera insaciable a los
condenados insaciables y traga su mismo fango, compartiendo el castigo.
Confusión de identidad que expresará, más próximo en el tiempo, con el humor
inmediato de Mark Twain, el protagonista de Historia
de un perro: ´"Mi padre era un San Bernardo, mi madre una collie, pero yo soy presbiteriano”; aunque al narrar, la
influencia del realismo en Twain, hace que persista en el personaje la mirada
animal monodimensional, sin entender porqué lo castigan al salvar al niño humano del fuego, ni
entender cuando los humanos matan a su cachorro en un experimento inconducente
y se felicitan entre ellos (Twain, 1904). Y precisamente de experimentos trata
la novela de Mijail Bulgakov,
citada por Mastrangelo, Corazón de perro, escrita en 1925 y publicada sesenta años
después, donde un perro vagabundo toma forma humana tras el trasplante de
órganos humanos, y encarna la imposibilidad del humano ideal, del Nuevo Hombre
Soviético, para terminar ante el horror, la bajeza de la delación y el miedo
volviendo a ser perro (Bulgakov, 2001). Experimento
de la ficción, contemporáneo y especular de otros experimentos reales,
aceptados en su contexto histórico, pero que hoy intentan remontar del animal
objeto de entonces al animal sujeto actual, al buscar desanonimizar,
rescatar el nombre singular de cada perro de las experiencias de Pavlov (Tully, 2003).
Sin embargo, acompañando
el suceder de la historia, la literatura también reflejó la ambivalencia humano-animal no
solamente hacia el animal no humano humanizado sino también en la dirección del
humano reificado, cuando en el final de El Proceso de Kafka los ejecutores de la
condena a muerte matan al personaje inocente “como un perro […)] cual si la vergüenza debiera
sobrevivirle”, preanunciando la banalidad del mal de los genocidas (Kafka,
2007: 249). Y finalmente, para destacar la pérdida de sensibilidad como
proyección de la modernidad líquida, Bauman y Donskis
destacan La posibilidad de una isla
de Michel Houellebecq como una advertencia novelada (Bauman y Donskis 2015: 243-258). En esta distopía, un grupo
sectario logra réplicas adultas corporales exactas de sus individuos, sin
infancia ni recuerdos explícitos, que se van sucediendo en el tiempo jalonado por
sus muertes, en la novela hasta veinticinco veces. Los humanos, copia de
humanos previos, viven cada uno aislado, sin contacto físico con otras réplicas
ni con el mundo exterior, aunque sí mediante correo electrónico, mientras
releen en forma iterativa las memorias del individuo original. Sin embargo,
comparten sus días idénticos con la réplica del perro que perteneció al molde
primero, un perro repuesto cada vez que se muere, y que así es su único sujeto
objeto de afecto, de contacto táctil y anclaje al mundo concreto (Houellebecq, 2005). Este sustituto de
eternidad plana contrasta con la profundidad del desgarro que implica la muerte
del animal, que dada la diferencia de expectativa de vida entre humanos y
perros es muchas veces la primera muerte internalizada en la infancia,
reflejada en las citas de Mastrangelo del epitafio de
Lord Byron a Boatswain y de Un perro ha muerto de
Pablo Neruda, de publicación póstuma, con los que la autora comienza el
capítulo III, aunque en los últimos versos, no citados, Neruda tal como se
comentó más arriba para la obra de Mark Twain, se desprende de la proyección
humana para aprehender la monodimensionalidad
animal: “Alegre, alegre,
alegre/como los perros saben ser felices,/sin nada más, con el absolutismo/de
la naturaleza descarada ” (Neruda, 1977).
Desde la perspectiva
histórica occidental Peter Ackroyd, en su biografía de Londres, transita estos cambios
de percepción iniciada con el edicto real del siglo XII que condena a muerte a
los dueños de perros que ataquen a los ciervos del rey, y sigue con la proclama
real de 1837 que discrimina por primera vez perros salvajes, deambulantes y perros
con dueño, mientras por la misma época aparece la primera casa para perros
perdidos y hambrientos (Home for Lost and Starving
Dogs), un nombre con eco a los huérfanos de
Dickens y olor a doble moral victoriana (Ackroyd
2001: 414-415). En el mismo libro de Londres, relatada como urbi et orbi, se describe el impacto de
una exposición de Géricault en Picadilly
donde se visibilizó a los otros invisibilizados, los parias ciudadanos,
discapacitados y mendigos junto a sus perros, sugiriendo una vida vagabunda pero
también de aislamiento y falta de amistad humana (Ackroyd,
2001: 601). Perros que nos miran desde el cuadro desconfiados y nos remiten al
humano perro por autodefinición filosófica, a Diógenes el cínico viviendo y
defecando en la calle, mordiendo, que es precisamente el eje argumental de un
análisis sobre el cinismo en la epidemiología y la salud (Castel et al., 2016). Por otra parte, además de
la referencia al cuadro de Géricault, el perro en la
plástica, su omnipresencia en escenas cinegéticas, urbanas como en Un dimanche
après-midi à l'Ile de la
Grande
de Seurat, las fotografías-pinturas de Caillebotte y
los grafittis integrados a la ciudad de Banksy, en
retratos como las Meninas de Velázquez o Femme
Au Chien de Picasso, es un tema para un libro dedicado exclusivamente
al tema.[9]
De la misma manera,
merece un análisis el perro en el cine, del que basta citar dos escenas
icónicas: Carlitos
utilizándolo de almohada al perro, ambos vagabundos, en la película de Chaplin Vida de Perros (A dog´s life),
y el perro asumiendo la vergüenza de mendigar de Umberto D de Vittorio de Sica, en ambos funcionando los humanos de
rescatadores (pelea callejera, perrera) y rescatados, aunque el optimismo de
Chaplin no resista ante la angustia del neorrealismo italiano.[10] Otro espacio en la pantalla, donde se expresa
en forma reiterada la relación interespecífica, es en los dibujos animados de
la primera mitad del siglo XX, cuando los autores expresaban su ideología en
forma descarnada. Así, mientras otros animales eran antropomorfizados o ginandromorfizados, los perros ya eran lo bastante próximos
a los humanos para mantenerse como perros, Disney hace hablar a ratones y
patos, o ciervos y zorrinos en Bambi,
pero los perros siguen ladrando; la Warner tiene perros con funciones de perro,
como mascotas de cerdos, cazadores de conejos parlantes, o guardianes
encadenados con collar en un gallinero, y hasta en el trío de persecución ratón gato perro de Hanna-Barbera, de los
tres animales el más fiel a su original animal es el perro, el único con collar
que duerme en su cucha.
Finalmente, merece que
se haga mención el lugar del perro en el humor gráfico, no hombre que se cree
perro si no perro que piensa como hombre por encima del promedio, como el otro
Diógenes filósofo, el que acompaña al linyera de Tabaré, Guinzburg, Abrevaya y García Blanco, Mendieta junto a Inodoro Pereyra
de Fontanarrosa, o Snoopy en Charly Brown
de Schulz; pero más ejemplificadoras sobre el diálogo interespecífico y la
imposibilidad de una comunicación sin ambigüedades son las viñetas de Gary
Larson. En ellas se muestra que, cuando le damos órdenes y amenazamos a un
perro, él sólo escucha blah blah Ginger blah blah,
su dibujo opuesto es el científico que tiene un casco decodificador de ladridos
y la traducción del ¡guau, guau, guau! resulta ser ¡hey,
hey, hey!, o cuando un
nuevo perro es presentado por un humano ante otro humano como Rex, y él perro
se presenta a otro perro como “Vexorg Destructor de
Gatos y Devorador de Gallinas”.[11] Sin intentar, a partir de los dibujos de
Larson hacer un análisis semiológico superficial, ni discutir sobre la
mencionada metacomunicación de Bateson (Bateson, 2000), desde la perspectiva
biológica, en la comunicación interespecífica no hay una relación bidireccional
sino dos relaciones cruzadas con diferente marco sensorial. Las formas,
dimensiones, direcciones, volúmenes y perspectivas analizadas desde la visión
por el humano macróptico, son interpretadas por el
olfato desde los perros macrosmáticos.[12] Esta diferente percepción de la realidad se
puede comprobar, en un ambiente sin sonidos, con la frustración del perro
cuando su compañero humano no lo encuentra porque no lo huele, y la frustración
del humano cuando no encuentra a su compañero perro porque no lo ve. Thomas Nagel dice que no puede saber qué es
ser un murciélago (Nagel, 1974), y como sugiere Mastrangelo,
a partir de una cita de Virginia Woolf, todo lo escrito por y sobre perros fue
escrito por humanos, y está construido a partir de nuestra subjetivización
del perro, a lo que se debería agregar, inclusive las investigaciones
biológicas, antropológicas o etnográficas sobre los perros.
Todos los Canguros el Perro
El capítulo IV de Amor y enfermedad retorna al trabajo
etnográfico, problematizando la escala espacial y el territorio en la
epidemiología y en la ecoepidemiología de campo,
mediante un trabajo multidisciplinario consciente de respetar las
especificidades (Ingold, 1990). El desarrollo de dicho
capítulo y las conclusiones finales están atravesados por las líneas
argumentales que ya vienen cruzándose a lo largo del libro, el enfrentamiento y
asechanzas mutuas entre intereses de colectivos enfrentados cada uno con la
convicción de personalizar las mejores intenciones, y los espacios de poder
sectoriales involucrados en esos conflictos. Si analizamos las posturas de los
diferentes colectivos, incluyendo el de los agentes de salud, se observa una
pulsión hegemónica disfrazada de reclamo de consenso, que descalifica y
culpabiliza al otro con preconceptos maniqueos y monodimensionales,
ignorando los contextos específicos, o simplificándolos al estilo de la
sociobiología tardía de Laborit Resnais en la película Mi tío de América. [13]
En relación a la perspectiva
biológica, en la escala global, la aproximación desde Una Salud,[14] como se plantea en el libro, para algunos
autores es interpretada como una metodología nueva donde demostrar su avanzada
pionera, mientras para las instituciones operativas (Organización Mundial de la
Salud, Organización Mundial de Sanidad Animal, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura) es una estrategia
de coordinación de acciones que debe usar el corpus epistemológico y conceptual ya existente (Mazet et al.,
2014; Lueddeke, 2018; WHO-OIE-FAO, 2019). Actuar
durante epidemias también es diferente a actuar para prevenir epidemias, donde
las demandas requeridas a cada disciplina en el primer caso están apremiadas,
no por marcos metodológicos sino por la urgencia sanitaria, lo que ha llevado a
las mismas instituciones operativas nombradas a solicitar metodologías sociales
de evaluación rápida, especialmente a partir de los eventos asociados a la
epidemia de Ébola (Manderson y Aaby,
1992; Taverne, 2015; GLOPID-R, 2017).
En el otro extremo del enfoque
analítico de las escalas espaciales, la micro-escala,
la interfaz o borde, que se discute
en el capítulo IV desde lo social, cuando se analiza desde lo biológico es un
concepto de microespacio dinámico, útil para discutir la leishmaniasis cutánea,
así como para la leishmaniasis visceral es más explicativo el concepto de microheterogeneidad del paisaje. No hay un solo borde como
no hay un solo perro, parte del trabajo entre disciplinas es entender que las definiciones
no deben forzarse a ser homogéneas porque responden a diferentes metodologías,
preguntas y objetivos. En biología los mapas aunque
sean gráficos estáticos siempre son conceptualizados como un fotograma de un
proceso dinámico, como los cortes transversales evolutivos o histológicos a
partir de los cuales se reconstruye una filogenia o una estructura
tridimensional. Por ello, en el caso de la leishmaniasis visceral, los modelos
probabilísticos expresados en mapas además de la dimensión de las unidades de
análisis según la capacidad de dispersión del insecto vector, deben incorporar
la dinámica de los humanos y sus perros, las redes sociales y de intercambio y
venta de canes que se analizan en Amor y
enfermedad. En el mismo sentido, aún desde lo biológico, lo urbano como
categoría también debe ser redefinido en función de objetivos y escalas, desde
la definición censal formal útil a los estados y sus estadísticas, a lo
operacional programático y el área de jurisdicción política, hasta cómo discrimina,
si lo hace, el ambiente selvático, rural o urbano un insecto de pocos
milímetros cuando reposa o se alimenta en el microhábitat de una cueva, un
gallinero o un dormitorio. Los programas sanitarios de amplia cobertura
territorial, aun cuando intenten ser permeables a las evidencias de las
investigaciones, lo que sabemos que no siempre ocurre, si dichas evidencias no
están adecuadamente transducidas a la escala y marco operativo, terminan siendo
descartadas por impracticables, o por ininteligibles y fragmentarias. Los
gestores programáticos antes que un problema multidimensional lo interpretan
entonces como un problema múltiple, que requiere soluciones individualizadas
para cada caso de los miles de problemas que deben resolver, lo que perciben
como una dispersión inefectiva e inabarcable.
El compromiso de escalas y
dimensiones, entre lo general y lo particular, entre los preconceptos y la
realidad en proceso de cambio permanente, también marcó la historia de la
leishmaniasis visceral en Argentina y en el norte de Misiones, que analiza el
libro de Mastrangelo. Por eso, aunque el recorte a
microescala desde el conocimiento presente es legítimo, también se debe
contrapesar, a macroescala, la secuencia de eventos y
procesos que afrontamos los agentes del sistema de salud, que asumimos la
responsabilidad por la salud colectiva, ante una enfermedad desconocida, con
potencial epidémico y alta letalidad, no como justificación, sino como
contextualización de un desarrollo que iba produciendo sentidos cambiantes. Desde
el nivel programático técnico el racconto
de la leishmaniasis visceral en Argentina comienza con la alerta, en el año
2000, sobre la proximidad de la transmisión de esta zoonosis en Brasil y
Paraguay. La historia continúa con el hallazgo del insecto transmisor en
territorio nacional en el 2004 en Clorinda, Formosa, y el primer caso humano en
el 2006 en Posadas, Misiones. Durante este período 2000 - 2006 desde el
Programa Nacional alertamos sobre la emergencia potencial, intentando
sensibilizar, para el monitoreo de casos posibles, a los profesionales y
técnicos de salud humana y animal, pública y privada. La decisión en esta
primera etapa de sacrificar los perros infectados, se tomó en conjunto entre
Brasil, Paraguay y Argentina, con participación de los referentes de la
Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud. Se
realizaron reuniones periódicas nacionales e internacionales, donde se analizó
si la evidencia permitía cambiar las recomendaciones. Esas reuniones se
continúan realizando, y aún hoy, a pesar de la muy abundante bibliografía
experimental, de las revisiones críticas y sistemáticas sobre el tema que se
generan cada año, el resultado indica que hasta el momento ninguna estrategia
tiene suficientes evidencias de efectividad para el control, que es diferente a
decir que hay evidencias que dichas estrategias no son efectivas.
Una vez comprobada la transmisión en
territorio argentino se fueron estudiando en forma intensiva las ciudades donde
ocurrían los focos, se hicieron mapas de distribución y dispersión, de
actualización periódica, un manual de vigilancia para municipios, y otro para
equipos de salud. Se realizaron talleres de capacitación para profesionales
locales, regionales con participación de los municipios espejo entre países, y
de discusión ética humana y animal abiertos a la comunidad. Ante el hecho que
el control mediante el sacrificio canino como estaba planteado no era factible,
se realizó en Puerto Iguazú una reunión con referentes de la práctica pública y
federaciones privadas de salud animal nacionales, provinciales y municipales,
consensuando un acta de acuerdo para el manejo de la leishmaniasis visceral
canina. Por el mismo motivo, y reconociendo que con una capacidad de carga
sobrepasada de perros deambulantes, con y sin dueño, no es posible ninguna
estrategia efectiva de control de la leishmaniasis visceral, como tampoco de
accidentes viales generados por caninos, mordeduras y otras parasitosis, se
propuso al municipio de Puerto Iguazú elaborar un plan maestro de manejo de
perros y gatos. Motivado por los comentarios desfavorables por el tema de
turistas en redes sociales, y con apoyo técnico financiero de los programas
nacionales de Zoonosis, de Leishmaniasis, de Pro Tenencia Responsable de Perros
y Gatos, y de Ciudades, Municipios y Comunidades Saludable, y del Instituto
Nacional de Medicina Tropical localizado en la misma ciudad, se propuso un plan
con el municipio como responsable de la coordinación e implementación, papel
que el propio municipio reclamaba. Sin embargo, las autoridades municipales no
pudieron avanzar en el desarrollo y ejecución del plan. Este último hecho lo
señalo por el rol, destacado en el libro, que adquiere este nivel
jurisdiccional, central en la política operativa. Las acciones municipales o la
falta de ellas no sólo están motivadas por el traspaso de responsabilidades sin
presupuesto, problema real en muchos casos, o de percepción de exclusión de los
espacios de poder mediante teorías conspirativas, como aparece en un testimonio
del libro “deliberadamente se había excluido a los funcionarios municipales de
los tres países”, aunque la veterinaria citada no participó en las reuniones
por conflictos municipales internos. La actividad municipal, en brotes
epidémicos, pendula entre el coma y la histeria, y
está determinada por la traducción de las iniciativas con motivación técnica a
términos de costo y beneficios electorales de corto plazo, ya que el municipio
es el espacio donde los electores están más próximos a los elegidos, y en el
caso de enfermedades transmitidas por insectos cualquier intervención busca
replicar las relacionadas al dengue, con el insecticida como herramienta
principal.
En relación al conflicto generado
por la indicación de sacrificio canino, como Programa Nacional de salud
nacional se intentó evitar y confrontar posturas dogmáticas de autovaloración
heroica, pero a su vez se debió afrontar la complejidad dinámica del problema,
y la necesidad como sanitaristas de problematizar la realidad y dar soluciones
concretas y factibles. En la Argentina, los brotes de leishmaniasis visceral
urbana fueron una situación sin antecedentes nacionales, un escenario diferente
a la leishmaniasis visceral rural del norte de América del Sur. Por ello, las
decisiones se tomaron con base en el peor escenario posible y el menor daño,
extrapolando la situación epidémica en las ciudades geográficamente más
próximas a los focos nacionales (Campo Grande en Mato Grosso do Sul-Brasil y
Asunción-Paraguay). Sin embargo, al referir el menor daño, se debe volver a
pensar en tema de las escalas; como argumenta Rose, antecedente de la
formulación de la ecoepidemiología, la incidencia a
escala individual es diferente a la poblacional, y las medidas de prevención
poblacionales, como la inmunización, son percibidas como de poco beneficio
individual, especialmente en el corto plazo (Rose, 1985). Finalmente, las
investigaciones que siguieron y continúan, especialmente en el norte de
Misiones donde focaliza su atención el estudio etnográfico de Mastrangelo, demostraron una realidad diferente a la
esperada. En latitudes de estacionalidad marcada, como en el Cono Sur de
América, la leishmaniasis visceral canina llega a un punto de equilibrio, con
pocos a ningún caso humano, lo que reenfoca el problema biológico y sanitario
hacia la especificidad y sensibilidad del diagnóstico canino (Lamattina et al.,
2019; Salomón et al., 2020). Por
ello, la recomendación de sacrificio de perros con infección de Leishmania infantum sólo
se mantiene para casos excepcionales, razones clínico compasivas, localidades
con emergencia reciente, muy escasos perros infectados y primeros pacientes
humanos, mientras se estudian los factores que contribuyen a crear o
desestabilizar el equilibrio de la casuística canina y humana, y se intenta
identificar a los perros hipertransmisores.
De Cabo a Rabo
En conclusión, Amor y enfermedad de Andrea Mastrángelo
es un jalón transcendente en el esfuerzo del trabajar entre disciplinas y entre
especies, una puerta que se abre a otras puertas, reconociendo que precisamente
la puerta se ha utilizado como ejemplo de la singularidad humana. La puerta
para los animales humanos es una posibilidad de comunicación y para los
animales no humanos un obstáculo. Y esta imagen de la puerta nos sugiere la
necesidad, en los estudios sobre nuestros compañeros de ruta en la evolución,
convivientes de una biosfera común, de aceptar el antropocentrismo inmanente;
pero conscientes de él para problematizarlo, definir sus límites y advertir sus
trampas y excesos, no para rechazarlo sino para resignificarlo. Si no, como la
percepción de los taínos por Colón en el fin de siglo XV, o la de la hembra de
canguro moribunda en el principio del siglo XXI, el perro como constructo
social y las investigaciones del perro, pueden hacer preguntas sólo para
obtener respuestas preconcebidas.
En relación al antropocentrismo
contextualizado, retorno a Mark Twain, que en sus Fábulas eruditas para buenos niños y niñas adultos nos cuenta de
una expedición científica de los insectos y otros pequeños animales de la
selva, que finalmente llega a una villa veraniega humana, en invierno, vacía.
El profesor Cochinilla de la humedad, el lingüista del equipo, al traducir un
texto humano que dice “en verdad, muchos creen que los animales inferiores
razonan y hablan juntos”, habla y razona en el informe oficial, ante la
asombrada academia de insectos: “¡Entonces hay animales inferiores al hombre!.” Comentario formal complementado por uno informal
del escarabajo estercolero, el zapador sanchopanzesco,
que dice que todo lo que aprendió de esa expedición es “que la ciencia sólo
necesita una cucharada de suposiciones para construir una montaña de hechos
demostrados.” (Twain, 1893: 148).
Y en una dialéctica imaginaria,
desde lo biológico, le contestaría George Gaylord Simpson, en el texto escrito
luego que la comunidad científica comenzara a aceptar el nuevo paradigma de la
teoría unificada de la evolución:
Incluso si se le considera en el marco del reino animal y se
le juzga con criterios de progreso aplicables a ese reino en su conjunto y no
propios del humano, éste es un animal superior. A menudo se ha observado (tal
vez por épater
les bourgeois) que si un
pez fuera un estudiante de la evolución, se reiría de tales pretensiones por
parte de un animal que es tan torpe en el agua y que carece de la perfección de
las branquias o una aleta caudal. Sospecho, sin embargo, que la reacción del
pez sería maravillarse de que haya humanos que se cuestionen la superioridad
humana (precisamente por ser el único animal con capacidad para cuestionarla)
(Simpson, 1965: 301)
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[1] Corporación federal dependiente del
parlamento de Canadá que financia la investigación y la innovación dentro y
junto a las regiones en desarrollo.
[2] Citra
original: “that
asserts the primacy of processes over events, of relationships over entities,
and of development over structure” (traducción del autor).
[3] Etimologìa de
canguro. Diccionario etimológico, documento electrónico http://etimologias.dechile.net/?canguro / Anónimo (2011). “Canguro es no lo entiendo”, Diario popular, 31 de mayo, documento
electrónico https://www.diariopopular.com.ar/suerte/canguro-es-no-le-entiendo-n89366, acceso 23/03/2021
[4] Villenueve, Denis
(2016). Arrival. Estados Unidos: Paramount. La escena
puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=Ffzv6pC5P3I
[5]
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mother kangaroo reaches for her joey one last time - before dying in the arms
of her male companion”. Daily Mail
Australia, 13 de enero, documento electrónico
https://www.dailymail.co.uk/news/article-3396905/The-heart-wrenching-moment-mother-kangaroo-reaches-joey-one-time-dying-arms-male-companion.html, acceso 23/3/2021 (Traducción del autor).
[6] Stephens,
Kim (2016). “Kangaroo
photos 'fundamentally misinterpreted': wildlife expert”. The Sydney Morning Herald, 14 de enero, documento electrónico: https://www.smh.com.au/environment/conservation/kangaroo-photos-fundamentally-misinterpreted-wildlife-expert-20160114-gm5o69.html acceso 23/3/2021 (Traducción del autor).
[9] Los cuadros mencionados se pueden ver en https://www.artic.edu/artworks/27992/a-sunday-on-la-grande-jatte-188 / https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Martial_Caillebotte_-_Gustave_Caillebotte_et_Berg%C3%A8re_sur_la_place_du_Caroussel,_1892.jpg; / https://www.graffitistreet.com/new-banksy-stencil-art-is-causing-a-riot-in-paris-2018/#jp-carousel-24641M; / https://es.wikipedia.org/wiki/Las_meninas#/media/Archivo:Las_Meninas_01.jpg /
https://www.gettyimages.dk/detail/news-photo/painting-entitled-femme-au-chien-by-pablo-picasso-is-news-photo/1146746682 , acceso
23/3/2021
[10]
Chaplin, Charles (1918) A dog’s life. Estados Unidos:
First National
https://www.youtube.com/watch?v=txSJDmt4u6Q&ab_channel=Wm.Thomas Sherman
/De
Sica, Vittorio (1952) Umberto D. Italia: Amato, De Sica
Rizzoli-https://www.youtube.com/watch?v=PCDLwKZN8g0&ab_channel=Pokfele, , acceso 23/3/2021
[11] Larson Gary los
dibujos mencionados se pueden ver en:
https://ar.pinterest.com/pin/89227636351150615/
https://ar.pinterest.com/pin/207236020330063640/,
https://ar.pinterest.com/pin/22095854393296395/
[12] Los animales construimos el entorno físico
mediante la percepción sensorial de un sentido dominante al que se subordina el
resto de los registros de los otros sentidos, si es la vista la especie se
caracteriza como macróptica, si el
es olfato como macrosmática
[13] Resnais, Alain (1980). Mon oncle d'Amérique
Francia: Les Productions Philippe Dussart https://www.youtube.com/playlist?list=PLwM62AQnhaLBYRlQ-QudSu0r-vAwvVWlb
[14] Una
Salud - One Health es un
término institucionalizado desde 2006-2007 para describir la interacción
disciplinaria, desde una aproximación holísitica, que
relaciona salud humana, animal y ambiental