¿Qué es un animal?
Celeste
Medrano y Felipe Vander Velden (eds.)
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Rumbo Sur
2020, 287
pp.
Por Facundo Petit y Jesica Carreras
por Facundo Petit
FFyL, UBA/CONICET
Jesica Carreras
FFyL, UBA/CONICET
Cómo citar esta reseña: ¿Qué
es un animal? De Celeste Medrano y Felipe Vander Velden
(eds.). Facundo Petit y Jesica Carreras, Etnografías Contemporáneas, 8
(14). pp.246-248.
El título elegido por Celeste
Medrano y Felipe Vander Velden condensa los sentidos
de este libro (registrado en 2018, publicado en 2020) de la colección Etnographica. Una pregunta sin respuesta,o más bien, sin una respuesta. Porque si
con algo nos quedamos los y las lectoras de este libro es con muchas más ideas
respecto de qué es un animal antes de tenerlo en nuestras manos. Y no solo
sobre los animales que aparecen capítulo a capítulo, sino también con muchas
más ideas sobre nosotros mismos, en tanto humanos. O mejor, sobre ese guion que
nos separa –y une– a los unos y a los otros en el campo de la antropología de
las relaciones humanos-animales.
¿Qué es un animal? no alude ni guiña, sino que
homenajea al libro publicado por Tim Ingold en 1988,
que Medrano, Vander Velden y la mayoría de los y las
autoras de este volumen reivindican como la génesis del campo de los estudios
antropológicos sobre las concepciones de –y las relaciones con– lo animal. Y es
por eso que no nos sorprende (pero sí es muy grato) leer un prefacio en manos
del propio Ingold, escrito en Aberdeen exactamente
treinta años después de la publicación de aquel libro-hito, surgido a partir del
Congreso Mundial de Arqueología de 1986. Decimos que es muy grato encontrarse
con este prefacio porque es un acto que presupone reciprocidad: al homenaje
explícito se devuelve la inauguración del libro, proponiendo nuevamente la
discusión y situándola dentro de estos treinta años, con todo un proceso de
transformación a cuestas, que hoy en día nos lleva a preguntarnos qué es un
animal para las sociedades indígenas de América del Sur.
A pesar de
llevar el mismo nombre –ahora en castellano–, la misma pregunta provocadora que
podría inspirar una entrada de diccionario, este libro es muy distinto de su
hermano inglés. En aquel momento, Ingold había
convocado a profesionales en antropología social y física, biología, filosofía,
psicología, semiótica y etología. Por supuesto, con este debate
multidisciplinario no buscó postular una respuesta, sino darle entidad
conceptual a la pregunta, y ese fue el quiebre para esta antropología de las
relaciones humanos-animales, para que empecemos a desdibujar las nociones modernas
ancladas en Occidente del animal mascota, objeto, irracional, sin
intencionalidad ni voluntad; para empezar a entender qué es un animal en los
modos indígenas de ser y hacer. En este libro solo participan antropólogos y
antropólogas. Aquí, entonces, la pregunta comienza a ser respondida desde
etnografías bellamente escritas, que en cada caso son el resultado de trabajos
de campo de muchos años. Así, cada autor y autora del volumen responde a la
pregunta proponiendo un animal y una comunidad específica: ¿qué es un animal
específico en los mundos amerindios?
El libro se
articula en cuatro partes con una introducción previa con la que Medrano y
Vander Velden llenan los vacíos que hay entre el
prefacio de Ingold y la actualidad. Allí, presentan
minuciosamente las idas y vueltas del giro animal, en una necesaria puesta al
día que nos lleva por la biología, la zoología y la etnozoología,
pasando por los nuer y sus bueyes registrados por
Evans-Pritchard, por las etnografías multiespecies, y que culmina en una sistematización de las
principales ideas del animismo propuesto por Descola y el perspectivismo de
Viveiros de Castro. Estos últimos autores atraviesan las interpretaciones
etnográficas de la mayoría de quienes participan de este volumen, que los
retoman, discuten y hasta a veces los dejan implícitos (y termina siendo tarea
editorial reponer esas tradiciones). En definitiva, Descola y Viveiros de
Castro actúan como una referencia permanente en casi todos los textos, que
construyen sus aportes amparados en estas teorías etnográficas.
Este
recorrido genealógico, teórico y conceptual nos sumerge en el centro del tema
de este libro: la relacionalidad que opera
ineludiblemente al considerar antropológicamente a los animales. Otro jaque a
la dicotomía naturaleza/cultura, para pensar en la fluidez y las continuidades
que hay entre los dominios humanos y no humanos. Por ello, cada capítulo –cada
respuesta etnográfica– trae a cuenta el conocer otras formas, otras ontologías
enmarcadas dentro de las socio-cosmologías amerindias, donde la naturaleza y la
cultura no son esos campos herméticos heredados por la racionalidad moderna,
sino terrenos interpenetrados, dominios que fluyen en
función de reciprocidades, negociaciones, depredaciones. Como definen Medrano y
Vander Velden al final de la introducción, se trata,
en definitiva, de pensar en devenires.
Como
decíamos, el libro tiene cuatro partes. Acostumbrados como estamos a los
criterios de distinción disciplinar y geográfica, notamos con cierto goce que,
en este caso, Medrano y Vander Velden tomaron la
decisión editorial de separar cada parte en función de comportamientos animales
y las superficies que habitan. Y en este espectro los textos abarcan el vasto
territorio sudamericano, desde las selvas guyanas
hasta la patagonia chilena. Tierras altas y tierras
bajas. Cada parte es inaugurada por la imagen de una textura animal: plumas
superpuestas de águila, manchas de jaguar, pelaje de vaca con un botón
identificatorio en su oreja y, finalmente, la piel escamosa y romboidal de una
serpiente. Y así, estas partes concentran las once contribuciones de los y las
doce autores y autoras que componen esta obra.
La primera
parte reúne textos sobre animales en el alto, que habitan los cielos y las
copas de los árboles, y que desde allí miran a los humanos que miran hacia
arriba. La primera contribución es del propio Vander Velden,
que responde la pregunta: ¿qué es el águila arpía para los karitiana
del suroeste de la Amazonía brasilera? Continúa la serie el texto de Marques
Pereira y Duarte Riquelme –este último presentado como indígena kaiowá– y allí responden a la pregunta: ¿qué es el mono
para los kaiowá de Mato Grosso do Sul de Brasil? Esta
parte cierra con el aporte de Vera Britos, quien profundiza los temas
planteados en el texto anterior a partir de considerar la cosmología paĩ tavyterã de Paraguay, como
son conocidos los kaiowá al otro lado de la frontera
con Brasil.
La segunda
parte nos sumerge sensorialmente en la selva y los montes, con textos sobre
felinos que nos miran de frente y que no deben ser nombrados para no propiciar
el encuentro, y con la única contribución del volumen que nos habla del rol de
los insectos en los mundos amerindios. Primero, Medrano nos lleva a las tierras
bajas del Gran Chaco Argentino para responder: ¿qué es el tigre para los qom? El siguiente capítulo, de Kapfhammer,
nos lleva a la pregunta: ¿qué es la hormiga bala para los sateré-mawé
del Bajo Amazonas brasileño? El carácter radicalmente transformador del
encuentro con otro ser es ampliado en el texto siguiente, donde Isla nos introduce en la pregunta: ¿qué es
el puma para los mapuche del Alto Bío Bío, en Chile?
En la
tercera parte del libro vamos a las tierras altas andinas, para abordar las
relaciones entre los humanos y los animales que entran bajo sus dominios, es
decir, animales domésticos. Inicia Pazzarelli para responder: ¿qué son las cabras y
ovejas para los y las habitantes de Huachichocana, en
la provincia de Jujuy del noroeste argentino? Dransart completa esta parte preguntándose:
¿qué es un camélido –vicuñas, guanacos, llamas y alpacas– en Isluga, al norte de Chile?
En la cuarta
parte fijamos, finalmente, la mirada en el suelo y las profundidades acuáticas,
donde habitan aquellos animales que nadan y se arrastran. Aquí, Cayón nos habla
sobre: ¿qué es la anaconda para el pueblo tukano del
noroeste amazónico? Coffaci de Lima propone la
siguiente discusión en torno a: ¿qué es la boa para los noke
kuin del suroeste del Amazonas brasileño? Finalmente,
Andrade nos introduce en el universo de los galibi-marworno
del río Uaçá, en la frontera brasileña con la Guyana
francesa, para responder: ¿qué es el caimán?
Les
invitamos, entonces, a hacerse de este libro tan atractivo a la lectura y que
contribuye a un campo que la antropología no olvidó ni dejó de lado, pero que
requiere de más aportes en esta línea, para pensar no solo los campos
etnográficos, sino también las articulaciones entre-etnografías,
en el marco de las teorías etnográficas. Aún más, en este contexto político,
social y económico, entre pandemias, incendios regionales y granjas
industriales, ¿Qué es un animal? nos
acerca la diversidad de relaciones reales y posibles entre humanos y animales,
y nos abre a pensar modos divergentes del –¿universal?–
planteado por la modernidad, donde los animales son seres utilitarios,
subsumidos a un sistema de explotación simbólica y económica, entre tantas
otras crueldades. Este libro es, al fin, la respuesta etnográfica a una
pregunta con muchas respuestas posibles.