Daniel Miller, Laila Abed Rabho, Patrick Awondo, Maya de Vries, Marília Duque, Pauline Garvey, Laura Haapio-Kirk, Charlotte Hawkins, Alfonso Otaegui, Shireen Walton y Xinyuan Wang
Londres, UCL Press
2021, 342 pp.
por Victoria Irisarri
Becaria Postdoctoral Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín
orcid.org/0000-0002-4877-7519
Cómo citar esta reseña: El Smartphone Global: Más allá de una tecnología para jóvenes. De Daniel Miller, Laila Abed Rabho, Patrick Awondo, Maya de Vries, Marília Duque, Pauline Garvey, Laura Haapio-Kirk, Charlotte Hawkins, Alfonso Otaegui, Shireen Walton y Xinyuan Wang. Victoria Irisarri, Etnografías Contemporáneas, 9 (16). pp 260-263.
El nuevo libro El Smartphone Global: más allá de una tecnología para jóvenes, producto de una investigación etnográfica colectiva, brinda un enfoque y hallazgos únicos sobre un objeto globalizado: el teléfono inteligente. En el marco del proyecto The Antropology of Smartphones and Smart Aging (ASSA), financiado por el European Research Council (ERC), esta investigación se centró en comprender los usos y significaciones de los llamados teléfonos inteligentes entre personas en proceso de envejecimiento. El libro parte de una serie de premisas desarrolladas a lo largo del trabajo que estructuran el núcleo del argumento. En primer lugar, cuestiona un sentido común dominante de que el uso intensivo y de cierta expertise de los smartphones es predominio de los jóvenes. A partir de una inmersión en la vida cotidiana de personas de grupos etarios que no se asocian automáticamente con la tecnología digital, este trabajo da cuenta de cómo la emergencia de este dispositivo impactó en el modo personal y colectivo de gestión de la salud. A su vez, desnaturaliza la noción de teléfono inteligente. Lejos de adoptar una categoría producida desde el mercado, y muchas veces asumida desde las ciencias sociales, este estudio parte del concepto de “inteligencia desde abajo” para mostrar que el teléfono solo puede volverse inteligente mediante el trabajo humano artesanal que personaliza cada dispositivo y lo vuelve “inteligente” en esa relación. Por último, el libro da un paso más y repone uno de los interrogantes clásicos de la antropología sobre qué es ser humano para preguntarse por qué tipo de intimidad antropomórfica particular se genera en la relación con los smartphones. Estos artefactos –como lo hicieron antes otros– se tornaron prótesis del cuerpo, amplían la memoria (que como la humana puede potencialmente perderse) y transforman los modos de percibir y relacionarse con el mundo.
Daniel Miller es profesor y cofundador del centro pionero en Antropología Digital en University College London (UCL). Al igual que en su proyecto anterior, Why We Post, que estuvo centrado en comprender los usos de las redes sociales a nivel global, vuelve en este volumen a apostar por el trabajo colectivo para la producción etnográfica. Para descubrir los usos y significados localizados del smartphone conformó un equipo de 11 investigadoras que durante 16 meses se insertaron en diversas ciudades del mundo: Alfonso Otaegui en Santiago de Chile; Charlotte Hawkins en Kampala, Uganda; Daniel Miller en Cuan, Irlanda; Laila Abed Rabho y Maya de Vries en Al-Quds, Jerusalén Este; Laura Haapio-Kirk en Kōchi y Kioto, Japón; Marília Duque en Bento, San Pablo, Brasil; Patrick Awondo en Yaundé, Camerún; Pauline Garvey en Dublín, Irlanda; Shireen Walton en NoLo, Milán, Italia y Xinyuan Wang en Shanghái, China. El emplazamiento en cada lugar fue a través de diversas estrategias teórico-metodológicas, que permitieron formas específicas de construcción de una trama de relaciones y, por ende, de un trabajo de campo particular. La flexibilidad del método etnográfico habilitó a que cada investigador decidiera cuál era su mejor opción. Así, algunos de los y las integrantes del equipo brindaron talleres para adultos mayores sobre el uso de WhatsApp y otras herramientas disponibles en los teléfonos inteligentes; otros se insertaron en actividades comunitarias en iglesias o centros de migrantes; finalmente, finalmente están quienes realizaron caminatas diarias con sus interlocutores, se unieron a un coro o a grupos de costura.
Si bien el método comparativo nunca desapareció totalmente, como señala el antropólogo Matei Candea, éste había quedado relegado a un positivismo considerado ingenuo. En este libro la apuesta por el método comparativo revierte ese supuesto y lo convierte en uno de sus puntos fuertes. Este tipo de análisis se destaca principalmente a partir de dos actividades: a lo largo del trabajo de campo, una vez por mes, los investigadores compartieron notas para interrogar comparativamente categorías específicas. Luego, al momento de la escritura, el análisis comparativo se plasmó a lo largo del libro para dar cuenta de las diferencias y similitudes en los usos y significaciones de los smartphones. El análisis comparativo no se desarrolla a partir de una división entre “nosotros” y los “otros”, sino que, aunque no totalmente teorizada en su propuesta, se da a través del contraste entre las diversas situaciones de trabajo del campo.
El libro, dividido en nueve capítulos, propone un recorrido que combina debates históricos sobre la emergencia y conceptualización de los teléfonos inteligentes con los usos cotidianos que diversos grupos de personas hacen de ellos. Así, el primer capítulo presenta la construcción del objeto de estudio, separando al smartphone de “un tipo más” de teléfono, para darle una definición propia a partir del concepto de “inteligencia desde abajo”. En esta parte también se delinean las estrategias metodológicas, que luego están ampliadas en el Apéndice: metodología y contexto (sección sumamente útil para el posible desarrollo de investigaciones similares o como insumo pedagógico). El capítulo dos aborda los discursos que, con sentidos contradictorios y ambivalentes, diferentes actores elaboran sobre los smartphones, discursos principalmente cargados por debates políticos y morales, y busca mostrar cómo difieren de lo que las personas realmente hacen con estos dispositivos. El tercer capítulo, además de abordar las diferencias de acceso a los dispositivos digitales y a la conexión, continúa una conversación que comenzó en el proyecto anterior, Why We Post, que permite comprender cómo los teléfonos inteligentes no pueden ser estudiados como elementos aislados, sino como una “ecología de pantallas” en donde el uso de una interfase tiene sentido en relación con las otras.
Los capítulos cuatro, cinco y seis condensan una serie de conceptos que aportan innovación y densidad teórica para el análisis del smartphone como fenómeno contemporáneo. Por un lado, la investigación muestra la centralidad del WhatsApp en la vida cotidiana. Para la gestión digital de la salud parece importar más la capacidad que tiene esta aplicación de generar vínculos que las características específicas de aquellas diseñadas para temas médicos. A su vez, el smartphone brinda una nueva experiencia, la de “oportunismo perpetuo” o permanente, un objeto conectado con otros que está siempre disponible. Esta noción tiene su contracara, mencionada en la investigación pero menos explorada, que es la de “presión perpetua”: un dispositivo que al mismo tiempo se vuelve posibilidad y demanda. Por último, los capítulos siete, ocho y nueve abren discusiones sobre el envejecimiento y su relación con el smartphone. Similar al análisis desarrollado por Claude Lévi-Strauss en La Lección de Escritura, célebre análisis incluido en Tristes Trópicos, podemos inferir que quienes dominan las habilidades para el manejo del smartphone, detentan poder. En general, suelen ser las generaciones más jóvenes, pero también se producen nuevas divisiones intrageneracionales que dependen del desarrollo de nuevas capacidades como el saber buscar información.
Daniel Miller, coordinador del equipo de investigación, además de ser un antropólogo reconocido por sus aportes a los debates sobre cultura material y antropología digital, ha sostenido a lo largo del tiempo un compromiso político con el acceso abierto de la producción académica y su posible incidencia en las políticas y los debates públicos. Como parte de este posicionamiento, todos los libros producidos bajo el paraguas de este proyecto están disponibles de forma gratuita. El libro, elaborado en un lenguaje accesible, busca lectores no solo del mundo académico, explorando nuevas plataformas y recursos digitales. Así, se complementa con un sitio web y un blog que proveen una serie de videos cortos y fotografías que resumen e ilustran algunos de los conceptos teóricos y estrategias metodológicas del trabajo de campo. Así, por ejemplo, es posible recorrer a través de la mirada de la investigadora Laura Haapio-Kirk la zona rural de Kōchi en Japón, para descubrir dos conceptos centrales como son honna y tatemae que hacen a la noción particular de persona de ese país o cómo el smartphone pasa de ser una línea telefónica a una conexión vital frente a catástrofes climáticas. O en el caso de Adolfo Otaegui conocemos cómo durante la pandemia de COVID-19 migrantes peruanos en Santiago de Chile estrecharon relaciones familiares a la distancia y hasta pudieron compartir sesiones de estudio a través de WhatsApp. Cada uno de los sitios etnográficos cuenta con múltiples recursos audiovisuales que muestran de forma relativamente sencilla, breve y atractiva los principales resultados de este trabajo.
Este libro es un aporte original a los procesos de una antropología de lo digital y a los estudios sobre medios de comunicación, que aporta la construcción de un nuevo objeto de investigación y un modo de abordarlo. Al mismo tiempo, se presenta como un formato novedoso que hace de la escritura y la presentación de resultados un espejo del propio objeto: asume lo digital no sólo como su objeto de investigación, sino como un lenguaje contemporáneo que afecta a la propia antropología.