Intimidades de frontera

Mujeres Ayoreo y economía sexual en el Chaco Paraguayo

Paola Canova Cabañas

Buenos Aires: editorial Biblos

2023, 224 páginas.

por Santiago Durante

Doctor en en Lingüística

Universidad Nacional de Hurlingham,

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

santiagodurante@gmail.com

Cómo citar esta reseña: Intimidades de frontera. Mujeres Ayoreo y economía sexual en el Chaco Paraguayo. De Paola Canova Cabañas. Santiago Durante. Etnografías Contemporáneas, 10(18). pp 255-258.

Mi primer contacto con el pueblo ayoreo se dio sin que fuera del todo consciente de ello. Durante años, pensé que se había dado un día lunes por la mañana allá por 2011 en una escuela rural en el monte chaqueño. Sin embargo, realmente vi a los ayoreo (o mejor dicho a las mujeres ayoreo) la noche anterior, cuando bajé del ómnibus NASA-GOLONDRINA en la ciudad de Filadelfia, Paraguay, y caminé por la avenida Hindenburg. Allí estaban ellas, las curajodie, que me miraban sonrientes mientras yo cargaba mi mochila sin comprender demasiado en dónde estaba. Yo llegaba a mi primer trabajo de campo con preconceptos que ligaban a los ayoreo con el monte, con la ruralidad. Las primeras personas de la comunidad con las que me crucé se movían en la ciudad con una visibilidad y desparpajo que no cuadraban con el imaginario que traía conmigo desde Buenos Aires. En mi imaginación me encontraría con ellos en el monte y saludaría a hacheros y a artesanas. Sin embargo, en ese primer contacto me encontré con mujeres jóvenes maquilladas y vestidas con ropas brillantes. Imaginaba encontrarme con un varón con un rol de autoridad y mirada seria, pero lo primero que me topé fue con jovencitas que me miraban y sonreían con desparpajo en la noche cálida y a la luz de las farolas de la avenida principal de Filadelfia.

El libro de Paola Canova Cabañas, Intimidades de frontera. Mujeres ayoreo y economía sexual en el chaco paraguayo, nos propone una mirada profunda hacia la economía sexual de las mujeres ayoreo. El libro plasma una larga y multifacética indagación en terreno en la cual la autora participa de diferentes situaciones y se entrevista con los diversos actores involucrados. Es fruto de un trabajo de campo etnográfico realizado por la autora con el pueblo ayoreo entre 2000 y 2018. El extenso lapso temporal en terreno explica la mirada tan profunda que evidencia la lectura de este libro.

El territorio, caracterizado como espacio liminar o de frontera, es la arena que da pie y sustancia al problema que el libro, minuciosamente y con una mirada abierta, devela. El Chaco ocupa el sesenta por ciento del Paraguay. Sin embargo, hasta el siglo XX se trataba de una región casi inexplorada para la sociedad no indígena. Este escenario fue ideal para la inmigración de refugiados menonitas provenientes de Canadá y Rusia y que deseaban permanecer ideológicamente aislados de otras poblaciones. A partir de la década de 1960, estas comunidades menonitas fueron el motor de un rápido desarrollo económico que promovió el crecimiento vertiginoso del Chaco Central. Fruto de este desarrollo, las ciudades de la región recibieron migrantes internos que llegaban a trabajar, junto con los habitantes indígenas originarios, en las estancias de la zona en situaciones de alta precariedad.

El pueblo ayoreo, por su parte, ocupa el territorio limítrofe entre Paraguay y Bolivia al menos desde el siglo XVI. A comienzos del siglo XX y de la mano de una creciente ocupación de su espacio vital, crecieron los conflictos internos dentro del pueblo, inducidos por grupos foráneos. Esta situación forzó el contacto con grupos religiosos como la Misión Nuevas Tribus. Para mediados de los años 60, los ayoreo habían cambiado sus vidas de un modo radical. Las prácticas sexuales tradicionales de las mujeres ayoreo, sustentadas en lógicas de intercambio, no quedaron exentas de estos violentos cambios. Un tema tan complejo como la economía sexual de las mujeres en un pueblo originario americano –como es el ayoreo en el cual la violencia es evidencia del conflicto de una zona de contacto y, aún más, de frontera– pueden llevar a pensar el fenómeno como producto directo de una situación de sometimiento. Sin negar el conflicto, muy al contrario, haciéndolo evidente, este libro va más allá.

La propuesta es entender esta práctica en su enorme complejidad y considerando a cada uno de los sujetos involucrados. Lejos de ser un fenómeno actual inconexo, la economía sexual de las curajodie encuentra su motivación en una concepción ancestral del cuerpo y la autonomía. No estaba mal visto que una joven tuviera relaciones sexuales con muchos hombres antes de casarse, incluso paralelamente. Era de hecho algo considerado positivo en oposición al casamiento temprano que era considerado indeseable. El intercambio sexual era reciprocado por los varones en la forma de un regalo. Una línea de conexión con ese pasado persiste en la actualidad en una práctica sexual económicamente mediada en la cual las mujeres son intérpretes de su propia sexualidad. Si el contacto con la sociedad envolvente produce una pérdida de autonomía económica para las mujeres ayoreo, el intercambio sexual es una praxis que reafirma y repone esa autonomía perdida.

Es que el conflicto intrínseco que trae el contacto de los pueblos indígenas con la sociedad envolvente fue para el pueblo ayoreo particularmente traumático. Las historias sobre su agresividad y carácter indómito les impidieron negociar el acceso a espacios para establecer comunidades en las ciudades o a los puestos de trabajo más deseables. Sin embargo, mientras que los varones ayoreo de algún modo fueron incorporados al mundo laboral, no fue ese el caso de las mujeres. Frente a una exclusión que no armonizaba con la autonomía tradicional que detentaban, las mujeres ayoreo desarrollaron diferentes estrategias como ser las encargadas de la administración financiera del hogar o transar su sexualidad con menonitas o trabajadores golondrina.

Si bien el interés principal de esta extensa labor etnográfica es acompañar la experiencia de las curajodie, el libro nos presenta un panorama polifónico. Las voces de las mujeres ayoreo conviven con testimonios de hombres y mujeres menonitas así como de los trabajadores migrantes paraguayos provenientes de la zona oriental del país. Estos trabajadores golondrina pasan meses en las estancias de la región viviendo sus vidas en situaciones de extremo sometimiento, control y violencia. Al salir de ese encierro rural, su primer impulso es visitar los bares de las periferias urbanas en los cuales transan favores sexuales con las curajodie. Sin juzgar, pero también sin matizar la violencia, la indagación nos permite ver en su real dimensión el conflicto.

Los hombres y mujeres menonitas que se emplazaron en tres colonias en el Chaco Paraguayo, lejos de la persecución religiosa que los hizo huir de sus regiones de origen y atraídos por un territorio que sentían al margen del alcance estatal, vieron con sorpresa y escasa comprensión a los indígenas que preexistían en la región. Dentro de esa mirada asombrada, era la visión del pueblo ayoreo la que más atención suscitaba. Veían a hombres y mujeres que vestían con poca ropa, que se comportaban como niños, que no se aseaban o peinaban y que reían. En una sociedad jerárquica y retraída, el comportamiento y la visibilidad de los ayoreo generaba rechazo. Luego aprenderían que esa risa era el código para expresar el deseo entre las curajodie. Décadas más tarde y aún con vínculos afectivos y sexuales establecidos entre menonitas y mujeres ayoreo, la mirada distante y desconfiada sigue siendo moneda corriente.

Es que es justamente el chaco como espacio liminar el que fuerza el contacto entre tan diversos actores. Menonitas y trabajadores paraguayos deseosos de hacerse de un capital monetario habitan un territorio que se concibe ante todo androcéntrico y excluido de la regulación estatal. Hombres hostigados por condiciones laborales denigrantes y con su paga recién obtenida se vinculan con los curajodie lejos de la visión de sus familias y amigos que muy posiblemente denostarían esta clase de encuentros.

Intimidades de frontera, el libro que surge de la tesis doctoral de la antropóloga Paola Canova Cabañas, es una ventana hacia la comprensión de las tensiones del contacto en un espacio liminar. A través de la experiencia de un extenso trabajo etnográfico, la autora trae a nuestras manos un dispositivo que permite descifrar aquello que ni siquiera en el territorio podríamos ver o, mejor dicho, terminar de comprender. La autora habló en ayoreo con las curajodie en los bares cercanos a la ruta y las terminales. Entrevistó en alemán a los menonitas que les confiaron su distancia con los ayoreo pero también sus deseos hacia esas mujeres sonrientes. Conversó con trabajadores de manos ampolladas y marcados por la violencia de una frontera agropecuaria que se amplió a pasos agigantados a costa del dolor de los cuerpos más vulnerables.

En un espacio que oculta, las curajodie muestran. En una sociedad que calla, ellas ríen, miran, interpelan. Las mujeres ayoreo negocian su lugar en un territorio de conflicto con una práctica que, no sin un enorme peligro y desprotección, reafirma su autonomía y actualiza en las prácticas cotidianas la persistencia de su cultura tradicional.