Vivir y beber en Malvinas. Un antropólogo entre los Kelpers

Thomas L. Melchionne

Buenos Aires: Editorial SB

2023, 286 páginas.

por Rolando Silla

Doctor en Antropología Social. Investigador Independiente,
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales,
Universidad Nacional de San Martín.

rolandojsilla@yahoo.com.br

Cómo citar esta reseña: Vivir y beber en Malvinas. Un antropólogo entre los Kelpers. De Thomas L. Melchionne. Rolando Silla. Etnografías Contemporáneas, 10(19), 202-204.

Uno de los principios metodológicos de la etnografía radica en que el etnógrafo, por más que inevitablemente va al sitio de estudio con una idea previa de cómo es la sociedad que va a estudiar y qué es lo que quiere estudiar específicamente de ese grupo humano, debe estar abierto para cambiar radicalmente de posición si descubre que lo más importante para ese colectivo es algo que no había previsto. En esta capacidad del etnógrafo está su habilidad de hacer descubrimientos. Simultáneo a este principio, radica la convicción de que cada sociedad tiene, al menos un locus, un punto central desde el cual se podrían hacer visibles todos o casi todos los aspectos de una cultura.

Estos dos aspectos dominan la etnografía de Thomas Melchionne sobre los kelpers que habitan las islas Malvinas. Porque si en principio este investigador norteamericano arribó a las islas preocupado por realizar estudios sobre la infancia, y por ello incluso trabajó como maestro en el interior de las islas, rápidamente notó una cualidad de los isleños: la de consumir de forma notable grandes cantidades de bebidas alcohólicas. De ahí que durante su estadía decidiera cambiar su proyecto original para describir cómo los habitantes del camp –tal cual se denomina al interior de las islas y contrapuesto a la ciudad de Stanley– hacen uso de las bebidas alcohólicas, en su convicción de que una compresión de los habitantes de las islas Malvinas requería una compresión previa de cómo los kelpers lidian con el alcohol.

Melchionne arribó a las islas unos meses antes de abril de 1982, cuando el gobierno argentino de facto decidió la ocupación militar de las Malvinas. Retornó a los Estados Unidos durante el conflicto armado y volvió a las islas en septiembre de 1982, en donde se quedó hasta mayo de 1983. El estudio entonces se refiere a ese presente etnográfico. De todas maneras, el conflicto armado aparece de manera muy indirecta, y el autor solo desarrolla brevemente la relación de los isleños con las tropas británicas asentadas en las islas una vez expulsadas las fuerzas armadas argentinas.

La habilidad de Melchionne está en vincular el uso de bebidas alcohólicas con diferentes facetas de la estructura social y la vida cotidiana de los kelpers. En el momento de su estadía, las Malvinas se caracterizaban por tener una baja densidad demográfica, ya que en 1980 eran 1.813 personas las que vivían en las islas, de las cuales 1.050 se asentaban en Stanley y 763 en el camp, la principal zona de estudio de Melchionne. A esto debemos sumarles 4.000 soldados británicos que se instalaron después del conflicto, y que aumentaron la brecha entre hombres y mujeres, un punto importante para la tesis de Melchionne sobre el consumo de bebidas alcohólicas por parte de los hombres.

Las Malvinas de ese entonces se caracterizaban por tener una estructura económica latifundista; por ende, la mayoría de los trabajadores rurales y sus familias vivían en los centros operativos y residenciales de las estancias, en donde la principal actividad productiva era la ovina, y la mayoría de los trabajadores eran pastores y esquiladores. Una sociedad que el autor describe caracterizada por un poder local fuerte y una autoridad central débil.

Melchionne relaciona el uso de bebidas alcohólicas con variables tales como la historia de la población, el clima, el aislamiento cultural con Sudamérica, la falta de mujeres y la economía de las islas de ese entonces (caracterizada por la instauración del colonialismo británico, el latifundio y un sistema político que lo denomina feudal). No utiliza el término alcoholismo, primero porque no es una categoría nativa, y segundo porque no quiere a priori patologizar las conductas sino antes comprender la situación.

¿Qué tipos de bebidas alcohólicas utilizaban? Aquí la cuestión está en relación con el enclave británico que son las islas, ya que la dependencia económica y comercial con el Reino Unido, distante a 13.000 km., hacía que existiese una preferencia de la cerveza lager, el ron o el whisky y no de los vinos de mesa tan populares por ese entonces en Argentina, distante sólo a 560 km., pero con quienes el intercambio comercial, incluso antes del conflicto armado, era muy limitado.

Un principio moral consensuado entre los pobladores es que no se debe mezclar la bebida con el trabajo, por ello se bebe más después de la jornada laboral, los fines de semana y en fechas festivas. En su opinión, la falta de mujeres es un punto nodal del tipo de consumo de bebidas alcohólicas en las islas, pues considera que los hombres que están obligados a vivir sin mujeres tienden a compensar las lagunas de sus vidas bebiendo en abundancia. Así, beber es parte constitutiva de la masculinidad kelper, lo que no implica que las mujeres también beban en abundancia. Melchionne casi no encontró abstemios hombres en el camp. Entre los hombres, encuentra un continumm entre quienes beben poco a borrachos crónicos, que los isleños denominaban piss-up artista, y que Melchionne calcula que lo compone un 3% de la población. En el caso de las mujeres, describe la situación de esposas que, al no conseguir convencer al marido para que deje de tomar, deciden ellas también acompañarlo, o mujeres que tienden a beber solas en sus hogares y no en los pubs.

La cuestión de cómo aprenden los kelpers a beber lleva a Melchionne a indagar en las diferentes edades. Los niños, imitando a sus padres, juegan a emborracharse. Luego de un período de control muy fuerte del consumo en la preadolescencia, paulatinamente, y en especial los varones, comienzan a beber hasta estar plenamente habilitados hacia los 18 años, al convertirse definitivamente en adultos. Así, beber es un aprendizaje que comienza en la niñez, se continúa en la adolescencia y convertirse finalmente en un bebedor habitual índica el pasaje a la adultez masculina. Al intentar beber como adulto, un joven aprende en esta acción a comportarse como un miembro adulto de la comunidad. Como la bebida se considera uno de los placeres de la vida, la competencia cultural para un adulto implica saber cómo usar las bebidas alcohólicas de formas aprobadas localmente. Los habitantes del camp consumen bebidas alcohólicas como actividad lúdica y como fuente de placer para acompañar otras formas de recreación. Beber es en general una actividad social, por ello simultáneamente a la ingesta de alcohol se acostumbra a jugar a los dados, a las cartas, y estimular la conversación. Existen también situaciones como las piss-up, término local que refiere a una sesión social de bebida en la que los participantes tienen como objetivo mantener un nivel extremo de intoxicación, durante el mayor período de tiempo posible, y que en general no son eventos planificados.

Sobre los problemas personales, familiares y sociales que podrían tener este tipo de prácticas, Melchionne señala que los isleños no atribuyen la causa de la violencia contra las mujeres, el vandalismo o el abuso infantil y otros actos que sean culturalmente inapropiados al alcohol en sí, sino que colocan el lugar de la culpabilidad en la incapacidad del delincuente individual para controlar su comportamiento mientras se encuentra bajo la influencia del alcohol.

Beber es un acto recreacional y de convivencia más que ceremonial o ritual. Uno muestra la pertenencia a un grupo social bebiendo con otros miembros de su grupo, mientras que, a la inversa, excluir a alguien de un círculo de bebida implica también la exclusión de esa persona.

“Vivir y beber en Malvinas” es en su origen una tesis doctoral defendida en 1985 en la Rutgers University (New Jersey, Estados Unidos). Melchionne falleció a los 41 años de edad en 1994, y su trabajo nunca fue publicado por una editorial profesional, y la presente es su primera edición. Fue descubierta por el antropólogo Lorenzo Macagno, quien realizó la traducción del inglés al español, la edición y la presentación de la obra. Cuenta también con un prólogo de la antropóloga Rosana Guber, una especialista en la cuestión Malvinas.

Si bien describe una realidad que ocurrió hace ya cuarenta años, la obra nos ofrece un detallado panorama de la vida de los kelpers que habitaban las islas Malvinas en ese entonces; unas islas que los argentinos deseamos tanto que nos sean devueltas pero de las que, simultáneamente, sabemos muy poco.