Radiografía del nuevo campo argentino

Del terrateniente al empresario transnacional

Gras, Carla y Hernández, Valeria

Buenos Aires, Siglo Veintiuno

2016, 304 pp.

Por Sol Hurtado1

El capitalismo contemporáneo, signado por la hegemonía del neoliberalismo, es abordado críticamente en este libro desde Argentina, a través de un recorrido –a la vez hermenéutico y político– por la trayectoria de dos entidades empresarias del agro que se tornaron paradigmáticas y hegemónicas a partir de la segunda mitad del siglo XX: la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA) y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID).

Esta investigación –desarrollada desde 2005– se sustenta sobre un profundo abordaje etnográfico, numerosas entrevistas a actores clave, y análisis de material de divulgación de diversas entidades empresariales del agro y de medios periodísticos. Asimismo, representa la más reciente producción de una extensa reflexión sobre la ruralidad argentina de la socióloga Carla Gras y la antropóloga Valeria Hernández, ambas investigadoras de larga trayectoria. Entre sus últimos libros, pueden mencionarse: La Argentina Rural: de la producción familiar al agronegocio (Gras y Hernández, coords.; 2009) o El agro como negocio. Producción, sociedad y territorios en la globalización (Gras y Hernández, coords.; 2013).

Radiografía del nuevo campo argentino analiza la (re)inscripción de América Latina como proveedora competitiva de materias primas en el actual régimen global a partir de la expansión de lógicas de acumulación de capital que configuran el llamado modelo de agronegocios. Mediante la identificación de modelos empresariales, modos de movilizar factores productivos y el progresivo rol del conocimiento, las autoras logran esclarecer el tipo de entrelazamiento entre agro, desarrollo y tecnología que edificó la burguesía agraria, y que redundó en la reconfiguración del perfil y la recomposición de la cúpula de las clases dominantes.

La AACREA se funda en 1957 como un nuevo espacio de reproducción de la burguesía terrateniente, moldeando una perspectiva sobre la modernización del agro anclada en la tecnología. En estos años, la llamada “Revolución Verde” se constituyó en el paradigma mundial de desarrollo capitalista en la agricultura, lo cual significó la “exportación” del modelo de agricultura moderna de Estados Unidos a los países en vías de desarrollo. Su expansión estuvo acompañada de procesos de concentración y transnacionalización de la producción y comercialización de insumos agrícolas, contribuyendo en la conformación de circuitos globales de producción y consumo de alimentos que implicaron un desanclaje de la producción agropecuaria respecto de las necesidades de los países productores.

Con este marco global, la AACREA logró asentar su posición hegemónica neutralizando el debate sobre la tenencia de la tierra, que había sido central para el abordaje de la cuestión agraria hasta ese momento. El contexto local, signado por el desmantelamiento progresivo de las normativas dictadas por el peronismo en materia de acceso a la propiedad de la tierra, y la tecnología formulada como vector revolucionario, habilitaron cierta continuidad de intereses y horizontes entre las distintas capas de la burguesía agropecuaria, lo que redundó en la preservación de las clases dominantes, el resguardo de sus intereses como propietarios y la renovación de su capacidad de dirección ideológica del agro.

Erigiéndose como el actor experto para dar soluciones a los problemas del agro, la AACREA ejercía su poder de influencia mediante la promoción de la incorporación de las llamadas tecnologías de “costo cero”, asentando su legitimidad de forma coherente con la función ideológica que la ciencia y la tecnología asumen en el capitalismo contemporáneo.

Las políticas de liberalización económica llevadas adelante por la última dictadura cívico-militar a partir de mediados de la década de 1970 permitieron que el giro financiero del capitalismo contemporáneo hiciera pie en Argentina, habilitando la instalación de un nuevo régimen de acumulación.

Hacia mediados de la década de 1980, distintos organismos multilaterales comenzaron a impulsar la liberalización de las agriculturas, contribuyendo a la consolidación de la centralidad de las grandes empresas transnacionales en la producción de alimentos. En paralelo se fue dando un proceso de mercantilización del conocimiento, a la vez que se iba produciendo una transición del modelo de acumulación basado en la gran industria hacia otro sustentado en el desarrollo del conocimiento tecnocientífico, donde el capital financiero, cuya influencia iba reconfigurando las reglas del comercio mundial, conoció un nuevo espacio de inversión: la biotecnología.

Así, las empresas transnacionales serán las propietarias de las patentes tecnológicas, reguladoras del mercado de consumo, agentes económicos concentrados y orientadoras de la cadena de valor agrícola a nivel global y, a nivel local, lograrán articular procesos institucionales internacionales y procedimientos de anclaje locales, dejando en un lugar de subordinación a los actores locales.

En esta “ruralidad globalizada”, la AAPRESID, fundada hacia fines de la década de 1980, se posicionó como pionera y referente del modelo agrario, quintándole a la AACREA la exclusividad que tenía como única institución privada capaz de realizar acciones de desarrollo y transferencia tecnológica en el agro. Permitiendo que los suelos considerados marginales comenzaran a destinarse a la producción mediante su articulación “virtuosa” con las nuevas tecnologías de agroinsumos, la siembra directa se convertiría en un vector para la expansión tanto del paquete semilla genéticamente modificada/biocida, como de la presencia de la AAPRESID.

Retomando la tendencia clásica de los sectores agrarios dominantes de posicionarse como actores determinantes del desarrollo nacional, el modelo de agronegocios encarnado en la AAPRESID construirá una trama reticular multidimensional y transectorial con la capacidad de “viralizar” sus propuestas, promocionando a las agrobiotecnologías como el camino hacia el desarrollo que superaría las antinomias fundantes de la Argentina: campo/industria, interior/capital, barbarie/civilización.

Radiografía del nuevo campo argentino esclarece cómo se conjugaron las voces de académicos, empresarios y periodistas para dar densidad a la economía política del agribusiness. En este nuevo escenario, los posicionamientos ideológicos tradicionales quedaban sin sustento frente a la supuesta prosperidad que derramaba el modelo, incorporando de esta forma una explícita función ideológica al liderazgo tecnológico e intelectual del paradigma agrario de fin de siglo. Las diferencias del modelo empresarial impulsado por las dos asociaciones sobre cómo poner en juego los pilares del agronegocio reflejan su pregnancia e indican la flexibilidad que logró en su anclaje en la Argentina.

La emergencia de esta nueva dirigencia involucra un proceso de recomposición de la cúpula del sector agropecuario argentino a partir de la década de 1990. Esta cúpula renovada protagonizó un proceso de translatinización, extendiendo su actividad al Cono Sur a inicios de la década de 2000, expandiendo su escala y diversificando su producción. A su vez, integró diversos focos de acumulación incorporando la captura de capital por la renta de la tierra, como expresión local del fenómeno global de acaparamiento a gran escala.

Esta caracterización difiere de las dinámicas de acumulación y las estrategias de reconversión de las empresas de base nacional para quienes la inserción en un circuito globalizado está mediada por las condiciones nacionales que moldean dicha inserción.

Hacia el final del libro las autoras dan cuenta de los nada desdeñables puntos de fuga intrínsecos del modelo, tales como la polarización socioeconómica y los múltiples problemas de salud pública, contaminación y agotamiento de recursos naturales, que atentan contra su reproducción y lo constriñen a reinventarse para poder sostener su posición dominante y evitar una potencial crisis de hegemonía. Lejos de las potencialidades “benéficas” de la biotecnología imaginadas por las agencias de desarrollo, en la actualidad se verifican pesadas consecuencias y emergen tensiones, tanto a nivel global como a nivel local, que podrían fragilizar la legitimidad del modelo a mediano plazo.

Con esta caracterización de la situación actual del agro argentino, el libro explicita los mecanismos por los cuales los procesos de intensificación del capital elevan los umbrales mínimos para persistir en la actividad, evidenciando los efectos que la intensificación productiva tiene sobre la sustentabilidad ambiental y los modos en que la dimensión tecnológica opera como motor de exclusión social. Estas determinaciones vuelven a colocar en primer plano la capacidad clave del Estado para regular los conflictos que suscita la lógica expansiva del modelo en el plano ambiental y social.

A lo largo del libro, Gras y Hernández logran declinar la dimensión de legitimidad alcanzada por el modelo de agronegocios en Argentina y de esta forma dilucidan cómo se inscriben en este territorio específico las lógicas globales del capitalismo contemporáneo.

Recibido: 20 de junio de 2017.

Aceptado: 10 de agosto de 2017.

1.

Doctoranda en Antropología Social (IDAES-UNSAM, Becaria Doctoral (IDAES-UBA-CONICET).