How the world changed social media

Miller, Daniel et al.

London, UCL Press

2016, 288 pp.

Por María Florencia Blanco Esmoris1

La vertiginosidad de los cambios en los medios sociales de comunicación, impresos, digitales y virtuales, no pueden pensarse sin tener en cuenta los contextos en los que ellos mismos se emplazan y desplazan. Esta es una de las propuestas que se plantean Daniel Miller y su equipo de trabajo en How the world changed social media. De corte programático y de divulgación, este es el primer libro de un proyecto mayor denominado Why we post?2 (¿Por qué posteamos?), que publicará once títulos para fines de 2017, en el que se reflexiona sobre las tensiones que atraviesan los medios digitales3 y sus usuarios a través de múltiples casos empíricos. Con un rigor etnográfico que podríamos denominar “clásico” este texto presenta algunos conceptos emergentes de nueve trabajos de campo de quince meses de duración realizados en simultáneo en diversos territorios.

El mundo virtual no es un mundo aislado ni paralelo, ni se encuentra por fuera -si es que tiene entidad y especificidad alguna- de lo social; tampoco hay algo más real que lo virtual en tanto, lo virtual forma parte del orden de la realidad. Para un análisis de los medios digitales es necesario analizar los vínculos entre personas, tecnología(s), medios digitales de comunicación y vida cotidiana. Como punto de partida, los autores exponen la teoría, emergente del trabajo de campo de Daniel Miller con chicos en edad escolar en una villa inglesa, de la “socialidad escalable” (scalable society) (2016: 3) para mostrar de qué manera los medios digitales han colonizado la socialidad. La socialidad refiere a las formas de interacción en el mundo, la comunicación y la vida diaria de los actores que se expresa en un nivel microsocial. Escalable refiere a las escalas que toman dichas interacciones, en este caso, que van de lo privado a lo público y del grupo más pequeño al grupo más grande. Esta teoría también tiene como base un trabajo previo de Madianou y Miller (2012) donde desarrollaron la noción de “polimedios” (polymedia) para llamar la atención sobre la imposibilidad de comprender las plataformas, los soportes y sus usuarios si son analizados de manera aislada. Así, el concepto de “socialidad escalable” pone el foco sobre los sujetos y sus prácticas a la vez que permite pensar los gradientes de los lazos sociales y la creatividad en la interacción cotidiana. Los autores toman este concepto para pensar los medios digitales como un lugar más en el que viven las personas, tanto como podrían serlo sus casas o su comunidad.

Esta publicación hace explícito un interrogante ¿cuál es el límite de lo generalizable? Miller et al. reparan en las particularidades geográficamente situadas que median en la incorporación de los medios digitales a la vida cotidiana de nueve lugares diferentes. Como consecuencia, desarticulan los binarismos a los que aluden las personas y los mismos medios digitales al momento de tornarse objeto de reflexión, entre los que se pueden contar online-offline, autonomía-control, ocio-trabajo, educación formal-informal, anonimato-reconocimiento, intimidad-superficialidad, entre otros. Entonces, la pregunta no es ¿qué tienen en común comunidades del Sudeste de Turquía, Norte de Chile, una villa inglesa en Londres, el sudeste de Italia, Trinidad, Brasil “emergente”4, el Sur de India, la China industrial y la China rural? sino ¿en qué formas los usuarios atraviesan y son atravesados por los medios digitales?

Los usos y sentidos de la comunicación se han extendido adquiriendo cierto carácter reticular tanto como los modos de constitución de la subjetividad. Si la comunicación antes se pensaba en relación con el periódico, la televisión y la radio, la irrupción de servicios de mensajería como MSM y AOL modificaron la trama de las comunicaciones y las relaciones sociales. En particular, los autores destacan cómo el Blackberry Messenger (BBM) -desestimado en los análisis de los medios digitales- posteriormente el Wapp y, en China, el QQ y el WeChat transformaron las prácticas de conectividad desafiando la síntesis online-offline. La etiqueta (tag), el hashtag (#), la arroba (@) y términos como “geeks” y “nativos digitales”; han conformado nuevos sintagmas, repertorios de escritura y comunidades de lenguaje y de acción digital que, en muchos casos, han puesto en diálogo lo específico y lo global. Tal vez, un aporte de este trabajo es dar cuenta de otras maneras de pensar esas categorías virtuales cuyo uso excede el campo virtual en el que se originan.

A medida que avanzamos en el texto, otros interrogantes atraviesan esta reflexión: ¿cuáles son las tensiones, los “arreglos” y las negociaciones respecto a temas como la intimidad, el conflicto y la vigilancia?; ¿qué sucede con el ámbito laboral, el dinero, la familia y los valores ponderados por los diferentes grupos sociales de sociedades diversas? Los autores retoman la teoría del attainment (Miller y Sinanan, 2014) para oponerse a las corrientes que consideran a las nuevas tecnologías digitales como debilitadoras del elemento “humano”. Para Miller y su equipo, las tecnologías activan capacidades y habilidades que son incorporadas al orden ordinario. Valores, placeres, felicidad y futuro se tornan matrices relevantes para comprender las redes sociales, las modalidades de presentación del yo y la interpelación al colectivo. Este abordaje demarca un variado y fértil mapa analítico, que surge de los tipos de comunicación estudiados y se apoya en el análisis del romance, los hobbies, la sociabilidad, el reclamo y la espera, entre otros. Tal interés no implica una desatención a temáticas medulares tales como desigualdad, género, política, trabajo y educación, sino que incorpora dichas dimensiones de análisis a la intersección entre vida cotidiana y medios digitales.

Retomando la perspectiva comparada, este libro busca dar cuenta tanto de la complejidad de las sociedades modernas como de las formas de producción del conocimiento. Para ello, las once publicaciones, reflexionan sobre las mismas dimensiones, en el mismo orden y bajo el mismo título, para que el lector pueda efectuar la comparación. Complementariamente, discuten mitos y sentidos comunes vinculados a los medios digitales, tales como: la idea de que nos hacen más individualistas; que la igualdad online significa o puede traducirse en igualdad offline y; que genera un mundo homogéneo. Como derivación, postulan otras tesis vinculadas a: la aparición de nuevos espacios entre lo público y lo privado y, la emergencia de los medios digitales como un “lugar en el mundo”.

En suma, esta obra vertebra grandes temas que bien pueden pensarse para un amplio abanico de preguntas antropológicas y de las Ciencias Sociales. Hay en ella dos grandes virtudes: por un lado, el interrogarse sobre un fenómeno en pleno auge y expansión y, por otro, el buscar contrapuntos conceptuales y etnográficos para cada dimensión trabajada. Aún con estas fortalezas, hay algo que llama la atención: cierta forma decimonónica de la construcción del conocimiento antropológico. La observación, ni anula ni obtura el aporte de esta obra a nuestra disciplina, pero es necesario tener en cuenta la continuidad de ciertas prácticas y distribución del saber. Siendo la primera entrega, carece de precisión respecto a los supuestos de investigación para abordar los medios digitales y la investigación en cada territorio. Así como una falta de problematización sobre algunos “puntos ciegos” al utilizar las tesis psicológicas en relación a la intimidad y la conformación del yo. No obstante, es productivo sobrevolar de cerca estas producciones que nos permiten seguir reflexionando los modos de constitución de lo cotidiano en los términos en que son significativos para quienes utilizan los medios digitales. Es necesario estimular trabajos que no desistan de la perspectiva comparada en Antropología en tanto produce conocimiento e intercambio. Como en el período iniciático de la disciplina, hay un llamado a comprender la constitución de las subjetividades en emplazamientos poco tradicionales. Ahora, menos anclados en el espacio y más anclados en las temporalidades.

Referencias bibliográficas

Madianou, Mirca y Miller, Daniel (2012). Migration and New Media. London, Routledge.

Miller, Daniel and Sinanan, Jolynna (2014). Webcam. Cambridge, Polity Press.

Recibido: 30 de junio de 2017.

Aceptado: 4 de agosto de 2017.

1.

Becaria de Iniciación Doctoral CIS-CONICET/IDES.

2.

Puede consultarse respecto al proyecto en: http://www.ucl.ac.uk/why-we-post

3.

Los autores utilizan el concepto de Social Media para designar a los medios de comunicación, soportes, plataformas, redes e intercambio. Si bien, a menudo, suele traducirse y utilizarse como sinónimo de redes sociales, este término, excede dicha aplicación. En este caso, utilizaremos medios digitales para referir a Social Media (SM).

4.

Este término es parte del título de la etnografía realizada en Bahía, Brasil. Remite a la idea de una “clase emergente” vinculada a la experiencia de movilidad social ascendente, en donde el empleo es sólo una variable vinculada a este movimiento que, dialoga con las aspiraciones por alcanzar un nivel de ingresos, consumos, buena educación y capital cultural. En este contexto, los medios digitales se tornan un lugar clave para compartir oportunidades y consejos como expresiones de la solidaridad para esta clase.