Homosexualidad, familia y reivindicaciones. De la liberación sexual al matrimonio igualitario

Vespucci, Guido

Buenos Aires, UNSAM EDITA, 2017, 289 pp.

Mariana Álvarez Broz

IDAES-UNSAM

Este libro es el resultado de un trabajo de investigación sobre los modos de vida de personas homosexuales y las reivindicaciones de los colectivos de la diversidad sexual en la Argentina, desde los años 60 hasta la actualidad. Su foco está puesto en la articulación entre nociones, sentidos y prácticas de homosexualidad y familia que el autor presenta a través de un complejo y minucioso mapa de variaciones diacrónicas y sincrónicas a las que dio en llamar fórmulas. Estas fórmulas iluminan y hacen justicia a la heterogeneidad como así también a la variabilidad de las formas de relacionamiento erótico-afectivo y de arreglos íntimos y domésticos de varones y mujeres homosexuales.

El trabajo se inscribe en el campo de estudios sobre familia, géneros y sexualidades en un diálogo productivo con las investigaciones sobre movimientos de la diversidad sexual y la lucha por sus derechos. En este marco, el presente material muestra cómo a lo largo de las últimas cinco décadas las concepciones sobre familia, género y sexualidad se fueron enlazando de manera diversa y cambiante. Estos cambios fueron producto no sólo de disputas, negociaciones y consensos que involucraron a distintos actores –Estado, instituciones religiosas, científicas, educativas, movimientos sociales, medios de comunicación, entre otros– con desiguales recursos de poder, sino también a partir de las propias interpretaciones y experiencias de sus protagonistas, en este caso, gays y lesbianas, en períodos y escenarios específicos.

Para esta investigación, el autor apela a dos aproximaciones metodológicas combinadas. Por un lado, realiza un abordaje histórico con el propósito de conocer los significados atribuidos a la homosexualidad y a la familia –y a sus variadas y tensas relaciones– a lo largo del tiempo. Con ese objetivo analiza un conjunto de fuentes escritas –documentos, revistas, folletos, informes, relatos de ficción– como así también materiales audiovisuales –documentales y películas– relacionadas y/o producidas por distintos movimientos socio-sexuales, desde los tiempos de la llamada liberación homosexual de principios de los años setenta hasta las reivindicaciones que acompañaron la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario.

Por otro lado, el autor recurre a una aproximación etnográfica con el propósito de indagar los diversos modos en que se articulan las prácticas vinculadas a la homosexualidad y a las nociones sobre familia, en eventos del activismo LGBT –explorados mediante la observación participante– tales como las marchas del orgullo, encuentros políticos o festivos, conferencias o mesas redondas, encuentros periódicos de las organizaciones, entre otros. Asimismo, analiza relatos de vida de varones y de mujeres entre 25 y 55 años, residentes en las ciudades de Mar del Plata y Buenos Aires a través de la técnica de la entrevista etnográfica con el fin de conocer el tejido de las experiencias biográficas de los actores.

Al comienzo del libro, el autor recupera una pregunta que resultó inspiradora y prolífica de las discusiones teóricas y políticas sobre la relación entre movimientos de la diversidad sexual, reivindicaciones políticas, derechos e igualdad: ¿Por qué las personas homosexuales, que siempre estuvieron enemistadas con la institución familiar, demandan una ley que las habilite a casarse y formar una familia? Es en esta línea que el trabajo pone en evidencia, con un exhaustivo material empírico, cambios y transformaciones sobre cómo se fueron tramando las relaciones entre homosexualidad y familia desde una fórmula impensable a la concreción de una fórmula emergente como el caso de las familias homoparentales.

En ese recorrido, Vespucci analiza cómo el modo de vida de los homosexuales en los años sesenta y setenta, vinculado a la patologización de sus identidades sexuales (propiciada a través de las instituciones médico-psiquiatras), la criminalización de sus prácticas (fundadas en los edictos policiales) y la presunta perversión que caracterizaba sus relaciones sexo-afectivas (construida y reproducida por las representaciones sociales hegemónicas), tornaba impensable el vínculo entre homosexualidad y familia.

En el marco interpretativo del Frente de Liberación Homosexual (FLH) la familia representaba el ícono de la represión sexual. Impregnado por un clima libertario y de ideas contestatarias (el marxismo, la antipsiquiatría, el feminismo antipatriarcal, entre las más significativas) para “liberar la homosexualidad” era preciso “la muerte de la familia”. Por tanto, esta conjunción se presentaba como una fórmula indeseable.

También fue necesario dejar atrás en el tiempo una configuración que, tanto para gays como para lesbianas, se presentaba como una fórmula conflictiva: el proceso del coming out (o salida del armario) y el rechazo familiar ante la revelación homosexual. Desde entonces hasta la elaboración y presentación del lema “Somos Familia” promovido por las organizaciones LGBT en los últimos años, se han sucedido intensas mutaciones de sentido en torno a las personas homosexuales, sus vínculos erótico-amorosos y sus arreglos íntimos y domésticos, y el derecho a su protección por parte del Estado.

Fue a partir de que los colectivos LGBT se pensaron parte constitutiva de un proceso de diversificación familiar que, apoyado en los discursos de las Ciencias Sociales, emergió la noción de “familias diversas”. Pero dada la connotación patológica e inmoral de la homosexualidad y su pregnancia en el sentido común, esos colectivos requirieron de alianzas y estrategias reivindicatorias específicas para visibilizar su nueva consigna.

El discurso de los derechos humanos promovió la no discriminación hacia las relaciones sexo-afectivas de personas del mismo sexo sobre el lema del “derecho a quererse”, sentando las bases para luego demandar el reconocimiento legal de esas uniones. Asimismo, el discurso científico –fundamentalmente los saberes psi– permitió legitimar la homoparentalidad resaltando la capacidad de gays y de lesbianas como un derecho a “quererse sanamente”. Por su parte, el discurso de la igualdad jurídica y ciudadana resultó central para equiparar las familias homosexuales con las familias heterosexuales sobre la afirmación de un “derecho a quererse bajo las mismas normas que otras familias”. Así es como la sanción de la Ley de matrimonio igualitario viene a materializar legal y simbólicamente ese proceso de reconfiguración familiar en los modos de vida de las personas homosexuales.

En ese sentido, este libro revela que si bien el matrimonio igualitario atiende desigualdades legales entre familias hetero y homosexuales su impacto trasciende su uso legal-instrumental, contribuyendo a modificar el estatus simbólico con el que se (auto)perciben gays y lesbianas en la actualidad, ampliando el espectro de posibilidades para concebir la diversidad sexual y los nuevos y variados usos sociales de familia desde la perspectiva de igualdad de derechos.

Sin embargo, la aproximación etnográfica adoptada por Vespucci permite observar en detalle que el matrimonio igualitario no ha producido una uniformización de los estilos de vida, ni de los arreglos íntimos y domésticos de las personas homosexuales. Por el contrario, esta obra deja entrever las diferencias y las singularidades en relación a la co-parentalización (tratamientos de inseminación, acceso a la adopción, reconocimiento social diferencial de la maternidad-paternidad) experimentadas por lesbianas y gays, hecho que revela el valor ineludible de la investigación llevada adelante por el autor.

Cabe destacar que un aporte fundamental del libro radica en la puesta en cuestión de la “tesis de normalización” cuyo argumento sostiene que las personas homosexuales –mediante un giro conservador– demandan un supuesto “deseo normalizador” a través de la conformación de sus configuraciones familiares. Estos argumentos sólo se sostienen si se toma en cuenta el proceso histórico de articulación homosexualidad-familia desde un punto de vista estructural. Sin embargo, tal como sostiene Michel Anderson, analizar la familia implica no sólo la consideración de cambios y continuidades en la estructura, sino también “en la familia como idea”, es decir, en el proceso de transformación de sus significados.

El recurso de la etnografía le permite al autor advertir que las familias homosexuales –ya sea en su componente homoconyugal u homoparental– trastocan el sistema de parentesco hegemónico basado en la alianza heterosexual y la filiación biológica. Esto se pone especialmente de relieve en las maternidades lésbicas y, en particular, en las prácticas de las co-madres, quienes llevan adelante un rol activo en las condiciones generativas (tratamientos de inseminación, presencia en el parto, intentos de lactancia compartida) como así también en la construcción social de sus lazos maternales, apelando a los recursos de afectividad, cuidados personales y responsabilidades de crianza.

En este sentido, este libro constituye un material sumamente interesante para el campo de estudios antropológicos sobre el parentesco, puesto que deja plasmadas nuevas y estimulantes preguntas en torno a la relación entre familia, sexualidad y biología. Entre esos interrogantes: ¿Qué sentidos inauguran y/o propician los arreglos íntimos y domésticos de las personas homosexuales en torno al concepto de familia? ¿Cómo se articulan las nociones de co-maternidad y co-paternidad con la filiación biológica? ¿Qué rol desarrollan las familias homoconyugales y homoparentales en lo que concierne a la reproducción o transformación del modelo dominante de familia?