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Etnografías Contemporáneas

Año 4, No. 7

Etnografía Multisituada

Reacciones y potencialidades de un Ethos del método antropológico durante las primeras décadas de 200011. Esta es una ve (…)

Por George E. Marcus22. Profes (…)

Resumen

En este trabajo desarrollo una argumentación en torno a la noción de “etnografía multi-situada” al abordar las reacciones que esta idea ha suscitado, principalmente entre antropólogos. Estas reacciones expresan una mezcla de duda y esperanza –una estructura de ansiedad– por la transformación de las prácticas de investigación en la tradición clásica del trabajo de campo que continua, quizás más que nunca, dando forma e identidad a la antropología socio cultural. Sin embargo, al responder por la etnografía multi-situada, mi objetivo no es meramente argumentar en su defensa o en torno a su factibilidad, sino poner en evidencia los problemas de su implementación y los tipos de imaginación que esto requiere, enfatizando conscientemente la necesidad de reformar, reinventar o rediseñar la estética profundamente enraizada y la cultura metodológica para los nuevos horizontes de investigación en los que la antropología se encuentra hoy profundamente involucrada. “Antropología de la globalización, “antropología pública”, entre otros, son los términos que estos nuevos horizontes han asumido.

Mi interés está en el plano del metamétodo o de las maneras por las cuales dentro de una particular cultura disciplinar de la investigación, ciertas normas, formas y, de hecho, ciertas estéticas de la prácticas, que determinan qué es lo que cuenta como etnografía, son usualmente comunicadas por saberes, narrativa oral, ejemplo y de maneras tácitas

Palabras clave: Etnografía multi-situada, metamétodo, diseño de investigación

Multi-sited Ethnography: Reactions to, and Potentials of, an Ethos of Anthropological Method During the Early Decades of the 2000s

I develop here a discussion of the idea of multi-sited ethnography by engaging with the reactions to it that I have perceived, primarily among anthropologists. These reactions express an interesting mix of doubt and hope—an anxiety structure-- for innovation in the practices of research in the classic tradition of fieldwork/ethnography that continues, perhaps more than ever, to give shape and identity to social/cultural anthropology. However, in answering for multi-sited ethnography, I do not want to merely offer a justification for it or argue for its feasibility, but rather I view the problems of its implementation, and the kinds of imagination that this requires,as an opening to a thoroughgoing argument for the need to reform, reinvent, or redesign the deeply engrained aesthetic and culture of method for certain kinds of research horizons in which anthropology is now deeply involved. These are referenced by such terms as the anthropology of globalization, the anthropology of the contemporary, and calls for public anthropology, among others. My concerns here operate at the level of metamethod or the ways in which within a particular professional culture of research, certain norms, forms, and indeed aesthetics of practice, usually communicated more by lore, storytelling, example, and tacit means.

Key words: Multi-sited ethnography, metamethod, research design

 

En este trabajo desarrollo una argumentación en torno a la noción de “etnografía multi-situada” al abordar las reacciones que esta idea ha suscitado, principalmente entre antropólogos. Estas reacciones expresan una mezcla de duda y esperanza –una estructura de ansiedad– por la transformación de las prácticas de investigación en la tradición clásica del trabajo de campo que continua, quizás más que nunca, dando forma e identidad a la antropología socio cultural. Sin embargo, al responder por la etnografía multi-situada, mi objetivo no es meramente argumentar en su defensa o en torno a su factibilidad, sino poner en evidencia los problemas de su implementación y los tipos de imaginación que esto requiere, enfatizando conscientemente la necesidad de reformar, reinventar o rediseñar la estética profundamente enraizada y la cultura metodológica para los nuevos horizontes de investigación en los que la antropología se encuentra hoy profundamente involucrada. “Antropología de la globalización, “antropología pública”, entre otros, son los términos que estos nuevos horizontes han asumido.

Mi interés está en el plano del metamétodo o de las maneras por las cuales dentro de una particular cultura disciplinar de la investigación, ciertas normas, formas y, de hecho, ciertas estéticas de la prácticas, que determinan qué es lo que cuenta como etnografía, son usualmente comunicadas por saberes, narrativa oral, ejemplo y de maneras tácitas.33. Para (…) .

En efecto, el desarrollo de la etnografía (y del trabajo de campo) en antropología ha sido gobernado principalmente dentro del ámbito profesional de los saberes y el metamétodo. Entonces, cuando uno considera realizar una etnografía multi-situada, las estéticas del trabajo normal en el contexto disciplinar se encuentran necesariamente interpeladas.

Los intentos de hacer etnografía multi-situada conducen a la etnografía (y a la cultura del trabajo de campo) a los límites de su estética clásica profesional o ‘sentir’ (expresada en la forma bastante informal, pero en la jerga crucialmente reguladora de qué es y no es buena etnografía), por lo cual voy a dejar el paradigma o complejo malinowskiano como una formulación abreviada en esta discusión (en Norte América, la misma atribución paradigmática puede hacerse en el nombre de Boas o Geertz). Gran parte de la antropología social y cultural aún opera dentro de los límites gobernados por el complejo malinowskiano en el desarrollo de la cultura profesional, y no tengo ninguna observación al respecto, pero al menos para mí, este marco tampoco ofrece nada particularmente interesante para decir sobre el método o el metamétodo. La etnografía de personas, lugares, culturas in situ y sus inmensas transformaciones contemporáneas goza de vida y vigorosidad en toda clase de espacios interdisciplinarios que definen las participaciones de la antropología y sus agendas de investigación. Sin embargo, y en particular durante la última década, los antropólogos han estado tratando de hacer algo diferente con la etnografía y no tan solo sumando otros métodos, lo cual representa una solución común al desafío de los límites de hacer etnografía multi-situada. Esto comprende la valorización del bricolage metodológico y la performance espectacular, tal como testimonian los estilos de los estudios culturales que han tenido una influencia profunda en el método de la cultura antropológica (cf. Marcus, 2007). Diría que una práctica malinowskiana no reconstruida, en efecto, dificulta la práctica de la etnografía multi-situada como una modalidad mayor de la investigación básica. No obstante, anticipando parte de las respuestas que discutiré más adelante, hay un notable deseo y atracción hacia la idea de una etnografía multi-situada en esta misma tradición. Hay algo en la manera en que las unidades u objetos tradicionales se presentan hoy en día –por ejemplo, cultura, culturas, comunidad, sujetos y la casi revolución teórica– que ha complicado inmensamente la manera en la cual estos términos clásicos son operativamente entendidos. Esto hace que uno quiera concebir a la etnografía malinowskiana en marcos de tiempo y espacio que causan una incertidumbre pragmática en torno a su factibilidad, bajo el actual régimen de las normas de investigación. La etnografía, en el fondo, es una clase de puesta en escena, y cuando sus condiciones no pueden ser reproducidas, sus virtudes resultan fraudulentas.

Durante los últimos 20 años, he adquirido una provechosa experiencia sobre los desafíos que la etnografía multi-situada le plantea a la investigación antropológica, desde el rol de director de tesis doctorales. Estas últimas dos décadas constituyen un período de cambios tectónicos en la manera en que se imparte la formación clásica, en particular, en virtud de la negociación con talentosos estudiantes de cambiante carácter demográfico y motivación intelectual. Considero que las tesis doctorales son una instancia estratégica por varias razones. La creación e implementación de una práctica alternativa al trabajo de campo, fuera de la tradición malinowskiana, es posible donde el metamétodo disciplinar tiene más efecto, es decir, donde los etnógrafos son formados en el modo de reproducción disciplinar. En todo caso, hay un cambio considerable tomando lugar- aunque aún carece de suficiente articulación y diseño. En la década de 1980, se produjo una ruptura no obstante la cultura del método o metamétodo haya continuado de manera autorizada. Los estudiantes se están abriendo paso, con frecuencia de manera interesante, en un espacio multi-situado, de enredos teóricos, prácticas tradicionales que ligan proyectos de investigación, manejables topoi familiares (como identidad e intercambio) que sostienen el marco antropológico en proyectos de investigación que pudieran muy bien (y pienso deberían) ser sobre otra cosa, en términos de modismos encontrados en el mismo trabajo de campo. Al leer nuevos trabajos que, no obstante los desafíos cambiantes del trabajo de campo, aún logran encajar en el género de la etnografía, y considerando las dificultades que es necesario superar al inicio de las carreras, centrales para el modelo de formación, estos trabajos han constituido para mí materiales de sumo interés para reflexionar sobre la etnografía multi-situada como un paradigma distintivo de la investigación alternativa, al mismo tiempo que continua siendo fiel de maneras específicas al complejo malinowskiano.

Pasemos ahora a considerar las reacciones a la noción de etnografía multi-situada. Entiendo que hacer etnografía multi-situada desafía cuatro pilares del aún reinante complejo malinowskiano.

En primer lugar, hay una preocupación por una creciente dilución de una práctica –ya diluida desde la ruptura con las agendas disciplinares pasadas en la década de 1980–, especialmente en la ejecución de proyectos de investigación de formación con los cuales se inician las carreras. El ethos malinowskiano de la investigación etnográfica como enfocado, prolongado y de convivencia intensiva en comunidades diferentes, y el énfasis que se ha dado en los Estados Unidos a la interpretación –trabajando a través de la lógica de la perspectiva del sujeto como el modo del desarrollo de análisis etnográfico del trabajo de campo– están en peligro. Acecha aquí la idea de que la antropología se va a transformar en los estudios culturales y sus inspiraciones interdisciplinarias, que en cierto sentido captaron su imaginación y las agendas de investigación después de la década de 1980.

En segundo lugar, y en relación con lo anterior, existe un temor de que la etnografía se oriente a sistemas, instituciones, organizaciones formales, estructuras de racionalidad occidental, progreso, modernidad y el pensamiento de expertos, más que a las condiciones de la experiencia común, observada en la vida cotidiana en sus propios términos. En efecto, la etnografía multi-situada ha sido más creativa, crítica e interesante cuando se ha involucrado con el estudio de los sistemas de conocimiento distribuido (y más aún en el creciente campo de los estudios de la ciencia y la tecnología, aunque no sólo; véase el volumen del 2004 Global Assemblages, de Ong y Collier, para tener una idea de los diversos intereses estructurales y sistémicos (políticos, económicos, científicos, etc,) reunidos en imaginarios multi-situados).

Pero hay algo incómodo para el ethos antropológico al profundizar en los planes y prácticas de burocracias y sus protocolos de racionalidad sustantiva. Tomen el trabajo de Marilyn Strathern (2004). Después del trabajo sobre nuevas tecnologías reproductivas, que mantuvo en el campo de lo simbólico desde un punto de vista antropológico conectando hábilmente esta investigación conceptual y comparativamente con su trabajo en Melanesia, ella se ha orientado con audacia al estudio del monitoreo y las políticas públicas. Homo academicus en el presente, la etnografía de sus propios marcos de trabajo en la producción de conocimiento, sin esas “marcas” que garantizan su identidad antropológica. Siguiendo la investigación de suestudiante Annelise Riles en el estudio etnográfico de lo “ya conocido” (Riles 2002)– acerca del predicamento de los burócratas y diseñadores de programas interdisciplinarios y la manera en que el conocimiento que producen circula y se difunde–, Strathern pone en evidencia cierta sensibilidad en torno a lo que ella está haciendo como algo que puede no parecer etnográfico para la tradición antropológica. Ella se encuentra en un terreno donde no hay nada de “emocionante”, esto es, situaciones de vida o muerte de lo cotidiano que clásicamente generan interés en etnografía, en antropología. Rechaza los marcadores de identidad o los de intercambio de la “alteridad” que hacen que la etnografía sea antropológica en estos tiempos perturbando o desfamiliarizando la forma ‘natural’ en la que los ámbitos institucionales con los cuales se está familiarizado se entienden. Strathern profundiza en el conocido o simplemente más técnico (léase ¿aburrido?) mundo de las burocracias, para lograr un resultado etnográfico diferente, más acorde a lo que se encuentra en esos sitios. Lo que quiero resaltar aquí es que ella está irónicamente incómoda con su etnografía por su probable incapacidad de atraer a lectores que esperan una etnografía en su forma más familiarizada, francamente exotizante o expresando la “vida cotidiana”. Por el contrario, argumento que es precisamente el metamétodo, aún por articularse, del diseño multi-situado como un contexto para el trabajo pionero que Strathern y otros están realizando, del que depende una continuidad vital e innovadora de la tradición malinowskiana. Por ende, el gesto de objeción de Strathern transmite algo de lo que está en juego al hacer etnografía multi-situada: crear una base disciplinar más amplia para un trabajo contemporáneo más innovador desechando la ya establecida técnica de vincular tales proyectos al archivo etnográfico tradicional, tal como Strathern hizo en sus primeros trabajos. De esta manera, se obtendría un resultado diferente que no es siempre o sólo sobre lo usual: identidad, expresión simbólica o intercambio. En suma, el trabajo multi-situado no garantiza que la etnografía aborde sus tropos esperados. Esto amenaza la identidad de la etnografía misma, pero también produce un sentimiento de exaltación por encontrar nuevos términos para la etnografía en el mismo desarrollo del trabajo de campo.

En tercer lugar, existe la preocupación de que la demostración de la diferencia significativa (por ejemplo a través de la técnica de la desfamiliarización) como resultado distintivo o producto de la investigación etnográfica, desaparecerá en la investigación multi-situada. Con ello, la etnografia perdería su retórica distintiva, profundamente imbricada con sus funciones. De nuevo, la preocupación pasa por entender la etnografía como ingreso en lo ya conocido (las dinámicas de la política, los medios, etc., problemáticas académicas que atraen proyectos de investigación antropológicos). Lo que es distintivo del proyecto antropológico (mostrando diferentes perspectivas, categorías o lógicas de sujetos que se presumen son otros) es que lleva a atender, desde un punto de vista estético, el argumento o el resultado que produce desfamiliarización o un perturbador desplazamiento de perspectiva. La etnografía multi-situada, orientada al proceso y a las conexiones, parece amenazar este aspecto distintivo, cuando la perspectiva del sujeto no es tan claramente otra, sino en el ámbito de lo ya conocido. El hábito pasado de la etnografía malinowskiana ha sido abordar sujetos tal como se los encuentra en unidades naturales diferenciadas (culturas, comunidades); el hábito o impulso de la investigación multi-situada es ver a los sujetos como diferenciadamente constituidos, no sólo como productos de unidades esenciales de diferencia. Esto es, ver los sujetos en su desarrollo-desplazamiento, recombinados, híbridos –para usar un término que fue popular–, alternativamente imaginados. Este tipo de investigación va más allá del sujeto situado de la etnografía, orientándose al sistema de relaciones que lo define. Estos sujetos son potenciales “paraetnógrafos”44. “Paraetnografí (…) de sus propias condiciones, y cuando se los encuentra, son los socios intelectuales de los etnógrafos, contrapartes y no tanto la representación de la alteridad. Tales sujetos son claves para la naturaleza distintiva de la investigación multi-situada. En ámbitos contemporáneos, lo que es compartido es la percepción de que las realidades locales son producidas en otro lugar, a través de relaciones y agencias dispersas, generando un imaginario multi-situado, práctico para el sujeto, que constituye un acabado diseño de una etnografía móvil para el antropólogo.

Por último, la experticia sobre un área cultural sigue siendo básica para la formación del etnógrafo, y hasta cierto punto, marca la dirección sobre la manera en que la etnografía multi-situada puede ser desarrollada en antropología. La investigación multi-situada incorpora factores de distinción cultural sistemática, pero sin darles prioridad. De modo que subsiste la preocupación de que la emergencia de esta forma de etnografía pueda minar un componente básico del complejo malinowskiano. Recientes desarrollos en el análisis cultural han complejizado cualquier área sujeta a la experticia (ciertamente, los especialistas no son lo que eran en la década de 1950 y 1970). La propuesta de la etnografía multi-situada problematiza el núcleo de esta construcción identitaria disciplinar. En efecto, la etnografía multi-situada intenta atravesar la geografía de los estudios del área, pero sin negar la importancia fáctica de historias culturales particulares. De una manera flexible, posee ambas formas, o todas las formas, aunque esto raramente promueve el capital de experticia del área en sí, que es otro de los pilares del etnógrafo tradicional de gente y lugares.

Entonces, ante todo, dilución y problemáticas menos articuladas sobre lo observable de lo cotidiano, sobre la demostración de la diferencia como un resultado y sobre la disminución de la importancia medular de la experticia cultural sobre pueblos y lugares. Esta es, en suma, la reacción de ansiedad a la idea de la etnografía multi-situada.

Ahora bien, contra todos estas preocupaciones sobre los efectos de hacer etnografía multi-situada de una manera radical o no convencional, siendo quizás el problema de la “dilución” la manera más marcada de poner de manifiesto este complejo en su totalidad, también es perceptible una real esperanza de la idea multi-situada de superar la sentida limitación de la etnografía. ¿Podría ser más que la producción de estudios de caso al servicio de la agenda de quien sea o de un proyecto que la encuentre interesante o útil? Si su propia comunidad profesional no es un evaluador confiable de lo que la etnografía produce, ¿puede ésta generar sus propias circunscripciones y contextos de recepción en el marco de su propio diseño de investigación. Esto recrea las preguntas sobre la naturaleza reflexiva, dialógica de la investigación etnográfica que surgieron en la década de 1980, aunque limitándose a la clásica puesta en escena malinowskiana. Estas preguntas han sido ahora reformuladas y abordadas en un terreno y diseño diferente para la etnografía sugerido por la idea de lo multi-situado.

Si la etnografía ya no constituye un aporte al archivo etnográfico o al banco de conocimiento, entonces o sirve a otras agendas más amplias o puede crear sus propias por medio de las meras prácticas etnográficas, derivadas de las principales críticas surgidas en la década de 1980. Así, una bienvenida aspiración se pone en evidencia en la idea misma de la etnografía multi-situada, una especulación, que podría expandir las funciones intelectuales de la investigación post 1980, a pesar de las dudas sobre su practicidad y su lealtad a la poderosa estética de la cultura profesional. ¿Qué peso intelectual y qué ambición podría sostener el proyecto etnográfico más allá del estudio de caso? Muchos de los proyectos multi-situados implican cruzar entre las zonas del conocimiento experto y el común que generan funciones para la etnografía más allá de lo analítico y descriptivo, característicos del estudio de caso. Esta es la garantía para los programas que tratan de experimentar de maneras imaginativas a partir de las premisas básicas del complejo malinowskiano, de tal modo que la etnografía multi-situada no significa extensiones a sitios adicionales, sino una reconceptualización más teórica del trabajo de campo en sí mismo. Ahora quiero dar una muestra de mi reciente reflexión sobre este desafío de diseño más radical, para una modalidad reformada postmalinowskiana de la etnografía multisituada.

Mi respuesta inicial a las reacciones de preocupación ante la etnografía multi-situada fue plantear pragmáticamente una doctrina de la etnografía “through thick and thin55. La e (…) ” (Marcus 1998), y aún se deben defender normas fuertes y considerar el accountability para el diseño de investigación etnográfico que es intencionalmente parcial e incompleto. Cuando la fortaleza de la etnografía multi-situada es variable, no debería ser meramente descartada (por ejemplo cuando hay problemas de acceso diferencial a ciertos sitios o sujetos), pero debería ser justificada con el diseño etnográfico y el argumento en sí (por ejemplo, en ciertos proyectos, ciertos sitios son mas estratégicos para la investigación intensiva que otros). Es interesante e importante argumentar por qué algunos sitios deben ser tratados “densamente” y otros ‘superficialmente” en términos de los loci y el diseño de proyectos particulares. De modo que, dentro de la preocupación por la “dilución”, hay un nivel entero inexplorado de pensar etnográficamente sobre un problema de investigación, donde el sujeto tradicional o las condiciones de la etnografía no son estereotípicas. Por tanto, densidad y superficialidad son tanto una cuestión teórica como una cuestión pragmática del trabajo de campo.

Una vez planteada la idea de que distintos lugares relacionados entre sí pueden ser diseñados de manera diferente para el abordaje etnográfico, me trasladé a las cuestiones concernientes las formas alternativas en que lo multi-situado puede surgir. Esto es, como un espacio de investigación, no dado por representaciones o entendimientos de procesos, sino más bien como el mapeo de un espacio o ámbito de acción social, que se encuentra en el campo en sí, a partir del trabajo más estrecho y la colaboración con ciertos sujetos. Este hallazgo de la etnografía multi-situada a partir del trabajo orientador de la etnografía en sí misma sugiere una modalidad de investigación que conlleva un replanteo de muchos aspectos del complejo malinowskiano. Aquí es donde he llegado con mi propio pensamiento sobre lo multi-situado como una provocación para reformar dicho complejo, a partir del trabajo de supervisión de las tesis doctorales de estudiantes que llegan a la antropología en un contexto de movimientos interdisciplinarios que han remodelado las agendas en las últimas dos décadas.

La Etnografía Multi-Situada: Lo que sé ahora sobre ella

Ahora quiero presentar de forma esquemática y fragmentaria una cierta línea de progresión de pensamiento sobre una modalidad para la etnografía multi-situada que es una reformulación del complejo malinowskiano en el cual me formé como estudiante. Sin embargo, para transmitir esto a quienes son estudiantes en la actualidad, se requiere precisamente de formas y normas de etnografía estimuladas por la emergencia de las condiciones multi-situadas de la investigación.

1. De lo que es capaz un proyecto de etnografía multi-situada, concebido y llevado a cabo por un individuo. Algunos han sugerido que los problemas potenciales de la etnografía multi-situada pueden ser resueltos con el retorno (o incremento de los pocos y bien conocidos ejemplos tradicionales) de proyectos de investigación colectivos y coordinados como el Rhodes Livingston Institute, el proyecto Chiapas, etc. Puede ser. Pero la estructura formal y las formas de los proyectos de investigación etnográficos en antropología siguen siendo individuales. Entiendo que esto continuará así en un futuro previsible, dado que se encuentra programado en la constitución disciplinar de los antropólogos. Sin embargo, en mi opinión sobre una modalidad para la investigación multi-situada, la misma se torna de facto colectiva en al menos dos maneras: mediante la ramificación del espacio del trabajo de campo como consecuencia de la orientación dada por las colaboraciones estratégicas al comienzo del trabajo de campo, y mediante la incorporación de formas de recepción en el marco de la investigación misma, en informes o comunicaciones de resultados de la etnografía al ámbito académico y otros espacios. La necesidad de desarrollar formas y normas en el diseño de la investigación para anticipar y administrar esta naturaleza colectiva de la etnografía, a pesar de su forma individualista en la cultura disciplinar, está en el centro de la reforma del método malinowskiano en los proyectos multi-situados. Estas mismas cuestiones fueron fuertemente planteadas en las críticas de la década de 1980, pero esas críticas se mantuvieron en el complejo malinowskiano clásico. Lo multi-situado desplaza al binario antropólogo/Otro y crea aspectos colectivos de la investigación que deben ser una parte estándar de los estándares autorizados de la etnografía. Por el momento, los tropos revisados de la autoridad etnográfica, después de las críticas de los ochenta, ofrecen cierta capacidad, aunque desgastada, para expresar las relaciones colectivas de la investigación de las que depende de manera vital el diseño y la conducción de la investigación multi-situada.

2. Quizás la cuestión clave para mí es la manera en la cual el campo multi-situado se materializa en la investigación. El campo multi-situado o bien es de manera convencional un mapa de un proceso en varios sentidos, pero un mapa que es entendido y expresado por cierta literatura académica, o bien este campo es encontrado en el mismo campo, aún con pleno conocimiento de las literaturas académicas, a través de un proceso etnográfico orientador concebido como colaboración. En el modo formal, la etnografía multi-situada emerge de seguir objetivamente un proceso convencional conocido o un proceso no convencional, siguiendo la cadena productiva de un commodity, redes de migración, un guión/narrativa, una metáfora o la circulación de una idea. Esta es la clase de investigación multi-situada que yo discutí en el artículo de 1995 (Marcus 1998). Desafía el complejo malinowskiano pero sin deconstruirlo o reconstruirlo radicalmente. Se sostiene la perspectiva de Bourdieu (1990), en vez de buscar alianzas epistemológicas mutuamente interesadas con socios o contrapartes como sujetos, o con la investigación “en lo salvaje” como la ha denominado Michel Callon (1998).

Durante un año de residencia de investigación (2004) y desde entonces, he estado interesado en desarrollar una modalidad para la etnografía multi-situada que abrace este replanteo más radical de las premisas malinowskianas. Esto implica comprender el campo multi-situado como emergente de colaboraciones estratégicas con las cuales se inicia el trabajo de campo. La discusión exhaustiva de las condiciones y la evolución de tal colaboración es el núcleo de la elaboración de la modalidad específica de la investigación multi-situada en la que estoy interesado66. Al t (…) . El aparato conceptual y el diseño del proyecto de investigación no deriva de las literaturas y teorías académicas, sino de la etnografía misma al trabajar con el abordaje de la paraetnografía selecta de sujetos o grupos, sobre un problema cognitivo compartido con el etnógrafo. Hay mucho que completar aquí sobre aspectos de la prácticas de investigación: cómo emerge la alianza colaborativa, cuáles son las diversas maneras en las que se puede establecer la conexión con la paraetnografía, qué es en la práctica la paraetnografía, etc.

La mayor parte de la etnografía hoy en día pasa por las zonas de conocimiento técnico especializado antes de definir el sitio de investigación tradicional. Ya no podemos permitirnos ignorar estas representaciones existentes en deferencia a la autoridad de lo académico. Lo que es distintivo de la antropología e importante de preservar del ethos etnográfico malinowskiano es la pretensión y la reivindicación de la capacidad de trabajar a través de posicionamientos, perspectivas y significados a los fines de alcanzar nuestro propio conocimiento. En el núcleo de la etnografía, lo que produce este compromiso en la investigación multi-situada es el involucramiento con perspectivas paraetnográficas en la investigación, epistemológicamente equivalentes a la propia, y trabajar con ellas literalmente en otros sitios del trabajo de campo. El conocimiento etnográfico independiente es una derivación de este proceso.

Hay una odisea literal y figurativa aquí que define esta forma de pensar la investigación multi-situada. El diseño de este tipo de investigación es reflexiva en el sentido que va más allá de la forma en que este procedimiento en la investigación tradicional fue planteado desde las críticas de los años ochenta y que ahora se ha tornado cliché como norma para la práctica convencional.

En el complejo malinowskiano, la reflexividad constituye la norma y el estándar para el diseño de la etnografía por medio de colaboraciones y eventuales distanciamientos de éstas. Es el supuesto necesario de cómo emerge el campo multi-situado en cualquier proyecto. Desde esta perspectiva, lo multi-situado emerge de cómo un tipo de sujeto (con frecuencia expertos, pero no necesariamente) ve el mundo, frente a cómo otro, el antropólogo, ve supuestamente el mismo mundo. De esta relación, surge literalmente el movimiento del antropólogo más allá de él, pero dentro de lo conocido, por así decirlo, de esta relación estratégica.

Ahora bien, hay muchas maneras en que esta modalidad puede expresarse. La que he estado cultivando es la idea de que el campo existe en un mundo de sistemas de conocimiento distribuido y que esto es con frecuencia el marco y el sujeto para encontrar la paraetnografía. En el esfuerzo del antropólogo por la frágil etnografía multi-situada que funciona a través de procesos y lugares, los sistemas de conocimiento distribuido abarcan pero reposicionan el rol conceptual dominante de la cultura.

Para dar una idea más precisa sobre esto, cito un intercambio por correo electrónico entre Kim Fortun, una ex estudiante y yo, conocida especialmente por su libro Advocacy After Bhopal del 2001. Éste representa una interpretación de improvisaciones brillantemente desarrollada a partir de la necesidad de escribir un libro para su concurso docente, sobre lo que puede ser un proyecto multi-situado del tipo en el que estoy interesado en relación con los inicios estándares de las carreras profesionales. Ella fue a Bhopal tres años después del accidente de 1984 y vivió por dos años en la casa de activistas trabajando en justicia social y cuestiones ambientales. Escribió su tesis doctoral sobre el trabajo de los activistas en Bhopal, pero aún en ese momento las dimensiones multi-situadas para la etnografía eran presumibles (durante ese periodo cuando la retórica era una influencia analítica poderosa en la elaboración de una etnografía, su trabajo abordó las formas de escritura cotidiana y especializada que producían estos activistas). Fortun escribió una tesis doctoral sobre la defensa como modo de pensamiento y práctica, sin embargo, ella demuestra que la defensa en sí misma abarca un tipo de paraetnografía. Luego de este trabajo, ella siguió el alcance de la paraetnografía en otros lugares, pero siempre en diálogo con y revisando el material de Bhopal. La etnografía publicada, un texto desordenado, un experimento que desplazaba los límites de la forma etnográfica, al mismo tiempo que la mantenía bajo control, dialogaba en la forma de dos voces, con los discursos “desde el campo”, discursos de defensa, así como también con las literaturas académicas relevantes. Es claramente malinowskiana en su antropología, pero en el marco de una práctica de investigación etnográfica que aún carece de articulación, estándares y expectativas.

Un intercambio con Kim Fortun, 2 de mayo de 2005

George Marcus (Center for Advanced Study in the Behavioral Sciences):

Este ha sido un buen año –yo solo con mis pensamientos– Considero que para entrar en el proyecto reformista del metamétodo etnográfico que tengo en mente, tengo que darle al lector una clara idea desde el inicio, de la clase de mundo que los que hacen trabajo de campo (especialmente aprendices/neófitos) encuentran hoy. No quiero usar ensamblajes, regímenes de vida, formas emergentes de vida—estos están bien, pero reflejan el proyecto de las STS (estudios sociales de la ciencia y la tecnología). Quiero algo más genérico. Me gusta la noción de encontrar y encontrarse a uno mismo en medio de ‘sistemas de conocimiento distribuido’ en lugar de ‘otras culturas’.
El modelo para enseñar a los estudiantes etnografía sigue siendo que ellos salen al mundo y encuentran otras culturas –algunos lo hacen–. La escena Malinowskiana. Pero muchos otros (aquellos que yo prefiero dirigir) tienden a encontrarse en el medio de sistemas de conocimiento distribuido, que es la forma en que otras culturas se manifiestan, se presentan a sí mismas en estos tiempos. Estos no son los contextos de la cultura en aldeas y comunidades, etc., sino la forma que toma la cultura. Aun sin estudiar a los expertos primero, o como tales, aun trabajando en aldeas, también estás operando en sistemas de conocimiento distribuido que constituyen el desafío en el trabajo de campo de comprender y operar desde su interior. La etnografía necesita un nuevo conjunto de supuestos sobre sí misma como metamétodo, aun en la tradición antropológica, para lograr un acuerdo en estos términos.
De todas maneras, lo que necesito acá es cierto estímulo sobre cómo desarrollar la idea de sistemas de conocimiento distribuido, algo que no mapeas completamente antes del trabajo de campo, sino que lo haces como parte del mismo trabajo de campo.
Kim Fortun:
Sobre los sistemas de conocimiento distribuido… unas cosas me vienen a la mente, algunas de las cuales le parecerán obvias… pero para comenzar…
Pensar en la cultura como expresada en sistemas de conocimiento distribuido me parece relacionado a, o efecto parcial de, pensar sobre el sujeto (etnográfico) como manifiesto en el nexo de corrientes discursivas que atraviesan, lo político-económico, lo cultural. Así, los sujetos etnográficos necesitan ser evidenciados como nodos en los sistemas de conocimiento distribuido; cada sujeto está enredado en un conjunto particular de fuerzas. Entonces, hay “cultura” en el sentido trans-individual, pero se asienta en diferentes sujetos de diferentes maneras. Y estos son tipos específicos de sujetos, muy susceptibles al cambio, porque operan en corrientes siempre móviles de información, económica, política, etc. La necesidad de crear sentido activo, con frecuencia sin criterios confiables, es incesante. Hay mucho que descifrar en estos sujetos. Se trata entonces de construir conocimiento, más que de tener conocimiento. De modo que estos sujetos NO saben, y con frecuencia saben que no saben, lo cual es crítico y muy diferente del simplemente concebido “sujeto ilustrado”. Por lo tanto, para entender “al sujeto” en proyectos etnográficos, uno debe mapear los sistemas de conocimiento distribuido que los constituyen y continúan reproduciendo. El objeto de la indagación etnográfica es por ende un objeto en movimiento.
(Una vez escribí sobre este tipo de temas como sujetos a lo “aleatorio”, en el sentido del término que le da John Cage –por ejemplo, sujetos confrontados con mucho de lo que convencionalmente sería considerado ruido, pero dispuesto para ser escuchado de todas maneras–,en mi caso, para tratar de entender tóxicos, que con los modismos científicos convencionales tienen dificultad para escuchar.)
Sin embargo, entender a los sujetos en los proyectos etnográficos con frecuencia no es el fin, sino el medio para entender los sistemas de conocimiento distribuido en sí mismos, usando el involucramiento con los sujetos (concebidos como fue mencionado arriba) como el camino a la comprensión de estos sistemas. Esto es lo que pienso que estábamos haciendo en el proyecto Late Editions77. Late Editions (…) . Y lo que creo que usted y Mike (Fischer) nos dijeron en el capítulo de la Economía Política Histórica Mundial de la Antropología como Crítica Cultural…

***

Al mantener a la etnografía responsable frente a la perspectiva del sujeto, un sistema de conocimiento distribuido no es mapeable fuera de lo que deriva de su punto de vista. Mantener a la etnografía etnográfica, en el sentido malinowskiano, significa no caer en la tentación de permitir que ciertas redes o sistemas técnicos sean un espacio objetivo para la etnografía. Por ejemplo, relaciones y redes de IT (tecnologías de información) conectadas/virtuales sugieren un contexto natural para la etnografía multi-situada, pero con frecuencia, las pistas de procesos en marcha en relación a estos sistemas no son isométricos con el curso que toma la investigación multi-situada en su desarrollo. El mapa de este tipo de investigación se halla en la colaboración con el ‘punto de vista del nativo’ que encontramos en el trabajo de campo orientando la etnografía.

3. Una tesis doctoral y su proceso de producción en la actualidad es el sitio más estratégico no sólo porque ilumina nuevas normas y formas de investigación multi-situada en el proceso de creación, abriéndose paso a través de errores y logros, sino también porque conlleva reformas del metamétodo en antropología. Después de todo, la tesis doctoral es donde la práctica de la etnografía siente el peso del complejo malinowskiano con más efectividad. El trabajo de campo doctoral y la etnografía son las instancias donde la forma de la investigación antropológica se define colectiva y normativamente a la sombra de esta tradición (de hecho en el presente, de qué manera esto se concreta no es una historia directa de adoctrinamiento, sino una historia más compleja de las formas en las cuales la antropología ha aceptado y negociado influyentes modelos interdisciplinarios en las pasadas dos décadas). Si podemos esperar un cambio básico, éste sería el contexto.

Son necesarias discusiones sistemáticas de la institución de normas explícitas de colaboración: la naturaleza de tales relaciones, como extender, abandonar o ir más allá de ellas en un proyecto de investigación, y qué datos se espera que produzcan. El uso de la teoría para establecer los marcos analíticos y la gran cantidad de etnografía escrita hoy día son marcadores de posición. Con mi argumentación, espero contribuir con la identificación de mejores prácticas en la búsqueda de investigaciones de carácter multi-situado. La teoría sustituye modalidades de habitar etnográficamente sitios relevantes y vitales para ciertos proyectos. Esto se ve más claramente en cómo complejos sujetos contemporáneos se producen retóricamente en el proceso de la tesis doctoral, dentro del marco autorizado de la formación malinowskiana.

Por ende, dada la significación de la pedagogía de posgrado en comprender el deseo por y la resistencia a la etnografía multi-situada, y siendo también un laboratorio ideal para resolver sus dinámicas en el complejo malinowskiano, estoy usando las tesis doctorales que he supervisado como un conjunto de datos para pensar en la modalidad que tengo en mente.

4. Lo que sigue es un bosquejo, en la forma de pregunta-respuesta, de las cuestiones metodológicas que se dirigen a los cuestionamientos sobre la práctica de la etnográfica multi-situada. Lo que está en juego es preservar la “sensación”, estética y distintiva de la etnografía, a pesar de los considerables cambios que los proyectos multi-situados generan en la escena malinowskiana de la etnografía.

Preguntas:

¿Qué previene al trabajo de campo de volverse abrumador por la multiplicación de sitios; qué otorga al trabajo de campo multi-situado delimitación e intensidad?

¿Qué preserva el sentido de estar trabajando con el punto de vista de los sujetos en vez de estar principalmente en diálogo con la teoría social u otros estudios de las ciencias sociales con los puntos de vista de los sujetos configurados como “datos”?

¿Qué reemplaza el tropo de ‘estar allí’, tan central a la autoridad etnográfica convencional, de habitar el lugar?

¿Qué preserva el sentido de la diferencia, del tropo preferido de la “desfamiliarización” como modo de argumentación en proyectos multi-situados?

Respuestas:

Aquí hay un conjunto de propuestas para la práctica de una modalidad posible para la etnografía multi-situada (sobre la que estuve pensando a fondo), considerando la especial vulnerabilidad de la etnografía como tesis:

i. Los proyectos multi-situados abruman potencialmente las normas del paciente trabajo intensivo de la etnografía. La respuesta es una norma motivada y explicable de lo incompleto por el cual una relación delimitada o yuxtaposición es exclusivamente explorado por el ethos y normas tradicionales, mientras que el mapa mayor se infiere etnográficamente y se imagina en el mismo plano, por así decirlo, como el espacio vivido de un conjunto de relaciones que es el objeto intensivo de la etnografía. Ejemplo de etnografía donde la ‘relación’ es el objeto de estudio, si bien un solo ‘lugar’ observado es la escena del trabajo de campo: Paul Willis en Aprendiendo a Trabajar (1981), rinde cuenta a través de la mera perspectiva etnográfica de la relación formativa posicionada entre la escuela y la fábrica en la vida de jóvenes de clase trabajadora.
ii. Las etnografías multi-situadas comienzan orientando colaboraciones entre ciertos sitios, cuyo interés es la apropiación de una perspectiva paraetnográfica. El trabajo de campo se diseña en esta relación con una contraparte, como en el trabajo reciente que he producido con un portugués de la nobleza, (Ocasião, 2005). Aquí es donde quizás, la etnografía es más densa, no para poder escribir una interpretación de este sitio, como podría implicar escribir, por ejemplo, una etnografía de los expertos o sobre elites, sino para que el espacio-tiempo de la etnografía pueda ser generado. En esta modalidad de etnografía, metodológicamente, una restitución completa de la colaboración es necesaria, pero no en el modo de la reflexividad de la década de 1980, sino como un medio de justificar etnográficamente el punto de vista/conocimiento situado al cual se compromete el antropólogo. Aquí es donde tal etnografía es más malinowskiana, al trabajar desde el ‘punto de vista del nativo’. En efecto, es como si estuviera haciendo las afortunadas improvisaciones del estudio de Kim Fortun (la etnografía de la defensa, intensamente estudiado, que lleva a un estudio en movimiento del ambientalismo global sobre un periodo determinado de su historia reciente) y haciendo las normas/formas del metamétodo de esto/ello.

El objeto de la colaboración es mover el estudio a otros lugares, imaginados pero no literalmente visitados por colaboradores, y eventualmente traer a la etnografía como input a esas colaboraciones. Estos movimientos conceptualmente establecen las relaciones que son objeto de una etnografía multi-situada. Si bien no las relaciones, o el literal camino de la investigación, sino las relaciones que existen independientemente, imaginadas y reales, de estos movimientos diseñados de la etnografía explorados por el trabajo de campo. En un trabajo reciente de mi autoría, el laboratorio o taller para explorar esta modalidad ha sido la investigación colaborativa sobre banqueros centrales y un proyecto sobre aristócratas portugueses. En estas investigaciones, el trabajo de campo no es simplemente un cronograma de entrevistas, sino que frecuentemente se trata de la gestión en colaboración de eventos conectados de diálogo e indagaciones independientes en torno a ellos. Esto produce un rico conjunto de materiales equivalente al esperado corpus del clásico trabajo de campo malinowskiano.

iii. Uno se mueve más allá de la relación de colaboración, o con ella, a otros sitios al explorar una yuxtaposición, un ensamblaje, o red como objeto de estudio. Esto es etnografía, variada, tanto densa como superficial, cuyas densidades específicas dependen de estar en constante diálogo con la colaboración orientadora como un mapa o diseño, por así decirlo, de un proyecto. Otros sitios pueden ser literales u orquestados (eventos, observaciones, seminarios convocados, asistencias), anclados en el compromiso paraetnográfico orientador.
iv. Las preocupaciones temporales y ansiedades desplazan el tropo clásico del ‘estar allí”. En los proyectos multi-situados, la ubicación en el espacio no es el factor destacado al definir el contexto de significación, tanto como sí lo es la ubicación en el tiempo, su detallado estar situado en lo “contemporáneo”. Tal etnografía se dirige principalmente al tempo del cambio, momentos en el fluir de eventos. Intenta producir algo relevante: un tipo de conocimiento que está modulado en términos temporales y ubicado en términos espaciales.
v. Las responsabilidades se integran en el estudio, en las mismas relaciones que generan los datos, por decirlo de algún modo. Son responsables, en primer lugar, en relación con la colaboración orientadora, pero también lo son en relación con la combinación de otras partes interesadas o sujetos de la investigación. 
vi. Lo multi-situado representa tres cosas: las relaciones objetivas de un sistema que puede ser estudiado independientemente de la etnografía (por ejemplo, una red); las relaciones puestas en juego como un artefacto de un diseño de investigación (es importante dar cuenta de esto como parte de la reflexividad del trabajo de campo); y la perspectiva paraetnográfica, la precisión o ‘punto de vista del nativo’, que es siempre espacio-temporal, dentro de la cual trabaja la etnografía para sus propios propósitos y en diálogo con la cual produce resultados. En esta modalidad, la etnografía produce el resultado que la distingue tradicionalmente, en línea con el complejo malinowskiano. Aprehende un sistema o relaciones sistémicas desde adentro de las expresiones de sus sujetos. El acto clave es el compromiso de desarrollar etnografía desde una perspectiva implantada que con frecuencia implica un trabajo de campo que comienza en casa. El campo ya no está objetivamente ahí afuera, pero uno establece redes a través de las que se conecta, en el concepto de campo, a partir de relaciones de investigación etnográfica a lo largo del camino de la pesquisa. Las conexiones son tan importantes como el hecho de que el trabajador de campo pueda estar en Polonia, Nigeria o India, por ejemplo, en el inicio, en el medio o al final de la investigación.

5. El rediseño del trabajo de campo para la etnografía multi-situada desafía las fuertes influencias de los géneros y convenciones que la escritura etnográfica ha tenido en las normas del trabajo de campo. La crítica de Writing Culture (Clifford y Marcus, 1986) fue ampliamente apreciada en lo que concierne lo textual, aunque sólo de manera implícita en relación con el trabajo de campo. Lo que quizás se deslizó es la poderosa influencia regulativa que las formas textuales de la etnografía han tenido en lo que se espera del trabajo de campo en la cultura disciplinar. En efecto, la significancia metodológica de la etnografía ha sido tradicionalmente un marco para discutir los materiales y el diseño del trabajo de campo, y generar expectativas. Desde la década de 1980, la etnografía no ha mantenido esta relación con el trabajo de campo y, de hecho, ha devenido en un género que carga un peso teórico mayor para el cual nunca fue diseñado. En el caso de los proyectos multi-situados, los límites de las convenciones de la escritura etnográfica constriñen más aún sus posibilidades. Quizás el trabajo de campo multi-situado y el diseño de investigación anticipan un cierto problema de escritura de una complejidad que excede las convenciones que aún sostienen en su lugar a la identidad del género etnográfico (tal como el tropo de “estar allí”). Como ya señalé, es la dimensión de la temporalidad, más que el lugar, lo que principalmente sitúa y enmarca la etnografía multi-situada. Esto requiere un sentido diferente de las formas textuales apropiadas que salen de los proyectos multi-situados, de lo cual el clásico género etnográfico, o lo que queda de él, puede o no ser una de las formas. Mientras tanto, justo cuando la preocupación sobre los proyectos multi-situados pueda diluir la intensidad del trabajo de campo clásico, los tropos del género sobreviviente de la etnografía constituyen un difícil ensamblaje para el alcance de los proyectos multi-situados. El hecho de que las necesidades textuales para escribir etnografía multi-situada puedan exceder las capacidades del género etnográfico, no significa que los diseños de investigaciones multi-situadas deban cambiar, sino tal vez, podría ser el sentido de lo que la etnografía escrita es, aquello que pueda o deba cambiar. Si bien los problemas de la etnografía multi-situada conciernen en gran medida la forma y el diseño del trabajo de campo, terminan una vez más apuntando a escribir sobre cultura, o, más bien, etnografía, aunque en un tiempo diferente. A nivel de la pedagogía de posgrado, la tesis doctoral no debería ser un borrador de un eventual libro, sino un término medio de producción de textos que se involucre intensamente con el tipo de materiales que produce. Como dijo un colega mío, lo que se necesita son prácticas de composición en algún lugar entre las notas de campo y los textos finalizados. En otras palabras, lejos de diluir la etnografía, los proyectos multi-situados muestran el potencial de devolver el foco de la etnografía a los materiales que producen los proyectos. Éstos colocan a la etnografía de vuelta en la etnografía, por así decirlo.

6. Finalmente, la etnografía multi-situada, en la modalidad que estoy trabajando, sugiere el refuncionamiento de la etnografía en sí misma –aunque todavía trate en parte sobre descripción, construcción de modelos y análisis de procesos en el mundo–, produciendo un resultado para la comunidad académica que va a hacer algo con ella, por ejemplo, un análisis comparativo. En efecto, la etnografía sociológica ha permanecido enfocada en tales resultados para los propósitos de la comunidad profesional, tal como ilustra la teoría del actor-red, trayendo los intereses de Michel Callon en los mercados (1998). Tal etnografía es una versión relacionada, principalmente objetivizada de la modalidad que estoy discutiendo, que se mantiene al margen del problema sobre cómo los resultados se derivan de las colaboraciones. Pero la etnografía multi-situada es también sobre mediaciones e intervenciones. Michael Fischer (2007), piensa en esto como un forjar de terceros espacios-dominios reflexivos dentro de escenas de acción social, regímenes de vida, ensamblajes globales, en los cuales se consideran las cuestiones éticas; aquí la intervención etnográfica antropológica es distintiva. Lo que parece básico es que una vez que la etnografía se torna multi-situada e intelectualmente comprometida con sus sujetos, sus argumentos y articulaciones tienen miembros en el campo y de manera impredecible fuera de él, los cuales existen en relación y junto a los miembros profesionales. Sin embargo, estas relaciones son resueltas u ordenadas, una tarea para también replantear el método y los estándares en antropología, el carácter mediador o forma de conocimiento producido de la etnografía no puede ser suprimido o desplazado a otros búsquedas como el activismo. La etnografía, como informe de la disciplina, entonces no puede ser más que una versión del conocimiento o resultados de la investigación extraídos de los circuitos de la mediación, por así decirlo, para los propósitos de la disciplina. Reflexionar sobre cuáles son estos propósitos a la luz del refuncionamiento que sugiero, es quizás la tarea más urgente para repensar la tradición antropológica de la etnografía como estudio del cambio contemporáneo. Considero que las etnografías de la globalización, no suman a una antropología de la globalización, a la emergencia de un subcampo coherente. Los propósitos y la recepción de estos proyectos etnográficos (multi-situados por su recepción) se encuentran en los confines de la disciplina, y lo que aún queda por articular es que es lo que está en juego en la antropología como disciplina que atrae a sus mejores jóvenes investigadores. Tal articulación no depende de nuevas teorías de referencia, sino de un proyecto de reforma de la cultura clásica o estética del método, que he denominado metamétodo, y las cuestiones complejas de práctica y teoría que conlleva. La consideración y el intento de hacer etnografía multi-situada en una o más de las modalidades alternativas que hemos comenzado a definir aquí, se abre camino hacia este proyecto seminal.

Referencias

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Boyer, Dominic, James D. Faubion and George E. Marcus, eds. ( 2015). Theory Can Be More Than It Used to Be: Learning Anthropology’s Method in a Time of Transition. Ithaca, Cornell University Press.

Boyer, Dominic, y George E. Marcus, eds. En prensa. Collaborative Anthropology Today: a Collection of Exceptions. Ithaca, Cornell University Press.

Cantarella, Luke, Christine Hegel, y George E. Marcus. En prensa. Ethnography by Design: Scenographic Interventions in Fieldwork. London, Bloomsbury

Clifford, James y George E. Marcus, editores (1986). Writing Culture: the Poetics and Politics of Ethnography. Berkeley, University of California Press.

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Fischer, Michael(2007). “Four Genealogies for a Recombinant Anthropology of Science and Technology.” Cultural Anthropology. 22(4): 539-615.

Fortun, Kim (2001). Advocacy After Bhopal. Chicago, University of Chicago Press.

Holmes, Douglas R.y George E. Marcus ( 2005). “Cultures of Expertise and the Management of Globalization: Toward the Re-functioning of Ethnography. En Ong, Aihwa and Stephen J. Collier,editores. Global Assemblages: Technology, Politics, and Ethics as Anthropological Problems. Oxford, Blackwell. pp. 235-52.

Marcus, George E. (1992-2000). Late Editions, Cultural Studies for the End of the Century. 8 Volumes. Chicago: University of Chicago Press.

Marcus, George E. (1995). Ethnography in/of the World System: the Emergence of Multi-sited Ethnography. Annual Review of Anthropology, Vol 23, pp.95-117.

Marcus, George E. (1998). Ethnography Through Thick & Thin. Princeton, Princeton University Press.

Marcus, George E. y Fernando Mascarenhas (2005). Ocasião: the Marquis and the Anthropologist, a Collaboration. Walnut Creek, AltaMira Press.

Ong, Aihwa y Stephen J. Collier, editores (2005). Global Assemblages: Technology, Politics, and Ethics as Anthropological Problems. Oxford, Blackwell.

Rabinow, Paul, George E. Marcus, James D. Faubion y Tobias Rees (2008). Designs for an Anthropology of the Contemporary. Durham, Duke Universiy Press.

Riles, Annelise (2003). Network Inside Out. Ann Arbor, University of Michigan Press.

Strathern, Marilyn (2004). Commons and Borderlands: Working Papers on Interdisciplinarity, Accountability and the Flow of Knowledge. Oxford, Sean Kingston Publishing.

Willis, Paul (1981). Learning to Labour: How Working Class Kids Get Working Class Jobs. New York, Columbia University Press.

1.

Esta es una version diferente del ensayo titulado, “Multi-sited Ethnography: Five or Six Things I Know About It Now.” Publicado en Multi-Sited Ethnography: Problems and Possibilities in the Translocation of Research Methods. Editado por Simon Coleman and Pauline von Hellerman. London: Routledge. 2011. Pp. 16-32. Agradecemos al Dr. George Marcus la publicación de este artículo.

2.

Profesor de la Universidad de California en Irvine.

3.

Para otros desarrollos sobre la extensión y contextualización de la investigación multi-situada en la segunda década del 2000, ver Rabinow et al. (2008), los volúmenes producidos a partir de conferencias sobre métodos como proyectos del Center for Ethnography, UC, Irvine y el Department of Anthropology, Rice University, (Faubion y Marcus, 2009; Boyer, Faubion y Marcus, 2015, y Boyer y Marcus, 2019), y un reciente atelier de colaboración para establecer relaciones fructíferas entre el diseño escenográfico del teatro y su centro investigación etnográfica, multisituada (Cantarella, Hegel y Marcus, en elaboración).

4.

“Paraetnografía” (ver Holmes y Marcus, 2005) no es meramente una cuestión de identificar un nuevo sujeto etnográfico, un autodidacta consumado. Más bien plantea preguntas más profundas sobre cómo opera la cultura en el continuo despliegue de lo contemporáneo, donde todos, directa o indirectamente, están implicados en y constituidos por complejos sistemas técnicos de conocimientos, poder, salud, política, medios, economía etc.. Lo que está en juego en nuestra conceptualización de lo paraetnográfico son las formaciones culturales que no son completamente contingentes en la convención, tradición y “el pasado”, pero que constituyen prácticas cognitivas orientadas al futuro que pueden generar nuevas configuraciones de significado y acción. En efecto, esto lleva a nuestra afirmación más radical: que las para-etnografías espontáneamente generadas se construyen en la estructura de lo contemporáneo y dan forma y contenido al despliegue continuo de una madeja de experiencia.

5.

La expresión “through thick and thin” se refiere a atravesar algo en las buenas y en las malas. También alude en este caso a la noción de etnografía densa y superficial desarrollada por Geertz (nota de la traductora).

6.

Al trasladarme de Rice University a la University of California, Irvine, en 2005, fundé el Center for Ethnography, organizado en torno a un número de proyectos temáticos que definen desafíos para el método etnográfico clásico. Uno de estos es “Ethnography as/of Collaboration”. Este proyecto incluye breves conferencias, conversaciones, investigación y experimentos pedagógicos (tales como intervenciones de para-sitios escenificadas en el proceso de investigación doctoral) que exploran el pasado y las emergentes formas y normas de colaboración en el rango de las prácticas etnográficas. También los modelos colaborativos están en el centro de las conversaciones entre Paul Rabinow y yo en torno a la naturaleza de la antropología en la contemporaneidad (ver Rabinow, Marcus, Faubion y Rees 2008).

7.

Late Editions (8 vols, 1992-2000, University of Chicago Press) fue un proyecto colectivo editado por mí, de producir libros anuales durante la última década del siglo XX, que reflexionaran sobre un enfoque etnográfico (documental) al incrementado sentido de comienzos y finales, característicos de fin de siglo ( en este caso, fin de milenio, también) pero que eran sensibles a las incisivas críticas de representación realizadas que fueron tan sobresalientes en ese momento. La mayor parte de las contribuciones a esos volúmenes fueron experimentos con el formato dialógico/entrevista/entretien. En cuanto tales, reflejaron el gusto por las estrategias reflexivas de la escritura de esa época (y desde entonces), pero también fueron anticipatorias del refuncionamiento de la puesta en escena de la investigación etnográfica receptiva a los terrenos multi-situados, en los que dicha investigación ha sido concebida de manera creciente.