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Etnografías Contemporáneas

Año 4, No. 7

Pensar (nos) desde adentro. Representaciones sociales y experiencias de violencia de género

Mariana Palumbo
Buenos Aires, UNSAM EDITA
2018, 78 pp.

Catalina Arango11. Politóloga. Do (…)

El libro de Mariana Palumbo nos plantea la invitación a reflexionar sobre la violencia de género desde la institución universitaria. Pocos estudios se han dedicado a investigar la violencia en espacios tan concretos como este, sostenidos por datos que nos permitan comprender las representaciones y las prácticas de los y las estudiantes de las universidades acerca de la violencia de género en la sociabilidad y en los vínculos sexuales afectivos.

El Programa contra la violencia de género, ahora Dirección, asesora e interviene en casos de violencia y es también un espacio de investigación, formación y sensibilización. Desde allí surgió la iniciativa de realizar la encuesta “Diagnóstico sobre discriminación y violencia de género” en 2016, en donde se analizaron los imaginarios, las prácticas y las experiencias de violencia de género en la población estudiantil.

La ley 26.486 de Protección Integral para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres fue sancionada en 2009. Esta ley menciona diferentes tipos de violencia; la física en la que se produce o se intenta producir dolor y daño y la violencia psicológica en donde el daño es emocional y se afecta a la autoestima, se degrada y se controla a las mujeres. Asimismo, otras formas de violencias como la sexual, la económica, la patrimonial y la simbólica, refieren a los patrones estereotipados que naturalizan la subordinación de la mujer en la sociedad.

En el texto de Palumbo hay una decisión teórica y política que analiza la violencia de género y renuncia a centrarse únicamente en la violencia contra las mujeres, en un intento por conocer si para los estudiantes la violencia de género es sinónimo de la violencia contra las mujeres. Se parte de una decisión teórica en donde la violencia excede la sexualidad y la genitalidad y se asume una postura crítica ante la visión que considera que las violencias solo pueden ser ejercidas por las masculinidades hegemónicas, mientras a las mujeres les corresponde un lugar de recepción de la violencia y de víctimas sin agencia. Pareciera tratarse de un relato en el cual algunas violencias son visibles y otras no, y algunas de ellas se solapan dentro de la relación amorosa. Un ejemplo de ello es que la agresión física es percibida negativamente, pero en ocasiones los celos y el control son comprendidos como inherentes a la relación amorosa y en ese sentido no son identificados como violencia.

Desde este enfoque se busca trascender el lenguaje victimizante y punitivista identificando las interacciones generadoras de violencia en los diferentes géneros. Esta perspectiva teórica recupera los sentidos y motivaciones violentas que generan el erotismo según Bataille en donde las parejas entran en un estado de fusión y comunicación. De allí que las mujeres también puedan hacer un ejercicio de la violencia.

La encuesta también tiene como propósito indagar por las violencias en las relaciones no heterosexuales y conocer quiénes perpetran la violencia, sobre quiénes y qué sentidos atraviesa la violencia en el ámbito universitario. En dicha encuesta podremos encontrar detalladamente un análisis sobre los diferentes tipos de violencia, los espacios en los cuales se ejerce y su caracterización. Mencionaremos solo algunos de los aspectos que en ella se relevaron teniendo en cuenta que la información detallada puede encontrarse en el texto.

Entre las causas principales de la violencia de género, podemos mencionar un nivel estructural que refiere a factores culturales, económicos y educacionales; el nivel familiar o de pareja y el de los factores psicológicos. Las personas encuestadas entienden que la violencia se explica en un 66% por factores estructurales, en un 15% por factores psicológicos de los sujetos, un 8% considera que obedece a factores de índole familiar o problemas de la pareja y un 6% a la combinación de los tres niveles: psicológicos, educacionales y culturales.

Cabe destacar que la mayoría de las mujeres encuestadas consideran que la violencia es una problemática que excede a la psiquis de los sujetos al pensarla como una relación con otros factores estructurales, culturales y educacionales, mientras que los varones tienden a pensarla en términos individuales e incluso a patologizarla. De allí que consideren que quien es violento puede entenderse como un desadaptado social, alguien a quien le concierne el castigo. Desde esta comprensión las opciones psicológicas y pedagógicas no suelen ser las prioritarias.

Los lugares en los cuales los y las estudiantes experimentaron violencia fueron el hogar, el trabajo, la vía pública, el transporte, la universidad, las instituciones de salud, entre otros. La autora señala que en el espacio público hay lugares en los que está habilitada la presencia de ciertos sujetos y no de otros, citando a Nancy Fraser para pensar el espacio público como masculino y burgués.

Los lugares en que los y las estudiantes experimentaron en mayor medida la violencia fueron la vía pública y el transporte (63%), el hogar (21%), (10%) la universidad y (11%) en lugares como la escuela, el estadio de futbol, el boliche y la calle, entre otros.

Otro de los datos importantes es que la violencia psicológica aparece con mayor frecuencia que la violencia física y sexual. Estas últimas son mayormente perpetradas por varones, mientras que en el ejercicio de la violencia psicológica hay mayor involucramiento de los géneros.

Un 69% de las mujeres encuestadas han experimentado actos de violencia en el espacio público, 30% de los hombres y 1% la mujer trans, lo que expresa una vulnerabilidad en los cuerpos femeninos en un lugar que ha sido tradicionalmente ocupado por los varones y en el cual la masculinidad adquiere hegemonía. En este espacio aparecen también como forma de violencia el acoso verbal en un 25%, el acoso verbal y sexual en un 23%, en donde se mencionan los “manoseos” y las “apoyadas”.

En las instituciones de salud un 8% de las personas encuestadas vivieron situaciones de violencia de género en un espacio donde el saber médico tiene una legitimidad histórica y científica y donde ese saber pone al otro en un lugar de recepción que puede traducirse en destrato y en no brindar información. A su vez se presentaron situaciones de violencia sexual ejercidas por efectores de salud como el ginecólogo.

Un 11% de los y las estudiantes expresó haber experimentado violencia en lugares como la escuela, los estadios de futbol, los boliches, entre otros y un 10% dijo haberla vivido en la universidad. Esta institución no deja de ser un espacio sexuado, orientado por normas de la masculinidad hegemónica, como señala la autora, donde se perpetra violencia contra las mujeres y contra los hombres que se salgan de los límites de la masculinidad hegemónica.

Mariana Palumbo indica que en este espacio el colectivo más vulnerable es el de las mujeres ya que se trata de una institución estructuralmente masculina. El 50% de las personas encuestadas manifestaron que los chistes, las burlas y el sarcasmo relacionados con la condición de género son frecuentes a pesar de que pareciera ser el lugar indicado para constatar el avance de ciertas conquistas sociales. Esto no impide que se presenten situaciones de violencia de género generadoras de malestar estudiantil.

En los y las estudiantes son preponderantes los vínculos monógamos. Para la autora este tipo de relaciones refiere a vínculos que tienen que ver con el ideal de amor romántico, la fidelidad y la unicidad del deseo, en donde la violencia, los celos y la posesión atraviesan dicho vínculo. La posesión y la exclusividad harán parte del amor romántico y del erotismo.

A su vez, aparecen como mecanismos de control las llamadas constantes y la búsqueda permanente de información de la pareja en el celular o en las redes sociales. De allí que la autora mencione la relevancia de los teléfonos celulares en la actualidad como una extensión del cuerpo que permite estar en el cara a cara y en contextos virtuales y que a su vez tiene consecuencias desde el cuerpo que produce y expresa afectos y agresión.

Facebook resulta ser un gran generador de celos y motiva al control de las parejas por las dudas que proporcionan las opiniones o “me gusta” a las fotografías y publicaciones. Estas señales generan angustia y un sentimiento de pérdida de la persona que se ama y pueden derivar en control o agresión.

Al momento de preguntar a los y las estudiantes por quién ejerce la violencia, las mujeres manifestaron haber perpetrado violencia psicológica en un 44% y los varones en un 56%. En este aspecto la autora señala que la diferencia no es tan grande como en otros. Los celos y el control hacen parte de la construcción romántica de posesión, monogamia y complementariedad.

Palumbo reflexiona sobre el lesbianismo en el cual se puede reproducir un modelo de pareja heteronormativo. Además de los celos y los hostigamientos, también aparecen la perdida de los amigos, del trabajo, de los viajes y la familia, entre otras. A pesar de que se deconstruye la relación en términos binarios, se puede conservar un ideario hetero que no interpela el amor romántico.

Tanto en hombres como en mujeres se presenta la inseguridad, la obsesión, la posesión y el control que producen el miedo a la infidelidad y la pérdida al sujeto deseado. Paradójicamente, la encuesta deja ver que, aunque los estudiantes no relacionan el amor con la violencia, este sí está atravesado por ella. Sin embargo, estas prácticas están presentes en las relaciones amorosas de los encuestados. Los mandatos de fidelidad, monogamia y posesión producen violencia en las relaciones románticas y esto no implica que sean cuestionados o percibidos negativamente.

El análisis de Mariana Palumbo nos aporta datos concretos sobre cómo viven los y las estudiantes la violencia de género y es un avance teórico que busca salir de los esquemas de victimización y de no agencia. A su vez es un insumo para pensar políticas de atención a la violencia de género que trasciendan lo punitivo e incluyan otras miradas como la psicológica y la pedagógica en el abordaje de la violencia.

1.

Politóloga. Docente IDAES-UNSAM