Materialidad digital y acción política: Las cartas a los presos políticos y su circulación en las redes sociales en Brasil y Catalunya
Por Elisenda Ardèvol1 e Isabel Travancas2
Ardèvol, Elisenda y Travancas, Isabel (2019). “Materialidad digital y acción política: las cartas a los presos políticos y su circulación en las redes sociales en Brasil y Catalunya”, Etnografías Contemporáneas, año 5, N° 9, pp. 159-181.
Resumen:
Este artículo propone una incursión en el concepto de materialidad digital para reconfigurar la aproximación teórica y metodológica en el estudio de las prácticas sociales que atraviesan las redes sociales. A partir de un trabajo de campo realizado en torno a las campañas de escribir cartas a los “presos políticos” en Brasil y Catalunya, el análisis se centra en la carta y su circulación como eje de las campañas activistas, ampliando el concepto de etnografía digital para abarcar un trabajo de campo que transita entre las redes sociales, las calles y las plazas. Esta aproximación descentra lo digital y su impacto social como núcleo de la indagación para examinar el papel de las redes sociales en el contexto de una acción política más amplia.
Palabras clave: Materialidad digital, etnografía digital, cultura material, prisión, acción política
Digital Materiality and political action: the letters to political prisoners and their circulation in social media in Brazil and Catalonia.
Abstract
This article suggests an incursion into the concept of digital materiality in order to reconfigure the theoretical and methodological perspective in the study of social practices that are part of the social media activity. Drawing on the fieldwork carried out in two letters writing campaigns to “political prisoners" in Brazil and Catalonia, the analysis focuses on the letters and their circulation as the axis of the activist campaigns, expanding the concept of digital ethnography to include fieldwork that takes place in social media as well as in villages and squares. This approach decentres the digital and its social impact as the focus of inquiry to examine the role of social media as part of a wider political action.
Key words: Digital materiality, digital ethnography, material culture, prison, political action
Recibido: 12 de febrero 2019
Aceptado: 30 de marzo 2019
Introducción
En este artículo proponemos una reflexión teórica y metodológica en relación con el estudio de las prácticas sociales que atraviesan las redes sociales tomando como punto de partida el trabajo de campo realizado en torno a las campañas de escribir cartas a políticos y activistas presos en Brasil (Lula Livre!) y en Catalunya (Escriu als presos).3 A pesar de las diferencias entre los dos países y de los motivos por los cuales estas personas están presas, en ambos casos se crearon campañas estimulando la escritura de cartas a los presos como forma de acción política.
A raíz de estas campañas, la escritura de cartas se propaga por las redes sociales y otros medios de comunicación, de manera que los presos reciben en poco tiempo millares de cartas escritas por personas a título personal, por organizaciones y colectivos, y también por personajes públicos. Miles de personas escriben a los presos, pero no sólo les escriben, sino que intercambian sus experiencias en las redes sociales; animando a otros a escribir, haciendo recomendaciones sobre cómo escribir a los presos, y mostrando imágenes de las cartas enviadas, recibidas o rechazadas y devueltas al remitente. Al mismo tiempo, la lectura de cartas de los presos o para los presos se torna un hecho recurrente en los actos políticos, y también se escriben cartas que son publicadas en los medios de comunicación y retuiteadas por miles de seguidores.
Este fenómeno llama nuestra atención como investigadoras tanto por el contenido de los mensajes que se intercambian en las redes acerca de las cartas, como por el hecho de la escritura masiva de cartas personales en un contexto dónde el género epistolar parece haber pasado a la historia como forma de comunicación interpersonal. Además, ilumina una situación social de excepción que suele pasar desapercibida: la restricción de la libertad de comunicación de los presos y su privación del uso de Internet y de las redes sociales. Según Liebling y Maruna (2005:2), aún hoy en día son insuficientes los estudios sobre los efectos de la cárcel y el impacto en la dimensión afectiva que produce “el miedo, la ansiedad, la soledad, el trauma, la depresión, la injusticia, la impotencia, la violencia y la incertidumbre” como parte de la experiencia de la vida en la cárcel; a lo que hay que añadir que la reclusión supone una importante limitación de la libertad de expresión, comunicación y acceso a la información. Los presos tienen restringidas y controladas sus interacciones personales y telefónicas con familiares, amigos y abogados, pero en el caso de los políticos y activistas, este confinamiento supone no solo un sufrimiento afectivo y una merma de su libertad de expresión, sino también una ruptura drástica con su actividad pública.
En este contexto, entendemos que las cartas y su circulación en Internet constituyen una forma de expresar apoyo y solidaridad con la causa y los políticos y activistas presos; este apoyo es a la vez interpersonal –dirigido a cada uno de los presos– y público –al compartir sus cartas a través de las redes sociales–. De esta forma, el género epistolar genera un espacio íntimo en el cual estas cartas tienen sentido, y al mismo tiempo, es una manifestación colectiva que entra en el espacio público. La publicidad de la carta en los medios y en los actos políticos la convierte en un médium por el cual traer a la presencia la ausencia de los presos en la vida pública, y conseguir mantener así la actividad política que les ha sido cercenada.
Como veremos a continuación, la materialidad y la singularidad de la carta como objeto pasan a tener un valor afectivo excepcional para las personas que comparten sus cartas en las redes sociales, más allá del contenido de la misma. De este modo, sostenemos que la carta entra a formar parte de un proceso de materialidad digital que vincula a los presos con sus escritoras y escritores, tanto en su vida privada como en sus actos públicos.
Hace tiempo que la antropología ha empezado a tomar interés por las modalidades de la circulación pública de productos culturales, especialmente de la circulación de imágenes y discursos, como una cuestión central en el análisis cultural. Más recientemente también hemos incorporado la comprensión de los medios como un conjunto de tecnologías, prácticas y redes (Eisenlohr, 2011: 1-2). De este modo, son ya abundantes los estudios de carácter sociológico o antropológico sobre movimientos sociales e Internet (Castells, 2008; Rovira, 2017; Trere, 2018; Postill, 2018). Sin embargo, la mayoría de estas aproximaciones suelen centrar su análisis en las prácticas sociales de los activistas en la red o en cómo las redes sociales se imbrican en los movimientos sociales, interesándose en si esta imbricación es eficaz o no para la lucha política o qué nuevos elementos introduce. Es decir, se trata de comprender las transformaciones, continuidades y discontinuidades de los movimientos sociales a raíz de la introducción de las tecnologías digitales o la incidencia de las redes sociales en la práctica política.
Sin embargo, la pregunta sobre qué es un medio (medium) examina también cómo las distintas dimensiones de la mediación se relacionan unas con otras en los usos concretos y situados de las tecnologías de la información y la comunicación. Nuestra comprensión de “medio” se extiende entonces siguiendo a Birgit Meyers (2012: 27-28) desde una perspectiva desde la cual los medios son definidos prácticamente por los medios de comunicación y las tecnologías digitales, hacia una visión más abierta, incluyendo otras formas de mediación y tecnologías, como por ejemplo las cartas, y otras prácticas “mediúmicas” que articulan modos de copresencia o de “traer a la presencia” espíritus, divinidades o personas (vivas o difuntas). De este modo, nuestro artículo busca indagar cómo se articulan continuidades y discontinuidades entre distintas formas de mediación en un caso concreto, examinando el objeto “carta” y su producción de sentido como acción política en un flujo de relaciones, materialidades y sensorialidades.
En esta dirección, entendemos que, en el contexto de nuestro estudio, la carta y su circulación por las redes sociales forma parte de una práctica política particular, que sintoniza con el concepto de acción política. Seguimos aquí el trabajo de Verena Stolcke sobre Hannah Arendt y nos acercamos a la concepción de la acción política como una acción que evita a la violencia para ir a buscar la palabra adecuada o certera en el momento justo; este movimiento de la violencia a la palabra es una acción política por sí misma, independientemente del contenido o el mensaje que se busca (Stolcke, 2008: 321). Según esta autora, la acción política se define en términos de Arendt por una acción colectiva basada en la interacción entre seres humanos que requiere y afirma la expresión singular y diversa de cada uno. En este sentido, entendemos que la carta es una expresión singular de cada remitente hacia su destinatario, y establece un vínculo entre ambos que el remitente decide hacer público, simplemente, en el acto de declarar en las redes sociales que ha escrito una carta para alguien a quien considera preso por motivos políticos. Al hacerlo, se expone públicamente y se posiciona políticamente, retando y buscando la complicidad de una audiencia. Se trata pues de una acción centrada en la palabra que es a la vez individual, colectiva y coordinada, cuyo propósito es mostrar afecto y solidaridad a los presos y para con los presos, denunciando su confinamiento. Esta acción individual y colectiva persistente en el tiempo persigue, a su vez, mantener la movilización social “viva” en torno a unos ideales políticos.
En nuestro estudio mostramos como la carta –y la imagen de la carta escrita o recibida– circula en distintos contextos, y muy especialmente en las redes sociales, acompañada generalmente de un breve texto y comentarios. Veremos que tanto en la imagen como en el texto que la acompaña, el autor o autora del mensaje destaca de distintos modos la materialidad de la misma –el sobre, el papel, la tinta, la escritura a mano, el proceso de escritura– y su envío y trayectoria, su viaje material hasta su destinatario, muchas veces incluso por encima del propio contenido de la misma.
De este modo, sostenemos que la carta forma parte de prácticas y procesos materiales e inmateriales, digitales y físicos, que hemos denominado “materialidad digital”. La materialidad digital es un concepto que surge de un trabajo de campo anterior con diseñadores de tecnología digital y que se refiere al hacer y a lo que emerge de procesos complejos en los que intervienen cosas, personas, intenciones, aspiraciones, discursos, imágenes, relaciones, etc. y no a un estado o cualidad de la materia (Pink, Ardèvol y Lanzeni, 2016: 11). Este concepto procesual permite zanjar la distinción ontológica entre material y digital, ya que lo digital también forma parte de nuestra materialidad, como lo vemos claramente en el problema cada vez más acuciante de la basura electrónica (Parikka, 2015). Lo que nos interesa entonces en este estudio es el objeto-carta como objeto-en-acción (Suchman, 2005) en el proceso de materialidad digital en el que la carta se inscribe. La materialidad digital emerge en el juego entre procesos materiales e informacionales generando formas sensoriales y estructuras de sentido para la gente implicada en estos procesos. Podríamos decir que la carta como objeto físico se digitaliza como imagen o como texto para su circulación en las redes sociales, pero con ello no pierde sus características materiales, ya que la imagen digitalizada remite tanto a su materialidad como a su significado cultural específico. De este modo, no decimos que la carta se haya convertido en un objeto híbrido, sino que en su proceso de digitalización adquiere nuevas propiedades, como la de poder circular en contextos más amplios, pero sin dejar de ser lo que es: una carta. Escribir una carta y compartirla a través de las redes es parte de esa materialidad digital a la que nos referimos, no hay separación clara entre lo que sucede "fuera" o "dentro" del mundo virtual, al contrario, es un continuo donde el mundo real de “la acción política” emerge.
La etnografía digital y las epístolas políticas
Como nos recuerdan John Postill y Sarah Pink (2012: 124), los caminos por los cuales las redes sociales se constituyen como campo de investigación son contingentes a los métodos y metodologías empleados, y sus trazos dependen también de las preguntas de investigación y los objetos de estudio. En nuestro caso, no hemos pretendido realizar un estudio sobre Facebook ni un análisis de redes sobre el origen de los tuits, su proximidad semántica o su valor emocional positivo o negativo hacia una causa (Martínez y Aragon, 2012). Tampoco, como decíamos al inicio, pretendemos analizar o caracterizar los movimientos sociales implicados en las dos campañas, que son de naturaleza muy distinta, aunque ambas presentan claras similitudes en sus objetivos y propuestas de acción política.
Centrar nuestra atención en las cartas supone acceder al campo de una forma distinta a si hubiéramos decidido estudiar el impacto de las tecnologías digitales en los movimientos sociales. Para Postill y Pink (2012: 125), Internet y las redes sociales forman parte del campo porque sus activistas se mueven activamente en este medio y lo que buscan comprender es cómo, porqué y con qué consecuencias los activistas usan las redes sociales. Desde su perspectiva, seguir a los activistas en las redes supone entender éstas como un lugar etnográfico que es a la vez social, experiencial y móvil. Y es desde este interés investigativo que señalan la importancia del concepto de sociabilidad por encima del de comunidad, cultura o red (Postill y Pink, 2012: 132). En nuestro caso, hemos optado por el concepto de materialidad digital, ya que lo que seguimos es un objeto y su agencia (Gell, 1998).
Nuestra experiencia está pues algo alejada de un trabajo como el de Postill y Pink (2012) en la que la investigación sobre el activismo político les lleva a seguir a los activistas en las redes sociales y a través de Internet para seguir etnográficamente las experiencias y sociabilidades de los activistas en las redes y en su vida cotidiana. No obstante, también nosotras desarrollamos prácticas etnográficas más allá de la dicotomía online-offline, entendiendo el campo como un continuum, de manera que el desplazamiento a los lugares físicos y el seguimiento en las redes nos proporciona una continua retroalimentación. No se trata de hacer una etnografía virtual, en los términos de Hine (2000), sino de seguir a las cartas en sus diferentes contextos de interacción social, incluyendo las redes sociales, plazas, librerías, personas particulares o asociaciones y colectivos en las que las cartas tienen una presencia activa.
Es por esta razón que preferimos utilizar el término “etnografía digital” para describir nuestro enfoque metodológico, ya que hemos realizado una aproximación etnográfica a nuestro objeto de estudio que incluye tanto el contexto de producción y recepción de la carta, como el seguimiento de la carta en su circulación a través de las redes sociales. Siguiendo a Sarah Pink y colegas (2016) la etnografía digital incorpora el hecho de que lo que investigamos participa de un entorno que es físico y sensorial, material e inmaterial, discursivo y paralingüístico. Lo es también porque incorpora la dimensión digital en las técnicas de campo y en el establecimiento del lugar etnográfico, que no se contemplan cuando hablamos solo de etnografía. Como afirman estos autores, hay que descentrar “lo digital” del estudio de los medios digitales para situarlo en la cotidianeidad de nuestros actores sociales y de nuestro trabajo. Esto supone incorporar “lo digital” en nuestros métodos y campo de un modo que responda a los objetivos y preguntas de investigación, que no necesariamente deben estar focalizadas en los medios digitales. Entonces, nos alineamos con una etnografía digital que se desmarca de una posición digital-céntrica, y que tiene en cuenta las relaciones entre los elementos sensoriales, materiales e inmateriales de nuestro mundo social (Pink et al. 2016:7). Nuestra metodología incluye la comprensión de la etnografía digital como un continuo del trabajo de campo, de manera que ésta no establezca dicotomías fijas entre los ámbitos online y offline, de formas que no hay diferencias sustantivas, sólo tipos distintos de ambiente y formas de copresencia (Ardévol y Gómez-Cruz, 2012; Di Próspero, 2016).
El trabajo de campo es de tipo cualitativo y de carácter etnográfico, en el sentido de que buscamos la significación del acto de escritura más que medir la magnitud del fenómeno, y tiene la particularidad de que el punto de partida es la epístola política, más que el estudio de los movimientos sociales o el carácter del activismo político que hay detrás de cada caso analizado. Nuestro estudio se centra en examinar el por qué las personas deciden escribir cartas a unos destinatarios que muchas de ellas no conocen personalmente, en seguir cómo las cartas a los presos políticos circulan por las redes sociales, y cuáles son los comentarios que las acompañan. El trabajo de campo ha tenido sus contingencias. Podemos decir que empieza cuando ambas investigadoras decidimos centrar nuestra atención en las epístolas políticas como objeto de estudio, ya que las dos estábamos en Barcelona cuando ocurre el encarcelamiento de los activistas proindependencia en Catalunya y posteriormente el de Lula en Brasil. Como catalana y brasileña, estamos inmersas en los eventos que se suceden, y como antropólogas de los medios, nos parece que podemos mantener un diálogo etnográfico entre ambos casos para una mayor comprensión antropológica de este fenómeno que se configura como transnacional (Boccagni, Lafleur y Levitt, 2016). Por una parte, se trata de dos campañas que se suceden casi en paralelo en lugares muy distintos del globo, y por otra, la escritura de cartas moviliza a las comunidades brasileña y catalana que habitan en distintas partes del mundo, así como a personas de distintas nacionalidades que simpatizan con los movimientos y que mediante las cartas expresan su solidaridad con los presos y los activistas, dando cuenta de una internacionalización de cada causa.
Aunque hemos seguido ambas campañas desde sus inicios, el trabajo de campo más intensivo se realiza desde abril de 2018 hasta diciembre de 2018, y consiste en su mayor parte en un seguimiento de las cartas en los medios de comunicación, y más concretamente en las redes sociales, especialmente en Facebook para el caso de Brasil, y en Twitter para el caso catalán (mucho más activo en este medio). Esto supone que empezamos el trabajo de campo de forma digital, abriendo una página en Facebook para archivar los posts que hablaban de las cartas, en especial a Lula, y una cuenta en Twitter, para hacer un seguimiento en tiempo real de la actividad en torno a las cartas en el caso de Catalunya, siguiendo las cuentas de los activistas en prisión administradas desde sus organizaciones, y haciendo búsquedas manuales a partir de los hashtags más utilizados en la campaña. En Catalunya, también asistimos a un evento de escritura colectiva y Elisenda asistió a distintos actos políticos en los que se leyeron cartas de los presos; En Brasil, Isabel realizó una visita al Instituto Lula en Brasil en São Paulo y un seguimiento posterior con entrevistas en Brasilia, así como asistió a un taller de escritura colectiva en Rio de Janeiro. Como parte del trabajo de campo, también realizamos entrevistas a distintas personas implicadas en las campañas y escribimos a los presos. En el caso del ex presidente Lula, la investigadora brasileña recibió una respuesta del Instituto Lula y Elisenda habló con Susana Barreda, esposa de Jordi Sánchez. Cabe decir que mientras en Brasil se recomienda que las cartas sean mandadas al Instituto Lula, que recibe y contesta las cartas, en el caso de Catalunya, las cartas son enviadas nominalmente a los presos, que las reciben en el centro penitenciario y son administradas directamente por sus familiares.
Las campañas
Escribir a Lula
La campaña “Lula Livre!” (Lula libre!) empieza dos días después de la detención de Lula el 7 de abril de 2018 en la sede de la Superintendencia de la Policía Federal de Paraná, en Curitiba. Lula da Silva fue metalúrgico, sindicalista y fundó el Partido de los Trabajadores (PT) en 1980 siendo elegido Presidente de Brasil en 2002 y 2006. En el año 2018, el Tribunal Regional Federal de la 4ª Región lo condenó en segunda instancia a 12 años y un mes de prisión por los delitos de corrupción y blanqueo de dinero en el caso del apartamento tríplex en Guarujá, São Paulo. En agosto de 2018 el Comité de Derechos Humanos de la ONU manifestó que el Estado brasileño debería garantizar al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva el ejercicio de todos los derechos políticos aunque estuviera en la cárcel. Esto incluiría el acceso a los miembros de su partido y a la prensa, y que no se le impidiera presentarse en las elecciones de 2018 hasta que se analizan todos los recursos judiciales pendientes. No obstante, el Gobierno brasileño no acató la orientación del Comité. Desde el arresto de Lula en abril, los líderes del Partido de los Trabajadores comenzaron a divulgar la dirección de la Policía Federal para que los simpatizantes pudieran enviar cartas al ex presidente. El sitio de noticias de UOL informó del inicio de la campaña: "PT hace campaña para que Lula reciba cartas en la PF, pero no todo puede ser entregado".
Con la prisión de Lula, las redes sociales se tornan un espacio privilegiado para la divulgación de la campaña de estímulo a la escritura y envío de cartas al político. La campaña fue divulgada a través de páginas, sitios y posts de miles de brasileños. Uno de los principales canales fue el sitio Lula.com que publicó el 23 de abril de 2018 la noticia: "Cartas del pueblo brasileño al presidente Lula - mensajes de solidaridad y resistencia también llegan de diversas partes del globo; la dirección de envío será centralizada en el Instituto Lula ". "Llegan de todas partes. Acumulan palabras de solidaridad, resistencia y gratitud. Traen oraciones, rezos, memorias y deseos para el futuro. Ya son más de diez mil cartas dirigidas al presidente Luiz Inacio Lula da Silva." Al poco tiempo son tantas las cartas que la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba ya no da abasto y pronto el envío es centralizado en la sede del Instituto Lula, en São Paulo, donde el ex presidente confía en que serán recibidas.
Escribir a “los Jordis”
La campaña “Escriu als presos” (Escribe a los presos) se inicia en las redes sociales poco tiempo después de que los presidentes de las dos asociaciones ciudadanas proindependencia de Catalunya, Jordi Cuixart, presidente de Omnium Cultural y Jordi Sánchez, presidente de Assemblea Nacional Catalana (ANC) fueran encarcelados de forma preventiva el 16 de Octubre de 2017 en Soto del Real, Madrid, tras haber ido a declarar por su implicación en la manifestación multitudinaria del 20 de Septiembre en Barcelona. Esta manifestación se produce como protesta a raíz de una intervención judicial en distintos organismos públicos de la Generalitat de Catalunya relacionada con impedir los preparativos para la celebración del Referéndum sobre la independencia de Catalunya, suspendido por el Tribunal Constitucional del Estado Español unos días antes. Desde el poder judicial y desde el gobierno del Estado español se insta al gobierno autonómico catalán que desista de cualquier intento de llevar a cabo la consulta. No obstante, gran parte de la ciudadanía se moviliza para conseguir que el Referéndum pueda celebrarse. Finalmente, y a pesar de que las fuerzas de seguridad actuaron en distintos colegios electorales para impedir la votación, el 1 de octubre de 2017 votaron más de dos millones de ciudadanos (aproximadamente un 45% del censo electoral), ofreciendo unos resultados claramente a favor de la independencia (Barceló, 2018; Poblet, 2018). A partir de ese momento, son procesados más de una veintena de representantes del gobierno y del parlamento catalán por permitir y aceptar los resultados del referéndum, de los cuáles siete también entran en prisión preventiva y siete se encuentran actualmente exilados fuera del estado español.4 Aquí nos centraremos en los dos activistas, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, que pasan a ser conocidos como “los dos Jordis” o “los Jordis”, ambos aún en prisión preventiva a la escritura de este artículo, acusados junto con los parlamentarios y miembros del gobierno catalán de sedición y rebelión.
La campaña “Escriu als presos” (escribe a los presos) se promueve a través de distintos medios de comunicación y en la web de Omnium y ANC a los pocos días de entrar en prisión sus respectivos presidentes (“los dos Jordis”) y rápidamente se extiende por el movimiento independentista en las redes sociales, tano a nivel individual como por medios de comunicación afines (p.e. “Cartes per la Llibertat” del periódico electrónico VilaWeb). Mientras Omnium Cultural es una entidad con fines sociales y culturales que nace durante el franquismo, Assemblea Nacional per Catalunya (ANC) es una organización mucho más reciente y orientada hacia objetivos políticos. Sin embargo, ambas organizaciones promueven un activismo basado en la no-violencia, el pacifismo y en valores democráticos, y ambas promueven la campaña dirigida a los activistas y también a los políticos independentistas presos, sin distinción ideológica, utilizando logos y lemas compartidos. De esta forma, la campaña se propaga rápidamente por las redes sociales y aparecen pronto junto con recomendaciones de cómo actuar para que las cartas no sean devueltas: "¿Pensó en escribir a los presos? ¿Ha pensado en hacerlo? Antes de enviarlas, lea estas instrucciones”. (@Andaluzindepe, noviembre de 2017).
Para hacernos una idea de la magnitud de la campaña, en abril del año 2018 las familias de “los Jordis” explican que los funcionarios de la prisión ya no dan abasto y les guardan las cartas en sacos para que se las lleven sin abrir. La pareja de Jordi Cuixart explica en un programa de radio que al principio les entregaban unas 200 cartas diarias, lo que suponía tener un funcionario todo el día dedicado a abrir sus cartas antes de entregarlas por si contenían elementos no permitidos, y que en el momento de la entrevista acumulan un total de 160 kilos de cartas cada uno. La pareja de Jordi Sánchez, Susana Barreda, explica que tiene en casa más de 20 sacas sin abrir y que una empresa de transportes se ofreció a llevarlas a su casa (entrevista personal y en RAC1, abril 2018).5
Las cartas
La visita al Instituto Lula en São Paulo realizada por la investigadora brasileña en Octubre de 2018 le permitió poder entrevistar a Calinka Lacort responsable de la organización y catalogación de las cartas, tener acceso a las cartas, comprender el proceso de recepción y archivo, así como la elaboración de las respuestas a las mismas. Las cartas a Lula llegan de diversas formas, de personas que las traen personalmente, de los movimientos sociales y por el correo. Calinka creó una hoja de cálculo donde anota los datos de las cartas, remitente, origen, estado y asunto. Isabel pudo tener acceso a todas las cartas que estaban en la sala, sin ninguna restricción. Antes de entrar en el contenido de las cartas, nos gustaría destacar que muchas llegan acompañadas de regalos. Desde bufanda y guantes para calentar al ex presidente en la cárcel, hasta dinero para pagar el sello de correo para la respuesta, dibujos, libros, perfume, fotos, objetos, cuadros, etc. El ex presidente solo lee una pequeña parte de las cartas enviadas, pero es informado sobre las que llegan, su contenido y los regalos.
Muchas cartas enviadas a Lula expresan una voluntad de acercamiento y tienen como objetivo agradecer y consolar al político preso. Un dato interesante de las cartas es la forma de dirigirse al ex presidente. Los remitentes se dirigen a él usando, "querido Lula", "mi amigo", "mi querido presidente", entre otros. Las expresiones cariñosas demuestran la cercanía y la intimidad que sienten con él, aunque no lo conozcan directamente. Para Calinka es el cariño que las personas expresan por él lo que más impresiona en las cartas: "Hay gente que manda tarjetas postales, que manda una foto de un paisaje, que manda ajo para espantar el mal de ojo, que hace programas de ejercicio para que él pueda hacer en la prisión, crucigramas…”.
Aquí destacamos brevemente la importancia de las estrategias discursivas utilizadas en las cartas dirigidas a los presos políticos tanto en Brasil como Catalunya: ¿Cuáles son las representaciones sociales que orientan la comunicación dirigida a cada uno de ellos? Para la investigadora Luciana Heymann (1999) es fundamental analizar cuáles son los recursos retóricos más frecuentemente accionados. Al leer las cartas a Lula, por ejemplo, quedó evidente el sentimiento de proximidad con el destinatario. Aunque él ha sido un presidente de la nación, ninguna de las cartas que hemos leído utiliza un lenguaje formal. Por el contrario, hay un deseo de demostrar cercanía con su principal lector. También sabemos, en particular en el caso de las cartas para notables, políticos o celebridades que la relación entre remitente y destinatario suele ser asimétrica. Casi ninguno de los remitentes espera una respuesta personal de Lula. En su mayor parte son, por encima de todo, expresión de afecto y solidaridad. No obstante, o quizás por ello, la alegría que se expresa en las redes sociales por haber obtenido una respuesta es grande y la carta recibida se comparte como un tesoro especial y único.
Imagen 1 Ejemplo de carta para Lula compartida en las redes sociales.
Imagen 2 Ejemplo de carta recibida de Lula y compartida en las redes sociales: “Una caligrafía de amor y democracia”.
En Catalunya, realizamos un seguimiento de las cartas a través de Twitter, observando que algunas de ellas procedían de distintos puntos geográficos, e incluso escritas en inglés por simpatizantes del movimiento o solidarios con los presos (traducido del inglés: “Mi hija pequeña ha hecho unos bonitos dibujos para los prisioneros políticos en España. No han sido entregadas. ¿Dónde los puedo mandar para que los reciban?”). En las cartas compartidas en Twitter lo que observamos es que la escritura de la carta supone muchas veces, un ejercicio familiar: se comparten las cartas que les escriben los hijos y los abuelos y abuelas, no solo las personales. Además, gran parte de los tuits analizados, son sobre el proceso de mandar la carta a correos, incluyendo fotografías del proceso de escritura, el sobre, el buzón de correos, la estafeta de correos o la carta devuelta. También en el caso catalán se comparten con emoción las cartas de los presos recibidas.
Imagen 3 Ejemplo de carta de un familiar compartida en las redes; en este caso una postal: “Mi abuelo escribió una carta a los presos y quería hacéroslo saber. Esta no es tampoco una Navidad normal.”
Imagen 4 Ejemplo de imágenes del proceso de mandar una carta a los presos: “Hoy, acompañando a mi hijo a correos a enviar una carta a una persona fundamental para mi formación política y humanística. Gracias @jordisanchezp por tu fidelidad y compromiso, coherencia, valor e integridad. Gracias también por estar ahí, siempre!”
Imagen 5 Ejemplo de carta recibida de Jordi Cuixart: “Noticias de Soto del Real. Una carta preciosa del @jcuixart. Llena de optimismo y buenos presagios. Una carta de una buena persona. Emoción y rabia. Sentimientos mezclados ante tanta injusticia, #LibertadPresosPoliticos”
Imagen 6 Ejemplo de carta devuelta al remitente: “Me han devuelto una carta dirigida a @jordisanchezp, dicen que por motivos de “seguridad”. ¿Qué problema de seguridad puede tener una carta sino tan solo procurar aislarlo cada vez más? Injustica, injusticia, injusticia #Libertad”
La mayoría de tuits analizados sobre el envío y la recepción de las cartas de la prisión incluyen una fotografía de la carta enviada, del sobre, del buzón donde se coloca que remiten al objeto "carta", enfatizando su materialidad. Esta materialidad se expresa en la fotografía que acompaña el texto que comenta la intención o el momento de escribir una carta (“mañana les escribo una carta”, “qué haces, hija? Estoy escribiendo una carta”), la propia carta enviada o recibida (“una carta al día”, “carta de @jordisanchep desde la prisión”) o el acto de enviarla o recibirla (“acompañando a mi hijo a correos para enviar una carta”, “Noticias de Soto del Real, una carta preciosa y llena de optimismo”). Se destacan las fotos del sobre listo para ser mandado enfatizando la importancia del mismo y de su destinatario y ubicación: la prisión. Lo mismo ocurre con los tuits que abordan la pena o la rabia contenida en la recepción de la carta devuelta. Estos mensajes van acompañados de la fotografía de la carta devuelta con dirección rallada y la justificación de la devolución. Estos tuits contrastan con aquellos que expresan la alegría de la llegada de una carta de los presos. El texto (“¡hemos recibido una carta!”; “¡gracias por la carta!”, “Lloro de rabia e impotencia el presidente de Omnium me da la bienvenida a la entidad desde la prisión”) viene seguido de una imagen de un sobre abierto o de un fragmento de la carta escrita a mano. Estas imágenes destacan también la materialidad: hoja blanca y tinta, escrita a mano, trazos y dibujos, enfatizando la importancia de recibir una carta manuscrita y firmada. Como dice uno de los tuits, el lector imagina “a una persona libre como Jordi Cuixart tan injustamente encarcelado escribiendo en una celda de 2 metros esta carta.” Estas expresiones muestran la importancia dada a la materialidad de la carta, al hecho de que fue “tocada” y “escrita” en un contexto de aislamiento y que ha podido llegar hasta él. Esta materialidad de la correspondencia –el objeto carta y el proceso de escritura– se experimenta como un vínculo directo con el preso, más allá del contenido mismo de la carta. La carta es portadora de algo más que el texto, hace presente al preso en su corporalidad, el autor ha dejado su traza personal indeleble en la carta.
¿Qué hace la carta para las personas que las escriben y reciben? En primer lugar, la escritura, aunque se haga en un espacio colectivo, es un acto privado e íntimo. Las cartas tienen a lo largo de la historia un papel importante como medio de comunicación en las relaciones familiares, amorosas, en la vida política y como género literario. Presuponen un remitente y un destinatario inmediato y mantienen similitud con el diálogo, ya que hay un interlocutor “presente en ausencia” y fue definida por Emerson Tin (2005: 9) como una "conversación escrita". Michel Foucault en su ensayo "La escritura de sí", analiza la correspondencia enfatizando que la carta "actúa en virtud del propio gesto de la escritura, sobre aquel que la envía, así como actúa, por la lectura y la relectura, sobre el que la recibe" (Foucault, 1992: 145). Como destaca la historiadora Ángela de Castro Gomes (2004), quien escribe su "verdad" busca también un "efecto de verdad" en su destinatario; las misivas pueden revelar dimensiones íntimas y profundas del individuo que asume su autoría. Por lo tanto, la correspondencia personal supone un elemento intimidad y de sociabilidad que puede tener una función terapéutica o catártica, además de exigir tiempo, disciplina, reflexión y confianza. Escribir es de algún modo, estar “junto a”, cerca del otro, traer al otro hacia sí; una forma de establecer una copresencia.
La carta personal establece un vínculo íntimo entre el remitente y el destinatario, así como un "efecto de verdad" que será importante en la correspondencia política. Aún que en este artículo no analizamos las cartas públicas de Lula y de “los Jordis”, sino las de las personas que les escriben, cabe recordar que las cartas desde la prisión constituyen un subgénero epistolar y literario (Impey, 1998). De hecho, los presos no solo responden individualmente a algunas de las miles de cartas que reciben, también lo hacen escribiendo cartas públicas, que a su vez circulan por las redes, y se leen en voz alta por políticos o celebridades locales. En el caso de Catalunya, muchas veces se leen de viva voz por los familiares de los presos. En este sentido, la carta leída en los actos públicos por familiares cercanos, establece un nuevo vínculo –a través del parentesco– de cercanía y proximidad. La voz del familiar, la mano que sostiene la carta que a su vez ha sido sostenida por el activista preso, actúa como una cadena de transmisión para corporalizar y encarnar al ausente. Estas lecturas de cartas son a su vez compartidas en internet generando un flujo de afectos, correspondencias, proximidad y visibilidad de los activistas privados de libertad, enfatizando su corporalidad a través del rastro material de la carta escrita en la prisión.
Imagen 7 Oriol Sánchez lee en voz una carta de su padre Jordi Sanchez desde Soto del Real: “Un estado autoritario nunca dejará gobernar a un pueblo libre. Gracias por no olvidarnos. Brillo en la mirada y fuerza en el brazo”
Imagen 8 Noticia de la lectura pública de una carta de Lula compartida en Facebook.Carta al pueblo brasileño: “Curitiba, 11 de septiembre de 2018; Mis amigos y amigas… “
La escritura colectiva
No es fácil escribir a Lula, tampoco a los Jordis. Al inicio de la campaña “Lula libre!” aparecen en las redes videos que recogen la actividad de escritura en las calles de Sao Pablo; concretamente aparecen “escribientes” voluntarios que se ponen en la calle para ayudar a redactar las cartas a las personas que pueden tener dificultades para escribir o redactar una carta. Pero no se trata solo de un problema de analfabetismo funcional, sino de animar a escribir y escribir en compañía.
En Catalunya se organizan varios eventos de escritura colectiva en distinots pueblos y ciudades, como el que organiza la librería Ona en Barcelona, una vez al mes. Fuimos a uno de estos eventos a principios de junio de 2018 por la tarde, y pudimos comprobar que durante la velada asistieron entre unas 20 y 30 personas, la mayoría mujeres entre 35 y 65 años, pero también algún chico joven y algunas personas mayores de 65 años, hombre y mujeres. Algunos escribían en solitario, mientras otros compartían las mesas y parecían conocerse. La gente que acudía lo hacía por varios motivos; algunas personas mayores, por ejemplo, pedían la ayuda de la monitora para que les corrigiera la ortografía y la gramática, ya que querían escribir en catalán y de pequeñas no aprendieron a hacerlo debido a que durante el franquismo no estaba permitido el aprendizaje del catalán en las escuelas; una señora de más de 90 años acudió con su hija, aunque no pidió ayuda para escribir su carta. Montserrat Úbeda, la dueña de la librería y organizadora del taller, nos comentó que “parece mentira, pero actualmente se ha perdido la costumbre de escribir cartas… ¡la gente no sabe ni lo que es el papel de carta! Aquí les proporcionamos papel, sobres, bolígrafos, postales y nos distribuimos a quién escribir para que todos los presos y las presas reciban sus cartas”. También nos dijo que muchas de las personas que acuden a la sesión de escritura colectiva lo hacen porqué para que la carta llegue a su destinatario en la prisión se debe poner el remitente, y mucha gente aún teme la posible represión y quedar “fichada por la policía”; ella se presta a que pongan la dirección de la librería. Según la organizadora “el taller nos da un poco de esperanza, un espacio en el que nos sentimos libres, porque aquí nos reunimos y es un momento para llorar y reír”.
Imagen 9: Taller de escritura colectiva “cartes pels nostres presos” (cartas para nuestros presos), Barcelona, Junio, 2018. Fotografía de las autoras.
En diciembre de 2018 la investigadora brasileña acudió a un evento para escribir postales o cartas de Navidad para Lula en la prisión bajo el lema Navidad Lula Libre. Ocurrió en Laranjeiras, un barrio en la zona sur de Río de Janeiro, un sábado por la mañana. El acto fue divulgado por las redes sociales y Isabel estuvo allí para observar, sacar fotos y entrevistar a la gente. Al inicio no había mucha gente, pero poco a poco fue llegando gente, muchas mujeres, en su mayoría, de distintas edades, y en general, se respiraba un clima de confianza con amigos que se encontraban y se abrazaban en un ambiente de fiesta y música. Por otro lado, había también personas que pasaban y miraban y alguna llegó a decir algo desagradable sobre Lula y que “merecía estar en la cárcel”. La organizadora Mara Figueira, periodista, había preparado un árbol de Navidad, muchos carteles, una mesa grande con comida y bebida y otra más pequeña con postales de Navidad con bolígrafos y sobres para quien quisiera escribir a Lula.
Es importante decir que Lula en este momento estaba en el cárcel desde hacía 8 meses y su partido –Partido dos Trabalhadores– había perdido las elecciones presidenciales un mes antes y el presidente elegido Jair Bolsonaro y su partido PSL –Partido Social Liberal– fomentaba sin disimulo mucho odio hacia el ex presidente. Mara explicaba su estrategia: “Tenemos que tocar a los corazoncitos de la gente, que Lula está muy envejecido. Yo quería hacer algo para Lula, llevar este tema a las calles para tener la oportunidad de hablar con la gente. Por eso la idea de una merienda en la calle. Y las postales de Navidad es la continuación de las cartas que escribimos para él. Y que espero que pueda leerlas en su casa y no en la prisión.” Hasta el momento en que escribimos este artículo, Lula sigue en la prisión, así como los “dos Jordis”.
Imagen 10 Taller de escritura colectiva “Natal Lula Livre” (Navidad Lula libre), Rio de Janeiro, Diciembre, 2018. Fotografía de las autoras.
La materialidad digital y la acción del objeto
Hay tres aspectos que conducen nuestro análisis de esta práctica política: el primero, cómo se establece un vínculo entre lo personal y privado con lo público y colectivo; tanto a través de la escritura colectiva y lectura pública de cartas, como de su circulación por las redes sociales; circulación que refuerza la idea de una materialidad digital que venimos exponiendo, como forma de comprender los flujos comunicativos en los cuales la carta se inserta y forma parte. El segundo, cómo la carta-objeto actúa como vínculo material y afectivo entre remitente y destinatario; la carta por haber estado en contacto con el preso y por reproducir sus palabras, lo encarna y lo hace presente. Por último, cómo la carta teje redes materiales e inmateriales de afectos y es ese afecto el que actúa como movilizador político, materializando la carta un acto de resistencia pacífica ante lo que las personas que escriben –tanto en el caso de Brasil como de Catalunya— consideran un trato injusto y denigrante para con sus líderes. Escribir pues es un acto de reafirmación de sus ideales políticos, y a la vez, de comunión personal y colectiva con los ausentes.
A través de nuestro trabajo de campo hemos visto que la carta es este “algo tangible” que circula como “trazo” de una acción individual que se torna colectiva al escribirse en talleres colectivos, publicarse en las redes sociales y/o leerse en voz alta en los mítines, restableciendo la corporalidad y haciendo “tangible” al preso. Coincidimos con el historiador Roger Chartier (1994) en que la materialidad del texto es investida de una función expresiva que produce múltiples formas de recepción. Un aspecto importante de la carta es cómo transita del emisor a su destinatario y en qué contexto se inscribe su lectura; quién es el mediador, y qué circuitos pasa hasta llegar a su destinatario.
Los comentarios y las imágenes de las cartas en tuits y posts nos indican que la carta enviada o recibida actúa como un testimonio corpóreo, táctil, de su emisor, remitiéndonos a su trayectoria y contexto de escritura. Por ejemplo, los tuits hacen énfasis mediante comentario y/o imagen en los distintos momentos del proceso: la carta del preso que la persona recibe en su buzón, su viaje desde Soto del Real (la prisión donde están “los Jordis” en ese momento); escrita de puño y letra por el preso en “una celda fría y pequeña”, ha cruzado los muros de la prisión, ha viajado 600 km. ha llegado a la estafeta de correos y finalmente hasta su destinatario en Barcelona. Del mismo modo, el remitente que escribe a los activistas y comparte su carta, imagina el trayecto que la carta deberá realizar, desde su lugar de residencia como espacio de libertad, el trayecto hasta la prisión, la censura que debe pasar, su recepción por el preso y su lectura en la celda. Es toda esta trayectoria espacial, temporal, gestual y afectiva la que se inscribe en el objeto carta que circula en las redes configurando este flujo de materialidad digital que hemos descrito.
Gracias a la reproducibilidad técnica y su difusión y circulación a través de las redes y de los actos públicos, la carta pasa de "una conversación íntima" a ser "un objeto" que percibimos a partir de un inmediatismo "táctil"; como un verdadero testimonio de quien la publica o la sostiene. La carta privada circula en un "espacio público" formado por cuerpos, medios de comunicación y pantallas sensibles al tacto e interactivas, que como dice Guiomar Rovira, favorecen sentimientos, emociones, y respuestas "a flor de piel" por encima de discursos, partidos e ideologías; “la política se convierte en algo tangible para el ciudadano, con una carga emocional de gran poder” (Rovira, 2017: 159-160).
La materialidad digital se conecta con el "ir haciendo" y con lo que va surgiendo de esas mezclas entre lo físico y lo informacional, no como un estado o una calidad de la materia, sino como un proceso abierto (Pink, Ardévol, Lanzeni, 2016: 10-11). Este concepto de materialidad digital no supone pues un objeto empírico que esté fuera, aunque incluya la transformación de propiedades físicas en imágenes digitales. Lo que importa en la materialidad digital es la circulación de la carta en soportes y contextos diferentes manteniendo su materialidad táctil, su conexión directa con los presos, y cómo esto posibilita su apertura a diferentes públicos, articulando diversos modos de copresencia. Di Prospero, citando a Anne Beaulieu, nos indica que “la copresencia descentraliza la noción de espacio sin excluirla y habilita la posibilidad de establecerse a través de una variedad de modos, donde la coubicación física es uno entre otros” (Di Prospero, (2017: 51).
El objeto que circula es un producto cultural específico y reconocible: una carta, que se constituye como tal por tener ciertas características textuales y comunicacionales, ciertas convenciones culturales y literarias, ciertos procedimientos de producción, regulación, circulación y consumo; que en la escritura a los presos supone además, pasar una censura y cumplir ciertos requisitos como el peso de la carta, no contener elementos monetizables como sellos, etc. Es por tanto, un objeto inserto en tramas de significación también muy específicas, que incluye aspectos materiales e inmateriales, emocionales y discursivos. ¿Se puede hacer etnografía desde un objeto? Nuestra respuesta es afirmativa en tanto que hemos investigado las agencias del objeto en su trayectoria desde el punto de vista de los actores sociales que lo producen, movilizan y lo dotan de sentido. Desde este punto de vista, no nos hemos alejado mucho de los estudios de cultura material propuestos por Daniel Miller (1998).
Según Daniel Miller, las teorías sobre cultura material desarrolladas en los años ochenta del pasado siglo demostraron que los mundos sociales están constituidos por lo material tanto como lo inmaterial, y que centrarse en el análisis de la cultura material puede arrojar luz sobre los procesos culturales. Prestando atención a las cualidades más mundanas y sensoriales del objeto, podemos captar las sutiles conexiones entre la vida social y los valores que son objetivizados a través de estas formas, en parte por las cualidades particulares que muestran esos objetos (Miller, 1998: 9).
La etnografía va mucho más allá de lo que las personas dicen en su profundización sobre la vida social, fijándose también en lo que la gente hace, en lo que la gente dice que hace, y particularmente, en el papel que dan a las cosas en su vida diaria. De esta manera podemos observar determinadas articulaciones entre personas y objetos que son especialmente significativas. Este es el aspecto clave del enfoque etnográfico, que va más allá del análisis formal de los objetos (Miller, 1998: 12-14).
La fuerza de la materialidad de la carta se mantiene y sigue activa cuando se comparte y circula a través de las redes sociales o se lee en voz alta. En estas articulaciones, la carta actúa como “médium” que trae a la presencia al ausente, no solo por el texto que se lee, sino por sus cualidades táctiles, olfativas, de peso y tamaño, por el trazo del escrito. De hecho, la mayor parte de las cartas compartidas en las redes, no pueden leerse, y en su mayoría, lo que se comparte es la imagen del sobre, por el anverso o el reverso. Elisabeth Edwards nos recuerda que el sentido que damos a una fotografía puede ir más allá del rastro deíctico de la imagen. El límite la antropología ha sido mirar las fotos solo como representaciones, aun cuando son muchas las etnografías que nos indican otra cosa. Edwards nos propone una teoría cultural de la fotografía, por la cual hemos de descentrar el sentido de la foto solo en lo visual, para observar las relaciones entre las personas y las cosas (las fotografías también) como mutuamente constitutivas de la experiencia y la práxis cultural (Edwards, 2009: 101). Para esta autora, el significado de la fotografía se constituye a través de lo material y es constitutivo de aprehensiones materiales, encarnadas y sensoriales de la foto (Edwards, 2009: 103). Si esto es cierto para los aborígenes australianos, ¿por qué no puede aplicarse también a catalanes y brasileños? Nuestras observaciones en el campo tienden a confirmar esta apuesta teórica. Las fotografías que se comparten en las redes tienen esas tonalidades sensoriales y cargas afectivas, como por ejemplo, mostrar la parte reversa del sobre rasgado para que veamos que la carta se ha abierto con impaciencia y que su remitente es el esperado, con la dirección de la prisión escrita de su puño y letra. Elisabeth Edwards nos recuerda el trabajo de Alfred Gell, que nos pide “una aproximación a las cosas más ‘centrada en la acción’ y en la forma que desempeñan un papel fáctico de mediación de los procesos sociales” (Edwards, 2009: 104). Las fotos que se comparten por Facebook y Twitter sobre las cartas que se envían, las cartas rechazadas o las cartas recibidas, apelan a sus cualidades materiales –su forma, su tamaño, la dirección, las anotaciones, su extensión, su textura, etc.– y es en ese detalle que son portadoras de un “potencial dinámico para demandar reacciones y provocar sentimientos. (…) la fuerza de dichas fotos puede ser conectada con los efectos que las imágenes son capaces de manifestar en aquellos que se encaran con ellas” (Edwards, citando a Gell, 2009: 106). De este modo, las imágenes de las cartas que se comparten en Internet no son imágenes que apelen al recuerdo o a la memoria, sino que “marcan la presencia de la acción en curso del sujeto”; el acto de mandar o de recibir una carta, su carga afectiva y su valor como gesto político para la persona que la comparte. Lo que Jamon Halvaksz nos dice sobre las fotos en su trabajo de campo en Papúa Nueva Guinea es pertinente también para las fotos que hemos analizado y concuerda con la idea de materialidad digital que hemos venido trabajando: “las fotos son parte de una red fluida de personas, lugares y cosas conectadas por encima del tiempo y del espacio” (Halvaksz citado en Edwards, 2009: 110).
Conclusiones
En nuestro estudio hemos indicado la particularidad de esta articulación entre las personas y las cartas a través de sus cualidades materiales y de su trayectoria. Para las personas que escriben, un aspecto importante es que la carta pasa de sus manos a las de los presos; lo que se diga en las cartas importa, pero también lo que las cartas como objeto hacen: llegar al preso y ofrecer calor y acompañamiento. “¡No estáis solos!” es el texto que acompaña a muchos de los post y tuits con imágenes de las cartas escritas, y también el grito que acompaña la lectura de cartas en las plazas o en las calles. Para los presos, recibir cartas significa una “ventana al mundo” y una “ranura por la cual se cuela la libertad” (declaraciones de la pareja de Jordi Cuixart en el programa de radio ya citado). La escritura de cartas se convierte también en una ocupación mundana de los presos; responder cartas entra a formar parte de su rutina, como nos cuenta Txell Bonet, pareja de Jordi Cuixart, éste acumula y cuenta los bolígrafos que va gastando (41 a momentos de la entrevista) y explica que tiene callos en los dedos de tanto escribir. La carta articula la libertad y la falta de libertad, el mundo exterior y la privación en la que viven los presos. La carta condensa un espacio-tiempo que evoca una cotidianeidad mundana frente a las restricciones impuestas por el mundo carcelario. No solo por el mensaje o contenido de la misma, sino por la trayectoria que evoca su materialidad cuando llega a su destinatario y los trazos que su remitente ha dejado en ella. Y lo mismo sucede cuando la carta realiza el camino inverso. El medio es el mensaje.
Tanto en el caso brasileño como en el catalán, las cartas se inscriben en contextos de una fuerte tensión política y en movimientos sociales más amplios. Las cartas articulan la protesta política a través del afecto, el gesto íntimo con el acto público; la excepcionalidad del momento y de la situación con la cotidianeidad; la lucha por unos ideales con la reciprocidad de la correspondencia; las pantallas táctiles con los callos en los dedos. Es en esta dirección que utilizamos el concepto de materialidad digital para indicar el proceso en el cual las cartas, sus fotografías, las estafetas y buzones de correos, los post en Facebook y los tuits están insertos, de manera que las prácticas sociales, materiales y afectivas se entrelazan en la acción política concreta de escribir una carta.
Agradecimientos
Queremos agradecer la amabilidad de las personas que nos permitieron compartir los talleres de escritura en Rio de Janeiro y Barcelona, a las personas entrevistadas y a la Fundación Lula, así como a los (o las) revisores anónimos que nos aportaron nuevos elementos a la discusión y una visión crítica que esperamos que hayamos podido introducir en el texto revisado.
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1. Universitat Oberta de Catalunya
2. Universidade Federal do Rio de Janeiro
3. En este artículo usamos el término “presos políticos” como categoría vernácula que utilizan los activistas de las campañas analizadas y sus seguidores para referirse a sus líderes presos, porque para ellos lo son. No es nuestra intención entrar en la polémica de si “efectivamente” lo son, e independientemente de que sus oponentes discrepen en esta categorización o de que haya un consenso en los distintos países sobre su estatus, o incluso que distintas organizaciones internacionales se hayan posicionado a favor de otorgarles esta consideración, como la Fundación Internacional de Derechos Humanos que reconoce a Lula como preso político en julio, 2018 y Amnistía Internacional que reconoce a los activistas catalanes Jordi Cuixart y Jordi Sánchez como presos políticos, en octubre, 2018.
4. En este artículo no entramos en detalle en el proceso político que lleva al 27 de octubre a la declaración política de la independencia de Catalunya, a la suspensión del autogobierno, a la prisión preventiva o exilio de sus líderes políticos, y a convocar nuevas elecciones autonómicas catalanas el 21 de diciembre por parte del gobierno del Estado español y el juicio que se inicia en febrero de 2019. Para una ampliación contextual ver: Alkorta, Eider y Leonisio, Rafael (2019).
5. La entrevista puede segurise en https://www.rac1.cat/programes/islandia/20180215/44805542031/jordi-cuixart-jordi-sanchez-cartes-soto-del-real-preso-txell-bonet-susanna-barreda-albert-om-islandia.html