Hacer universidad y academia como experiencia práctica común

Eduardo Rojas1
Anaïs Roig
2
Cintia Cavallo
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Resumen

Este texto aborda la experiencia del programa “Sociedad, Economía y Política: Teoría Social Aplicada” (SEPTESA), buscando destacar los aspectos practicables que toda sociología “crítica” del orden del capital habría de distinguir como valor social, en un contexto de academia estatal y conurbano bonaerense, pleno de marginalidad y de experiencia “popular”, como el de la UNSAM y la Escuela IDAES. Es decir, el programa considera su particular contexto académico como uno en el cual se ha de entender “territorio”, espacio virtual “de quienes le dan acogida”, como campo de saber y conocimiento “desde abajo”, incluso de “economía popular”. El programa pretende hacerse de una sociología “aplicada” que lee el mundo y la ciencia para darse un método; teoría y crítica en cuanto experiencia y saber popular legibles en Gramsci, Benjamin, Vigotski, Aricó, Habermas o Fraser. Podrá afirmarse además sociología “postmetafísica”, “efectual”, “pragmatista”, que sólo vale por sus efectos de realidad inmediata (según Peirce, Dewey). En suma, el programa avizora una academia de memoria y conciencia histórica verificables en vida común y que, lejos de ocultar su razón “política” apelando a la ciencia “normal”, sostuvo Fraser trabajando con SEPTESA en 2014, la lleva a cielo abierto, “animando a los interlocutores a descubrir públicamente y rebatir sinceramente los intereses y los compromisos de valor subyacentes con que se envuelven sus afirmaciones”.

Palabras clave: teoría, experiencia, método, crítica, pragmatista

Abstract

This text addresses the experience of the program “Society, Economy and Politics: Applied Social Theory” (SEPTESA), seeking to highlight the practicable aspects that any “critical” sociology of the order of capital would distinguish as social value, in a context of Buenos Aires state and urban academy, full of marginality and “popular” experience, such as the UNSAM and the IDAES. That is, the program considers its particular academic context as one in which to understand “territory”, virtual space “of those who welcome it”, as a field of knowledge “from below”, even of “popular economy”. The program aims to become an "applied" sociology that reads the world and science to give itself a method; theory and criticism as experience and readable popular knowledge in Gramsci, Benjamin, Vigotski, Aricó, Habermas or Fraser. It will also be possible to affirm “postmetaphysical”, “effectual”, “pragmatist” sociology, which is only valid for its effects of immediate reality (according to Peirce, Dewey). In short, the program envisions an academy of memory and historical awareness verifiable in common life and that, far from hiding its “political” reason appealing to “normal” science, said Fraser working with SEPTESA in 2014, takes it to the open sky, “encouraging interlocutors to publicly uncover and sincerely refute the underlying interests and value commitments involved in their claims”.

Keywords: theory, experience, method, critique, pragmatist


Solo quienes imaginan que hay “un” capitalismo pueden suponer que hay (…) “una” pauta típica de conducta esperable de cada una de las clases sociales, como si fuera posible conocer de antemano la conciencia o los comportamientos que deben serles atribuidos (Nun, 2000, pp. 48-49).


Este texto presenta la experiencia de un programa permanente de intensificación de teoría, llamado "Sociedad, Economía y Política: Teoría Social Aplicada” (SEPTESA), experiencia necesaria para dar cuenta de la densidad de conocimiento e intereses que supone afirmarse “crítica” en un orden del capital como el argentino. La premisa central consiste en visibilizar una forma de “racionalidad ampliada” que revela la insuficiencia de fundamentarla, como es habitual, en la acción instrumental y la necesidad, por eso, de un cálculo complejo que refiera a la diversidad de mundos de vida en los cuales la razón, en cuanto llevada a la práctica y hecha palabra, se hace real; mundos objetivo, social y subjetivo, para una interpretación, aceptable en los hechos, de cómo los sujetos capaces de lenguaje y de acción hacen uso del conocimiento.4

SEPTESA es un programa permanente de investigación y talleres, con la participación de investigadores y expositores-informantes que comparten sus experiencias prácticas. Su enfoque se centra en desarrollar explicaciones practicables hoy a nivel de la teoría social disponible y, por otro lado, actualizaciones metodológicas adecuadas para una reconsideración de la crítica clásica del orden del capital por la vía de asignarle métodos “pragmatistas” de tipo democrático, inspirados en figuras como Charles Sanders Peirce y John Dewey, entre otros.

En este contexto, se argumenta que la ciencia social puede superar las dificultades de una filosofía de la historia tradicional y metafísica al adoptar un discurso científico que solo se realiza a través de la interacción con aquellos que son ajenos a ella: “solo en los estancamientos de ‘su’ proceso de aprendizaje relativo a nosotros, nos tornamos conscientes de los límites de ‘nuestro’ saber” (Habermas, 1990, p. 179).

Postúlase, entonces, por ejemplo, una racionalidad apropiable a contextos como el estatal, pero “territorio” de industria competitiva y sociedad marginalizada, tal el del conurbano bonaerense que entorna la institución UNSAM. Academia “de quienes le dan acogida” (Greco, 2022) para una lectura del mundo en la cual tanto la naturaleza como la realidad actual pueden “leerse como un texto”, abrir, en razón de ello, “el libro de lo sucedido" (Benjamin, 2005).

Quizás lo crucial con estas pretensiones metodológicas es la posibilidad de desarrollar una tesis que vaya más allá de la mera explicación y alcance formas nítidas de entendimiento, es decir, de práctica social. Entender significará, en tal caso, “aplicar”; no una “aplicación ulterior de una generalidad dada, comprendida primero en sí misma, a un caso concreto”, sino “la primera verdadera comprensión de la generalidad que cada texto dado viene a ser para nosotros”, entendimiento efectual (Gadamer, 1991, p. 414). Como sugería Horacio González (Martínez, 2013), entender es la tarea de una academia que, al integrar experiencias universitarias en las metrópolis del conurbano, descentraliza y conquista derechos, desenmarca crítica y saber:

Y es por esto que el plus-saber que elabora la universidad, la agenda que la inquieta, y las investigaciones que lleva a cabo, son afectadas de modo más directo por lo que las organizaciones sociales, políticas o culturales de ese territorio conciben como prioridad. Una universidad que se pretende democrática se preguntará entonces por las posibilidades de cohesión social y solución de demandas en un contexto de un desenmarque e indeterminación de la crítica, de la práctica cotidiana y de las demandas y necesidades de los actores en juego (Rojas y Cuesta, 2015, p. 14)

De tales modos diversificados de ciencia social podemos dar cuenta, por ejemplo, leyendo en el epígrafe de José Nun, ya cuando fundaba el IDAES, de un saber no determinado por individuos, sino en sociedad. Para una recordada tradición gramsciana argentina: si determina la realidad no ha de explicarse metafísicamente.

Porque si el adversario nos domina y nosotros lo menospreciamos, no podemos dejar de reconocer que estamos dominados por alguien a quien consideramos inferior. Pero, entonces, se pregunta Gramsci, ¿cómo consiguió dominarnos? ¿Cómo nos venció siempre y fue superior a nosotros, aún en el momento decisivo que debía dar la medida de nuestra superioridad? Se dirá entonces que fue el diablo el que metió la cola. Pues bien, es hora ya de tener la “cola del diablo” de nuestro lado (Aricó, 2005, p. 166).

Entender universidad y academia como experiencia práctica supone entonces, desde el enfoque que proponemos, considerar el aprendizaje social en función no de una práctica individual autocentrada, sino de una que incluya la experiencia y la realidad de “gente común”.

Una teoría “método”: no “verdad” revelada sino acción comunicante-pragmatista

Revaloramos a Gramsci, porque toda su reflexión no lleva sino al intento de colocar las bases -gnoseológicas y también sustantivas- para el estudio y la resolución de las coyunturas a través del diseño de un “canon metodológico” (…) que permite leer tanto el “acontecimiento” como la “estructura”, en su forma “coyuntural”, esto es, como “momento actual” (Portantiero, 1999, pp. 196-197)

Lo principal que quisiéramos resaltar en esta parte es que desde SEPTESA buscamos una academia versada como práctica al modo de Antonio Gramsci, o de Hannah Arendt cuando sostiene: “Para nosotros, la apariencia -algo que ven y oyen otros al igual que nosotros- constituye la realidad” (Arendt, 1993, p. 59). Es decir, cuyo con/texto “funciona como maestro” (Douet, 2022, p. 313), una academia no de “pensador”, sino de vida corriente con otros/as, en rigor, política:

Cuando el “pensador” se conforma con su propio pensamiento, “subjetivamente” libre, o sea abstractamente libre, hoy resulta motivo de burla: la unidad de ciencia y vida es precisamente una unidad activa, en la que sólo se realiza la libertad de pensamiento, es una relación maestro-alumno, filósofo-ambiente cultural en el cual se ha de actuar y del cual se han de extraer los problemas necesarios que habrá que plantear y resolver. (Gramsci, 1986, p. 210)

Este énfasis gramsciano en un saber reflexivo habilita distinguir experiencia, sujetos de pueblo y valor en red, significados, sentidos y delimitaciones cruzadas de unos y otros, en el que el “otros”, casi siempre, quiere decir “marginales”. Esto es, un saber que, para una notable sociología feminista “pragmatista”, no indica ya esencia alguna, ni verdad natural o moral, sino valor practicado (Fraser, 1989, p. 106), entendimiento societal, experiencia presente:

En el horizonte de nuestro propio futuro, que se nos abre de manera práctica, deberíamos recurrir al potencial del pasado, a aquellas fases de ruptura en las que surgió algo nuevo, o en las que pudo haber surgido (...) posibilidades “pasadas no realizadas” hacia un distanciamiento radical frente al propio presente. Esto no significa una celebración de la ruptura, porque también en el rechazo, en la revisión de los viejos errores, tiene lugar la continuidad de un proceso de aprendizaje (Habermas, 2016: 152)

La distinción de saber, así iniciada, deja una particular huella en la academia, un método de la igualdad cuya claridad objetiva se hace en su proceso, es decir, una academia "pragmatista" (Rojas, 2022, p. 89). Para el pragmatista, “ser humano significa ser aquello-que-está-enfrente” (Buber en Habermas, 2016, p. 30), saber del “lugar y función inherentes a la experiencia, de la inteligencia constructiva práctica, de la unión del conocimiento con la acción y de la penetración de la experiencia por valores sociales” (Dewey en Barrena, 2015, p. 220). Los pragmatistas no eran “ideadores”, sino efectuadores de ideas (Menand, 2002), distinguían valor/saber al modo de crítica que hoy llamaríamos “actuar comunicacional” o Teoría de la Acción Comunicativa (TAC):5 relación social interpretada por “ciudadanos” para “invertir las dominaciones” que los someten (Balibar, 2013, p. 16). Práctica y ciencia de “un multifacético, coherente, relato de nuestra historia, nuestros dilemas del presente y nuestras perspectivas”, ni complaciente ni indiscriminadamente crítico (Dews, 1992, p. 1). Una “producción de sociedad” como entendimiento de actor común:

La palabra “comunicación” se desliga del mundo de la técnica: (…) no hay razón para pensar que la comunicación se establece mejor entre hablantes que serían puramente científicos o intelectuales puros, sino que compromete de la misma manera toda actividad –social, humana, técnica, profesional– al percibirla desde el punto de vista de actor a actor. (Touraine, 2021, pp. 28-29)

O como destacara uno de los primeros directores de la Escuela IDAES, Alexandre Roig (2015), un saber académico de método que siempre decide según sus, en definitiva, irresolubles efectos prácticos, es decir, da lugar a una deuda permanente:

Lo que nos diferencia justamente con la lógica de investigación más academicista, es que piensa que [el problema formación, investigación, extensión] lo tiene resuelto ¿no? (…) haciendo abstracción de todas las dificultades clarísimas que plantean los métodos (…) [Para SEPTESA] el método de investigación no está suturado y es necesario en todo caso tener el otro de la investigación en el proceso y construir un conocimiento desde ahí (…) reflexividad institucional le queda corto (...) La práctica de la reflexividad es asumir que nunca lo tenés resuelto, con lo cual siempre tenés que estar en un proceso de preguntarte por qué estás haciendo eso, cuáles son las implicancias de hacerlo de esta manera y no de otra manera y asumir que ninguno de esos caminos que vas a tomar es perfecto (Roig, 2015, p. 1).

Teoría entonces “practicista” que constituye ella misma “la situación que describe”, no automática ni institucional, sino “democratización de específicas instituciones, incluyendo las de la producción”, que evita toda “preconcepción dogmática respecto al alcance posible de tal proceso” (Touraine, 2021, pp. 41-42). Saber de vida solidaria, distante de todo cálculo o administración, crítica reflexiva de la relación y compromiso que constituyen al actor en sociedad con límites y continuidades, proyecto y autolimitación popularizables, praxis hipercompleja, experiencia del pasado y conflicto del presente (Rojas, 2022, pp. 89-90).

Saber innovar: experiencia de entender, decir y escuchar comunidad

Los intelectuales de la Reforma se sentían llamados a emprender una tarea pedagógica que se les presentaba como determinante y a la que entendían como un proceso de fusión de intelecto y vida, en el sentido gramsciano del pasaje del saber al comprender (Aricó, 2018, p. 904)

Leída hasta hoy como “pedagógica”, la investigación de Lev Vigotski sobre el pensamiento como un habla con otros –saber político– ha dado al concepto de experiencia una diversificada teoría del valor, no monológica, como quisiera el clásico, sino ampliada. “Teoría de la actividad” (activity theory) que desplaza el conocimiento desde su institución a una acción y estrategia colectiva (Spender, 2015, pp. 138-139). Consiste, entonces, en una teoría que entiende dialécticamente historia y práctica, estructura y cotidianeidad, sabiduría y artesanía, un saber no psicológico sino extensivo, útil y material; en suma, un saber comunicante (Benjamin, 2001, pp. 118-119).

Hacer experiencia, decía Georges Bataille, mandato tan simple como el de superar sus límites, hace de una persona una multitud, “expresión que resume y hace preciso el sentido de una comunidad” (Jay, 2003, pp. 152). Discernir, por ejemplo, en las prácticas de vida y trabajo de cuidado de otros/as, sus saberes y su producción plural de valores económicos, sociales y políticos en y de comunidad (Roig, 2020). Aprender que pensar y construir saber sólo resulta posible si se habla con otros, nos planteaba ya hace un siglo la investigación materialista histórica sobre el desarrollo del pensamiento:

La palabra es el estado superior del desarrollo humano (…) En el principio no fue la palabra. En el principio fue la acción. La palabra representa más bien el final que el comienzo del desarrollo. La palabra es el final que culmina la acción. (Vigotski, 2007, p. 514)

Desde este enfoque, nuestro “practicismo”, incluso en contextos de crisis global, abonará un saber de comunidad, de instituciones que interactúan con la sociedad civil, en una línea análoga a la empleada en un análisis que trata problemas reestructurantes de la organización y la práctica del Estado en tiempos de incertidumbre, particularmente a raíz de la pandemia de 2020 (Rojas, 2020). La teoría que proponemos busca establecer los términos de una traducción de la política pública en el ámbito académico y viceversa, como lo sugiere un trabajo sobre la “dirección” de empresas recuperadas en el partido de General San Martín, que examina los modos de gestión “experta” y gestión “común” (Cavallo, 2022). Elaboración que permite repensar, por ejemplo, una “gerencia” pública como factor político, económico y cultural, de Estado y sociedad, que asume el riesgo e incertidumbre de la economía financiera actual, más aún de una “popular”, mediante juicios cruzados desde “los distintos puntos de vista del teórico y del actor político”, y que no reduce uno a otro, sino que descubre las racionalidades de sus prácticas diversas (Fraser, 1989, p. 2).

La investigación de Maximiliano Ledesma (2022) sobre la inspección laboral ha estimulado un modo particular de comprender el vínculo tecno-político controlador entre el Estado y el trabajo en la Argentina. En contextos políticos y sectoriales tan complejos como los del conurbano bonaerense, se ha observado la insuficiencia de una distinción puramente “institucional” y tecno-controlante. La fiscalización eficaz de la actividad productiva en tales contextos dependerá de una lógica “traductora” entre experiencias históricas tan diversas como las de funcionarios estatales territorializados, cámaras empresariales, filiales sindicales y actores políticos.

En términos conceptuales, la conexión entre el juicio estatal y la experiencia popular debe convertirse en una formación en y de la cultura. Esto se logra mediante la investigación de experiencias de jóvenes y niños que pasaron por procesos de institucionalización judicializada en lugares de vida y labor agrícolas en una fundación-hogar, como lo exploró Anaïs Roig (2016). A partir de este estudio, que investigó procesos de formación social y productiva, se observó una especie de subjetivación como cultivo de sí mismo, siguiendo la tradición alemana de la bildung, que designa un comportamiento activo de autoformación en comunidad, en principio suprapolítica pero experiencial, comunicativa, abierta y dinámica en sus acciones contingentes, renuente a ordenarse como un sistema. En resumen, se trata del desarrollo de capacidades para comprender y actuar mediante una crítica recurrente al orden inicial.

Racionalidad ampliada: economía y macroeconomía de entorno popular

Solo en un entorno simétricamente organizado, el comportamiento de reciprocidad generará instituciones económicas de cierta importancia; sólo donde se han establecido centros de asignación, pueden los actos individuales de compartir bienes producir una economía redistributiva (Polanyi, 2012, p. 95)

La racionalidad ampliada, que, como vimos, integra y problematiza la experiencia académica en un entorno popular, llevándola a interpretar el mundo para “iluminarlo”, puede contribuir, en el caso mencionado, a una comprensión compleja del esfuerzo realizado por los jóvenes protagonistas, designándolo como “bildung”, un cultivo de su capacidad de autonomía en el mundo (descubrimiento) y de autorreflexión colectiva. Se trata de un aprendizaje que no sigue una pedagogía convencional vertical y elitista (Koselleck, 2012: 69), sino de interacciones con experiencias ajenas a cada individuo, una formación no técnica (“escolar”), sino profesional (“efectual”) en una comunidad de prácticas (Lave y Wenger, 1991; Roig, 2016).

La racionalidad de entendimiento e innovación común, perfilada así, valor no reductible a su cuantificación técnica, sino “instituyente” y organizante, podrá designarse en la Argentina actual “economía popular”. Acción y discurso del conocimiento económico, ocultos en el orden del capital, que cifran productividad y profesionalidad no sistémicas sino “desde abajo”. Racionalidad del común que abre espacio a una crítica eficaz de la contradicción entre control “absoluto” y autonomía de trabajo “subalterno”: toda dirección económica eficaz opera en un terreno familiar -su poder- y otro, extraño, de responsabilidad, potencialmente autónoma, de quienes dirige (Hirata, 1992; Rojas, 1999).

Pero como todo orden de “poder” signa “elite”, resulta insoslayable la contradicción práctico-moral que, sobre todo, en los contextos productivos de automatización emergentes hoy, implica ignorar el valor reflexividad (“inteligencia”) de la acción “subalterna”, considerada contingente, incalculable e improductiva: desconocer tal registro socioeconómico del valor del trabajo conlleva pérdidas de productividad, competitividad y un problema político irresoluble, según una investigación reciente sobre procesos de innovación digital que involucran tanto a “especialistas” como a jóvenes “sin experiencia” técnica formal (Peirone, 2022). En sus fases actuales la industrialización capitalista moviliza saber/valor diverso y hasta antagónico; las organizaciones, prácticas y figuras de actores individuales y colectivos difícilmente pueden limitarse al modo clásico: se extingue la jerarquía entre el conocimiento (científico -técnico) y el saber (práctico -reflexivo) (Tanguy, 1993). En la crisis de los últimos años, esta dificultad, desde una experiencia investigativa “feminista” que llegó a ejercerse desde el Ministerio de Economía, en líneas de “desarrollo social”, implica la búsqueda de un modo de economía y sociedad que se base más en la sociedad que en la teoría:

El fracaso en ofrecer una versión sólida acerca de la última crisis financiera marcó otro límite tanto para el mainstream como para la autoproclamada heterodoxia (...) cada una aferrada a su ideal teórico, se pelean con la realidad cada vez que ésta les muestra alguna inconsistencia. (Mercedes D’Alessandro en Lewkowicz, 2015)

Desde el punto de vista gramsciano que nos interesa, organizar equivaldrá a ejercitar la reflexividad -explicar por la vía de escuchar-, haciendo posible un aprendizaje e innovación social-colectiva, ni individual ni “mejor práctica” mercantil, sino traducción de experiencia “corriente” en valor real; economía popular. Una racionalidad ampliada, tanto del uso de las cosas y objetos (verdad), como del recurso a las normas sociales (rectitud) y a la presentación del sujeto ante todos (autenticidad) (Habermas, 2010). Racionalidad efectual que no considera “externalidad” aquello que el macroeconomista simplemente no entiende de la economía real, diríamos, afirmándonos en una teoría del desarrollo hiperextendida en América Latina:

Lo que no se ha comprendido es que el desarrollo también obtiene nuevas fuerzas de las tensiones que crea (…) En cualquier estudio intelectual la mitad del trabajo por lo menos, consiste en preguntar lo que se necesita saber; de la misma forma, en el proceso del cambio social y económico, un obstáculo que se conoce es un obstáculo a medio resolver. (Hirschman, 1973, p. 207)

Y al modo pragmatista feminista evocado antes, podrá ampliarse el concepto de “economía popular” por vías de un giro epistemológico desde la producción hacia la reproducción de la sociedad. Se trata de “formas de aprovisionamiento, atención e interacción que producen y sostienen” al sujeto y sus prácticas, como el “cuidado”, el “trabajo efectivo” o la “subjetivación”. Estas actividades, no reconocidas, son llevadas a cabo, por ejemplo, por jóvenes que producen y reproducen significados, disposiciones afectivas y horizontes de validez que sostienen su co-operación en sociedad. En el contexto de un capitalismo no plenamente desarrollado, como el argentino, esta actividad de “cuidado”, aunque no toda, ocurre fuera del mercado, en familias, barrios y diversas instituciones públicas, incluidos colegios y escuelas infantiles; y buena parte de ella, aunque no toda, no adopta formas de trabajo asalariado. Se evidencia así que esta actividad reproductiva es esencial para la existencia misma del trabajo, la acumulación de plusvalor y el funcionamiento del capitalismo (Fraser, 2020, p. 21).

En resumen, la crítica social contemporánea debe comprender nuevos contextos y prácticas de justicia. Mientras que en la sociedad industrial predominaba la relación entre el hombre y la máquina, en la “sociedad de comunicación” lo hace la relación entre seres humanos. Un saber en sociedad que, sobre todo en sectores de salud (cuidado), de docentes y de trabajo “intercultural” o intergeneracional, habrá de redefinir las funciones y la formación de aquellos que lo aseguran, en cuanto “a dar una forma concreta al respeto de los derechos humanos fundamentales, una revalorización de las condiciones del trabajo que realizan en nombre de este cuidado” (Touraine, 2021, pp. 16-18). La experiencia investigativa de teorías llevada adelante por SEPTESA muestra, quizás, diversas facetas de un abordaje del saber que, por sus pretensiones de valor comunicante, crítico y pragmatista, adaptables a contextos socio-políticos en constante transformación, puede contribuir a una formación académica cuyos resultados puedan ser visibles y comprendidos socialmente como ciencia y tecnología en la práctica.

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1 Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales - Universidad Nacional de San Martín, ORCID https://orcid.org/0009-0007-8938-3552, eduardorojas@hotmail.com

2 Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales - Universidad Nacional de San Martín, ORCID https://orcid.org/0009-0001-3184-3786, anroig@unsam.edu.ar

3 Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales - Universidad Nacional de San Martín, ORCID https://orcid.org/0000-0001-5209-5900, cintiacavallo@hotmail.com

4 Para un examen riguroso del concepto de “racionalidad ampliada” puede visitarse la Teoría de acción comunicativa (Habermas, 2010: 30-35).

5 La referencia a la TAC es a Habermas (2010), la cual ha sido objeto de una discusión “global” muchas veces en términos de filosofía de la historia, no de método. Para asumirla “método”, ver: McCarthy (1987); Bernstein (1978); Giddens et al. (1988); Cusset y Haber (2007).