Reseña

Revolución. Una historia intelectual

Enzo Traverso

Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica

2022, 644 páginas.

ISBN: 978-987-719-373-2

Nahuel Agustín Domínguez1

Publicado en español en 2022, Revolución. Una historia intelectual, es un aporte a los estudios históricos tanto desde una perspectiva cultural, de conceptos como de intelectuales. Esta variedad de enfoques puede observarse a través de la multiplicidad de títulos que recibió la obra según el idioma de edición. Si bien en inglés y en alemán el título se corresponde con la traducción en nuestro idioma, en francés la segunda parte del título fue Una historia cultural, mientras que en griego se llamó Una historia intelectual y cultural. En italiano, por otra parte, el título fue Revolución. 1789-1989: otra historia. Más allá de las preferencias de cada editorial o de los intereses de cada público en relación a la elección del título, se trata de una obra que en efecto realiza un cruce de perspectivas que prioriza la comprensión de su objeto de estudio por sobre una adscripción rígida a determinada escuela historiográfica.

Así, los capítulos de la obra van desde el análisis del papel desempeñado por el ferrocarril en el siglo XIX, como forma de contextualizar las usuales metáforas de la época y la idea de Marx respecto de la revolución como “locomotora de la historia”, hasta una historización de las revoluciones y el comunismo centrada en sus múltiples significaciones históricas y contingentes. En otros capítulos se analiza la revolución como experiencia corporal y las relaciones de atracción recíproca entre conceptos, experiencias, símbolos y memoria respecto al campo revolucionario. Además, aparece una suerte de sociología de los llamados “intelectuales revolucionarios”, y una reconstrucción de los conceptos de libertad y liberación. En síntesis, se trata de un libro de fuertes pretensiones que abarca, a través del concepto de revolución, un período que va desde la revolución francesa hasta la caída de la Unión Soviética.

A partir del óleo La balsa de la Medusa de Théodore Géricault, Traverso desarrolla una suerte de parábola con la revolución. Así, como en el fresco el bergantín que podría rescatar a los náufragos sobre la balsa es un punto apenas visible en el firmamento, la revolución, y a través de ella la liberación, “no es un inevitable final feliz sino una posibilidad remota” a la que debe apostarse más allá de lo imprevisible del resultado. De esta manera, en las primeras páginas el autor deja plasmada su subjetividad y la simpatía por la causa del cambio social. Pese a esto, el trabajo que desarrolla es sumamente profesional y documentado, al igual que en sus obras anteriores. Cuestión que le ha valido un amplio reconocimiento historiográfico.

Además de un ejercicio histórico de notable erudición y de un aporte a la historiografía de las revoluciones, la obra de Enzo Traverso representa una apuesta política. En primer lugar, como contendiente de las producciones realizadas por los historiadores conservadores que, a modo de fiscales, identifican en las revoluciones los motivos, o el motivo principal, del totalitarismo moderno. Esta tesis es desechada a lo largo de la obra por el autor. En segundo lugar, se propone rehabilitar a los procesos revolucionarios como “hitos de la modernidad” o “momentos prototípicos”. Lejos de toda idealización, Revolución considera necesario meditar sobre estos acontecimientos y estudiarlos, dado que todo proceso rescata elementos del pasado y experiencias de sus ancestros. En tercer lugar, es parte de una serie de producciones que aportan a pensar un futuro más allá del capital. Se trata de una reciente camada de publicaciones en español de 2022, entre las que se destacan: Guerra o Revolución, del filósofo italiano Mauricio Lazzarato; De la movilización a la revolución, del sociólogo argentino Matías Maiello; y El capitalismo o el planeta, del filósofo francés Fréderic Lordon. Desde la historia, a esta lista podríamos sumar las nuevas compilaciones y selección de textos de José Carlos Mariátegui, con prólogos de Martín Bergel, Aventura y revolución mundial y Antología; Tiempos críticos. Historia, revolución y temporalidad en el mundo iberoamericano (siglos XVIII y XIX), editado por Fabio Wasserman; El árbol de las revoluciones. Ideas y poder en América Latina, de Rafael Rojas; o Las repúblicas del Nuevo Mundo. El experimento político latinoamericano del siglo XIX, de Hilda Sábato, por mencionar algunas obras de los últimos tres años en donde el fenómeno revolucionario es revisado desde variadas perspectivas.

En la obra de Traverso la noción de revolución aparece como concepto, como hecho histórico y como categoría de análisis. De esta manera, es uno de los principales ordenadores y el eje articulador del texto. Para el autor, a partir de Karl Marx y Walter Benjamin, la revolución es una interrupción repentina y violenta (en la mayor parte de los casos) del continuo histórico. Se trataría, así, de una ruptura del orden social y político. Como los cambios históricos producidos por la lucha de clases no pueden limitarse a la influencia de factores económicos u otros factores estructurales, para el italiano se trata de entender tanto a las revoluciones como a las contrarrevoluciones en relación con la “autonomía de lo político”. En este sentido, se aleja de las visiones mecanicistas o deterministas a la vez que califica a las revoluciones como invenciones humanas: ni ineluctables, ni parte de una progresión histórica. Lo político no se cierne a la cúspide de una pirámide, sino que está sujeto a la actividad humana dentro de un marco dado, ni inmutable ni huidizo. La instantánea realizada por León Trotsky en su Historia de la Revolución Rusa abona las tesis del autor.

Respecto del fenómeno de los intelectuales y el protagonismo alcanzado por el sector revolucionario del mismo entre 1848 y 1945, Traverso dedica un capítulo específico. Allí, la perspectiva abarcadora del fenómeno en su dimensión global y la pretensión clasificadora por momentos hacen perder de vista la singularidad de los actores. De esta manera, el italiano se sumerge en una apuesta sociológica en la que define a los intelectuales revolucionarios a partir de su compromiso ideológico y político, el utopismo, un ethos anticapitalista, la bohemia y el cosmopolitismo. Como resultado, pone en pie una suerte de tipo ideal de intelectual revolucionario a través del cual se clasifica a personajes que van desde Karl Marx y Bakunin, hasta Mao Tse-Tung y Ho Chi Minh, además de pasar por figuras como Trotsky, Stalin, Mariátegui y Lukács, por mencionar algunos de los más de 100 personajes inventariados y expuestos en cuadros comparativos. Este ejercicio clasificador, con hincapié en vicisitudes compartidas antes que en las ideas o prácticas políticas de los sujetos, asimila en cuadros comparativos a personajes tan opuestos en sus perspectivas como Otto Bauer y Karl Liebknecht, por no hablar de Trotsky y Stalin. En el primer caso, el punto compartido es haber ido a la universidad. En el segundo, aparece como diferencia que uno fue asesinado y el otro no. Pese a las críticas que podamos esgrimir a lo esquemático de sus conclusiones, Traverso realiza una reconstrucción magistral de las trayectorias de muchos de los protagonistas de las revoluciones alrededor del mundo y de sus ideas, concepciones y estrategias.

Si en las páginas de Revolución se dejan ver las huellas e influencias de Karl Marx, Walter Benjamin, Reinhart Koselleck, Pierre Nora y Michael Löwy, entre otros, la presencia del historiador alemán Jürgen Osterhammel no pasa desapercibida. Tal es así, que el autor de La transformación del mundo. Una historia global del siglo XIX, no sólo aparece citado por sus estudios sobre actividades temporalmente conectadas, sino también como aspiración analítica en el sentido de perseguir el concepto de revolución a través del tiempo y también del espacio geográfico. Además de las grandes revoluciones como la francesa o la rusa y sus personajes más paradigmáticos, Traverso se embarca en una visión panorámica y una reestimación del papel desempeñado por las olas del “Atlántico revolucionario” (Estados Unidos, Francia y Haití) y las revoluciones de mitad del siglo XIX (europeas de 1848, china, india y la guerra de secesión norteamericana). Por otra parte, también aborda las de principios del siglo XX (iraní, turca y china además de las revoluciones rusa y mexicana) y la serie de revoluciones socialistas en occidente, así como anticoloniales a lo largo del siglo XX, en las que se incluye una larga lista de procesos donde el socialismo aparecía como principal horizonte de la revolución mundial. En este sentido, en la obra aparece una visión global del fenómeno de las revoluciones y se construyen categorías de análisis a partir de imágenes dialécticas, en las que cobra protagonismo la sincronía histórica de los procesos.

En el epílogo del libro se señala al año 1989 como el derrumbe del comunismo en tanto régimen, pero también como forma de revolución. La caída de la Unión Soviética es entendida como el condensador de una conciencia de derrota histórica en las izquierdas. En este sentido, el autor sostiene que quienes aspiran a un cambio social deben reinventarse y distanciarse de patrones anteriores. Si bien la caída del comunismo dejó al mundo sin alternativas al capitalismo, el estalinismo “apiló naufragio sobre naufragio” y aportó a una idea de “progreso” que se comprobó dañina en millones de personas. Para el surgimiento de una nueva izquierda global, según Traverso, una de las tareas primordiales sería la de trabajar con la experiencia histórica, ante una perspectiva en la que las revoluciones, antes que ser programables, llegan cuando menos se las espera. Así, una vez más, el autor deja traslucir sus ideas políticas y las perspectivas de las que se considera tributario. Lejos del exitismo de Francis Fukuyama acerca del fin de la historia, las guerras y las ideologías, el tiempo actual insiste en poner a la rebelión en el horizonte. La apuesta del historiador por rehabilitar a la revolución, como toda producción cultural, responde a su contexto y lugar de enunciación.

En términos generales, la obra de Enzo Traverso representa un trabajo de referencia para cualquier estudio sobre la revolución en sus diversas acepciones, tanto como concepto, como proceso histórico, o como categoría de análisis. El libro logra poner en tensión sujetos, ideas, objetos, contextos, representaciones, memorias y sentimientos. Ofrece un estudio crítico que supera la idealización y la condena, pero también la apología y la caricaturización. Los procesos y sus actores son abordados en sus contradicciones y no como si siguieran un camino prefijado o se desviaran del mismo. Constituye, así, una obra ineludible no sólo para aquellos que pretenden estudiar el pasado, sino también para quienes buscan romper el “continuo de la historia”.


1. Universidad Nacional de Quilmes y Universidad Nacional de Mar del Plata.