La campaña por la liberación
de Luis Corvalán

El crepúsculo de una solidaridad antifascista con Chile a través de la pantalla (1973-1977)

Marcy Campos Pérez1

papeles de trabajo, 18(34), julio-diciembre 2024, pp. 132-151

Recibido: 30/07/2024. Aceptado: 11/11/2024

Resumen

Este artículo se centra en el estudio de la campaña mediática emprendida a favor de la liberación del dirigente comunista chileno Luis Corvalán, específicamente a la producción documental consagrada a su figura entre 1973 y 1977. Estas realizaciones fueron asumidas en su mayoría por las estructuras cinematográficas de propaganda de los regímenes socialistas, con preeminencia del caso soviético. Nuestro objetivo es identificar y analizar estas producciones, comprendiendo las causas, los símbolos y las representaciones generadas en torno a la figura de Luis Corvalán, en este contexto de movilización internacional. Por cuanto se trata de un estudio histórico en perspectiva conectada, la metodología considera el cruce de fuentes visuales y escritas, provenientes de fondos audiovisuales (especialmente en línea), publicaciones periódicas de los partidos comunistas en Europa, así como revistas de cine y boletines de las organizaciones de solidaridad con Chile. El artículo busca poner de relieve la dimensión documental de la movilización internacional contra la dictadura de Augusto Pinochet, tomando como vector el caso de Luis Corvalán. Veremos cómo este se transformó en un símbolo y motor de dichas campañas, atravesando el período más álgido de una solidaridad reconocida como antifascista, especialmente orquestada desde el Bloque del Este durante el período estudiado.

Palabras clave: dictadura chilena; documental; Guerra Fría; Luis Corvalán; propaganda; Solidaridad.

Abstract

This article is dedicated to the study of the media campaign undertaken in support of the liberation of the Chilean communist leader Luis Corvalán, specifically focusing on the documentary production dedicated to his figure between 1973 and 1977. These works were largely produced by the cinematic propaganda structures of socialist regimes, with the Soviet case being particularly prominent. Our objective is to identify and analyze these productions, understanding the causes, symbols, and representations generated around the figure of Luis Corvalán in this context of international mobilization. As this is a historical study from a connected perspective, the methodology involves cross-referencing visual and written sources from audiovisual archives (especially online), periodicals of communist parties in Europe, as well as film magazines and bulletins from solidarity organizations with Chile. The article seeks to highlight the documentary dimension of the international mobilization against the dictatorship of Augusto Pinochet, using the case of Luis Corvalán as a focal point. We will explore how he became a symbol and catalyst for these campaigns, spanning the peak period of a solidarity recognized as anti-fascist, particularly orchestrated from the Eastern Bloc during the period studied.

Keywords: Solidarity; Luis Corvalán; Chilean dictatorship; Cold War; documentary; propaganda

Introducción

Salimos a la calle en muchas ciudades del mundo. Alzamos nuestras voces en muchos idiomas. Levantamos los puños además de la voz […] Exigimos la libertad de los presos y torturados. Decíamos “Luis Corvalán” y pensábamos en todo Chile. Decíamos “Chile” y pensábamos en Luis Corvalán (Neues Deutschland, 29/06/1977: 4).2

Estas líneas corresponden al comentario en off del documental Venceremos con la Solidaridad, producido en 1977 en Alemania Oriental (RDA), en el marco de las campañas de movilización organizadas por la liberación del Secretario General (SG) del Partido Comunista Chileno (PCCh), Luis Corvalán.

Esta campaña fue movilizada tras la detención del líder comunista por la junta militar, a fines de septiembre de 1973, y se extendió más allá de su liberación, lograda mediante el intercambio con el escritor y disidente soviético Vladimir Bukovsky, en diciembre de 1976. Se trató de un episodio sin precedentes durante la Guerra Fría. De acuerdo con la historiadora Olga Ulianova, aunque la figura del dirigente comunista no representaba ninguna importancia estratégica en el marco de las tensiones globales, el impacto que generó su caso y la sensibilidad demostrada por la URSS hacia la causa chilena contribuyeron a la puesta en juego de mecanismos diplomáticos normalmente reservados a otros contextos (2014). Las negociaciones en torno a la liberación de Corvalán se iniciaron tempranamente entre representantes de la URSS, Estados Unidos y Chile, donde la diplomacia soviética no previó ningún contacto directo con representantes de la junta. A ojos del Kremlin, la mediación asumida por Washington reforzaría la impresión de subordinación demostrada por el régimen de Pinochet hacia la administración estadounidense. Sin embargo, como veremos, los resultados de esta estrategia de intercambio no coinciden necesariamente con los objetivos iniciales de sus intermediarios.

El caso de Corvalán atravesó el período más álgido de las campañas de solidaridad con Chile. Se trató de un momento clave de las campañas de denuncia, relacionado con las reconfiguraciones políticas vividas dentro del viejo continente. Entender este período de apogeo de la movilización internacional por Chile (1973-1977) implica considerar su relación con los debates de la Guerra Fría y el tiempo de las memorias en Europa, puesto que las características del golpe de Estado del 11 de septiembre remitieron rápidamente a otros pasados fascistas. Además de diversas iniciativas humanitarias originadas en los años 40, las campañas de solidaridad con el pueblo chileno fueron herederas de los movimientos de apoyo a las luchas del Tercer Mundo, surgidas en el continente desde los años 50. Desde este punto de vista, el establecimiento del régimen de Augusto Pinochet coincidió con la reconfiguración de la lucha antiimperialista, tras la firma de los Acuerdos de Paz de París de 1973, que condujeron al fin de la guerra de Vietnam (Christiaens, Goddeeris y Rodríguez, 2014). La tragedia chilena se convirtió en una nueva bandera internacional contra la política imperialista de Estados Unidos, y Luis Corvalán, en uno de sus íconos (L’Humanité, 02/10/1973).

La campaña a favor del líder comunista chileno se desarrolló en un período de transformaciones a distinta escala. El fin violento del gobierno de Salvador Allende suscitó cuestionamientos entre la izquierda internacional, incluyendo lecciones para las transiciones iniciadas en el sur de Europa a mediados de los 70 (Palieraki, 2015; Riquelme, 2016). Pero, a pesar del impacto, el 11 de septiembre no interrumpió la continuidad de un imaginario revolucionario para la izquierda chilena organizada en el exilio (por ejemplo, a través del comité Chile Democrático en Roma). La ola solidaria movilizada durante este período se caracterizó por un estado de ánimo donde el golpe militar se concebía como una interrupción transitoria, antes que como una derrota definitiva. Mediante un ejercicio de transferencia, estos discursos fueron alimentados por los nuevos contextos de acogida, particularmente en su relación con el “socialismo real”. Sin embargo, a fines de los 70, la retórica antiimperialista y antifascista mutó progresivamente hacia otros horizontes, como la protección primordial de la democracia y la universalización de los Derechos Humanos (Christiaens, 2018; Perry, 2020).

La reciente conmemoración por los 50 años del golpe de Estado y el auge de la historia transnacional han contribuido a renovar los enfoques de estudio acerca del pasado reciente chileno (Morra et al., 2023; Perry y Casals, 2023). Si en la última década hemos observado una apertura hacia nuevos actores, dinámicas y espacios de análisis, el intercambio de Corvalán por Bukovsky ha suscitado contribuciones reducidas (Ulianova, 2014; Rupprecht, 2016; Paranzino, 2021), centradas más bien en las repercusiones diplomáticas y las implicancias políticas de la solidaridad soviética a la hora de la détente.

En este artículo reflexionaremos sobre una temática hasta ahora poco considerada por los aportes de la historia global o conectada en relación al caso chileno, referida a la dimensión mediática de esta campaña de solidaridad, específicamente a la producción documental dedicada a Luis Corvalán, entre 1973 y 1977 (una notable excepción a este respecto es el trabajo de Barbat, 2013). Para ello, apoyaremos nuestra metodología en el análisis y cruce de fuentes diversas, incluyendo el material disponible en los fondos audiovisuales internacionales, como el Instituto Nacional del Audiovisual de Francia (INA) y otros fondos en línea (como el sitio Netfilm, que aloja las imágenes de archivo soviéticas, o el sitio AAMOOD, que reúne las producciones de Unitelefilm, perteneciente al Partido Comunista Italiano – PCI), las memorias de Luis Corvalán, publicaciones periódicas pertenecientes a los partidos comunistas de Europa (l’Unità, Neues Deutschland y L’Humanité), revistas de cine soviéticas (Films soviéticos e Iskusstvo Kino) y boletines editados por organizaciones de solidaridad (como Chile informativo, publicado en Cuba). A través de esta documentación, hemos identificado la realización de una decena de cintas dedicadas a Luis Corvalán o al movimiento de apoyo con Chile, producidas por las estructuras cinematográficas de propaganda comunista, con preeminencia soviética.

Nuestro propósito es observar cómo esta dimensión de la solidaridad, donde se conjugaron arte, cultura y militantismo, fue tan significativa como las estrategias diplomáticas, pues a través de ella se pusieron en juego los aspectos emocionales y simbólicos de una movilización consagrada, a final de cuentas, a la situación de un país que se encontraba del otro lado del mundo. Nos preguntamos: ¿por qué el destino del secretario comunista generó tal impacto en sociedades tan lejanas a Chile? ¿Cuál fue el retrato y las representaciones que se proyectaron acerca de Corvalán con el fin de lograr una identificación y adhesión internacional? ¿Qué mecanismos se utilizaron en esta mediatización? ¿En qué medida el secretario comunista encarnó los desafíos y las esperanzas de una época en la cual prevalecía el horizonte utópico, así como una dimensión antifascista de la solidaridad?

Para responder, en el artículo proponemos una evolución de la solidaridad internacional expresada en favor de Corvalán, enfocándonos en las etapas de la mediatización audiovisual asociada a esta movilización. A través de un estudio de la producción documental, nuestra hipótesis inicial es que esta inusitada campaña por la liberación de Corvalán logró congregar progresivamente una serie de representaciones y valores asociados al dirigente comunista –personales, políticos e históricos– que transitaron entre lo local y lo “universal”, con el fin de promover la mayor cooperación posible. Se trató de la capacidad de “influenciar la historia”, asociada al cine de propaganda. Según Jean-Pierre Bertin-Maghit (2008), más allá de su dimensión política, este último cumple una función socio-cultural. La propaganda no solo pone en juego un conjunto de estrategias para persuadir en la adhesión a un sistema ideológico, sino que constituye un reflejo y un factor de enculturación (de socialización e integración cultural). De ahí que estudiar el cine de propaganda obligue a examinar su fondo, su forma y su contexto.

En consideración de estos elementos, el texto se articula en tres partes. Primero, abordaremos el comienzo de las campañas a favor del dirigente chileno en 1973, una etapa donde los retratos elaborados en torno a su figura apuntaron a situarlo como ícono de la resistencia antifascista. Luego, nos centraremos en el documental El corazón de Corvalán (Roman Karmen, 1975), como ejemplo de la preeminencia soviética en la coordinación de las movilizaciones. Esta cinta introdujo una dimensión humana y familiar que complementa la visión de comunista ejemplar asociada al dirigente. Finalmente, abordaremos la gira internacional realizada por Corvalán en 1977, tras su liberación. La puesta en escena del éxito aparente de las iniciativas de movilización organizadas por los sectores comunistas dio origen a una serie de documentales de propaganda, los cuales disimulaban, sin embargo, las tensiones políticas latentes dentro de la izquierda y las reconfiguraciones de la solidaridad antifascista con Chile.

Primeras movilizaciones. ¿Quién es el Corvalán?: un dirigente de la Unidad Popular,
un demócrata, una víctima del fascismo

Luis Corvalán en manos de los torturadores, es la vida en peligro de un hombre cuya existencia es una con el movimiento revolucionario, es una luz de la democracia y de la libertad […] Si Chile, si el pueblo chileno, desde el primer día del golpe de Estado, ha requerido nuestra solidaridad, aquella de todos los demócratas, todos los hombres de corazón en el mundo, Corvalán la necesita ahora, de manera más urgente (L’Humanité, 29/09/1973: 3).

Pocos días después del golpe de Estado, así introducía el órgano de prensa del Partido Comunista Francés (PCF) la noticia sobre la detención de Luis Corvalán. En una primera etapa, por sobre la especificidad de su militancia, Corvalán personificó la tragedia asociada a la Unidad Popular (UP): se trataba de un dirigente de la izquierda, adherente a una vía revolucionaria democrática, que, debido a su actividad política, estaba siendo perseguido por segunda vez en su historia a manos de un régimen autoritario (la primera vez fue durante el período de proscripción del PCCh en los años 50).3 Corvalán se transformó rápidamente en uno de los principales íconos del movimiento de solidaridad con Chile, y de manera particular, de la lucha antifascista. Una revisión panorámica de las noticias difundidas entre 1973 y 1976 por la prensa comunista europea (como L’Humanité, l’Unità en Italia y Neues Deutschland en RDA) da cuenta de la incertidumbre acerca de la suerte que correría el secretario comunista. Esto, a causa de su prolongado encarcelamiento y la ausencia de un debido juicio en su contra (la presión internacional influyó en la postergación sucesiva de un proceso).

Luis Corvalán fue sometido a un largo periplo por distintos campos y cárceles dispuestos por el régimen militar: primero estuvo detenido en la Academia Militar de Santiago; luego fue relegado junto a otros dirigentes de la UP al campo de trabajo de la Isla Dawson (extremo sur del país); en el invierno de 1974 fue trasladado al centro de detención de Ritoque (en la costa central), en compañía de otros camaradas, como el arquitecto Miguel Lawner (director de la Corporación de Mejoramiento Urbano durante la UP, la CORMU) y en 1975, ambos terminaron su encarcelamiento en Tres Álamos (Santiago), el último campo de prisioneros dispuesto por la junta militar (Corvalán, 1997).

La detención del líder comunista a sólo días del golpe de Estado, en septiembre de 1973, generó una amplia movilización internacional. En ella se volcó la acción de los partidos comunistas, sindicatos y organizaciones civiles al Este (Neues Deutschland, 02/10/1973), los partidos comunistas al Oeste (l’Unità, 04/10/1973), el llamado de los parlamentos de diez países de Europa occidental (L’Humanité, 06/10/1973) y la intervención de renombrados abogados extranjeros (como el francés Claude Laussan, presidente de la Unión Internacional de Abogados, y el español Joaquín-Ruiz Giménez), dispuestos a defenderlo judicialmente en Chile (L’Humanité, 18/07/1974).

Asimismo, el nombre y rostro de Corvalán fueron desplegados como símbolos de la solidaridad en múltiples mítines (Imagen 1). En materia audiovisual, la mediatización acerca de la situación que estaba viviendo el dirigente comunista se confrontó a una ausencia de imágenes.

Imagen 1. Capturas de manifestaciones organizadas en favor de Luis Corvalán en Francia e Italia. Difundidas en el reportaje “Los encarcelamientos en Chile” (realizador Miguel Torres), Noticiero ICAIC Latinoamericano n° 629. 26 de octubre de 1973, Cuba.

Luego de que las escenas sobre la detención masiva en el Estadio Nacional dieran la vuelta al mundo a días del golpe de Estado, la autorización otorgada por la Junta Militar al ingreso de cámaras en los campos y centros de detención se redujo, en lo sucesivo, a casos excepcionales. Uno de estos fue la autorización otorgada a la agencia de prensa inglesa Visnews, en octubre de 1973, para realizar una breve entrevista filmada durante su paso por la Academia Militar. Realizada bajo una estricta vigilancia, donde Corvalán sólo pudo expresar aspectos generales de su situación, sin profundizar en los abusos perpetrados por los militares, esta entrevista fue ampliamente difundida por documentales y emisiones de televisión internacionales (Imagen 2). Se trató de la única filmación de Corvalán desde la prisión. Posteriormente, en febrero de 1974, en el marco de las visitas realizadas por organismos internacionales en Isla Dawson para conocer la situación de los antiguos dirigentes de la UP ahí confinados, el periodista brasileño Alberto Prado fue autorizado a realizar una segunda entrevista personal a Luis Corvalán (aunque sin presencia de cámaras), la que fue publicada profusamente en órganos de prensa comunista, como l’Unità (22/02/1974: 12).

Imagen 2. Capturas de la entrevista a Luis Corvalán, Visnews 1973. Difundidas en el noticiero INF2 JT20h, emitido en el segundo canal de la ORTF, 12 de octubre de 1973, Francia.

¿Cómo se pudo denunciar la situación vivida por el dirigente comunista y llamar a su liberación, si se disponía de pocas imágenes que testimonian su encarcelamiento? La estrategia por antonomasia fue el uso de imágenes de archivo. Filmaciones realizadas a Luis Corvalán con anterioridad (tanto en Chile como en sus viajes diplomáticos), fotografías, actualidades cinematográficas del pasado chileno, registros del gobierno de Allende y, especialmente, de los días posteriores al golpe de Estado. Como ya anticipamos, los principales ejemplos de esta etapa los encontramos en los países socialistas, que a través de sus estructuras audiovisuales de propaganda favorecieron la producción de dos tipos de films: por un lado, aquellos consagrados específicamente a la figura de Corvalán y, por otro, aquellos que incluían su retrato dentro de un relato más amplio, asociado a la solidaridad internacional.

En el primer caso, podemos mencionar el documental Lo llaman Lucho (60 min.), realizado por Inna Kmit para la Televisión Central Soviética, en 1974 (producción del estudio EKRAN), y el cortometraje Libertad para Luis Corvalán (8 min.), realizado por Daniel Díaz Torre en el ICAIC, en 1975 (Pacheco, 2019). Si bien se trató de espacios de producción diferentes, ambos documentales se propusieron como películas de agitación, en el marco de las campañas internacionales por la liberación del dirigente chileno. En los dos casos, las cintas se realizaron netamente a partir del montaje de imágenes de archivo. Estas sirvieron a la reconstitución de la trayectoria de Corvalán dentro del movimiento comunista chileno (con contrapuntos a su relación con los partidos soviético y cubano), su vinculación con la clase obrera y su rol dentro del gobierno de Salvador Allende (Imagen 3). En el caso soviético, previo al golpe de Estado, documentales que abordan el proyecto socialista de Allende, como Chile, en la lucha, el trabajo y la esperanza (de Yuri Monglovsky, 1972) y El continente en llamas (de Roman Karmen, 1972), ya habían prefigurado el retrato de Luis Corvalán como el principal dirigente comunista partícipe de este proceso histórico (Campos, 2023). Justamente, el film Lo llaman Lucho reutilizó numerosas imágenes del documental de Roman Karmen, quien, a su vez, tras el 11 de septiembre de 1973, consagró varias cintas a la solidaridad, sobre las cuales precisamos en las siguientes páginas.

Imagen 3. Capturas de Lo llaman Lucho (1974). El rostro amigable de Luis Corvalán en compañía de trabajadores de el periodico del PCCh, El Siglo, fueron reutilizadas del documental El continente en llamas (Roman Karmen, 1972).

Resulta paradójico que, hasta la concreción del intercambio con Vladimir Bukovsky en 1976, las cintas que recuperaban la figura del secretario comunista no contaran con ninguna intervención directa de su protagonista. Luis Corvalán devino, antes que todo, un símbolo y motor de la solidaridad en sentido amplio: su retrato proyectado en pantalla no sólo resaltaba su estatus de comunista remarcable, sino su lado de hombre común, cercano a la clase trabajadora y a otros militantes, los cuales también estaban siendo perseguidos por la junta militar (un signo de estas características fue la atribución de una serie de premios y órdenes por los regímenes socialistas, que especificaremos en las siguientes líneas). El uso de imágenes de archivo y el valor documental asociado generalmente a ellas benefició la explotación de este aspecto en las películas mencionadas. En este sentido, según François Niney (2009), la efectividad de la propaganda cinematográfica consiste en hacer creer que lo que vemos no se trata de un punto de vista ni de una opinión, sino de la realidad visible de las cosas. Es decir, es la verdad de la historia la que se nos presenta de manera evidente en la pantalla, es ella la que nos habla.

Gran comunista, héroe y padre. Corvalán, figura de la historia, historia de una figura

Querido compañero Corvalán. Nuestro Lucho, el senador del poncho. El amigo de los mineros de Lota y Chuquicamata. De los obreros de Santiago y Valparaíso. ¿Cuántas veces has tenido que mirar a los ojos de la muerte? Tu valentía y tu entereza son admiradas por millones de personas en el mundo entero. Tu sonrisa bondadosa y pícara inspira la esperanza y la fe en que saldrás vencedor en la dura prueba.

Este comentario en off forma parte del largometraje documental El corazón de Corvalán (50 min.), probablemente el más representativo del compromiso asumido por la URSS en la campaña por la liberación del secretario comunista4. Producido por la sociedad cinematográfica Mosfilm, este proyecto fue asumido por el documentalista Roman Karmen en 1975, completando una trilogía consagrada a la solidaridad con Chile, a lo largo de la cual retomó distintamente la figura de Corvalán. Le antecedieron los documentales: Chile, días de lucha y zozobra, una serie para la televisión realizada como una respuesta inmediata a los eventos de septiembre de 1973 (Films soviéticos, marzo 1974), y Camaradas-Tovarishchi, un film de 1974, dedicado a la lucha comunista en América Latina, representada a través de diferentes personalidades políticas del continente, entre ellas Salvador Allende, Víctor Jara y Luis Corvalán (Films soviéticos, junio 1975).5

De acuerdo con el historiador del arte Victor Barbat (2013), quien ha trabajado en profundidad el ciclo cinematográfico que Roman Karmen consagró a Chile durante los años 70, El corazón de Corvalán fue un encargo del Comité Soviético de Solidaridad con Chile al Comité Cinematográfico de la URSS, Goskino. En esta fase inicial, el documental pretendía ser un cortometraje de tipo panfletario, destinado a la agitación política. Sin embargo, la sensibilidad demostrada por el director soviético frente a la situación chilena y, más particularmente, frente al destino del dirigente comunista (a quien conoció en Chile durante los años 60 y con cuyos hijos, exiliados entre Moscú y Sofía, estableció un vínculo cercano), reorientaron el proyecto hacia la construcción de un retrato más personal y humano, sin por ello desestimar el compromiso político de su protagonista.

Para entonces, la propaganda cinematográfica soviética se caracterizaba por el culto personal, a través de hagiografías sobre las grandes figuras que defendían los ideales comunistas (Pozner, 2008), o en llevar sus cámaras a aquellos puntos del planeta donde se estaban librando luchas revolucionarias de sentido antimperialista (Rupprecht, 2017). Roman Karmen retomó dichos elementos, pero transitó de un relato épico a uno emotivo o lírico. De acuerdo con el comentario publicado en la revista Iskusstvo Kino, esta cinta dedicada al “héroe y mártir de un país en duelo”, mostraba al mismo tiempo a un “hombre valiente y amante de la vida”, “alegre, resistente, amable e intrépido”, transformando su lucha en una bandera para el comunismo internacional y para la defensa de la “dignidad humana y de la libertad” (abril 1976: 36-37).

Desde un punto de vista político, la proposición del retrato de Luis Corvalán como un comunista ejemplar no resultaba fortuita (Barbat, 2013). Como líder del PCCh desde 1958, cultivó una temprana y estrecha amistad con sus pares soviéticos (Corvalán, 1997; Ulianova, Loyola y Álvarez, 2012), cuestión enfatizada en El continente en llamas, a través del uso de imágenes sobre su participación en los congresos del Partido Comunista Soviético, PCUS. Corvalán aparecía como un heredero digno de los grandes marxistas y su trayectoria no hacía sino reforzar las conexiones existentes entre la persecución sufrida por los comunistas chilenos a lo largo de su historia y las luchas sorteadas por el comunismo en Europa.

En los documentales soviéticos sobre la UP, previos al golpe de Estado, ya se perfilaba a Corvalán como uno de los principales representantes de la izquierda latinoamericana, retomando su recorrido militante, así como sus primeras detenciones en los campos de Pitrufquén y Pisagua, durante la etapa de proscripción del PCCh en los años 50. El corazón de Corvalán se preocupó de enfatizar esta reiteración, de modo que el dirigente chileno aparecía como un vector que atravesaba la historia de persecución del comunismo, encarnando la resistencia antifascista en sentido amplio.

Más allá de las referencias históricas, El corazón de Corvalán se estructuró en torno a la puesta en escena y el uso del testimonio. La razón práctica de esta elección fue la indisponibilidad de documentos recientes sobre la situación carcelaria del líder comunista, donde el único registro filmado remontaba a la entrevista realizada por la agencia Visnews, en 1973. Roman Karmen reutilizó éste y otros archivos, parte del material rodado por él mismo durante su visita a Chile en 1971 y secuencias ya utilizadas en sus cintas anteriores.

Un ejemplo significativo de la ausencia de imágenes actualizadas en el documental fue la escena montada en el marco de la atribución del Premio Lenin de la Paz a Luis Corvalán, en 1975, mientras se encontraba detenido en Ritoque. Filmada en los estudios de la emisora internacional Radio Moscú (Montalva, 2014), la secuencia mostraba el intento del periodista, Eduardo Labarca, conductor del programa Escucha Chile, por contactar telefónicamente al secretario comunista para comunicarle la noticia, si bien la posibilidad de hablar con un prisionero era virtualmente imposible. Más allá de la falta de imágenes, esta escena buscaba evidenciar el grado de compromiso solidario asumido por la URSS (Barbat, 2013).

Al margen de las imágenes de archivo, el hilo conductor de esta película fueron las entrevistas realizadas a dos cercanos del dirigente comunista: su hijo, Luis Alberto (exiliado en Bulgaria), y su compañero de prisión, el arquitecto Miguel Lawner (exiliado en Dinamarca). Emplazados como mediadores de la historia de Luis Corvalán, los relatos que ambos entregaron sobre sus propias experiencias carcelarias trascendieron la figura del dirigente. En el caso de Miguel Lawner, su relato se apoyó en la exposición de dibujos personales, usados en el film como “documentos”, que retrataban las condiciones de vida de los prisioneros en Isla Dawson.6

La dimensión emocional adquirida por la película se vio acentuada por los acontecimientos que tuvieron lugar fuera de la pantalla. El corazón de Corvalán incluyó secuencias de Luis Alberto Corvalán en Sofía, en una vida marcada por los efectos del destierro, la dispersión familiar y su compromiso con el movimiento de solidaridad. Al igual que su padre, Luis Alberto fue militante comunista y vivió en carne propia la represión tras el golpe de Estado. Frente a la cámara de Karmen, narró los aspectos más crudos, pero también los más humanos de su detención en el Estadio Nacional y, luego, en el campo de prisioneros de Chacabuco. Tras el rodaje de la película, Luis Alberto falleció en octubre de 1975, víctima de un ataque al corazón, consecuencia directa de las torturas sufridas durante su internamiento. Si el objetivo inicial de El corazón de Corvalán era mostrar la ejemplaridad del dirigente chileno, los testimonios recogidos y el trágico desenlace de uno de sus protagonistas reorientaron la cinta hacia la sensibilización y denuncia de los crímenes del régimen militar.

El montaje final incluyó filmaciones del multitudinario funeral de Luis Alberto en Bulgaria, transformado en una amplia manifestación de solidaridad. En las últimas escenas, estas imágenes se entremezclaban con una serie de actos de apoyo internacional llamando a la liberación de Luis Corvalán. A pesar de la tragedia, Roman Karmen proponía un mensaje final emotivo y esperanzador, a través de un epílogo donde se conectaba la historia personal, familiar y colectiva. La última secuencia incluía una filmación realizada en Bulgaria, donde Luis Alberto, junto a su pequeño hijo Diego, paseaban por la playa, mientras en off se escuchaba parte de una carta que le enviara su padre, Luis Corvalán, durante el tiempo de relegación en Ritoque:

Querido Alberto, hoy tu pequeño hijo Diego tiene la misma edad que tú tenías cuando [los comunistas] fuimos perseguidos por la dictadura de González Videla en 1949 y yo fui relegado a Pisagua. Ese periodo quedó atrás. Del mismo modo, esta noche será superada por la unidad de las fuerzas del pueblo. Así, tu hijo crecerá en una nueva sociedad que construya la felicidad para todos.

La función movilizadora de El corazón de Corvalán se vio reforzada con su difusión. En 1976, la película fue exhibida en las cadenas de televisión de los países socialistas, en encuentros políticos y en festivales de cine celebrados a ambos lados del Muro de Berlín. Una de las primeras proyecciones tuvo lugar en febrero de 1976, en el marco del XXV Congreso del PCUS, donde la película fue presentada ante las delegaciones comunistas reunidas en Moscú. Además, en la ocasión se galardonó a Roman Karmen con el Premio Estatal de Cinematografía por sus trabajos anteriores dedicados a la solidaridad con Chile (Films soviéticos, marzo 1976).

Ese mismo año, El Corazón de Corvalán recorrió los distintos festivales europeos (Films soviéticos, septiembre de 1976), recibiendo premios en la mayoría de ellos: Tampere (Finlandia), Oberhausen (RFA), Karlovy Vary (Checoslovaquia) y Pesaro (Italia), mientras que en Leipzig (RDA), uno de los principales eventos dedicados al documental político, el film sólo fue presentado en noviembre de 1977, durante la retrospectiva consagrada al cine de la URSS. De todas formas, la difusión coincidió con las “jornadas de solidaridad antimperialista” y las “jornadas por Chile” establecidas en el programa de algunos de estos encuentros. La amplitud de los espacios de difusión, que se extendía más allá del campo socialista, demostraba los alcances de una cinta de estas características, consagrada a los aspectos políticos y, sobre todo, humanos de Luis Corvalán.

Tras el intercambio, Corvalán de gira internacional:
¿la puesta en escena de una solidaridad exitosa?

El intercambio efectuado el 18 de diciembre de 1976 entre Vladimir Bukovsky y Luis Corvalán parece haber estado menos determinado por el impacto del movimiento solidario que por la mediación diplomática de la URSS y de Estados Unidos. Hasta último momento, en noviembre de 1976, el intercambio no significaba una prioridad para el propio secretario comunista. Esta impresión de desacuerdo fue desmentida por Corvalán en lo sucesivo, remarcando, por un lado, la imposibilidad de analizar individualmente y en profundidad la decisión de un canje desde su encarcelamiento en Tres Álamos, y por otro, su adscripción a la decisión política del PCCh (Corvalán, 1997). Para el dirigente, su liberación se trataba más bien de una cuestión de tiempo. A dicha fecha, Pinochet había comenzado a cerrar gradualmente los campos de detención, dejando en libertad a los presos políticos que aún esperaban juicio, aunque ello implicó la expulsión del país en la mayoría de los casos.

Más allá de cualquier expectativa, al día siguiente del intercambio, los actores involucrados en la campaña de solidaridad por Corvalán reaccionaron de acuerdo a su propia agenda, distanciándose o apropiándose políticamente de este acontecimiento. Fueron los espacios y las organizaciones comunistas desde donde se demostró una mayor sensación de éxito (Krämer, 2004). Tal como comunicó esta noticia el boletín Chile Informativo, publicado en La Habana por el Comité de Solidaridad Antifascista, este gesto representaba “una victoria de la lucha antifascista llevada a cabo por el pueblo chileno y las campañas internacionales, encabezadas en particular por los países socialistas, con el apoyo de amplios sectores democráticos de la opinión pública mundial” (enero-febrero 1977: 9). Estas lecturas tendieron a velar la noción de intercambio, a disimular los cuestionamientos, y a poner en primer plano la idea de la “liberación” de Corvalán, entendida como corolario de las movilizaciones internacionales y como un signo de la derrota inminente de la dictadura en Chile (Neues Deutschland, 10/01/1977: 2).

Se trató del último aliento de una solidaridad promovida desde los países del Este, que empezaba a mostrar signos de declive hacia 1977. Durante ese año, Luis Corvalán encabezó una amplia gira internacional en retribución de las campañas a su favor. Este recorrido suscitó múltiples puestas en escena de la solidaridad, con la consiguiente realización de documentales y reportajes producidos por los órganos de propaganda comunistas.

Luego del intercambio concretizado en Zúrich en diciembre de 1976 (donde se acordó dejar fuera las cámaras), Corvalán pasó unos días en Minsk junto a su familia (su esposa Lily Castillo y sus dos hijas, Viviana y María Victoria), llegando a Moscú días antes de la Navidad. Las cámaras acompañaron de cerca su recepción por una comitiva compuesta por el buró político del PCUS, Andrei Kirilenko y Boris Ponomariov, miembros del PCCh exiliados en Europa, como Volodia Teitelboim (entonces en URSS), Gladys Marín (representante de las Juventudes Comunistas chilenas, exiliada en la RDA) y Orlando Millas (establecido en Países Bajos), el Comité de Solidaridad soviético con Chile y estudiantes de la Universidad Patricio Lumumba (Corvalán, 1997). Su paso por la plaza del Kremlin, donde le esperaba un mitin de apoyo, además del encuentro con Brézhnev en una ceremonia donde recibió el Premio Lenin de la Paz que le fuera atribuido en 1975, fueron escenas ampliamente difundidas, no sólo por la televisión y las actualidades cinematográficas al Este, sino también del lado Oeste de Europa (Imagen 4).

Imagen 4. Recepción de Luis Corvalán y Lily Castillo en Moscú. Capturas del noticiero TF1 Actualités 20h, emitido en el canal TF1, el 23 de diciembre de 1976, Francia. Producción de las imágenes: Televisión soviética. Fuente: Fondos televisuales del Instituto Nacional del Audiovisual, INA, París.

En las semanas siguientes, Corvalán se reunió con trabajadores de la capital soviética y participó de una manifestación de acogida. En este acto, en el teatro Rossía, convergieron líderes comunistas de distintas partes del mundo y dirigentes de la izquierda chilena en exilio, en una jornada que incluyó piezas de teatro, danza y coro del conjunto Lautaro (estudiantes chilenos de la Universidad de Lumumba), quienes interpretaron, de acuerdo con el recuerdo de Corvalán, la “más emocionante versión” del himno Venceremos (1997: 236). Esta serie de episodios ceremoniales, donde se pusieron en escena las múltiples estrategias simbólicas de la solidaridad, sirvieron como testimonio del fervor de la cooperación soviética. El montaje de algunas de estas escenas, además del uso tradicional de imágenes de archivo, que remontaban al encuentro entre Corvalán y Kirilenko en celebración del 50 aniversario del PCCh en Santiago, en 1972, dieron forma al cortometraje Tovarisch Lucho, realizado por el documentalista Leonid Makhnach, del Estudio Central Documental de Moscú (CSDF), en 1977 (17 min.). A través de este recorrido histórico, la película recuperaba la figura de Corvalán para poner el acento en la larga y estrecha relación tejida con sus pares soviéticos, además del rol conductor jugado por la URSS en las campañas por su liberación y el aparente triunfo de dicha estrategia política7.

Entre enero y febrero de 1977, Luis Corvalán, acompañado por su esposa Lily Castillo y Gladys Marín, recorrió otros países del Bloque del Este. La primera parada fue Sofía, tierra de acogida de su hijo Luis Alberto, donde le fue reservado un itinerario similar al de su llegada a Moscú: una comitiva liderada por la dirigencia política, chilenos exiliados y un mitin masivo, con la consiguiente entrevista con el primer ministro Todor Jivkov y la atribución de la Orden Gueorgui Dimitrov8.

Luego aterrizó en Berlín Este, donde fue recibido como un “auténtico héroe” (Chile Informativo, febrero-marzo de 1977: 64-65). Las imágenes de las acciones organizadas durante esta visita dieron forma a Venceremos con la solidaridad (1977, 49 min.), un documental panegírico producido por la Deutsche Film AG (DEFA), bajo la dirección de Joachim Hadaschik. Luego de una breve referencia al rol jugado por la URSS en el intercambio del líder comunista chileno, Venceremos con la solidaridad se consagra integralmente al recorrido triunfal de Corvalán en la RDA, donde se remarcaba la amistad manifestada por el pueblo y la jerarquía de Alemania Oriental, así como la emoción provocada por su liberación, entendida como un resultado palpable de la acción solidaria propugnada por el socialismo real (Neues Deutschland, 07/06/1977). El film de Joachim Hadaschik montó las imágenes de los actos organizados en honor de Luis Corvalán, donde se siguió un protocolo similar al de los otros regímenes al Este: la recepción en el aeropuerto de Berlín por el líder del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), Erich Honecker, un mitin de apoyo donde se congregaron ciudadanos, exiliados y pioneros chilenos, seguido por una ceremonia en el Consejo de Estado, donde se condecoró a Corvalán con la Orden de Karl-Marx9. Le seguían escenas de un gran acto organizado en el Palacio de la República, bajo el lema: “En el espíritu del internacionalismo proletario y la solidaridad antiimperialista”, donde los discursos de Honecker y Corvalán fueron seguidos por la presentación del grupo musical chileno Aparcoa y la interpretación de Dean Reed (actor y cantante estadounidense, conocido como el “Elvis Rojo” y cuya participación fue activa en las campañas de solidaridad con Chile)10. Finalmente, se incluyeron imágenes del encuentro de Corvalán con obreros y asociaciones civiles, para subrayar la cercanía, amistad y gratitud demostrada por el dirigente chileno hacia el pueblo este-alemán (Neues Deutschland, 19-20/02/1977).

Estos documentales estaban pensados para una circulación en proyecciones y actos políticos. Fue el caso de Venceremos con la solidaridad, cuyo estreno se organizó en junio de 1977, en el marco de un evento de solidaridad celebrado en Berlín Este por el Ministerio de Cultura y el Chile-Zentrums del Comité de Solidaridad de la RDA (Neues Deutschland, 29/06/1977). En dicho mitin, se recibieron a representantes de la UP establecidos en Alemania Oriental, entre ellos, Clodomiro Almeyda (secretario ejecutivo de la UP), Carlos Altamirano (SG del Partido Socialista, PS) y Carlos Contreras (presidente de la oficina Chile Antifascista), quienes acogieron la llegada de Jorge Montes (miembro de la Comisión Política del PCCh), recientemente liberado de la prisión por la Junta Militar. Aunque la cinta de Joachim Hadaschik se centraba en la figura de Corvalán, su potencial emocional y movilizador servía a otros casos similares y se proyectaba a posibles usos futuros. Algunas escenas de Venceremos con la solidaridad alimentaron los documentales siguientes producidos por la DEFA, dedicados a la amistad con Chile, como Copihuito, de Günter Jordan (1977, 14 min.), consagrado al trabajo de los pioneros chilenos en RDA, en el cual se recuperaba el caluroso encuentro sostenido con Corvalán durante su visita en Berlín11.

Fuera del campo socialista, Luis Corvalán recorrió Italia entre febrero y marzo de 1977 (l’Unità, 02/03/1977). Además de la cercanía histórica del PCCh con sus pares del Partido Comunista italiano (Santoni, 2011), esta temprana visita simbolizó una suerte de agradecimiento de parte del dirigente chileno a la participación directa del PCI en su defensa jurídica, ya que habían asegurado la incorporación del abogado Guido Calvi en el equipo de defensa internacional (Santoni, 2010; Ulianova, 2014).

Con motivo de la llegada de Corvalán a Roma, los comunistas italianos convocaron a militantes y demócratas en un gran acto de bienvenida el 25 de febrero en el Palazzo dello Sport, en un mitin concebido por “la libertad de Chile” (l’Unità, 26/02/1977: 1). La filmación de este encuentro dio forma al documental Solidaridad con Corvalán (1977, 29 min.), de autoría desconocida, producido y distribuido por Unitelefilm, la estructura cinematográfica del PCI.12 Si bien este registro ponía visualmente en evidencia las distancias entre el cuidado protocolo de los Estados del Este y el desarrollo de un acto de solidaridad al oeste del Muro de Berlín, al igual que en los documentales anteriores, el foco estuvo puesto en enfatizar la relación de Corvalán con los dirigentes del PCI (Enrico Berlinguer y Luigi Luongo). De todas formas, el mitin mencionado apelaba, antes que todo, a la movilización del conjunto de las fuerzas democráticas como estrategia para la desestabilización del régimen de Pinochet. Esta dimensión se expresó a través de la tribuna concedida (en el mitin y en el film) a los diferentes miembros de la izquierda chilena en el exilio, reunidos en el Chile Democrático en Roma. El cuadro era completado con la participación del reconocido grupo chileno Inti Illimani (exiliado en Roma), y su interpretación del himno El pueblo unido.

En la primavera europea del mismo año, Luis Corvalán recorrió Finlandia, Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Rumania, antes de viajar a Cuba en junio de 1977. Aquí se organizaron una serie de actos donde se hizo coincidir la experiencia del dirigente comunista con el discurso antiimperialista del gobierno revolucionario. Fue recibido por una delegación encabezada por Fidel Castro, quien le entregó la Orden Playa Girón (atribuida en septiembre de 1976), por su compromiso con la “causa antifascista de los patriotas chilenos” (Chile informativo, junio de 1977: 13). En la recepción de Corvalán también participaron miembros de la diáspora chilena en Cuba, entre ellos Beatriz Allende (entonces coordinadora del Comité chileno antifascista) y Andrés Pascal Allende (del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, organización en directa disposición con el PCCh hasta antes del golpe de Estado). Imágenes de esta visita aparecieron en un reportaje del Noticiero latinoamericano ICAIC nº 818 (en junio de 1977), dirigido por Daniel Díaz Torres, quien ya había dedicado un primer cortometraje a la solidaridad con Corvalán, en 1975. Luego, Luis Corvalán continuó su gira por las Américas, visitando Jamaica, Venezuela y México (Chile informativo, junio de 1977).

Reflexiones finales: solidaridad y comunismo en tiempos de reconfiguración

El aparente triunfalismo de esta solidaridad se desvaneció pronto. La imagen positiva que transmitían las películas antes mencionadas acerca de la liberación de Corvalán disimulaba, sin embargo, las desavenencias existentes al interior del movimiento comunista internacional. A pesar de la activa participación de los partidos comunistas del Este y del Oeste en las campañas a favor del secretario general, a la hora de tomar decisiones, la URSS gestionó el canje con Bukovsky sin consultar a sus pares. A final de cuentas, la conducción de este episodio tuvo un impacto negativo en la política internacional de Leonid Brézhnev, incluida su relación con Estados y partidos amigos (Ulianova, 2014). Por ejemplo, del lado socialista, los representantes cubanos mostraron inquietud por la disposición soviética a tratar de igual a igual con un adversario que cuestionaba el encarcelamiento de los enemigos de la revolución. En el lado occidental, el PCF fue uno de los más críticos acerca del intercambio, juzgando de “inaceptable” el regateo de los presos políticos, establecido “entre un país socialista y un país fascista” (Le Monde, 03/01/1977). Signo de esta desavenencia, durante su gira, Corvalán no visitó Francia sino hasta septiembre de 1977, donde fue recibido en un acto organizado a iniciativa del PCF en la sala parisina de la Mutualité (Chile informativo, julio de 1977). Este tipo de crítica no fue aislada, sino que formaba parte de las transformaciones del escenario político europeo y el distanciamiento del comunismo occidental respecto de la doctrina soviética. Impulsada por el PCI, el PCF y el PCE, esta reorientación se concretó a principios de 1977 con la oficialización del eurocomunismo (Santoni, 2010; Marchant, 2020).

En cuanto a la cobertura mediática, como hemos visto, las películas de propaganda se focalizaron en el caso Corvalán como ícono de lucha antifascista y, luego de su liberación, como ejemplo de la efectividad de las movilizaciones guiadas por la izquierda internacional. Se trató de una campaña donde se difundió la imagen de un militante paradigmático, al mismo tiempo humano y heroico, quien encarnó una historia y valores políticos identificables (o al menos ejemplares) para los simpatizantes comunistas, especialmente del lado Este. El protagonismo de estos partidos, como faros de la coordinación y del consiguiente triunfo de la solidaridad, se reforzó a través de los documentales que pusieron en primer plano el encuentro de Corvalán con los dirigentes de cada país y/u organización, una vez que dejó Chile.

En el marco de las reconfiguraciones políticas de la Guerra Fría, el entusiasmo transmitido por estas imágenes de la gira de Corvalán en 1977 dio cuenta de un último impulso de la solidaridad antifascista y antiimperialista promovida desde el Bloque del Este. Para entonces, la promoción de una discusión política global acerca de los Derechos Humanos, suscitada en gran medida por la acción internacional de los movimientos antidictatoriales contra los regímenes del Cono Sur (Kelly, 2018), resultó problemática para los principales gestores de la campaña a favor de la liberación de Corvalán. El intercambio del dirigente chileno por Bukovsky confrontó a los soviéticos a un debate ineludible acerca de la situación de sus propios disidentes, una discusión que extendió igualmente al resto de regímenes del Bloque del Este (Rupprecht, 2016; Moine, 2015). Se trató de una reorientación en la prioridad de los movimientos de solidaridad, ahora centrada en la defensa de los Derechos Humanos. Según Olga Ulianova (2014), antes que el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter (electo en 1977), hiciera de este debate una prioridad en las relaciones Este-Oeste, las autoridades soviéticas no consideraban al movimiento disidente como un problema relevante a la hora de realizar el intercambio a finales de 1976. Para ellas, Vladimir Bukovsky representaba simplemente un precio razonable a pagar por la libertad del secretario comunista chileno. Así, a fines de los años 70, la solidaridad antiimperialista y antifascista chocó, por un lado, con la irrupción de Estados Unidos como actor protagónico en la defensa de los Derechos Humanos y, por otro, con la evidencia que, a pesar de las múltiples y variadas campañas organizadas, el régimen de Pinochet no sólo no sería derrotado, sino que se institucionalizaría.

Referencias

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Diarios y revistas consultadas

Chile informativo (Cuba)

Films soviéticos (URSS)

Iskusstvo Kino (URSS)

Le Monde (Francia)

L’Humanité (Francia)

l’Unità (Italia)

Neues Deutschland (RDA)

Fondos digitales

AAMOD. Archivo Audiovisual del Movimiento Obrero y Democrático: http://patrimonio.aamod.it/aamod-web/

Fundación DEFA (Deutsche Film AG): https://www.defa-stiftung.de/

NETFILM. Colección de imágenes de archivo y documentales soviéticos: https://www.net-film.ru/en/


1. Instituto de Historia del Tiempo Presente – Centre National de la Recherche Scientifique, Francia, ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4711-3849, mmcampos@uc.cl.

2. Esta y las siguientes citaciones procedentes de lenguas distintas del español, son traducciones personales, salvo mención contraria.

3. Corvalán fue confinado a campos de detención dispuestos en el norte de Chile, en el marco de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia. Esta estableció la prohibición del PCCh entre 1948 y 1958 (Corvalán, 1978).

4. El documental contó con una versión en ruso y otra doblada al español.

5. Retomamos la traducción de los títulos en español propuesta en Films soviéticos, revista de circulación internacional editada en varias lenguas por Sovexportfilm, la sociedad de distribución cinematográfica de la URSS.

6. El arquitecto había comenzado a dibujar estas escenas en 1974, desde la clandestinidad. Una sesentena de estos dibujos fue publicada en Dinamarca, en una edición concebida para la solidaridad (en español, inglés y danés). Esta incluyó la experiencia de Lawner en Isla Dawson, Ritoque, Tres Álamos y Villa Grimaldi (Lawner, 1976).

7. Ver la descripción de este documental en: https://www.net-film.ru/film-8029/

8. Algunas de estas escenas forman parte de las actualidades cinematográficas extranjeras alojadas actualmente en los archivos audiovisuales de la antigua URSS. Ver: https://www.net-film.ru/en/film-38090/

10. Parte de estas secuencias circularon a través de las actualidades extranjeras, que hoy forman parte de los archivos cinematográficos rusos. Ver: https://www.net-film.ru/en/film-20516

11. Descripción en el sitio de la DEFA: https://www.defa-stiftung.de/filme/filme-suchen/copihuito/

12. Documental (sin sonido) disponible en el sitio del Archivo Audiovisual del Movimiento Obrero y Democrático, AAMOD: http://patrimonio.aamod.it/aamod-web/film/detail/IL8210003048/22/solidarieta-corvalan.html