El problema del sentido en la historia argentina reciente

Apuntes teórico-metodológicos para el estudio de los procesos sociales de subjetivación de la experiencia del terrorismo de Estado

por Florencia Levín11. Es profesora d (…)

Introducción22. Deseo agradece (…)

Estas reflexiones refieren específicamente a los problemas que plantea el abordaje de la historia reciente y particularmente el estudio del terrorismo de Estado como experiencia social, lo que inextricablemente comprende sus condiciones de posibilidad y sus efectos en el largo plazo. Atendiendo al axioma básico según el cual existe una relación de correspondencia entre el nivel de las metodologías de análisis empleadas y el de las interpretaciones posibles de la historia, en las páginas que siguen me gustaría explorar de qué modo la ontología del fenómeno define la epistemología de la historia reciente y afecta las metodologías de investigación. El objetivo último consiste en contribuir al desarrollo teórico y metodológico de una disciplina que sea capaz de ofrecer no solo respuestas distintas a las elaboradas en el marco de las memorias sociales del terrorismo de Estado, sino también, fundamentalmente, maneras diferentes de elaborar unas respuestas que entonces no puedan sino ser también distintas. Lejos de la voluntad de contraponer la idea de una historia académica objetiva, rigurosa y científica con respecto a unas narrativas deficientes, deformantes y tendenciosas de la memoria, los esfuerzos se orientan a pensar de qué modo se articulan los registros de la memoria con el ejercicio de escritura de la historia reciente en el marco de los procesos de subjetivación de la experiencia social del terrorismo de Estado y de qué modo esto define el carácter político de la historia.

Para ello, en el primer apartado, analizaré los principales rasgos disciplinares de la historia reciente asumiendo que existen efectos traumáticos que se desprenden de la ontología del fenómeno desaparecedor; en el segundo apartado, volveré sobre ese postulado para indagar de qué modo los efectos del terrorismo de Estado se vinculan con la instauración de un hiato irreparable en el sistema de significación social y, en el tercero, me dedicaré a desarrollar algunas reflexiones metodológicas sobre las dificultades que reviste el estudio de las llamadas actitudes sociales con respecto a la última dictadura militar, a propósito de un estudio empírico de largo aliento basado en el análisis del discurso del humor gráfico.33. En esa investi (…) La pertinencia del ejemplo radica en que las peculiaridades del lenguaje humorístico permiten visibilizar los mecanismos de significación que operan en otros registros discursivos utilizados como fuentes para la historia.

El terrorismo de Estado como núcleo de la historia reciente

Comenzaremos el recorrido asumiendo que el terrorismo de Estado ha producido un hiato en el decurso de la historia que obstaculiza el desprendimiento entre pasado y presente, y determina de un modo peculiar y específico las relaciones entre la historia y la memoria. Para explorar cómo se redefinen esos vínculos en la epistemología de la historia reciente, partimos de la noción de disciplina de Michael de Certeau, para quien esta conlleva la ambivalencia constitutiva de ser al mismo tiempo la ley de un grupo y la ley que rige una investigación científica (2010: 73).44. Sin por ello s (…) De este modo, advertimos que los procesos de rememoración afectan tanto a la dimensión social e institucional de la historia (constitución de un espacio académico con la distribución de recursos y asignación de jerarquías implicadas, y la articulación con otros espacios discursivos públicos y políticos) como al conocimiento histórico mismo, en tanto esas memorias intervienen en los marcos de comprensión y significación del pasado cercano elaborados por el historiador, portador él mismo de memorias vivas sobre este.55. Deseo aclarar (…) Es así entonces que la epistemología de la historia reciente se halla inextricablemente ligada con los procesos subterráneos y silenciosos de elaboración personal y social de ese evento, que sigue transcurriendo en un tiempo atascado entre nuestro presente y ese pasado acontecido que no termina de pasar y produce lo que Paul Ricoeur ha denominado “memoria herida” (1999: 31-53).

Ahora bien, la incidencia de esa memoria no se da siempre ni necesariamente mediante la repetición más o menos literal de los núcleos interpretativos de esos relatos, sino que, más problemáticamente, arraiga en los imaginarios sociales sobre los que se asientan los discursos de la historia, presos ellos mismos de los efectos de sentido del fenómeno que pretenden aprehender. Esos imaginarios son conceptualizados por Frederic Jameson como un tipo de registro pre-verbal, cuya lógica es esencialmente visual y espacial, que funda los cimientos de una ética primaria que es elaborada conforme a una “valorización arcaica del espacio, donde lo que es bueno está asociado con mi posición, y lo que es malo simplemente caracteriza los asuntos de mi rival especular” (1984 [1977]: 23).66. El autor ubica (…) La importancia central de estos registros en los procesos de subjetivación de la experiencia del terrorismo de Estado, que se advierte en las estructuras argumentativas de los relatos de la memoria, se advierte también en las interpretaciones de la historia, aunque allí operan de modo camuflado entre la argumentación erudita y la legitimación académica.77. Utilizo la noc (…)

Podríamos decir entonces que los principales rasgos epistemológicos de la disciplina devienen de la confluencia histórica (y transitoria) de dos elementos que suelen ser tomados de modo independiente e inarticulado por la literatura especializada: por un lado, la relación de coetaneidad entre el objeto y el sujeto del conocimiento en tanto la historia reciente, como señala María Inés Mudrovcic, “tiene por objeto acontecimientos o fenómenos sociales que constituyen recuerdos de al menos una de las tres generaciones que comparten un mismo presente histórico” (1998-2000: 4).88. La autora habl (…) Por otro lado, la manifestación de efectos traumáticos de la violencia en la historia, lo que define una cronología histórica específica que tiende a ubicarse entre el Cordobazo y la asunción presidencial de Raúl Alfonsín, y se extienden sintomáticamente hacia adelante en un continuum cuyo fin no se avizora.99. Ver un desarro (…)

Así, al no terminar de pasar, el terrorismo de Estado produce la confusión del pasado en el presente, del sujeto en el objeto y de la memoria en la historia, más allá (y además de) la coexistencia empírica entre historiadores y protagonistas del pasado. Ello resulta determinante para la historia reciente en tanto en su epistemología está comprendida de este modo la doble tarea de historizar el pasado acontecido y, simultáneamente, reconstruir las condiciones de posibilidad de su propio conocimiento erudito, lo que la convierte de modo significativo y singular en un aspecto de su propio objeto de estudio.1010. La proposición (…)

Lo traumático en la historia reciente

En el apartado anterior, dimos por sentada la existencia de una fractura irreparable en la experiencia de la historia, asociada con la noción de trauma, que según establecimos redefine los vínculos entre historia y memoria y delimita los contornos de la epistemología de la disciplina. En este apartado, intentaremos buscar los fundamentos teóricos e históricos de esa aseveración. Más allá de las nebulosas y resbaladizas significaciones que la noción de trauma conlleva, la decisión de emplearla (particularmente como adjetivo) tiene que ver con su valor heurístico para dar cuenta tanto de los sufrimientos sufridos por los cuerpos de las personas clandestinizadas, torturadas y desaparecidas como de sus efectos en el largo plazo entre familiares y allegados pero también de la sociedad en su conjunto. No es mi interés en este trabajo detenerme en un análisis conceptual de un término que ha sufrido importantes mutaciones a lo largo del tiempo y que ha migrado de un campo disciplinar a otro. Son los rasgos del terrorismo de Estado que producen esos efectos los que me interesa explorar.

Partimos así conceptualizando el fenómeno como un hiato en la cadena de significación social que subyace por debajo del tiempo cronológico, que produce como efecto un tiempo indiscernible entre pasado y presente, que no termina de pasar. De modo que lo traumático no es fechable ni datable ni subyace como tal en ningún registro de la historia, ni tan siquiera puede ubicarse en un único marco espaciotemporal. Sin embargo, opera en los procesos individuales y colectivos de subjetivación de la experiencia histórica del terrorismo de Estado. No se observa como positividad pero se repite, se hereda y se transmite. Sus efectos pueden advertirse en las formas y el contenido de las recurrentes disputas públicas por los sentidos del pasado, así como en algunos rasgos de la historiografía, que debe esforzarse por no sucumbir ni a la tentación de la mímesis con el pasado, ni a la del establecimiento de las clásicas barreras objetivistas de la historia que dan por presupuesta una ruptura o separación que debería ser el punto de llegada y no de partida.

En primer lugar, es preciso decir que la estructura de significación que asociamos con lo traumático es el resultado de complejos procesos de cognición social cuyos elementos se articulan en el tiempo estableciendo entre sí unas relaciones de significación prospectivas y retroactivas en y hacia diversos marcos de temporalidad. Esa temporalidad fracturada de traumático en la historia reciente argentina tiene como punto de partida lo que en verdad es un punto de llegada: el fuerte impacto ocasionado por la revelación, ex post facto, de una realidad sabida y silenciada. Lo ominoso que se manifestó allí no radica únicamente en el horror acontecido y mostrado en lo que se dio en llamar el destape, sino sobre todo en el impacto que su re-velación produjo en las estructuras de negación con los cuales la sociedad se había acomodado hasta entonces a vivir entre el terror (Cohen, 2005).1111. Como explica e (…)

En ese proceso, se resignificaron los sentidos de un segundo momento, que en verdad es cronológicamente el primero: el del terror implantado por el Gobierno militar que produjo el tormento y la desaparición de los cuerpos e instauró el terror mediante un dislocamiento en los sistemas de significación social al introducir un orden no entramable en los marcos de la representación (Kaufman: 2007: 236). Posiblemente, la magnitud del impacto de la elocuencia de las imágenes difundidas con respecto a las viejas estructuras cognoscitivas y regímenes de significación social sean en parte responsables del inmenso grado de adhesión y consenso social que acompañó al movimiento de derechos humanos durante la transición democrática y a las políticas sobre el pasado reciente del Gobierno de Raúl Alfonsín.

Ahora bien, esta caracterización sería incompleta si no tomáramos en cuenta la especificidad de la naturaleza del crimen de la desaparición de personas, cuya implementación supuso no solo la manifestación de una voluntad de atentar de modo bestial contra una cantidad indecible de vidas humanas, sino también de borrar la historia destruyendo todo rastro y prueba de lo acontecido. La desaparición de personas es un crimen concebido para perdurar en el tiempo, en tanto el sufrimiento acarreado por los familiares y allegados debido a la falta de conocimiento sobre el paradero de las personas queridas está considerado como uno de los daños buscados que de hecho se perpetúa a lo largo de las generaciones e interviene en las construcciones genealógicas y los procesos identitarios.

Desde el punto de vista de la antropología filosófica, Giorgio Agamben explica la importancia simbólica de los rituales fúnebres para la inscripción del pasaje del difunto a la esfera de los muertos. Agamben explica que esos peculiares rituales (cuya estructura unitaria la encuentra en la repetición de sus elementos en casi todas las culturas, más allá de ser muy distantes en tiempo y espacio) tienen por objeto la transformación del difunto en muerto, es decir, en un antepasado inofensivo con el cual se mantienen relaciones ritualmente definidas (2011: 116-117). De modo que de dislocamiento que ocasiona el fenómeno desaparecedor consiste en la i-realización de ese pasaje entre la vida y la muerte, y por lo tanto en la imposibilidad estructural de establecer la diferencia entre pasado y presente.1212. : "Todo aconte (…)

Podemos volver entonces a la idea inicial según la cual el terrorismo de Estado afectó la experiencia del tiempo y el sentido de la historia, lo que en definitiva es lo mismo, y produjo un hiato que se expresa en la insistencia del pasado en el presente. De acuerdo con Jacques Derrida, el movimiento de la significación no es posible “más que si cada elemento llamado 'presente', que aparece en la escena de la presencia, se relaciona con otra cosa, guardando en sí la marca del elemento pasado y dejándose ya hundir por la marca de su relación con el elemento futuro” (2010:48).

Fenómeno, lenguaje e historia. Un breve desarrollo metodológico

La persistencia resistente del pasado en el presente arraiga y se expresa en el lenguaje, y su pregnancia entonces no debe buscarse únicamente en los contenidos literales de los discursos, sino también en las estructuras argumentativas que nos dan pistas sobre los imaginarios sociales sobre las que se sustentan y que, como tales (al ser pre-verbales), son mudos. De esta aseveración, se derivan consecuencias que afectan tanto a la memoria como a la historia. En cuanto a ésta última, sus consecuencias la afectan tanto en el nivel de las categorías que utiliza el historiador en el proceso de interpretación de la historia como en el nivel de las metodologías de análisis de las fuentes históricas ya que lo obliga a romper con la literalidad de los discursos. Nos dedicaremos a ellas en lo que sigue, a propósito de un ejemplo historiográfico.

En efecto, ¿cómo fue experimentado el terrorismo de Estado por los contemporáneos? ¿Qué actitudes o respuestas generó entre ellos? ¿Cómo se manifestó el horror? ¿Cómo se expresó el terror entre la gente? ¿Qué explicación otorgaban a lo sabido? ¿Qué quería decir para ellos desaparecidos, terrorismo de Estado, centro clandestino? ¿Cómo saber qué sabían y qué no sabían? Más todavía, ¿dónde yacen los sentidos de la historia para sus contemporáneos? ¿Son esos sentidos los mismos que los del historiador? ¿Cómo hacemos para evitar el sustancialismo del sentido (sin caer en el relativismo)? ¿Cómo reconstruimos lo sintomático si solo contamos con la literalidad de las fuentes? Con el objetivo de explorar en un caso concreto el modo en que se articulan la teoría y las interpretaciones posibles de la historia, me centraré en algunos comentarios de índole metodológica referidos al estudio de las actitudes sociales durante el terrorismo de estado, a propósito de un trabajo empírico con el lenguaje del humor gráfico.1313. Aunque sea inn (…) Elijo este eje en tanto lo considero ilustrativo de las dificultades que acarrea la operación interpretativa en tanto su planteamiento involucra una operación nominativa, generalmente construida sobre pares binómicos planteados como alternativas excluyentes (consenso-resistencia; apoyo-rechazo; negación-aceptación; censura-autocensura) que se construye a propósito de la asignación de unas intencionalidades prístinas y unívocas a unos sujetos a partir de unos discursos que las reflejarían miméticamente. Lo elijo, además, por la magnitud de las consecuencias éticas y políticas que se desprenden del tipo de argumentaciones ofrecidas.1414. Es ilustrativa (…) No voy a retomar las interpretaciones propiamente dichas realizadas de esa investigación sino que tan solo intentaré, a partir del ejemplo, problematizar desde la metodología los basamentos de una operación interpretativa de ese estilo.

La decisión de tomar este ejemplo cuenta asimismo con el valor agregado de que el humor gráfico constituye un tipo de discurso social paradigmático y por lo tanto iluminador de los mecanismos sociales de construcción de sentido, por lo que estas consideraciones pueden resultar productivos para pensar los problemas metodológicos vinculados con el análisis de los procesos de significación social en el marco de la historia reciente. En efecto, muchas décadas atrás el lenguaje del humor gráfico fue tomado por la semiología estructural como discurso paradigmático para estudiar los procesos de construcción social de sentidos ya que, en palabras de Oscar Masotta, el fundamento cómico del comic reside en el hecho de que sus símbolos generan en el interior del recuadro o viñeta procesos que se hallan a la vista de todos.1515. Es importante (…) La importancia radical de esta posibilidad mostrativa del género radica en la visibilización de los mecanismos por los cuales, siguiendo a Eliseo Verón, lo ideológico se metacomunica operando por connotación y no por denotación (1984 [1971]: 141-142).1616. Particularment (…) De modo que el carácter ideológico de los mensajes no es necesariamente producto de una “intencionalidad” o voluntad de ocultamiento o disimulación sino que constituye un nivel de significación que está presente en todo tipo de mensaje o discurso (141-142), lo que tiene profundas y evidentes implicancias para la metodología de análisis en tanto no es traducible de la literalidad de las fuentes.

Me propongo entonces argumentar que la posibilidad de romper con las interpretaciones simplistas y maniqueas de la historia y la memoria, y de perforar la literalidad de los discursos, se corresponde con un desarrollo metodológico que debe partir de una consideración del lenguaje específico de las fuentes, en nuestro ejemplo el humor gráfico. Dicho en otros términos, que para producir nuevas interpretaciones es preciso trabajar el nivel de la metodología.

Comencemos conceptualizando al humor gráfico como un tipo de discurso que está subordinado a otros discursos y que se constituye “como registro y espacio de transformación y transposición de signos y marcas discursivas provenientes de la oralidad, la gestualidad, la escritura y cualquier otro género y soporte mediático” (Steimberg 2001: 7).1717. De ahí se deri (…) Históricamente, se inserta y circula en espacios discursivos institucionalizados más amplios, como diarios, semanarios y revistas, lo que condiciona estructuralmente sus sentidos. Como ha establecido Steimberg, en el marco de esos espacios discursivos se produce un juego contradictorio de dependencia y fractura “que garantiza cierto tipo de movimiento en los parámetros de significación del medio” (1977: 9). En el caso del espacio humorístico, como de otros espacios firmados, ese juego se establece en el marco de una tensión estructural entre el perfil institucional del medio y un aspecto puramente autónomo y autoral en el marco del cual los sentidos expresados pueden ir en el mismo sentido o en sentidos diversos de los sostenidos institucionalmente por el medio por ejemplo en su espacio editorial. De este modo, a la naturaleza por definición polisémicas y ambigua del discurso irónico y humorístico, se añade la tensión constitutiva entre los sentidos institucionales del medio en el que se publican y los sentidos sostenidos en la firma de los humoristas.

Ahora bien, en tanto acto discursivo, el humor gráfico efectúa un doble proceso de desdoblamiento del sujeto de la palabra que dificulta o torna imposible la deducción de unos comportamientos o actitudes aprehensibles mediante pares dicotómicos adjudicados a un humorista llamado autor. En efecto, si podemos decir que todo discurso impreso se realiza como tal en el desdoblamiento entre la escena de la acción del decir, que se efectiviza en el hecho de su publicación, y la escena que pone en juego el contenido de su enunciado, en el caso del humor gráfico ocurre todavía otro desdoblamiento por medio del cual los actos discursivos representados en las viñetas se desdoblan ellos mismos, a su vez, en la escena del acto enunciativo presentado en la escena ficcional y las escenas construidas por el contenido de sus enunciados.

Es por ello que en el humor gráfico la posición de autor, fundamental a la hora de evaluar el sentido político de todo acto (discursivo), es muy compleja y está múltiplemente determinada, ya que se constituye, por un lado, en la intersección entre el acto discursivo y las escenas imaginarias que ese acto construye y reduplica en ese juego de espejos y, por otro, en el tipo de vinculación que el autor establece con sus criaturas, que está mediada de manera compleja y ambigua por la implicación de la ironía y/o el humor, aun cuando muchas veces esa vinculación no sea transparente y suela resultar indeterminada. En efecto, retomando las definiciones de Oscar Steimberg, podríamos decir que en tanto el acto humorístico es aquel que compromete al sujeto de la enunciación y del enunciado en su propia humorada, en el humor gráfico es preciso establecer entre la imagen de autor y sus personajes la existencia de una identificación tal que permita advertir que se representan mutuamente (2013: 22).1818. Como en el clá (…) Caso contrario, se trataría en verdad de lo que Steimberg denomina sátira sin humor, y que pone en juego la ironía con respecto a estereotipos sociales con los cuales el autor no se identifica. Es por ello fundamental incluir en el desarrollo metodológico maneras de establecer, cada vez, el tipo de vínculo del autor con sus criaturas para estar en condiciones de dilucidar algo sobre el sentido.

Si bien lo dicho hasta el momento alcanza por sí mismo para problematizar en nivel de las metodologías de análisis, siempre relegado como elemento secundario y abordado solo de modo descriptivo para dar cuenta sobre todo del nivel empírico de la investigación, el cuadro no estaría completo si no incorporáramos las consideraciones generales sobre la historia reciente previamente elaboradas. De este modo, a todo lo expuesto deberíamos añadir la consideración de unos efectos de sentido estructuralmente determinados por el peculiar régimen discursivo del terrorismo de Estado (instauración y justificación de una realidad sin entidad propia), así como la consideración de los complejos procesos de significación social en el marco de una temporalidad fracturada, con efectos no lineales en el tiempo.

Conclusiones

La magnitud y complejidad de los problemas que debe afrontar la historia reciente reclaman el desafío de pensar nuevos marcos y herramientas de análisis capaces de construir los contornos de lo que podemos saber sobre el terrorismo de Estado como producto de nuestra sociedad. De modo que esos desafíos no son únicamente teóricos o metodológicos, sino que son también y sobre todo profundamente políticos.1919. Como asevera M (…) En la medida en que estemos dispuestos a abandonar las representaciones simplistas que promueven imágenes condescendientes de nosotros mismos con respecto a lo ocurrido, estaremos a la altura de afrontar los desafíos exigidos. Si asumimos que no puede haber análisis del discurso por fuera de la consideración de la dimensión política implicada, entonces tenemos que coincidir en que la historia no puede desatender ni desentenderse de la dimensión política implicada en su labor. Esto no debiera ser algo optativo, sino un compromiso irrenunciable de cara al futuro. “[Cada sociedad] debe velar para que el intercambio significante no sufra interrupciones, a fin de que los fantasmas se conviertan en muertos, y los niños en hombres vivos” (Agamben, 2011: 122).

Referencias bibliográficas

Agamben, Giorgio (2011). “El país de los juguetes”, en Infancia e Historia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, pp. 93-125.

Levín, Florencia (2013). Humor político en tiempos de represión. Clarín, 1973-1983. Buenos Aires, Siglo XXI.

–––(2014). “Respuesta al comentario de Julián Delgado”, Rey Desnudo. Revista de Libros, Año II, N° 4, Otoño, pp. 310-313. Disponible en http://reydesnudo.com.ar/rey-desnudo/article/view/173/159

–––(2015a). Humor gráfico. Manual de uso para la historia. Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento.

–––(2015b). “Escrituras de lo cercano. Apuntes para una teoría de la historia reciente (argentina)”, en proceso de evaluación, Revista Ariadna Histórica.

De Certeau, Michel (2010). “La operación historiográfica”, en: La escritura de la historia. Veracruz, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, pp. 67-118.

Cohen, Stanley (2005). Estados de negación. Ensayo sobre atrocidades y sufrimiento. Buenos Aires, Facultad de Derecho (UBA).

Delgado, Julián (2013). “Comentario bibliográfico. Levín, Florencia: Humor político en tiempos de represión. Clarín, 1973-1983, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013”, Desnudo - Revista de Libros, Año II, N° 3, primavera, pp. 23-30, Buenos Aires. Disponible en http://reydesnudo.com.ar/rey-desnudo/article/view/85/83

Derrida, Jacques (2010). “La Différance”, en: Márgenes de la Filosofía. Madrid, Cátedra: pp. 37-62.

Jameson, Frederic (1995). Imaginario y Simbólico en Lacan. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto.

Kaufman, Alejandro (2007). “Los desaparecidos, lo indecidible y la crisis. Memoria y ethos en la Argentina del presente”, en Franco, Marina y Levín, Florencia (comps.): Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, pp. 235-249. Particularmente, apartado I, pp. 235-237.

Masotta, Oscar (1976). “Reflexiones presemiológicas sobre la historieta: el esquematismo”, en Verón, Eliseo et al.: Lenguajes y comunicación social. Buenos Aires, Nueva Visión.

Mudrovcic, María Inés (1998-2000). “Algunas consideraciones epistemológicas para una ‘historia del presente’”, Hispania Nova s/d.

Ricoeur, Paul (1999). La lectura del tiempo pasado, memoria y olvido. Madrid, Universidad Autónoma de Madrid.

Steimberg, Oscar (1977). Leyendo historietas. Estilos y sentidos en un “arte menor”. Buenos Aires, Nueva Visión.

–––(2001). “Sobre algunos temas y problemas del análisis del humor gráfico”, en Signo y Seña, s/d, Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Verón, Eliseo (1984). “Ideología y comunicación de masas: la semantización de la violencia política”, en AA. VV.: Lenguaje y comunicación social. Buenos Aires, Nueva Visión.

1.

Es profesora de historia y doctora de la Universidad de Buenos Aires, especializada en el estudio de la historia reciente. Actualmente se desempeña como investigadora del CONICET y profesora adjunta en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Es autora de Humor político en tiempos de represión. Clarín 1973-1983 (Siglo XXI, 2013) y de Humor gráfico. Manual de uso para la historia (UNGS, 2015). florencia.levin@gmail.com.

2.

Deseo agradecer a Oscar Steimberg, quien en una reveladora conversación despejó algunas dudas sobre la segunda semiología. Agradezco también las observaciones y sugerencias de los evaluadores del artículo, que leyeron una primera versión con ojos atentos y comentarios productivos.

3.

En esa investigación (2013) reconstruí las representaciones colectivas sobre la política y la violencia y estudié los comportamientos sociales de los humoristas a través del análisis de las viñetas de humor político y social publicadas por el diario Clarín entre 1973 y 1983.

4.

Sin por ello suponer una derivación directa ni mecánica entre una y otra. Esta aclaración es importante para no perder de vista que uno de los objetivos de De Certeau en este trabajo consisten en desprenderse de los clásicos maniqueísmo de muchas lecturas del marxismo.

5.

Deseo aclarar que utilizo el masculino del singular no como forma de intervención en el marco de los debates de género y, peor aún, con un posicionamiento que ni yo misma no compartiría, sino como modo de abstraer y universalizar lo más posible la figura sin tener de ninguna manera a mi persona como referente.

6.

El autor ubica la construcción de este registro en el llamado estadio del espejo. Es importante destacar que tomo la noción de imaginario permite desprenderse de la utilización habitual del término lo toma como derivado de "imagen".

7.

Utilizo la noción de subjetivación social de la experiencia histórica para dar cuenta de los procesos de significación social de la experiencia colectiva, que se produce como resultado de la retroalimentación de los grandes pronunciamientos y manifestaciones discursivas en el espacio público como de denso y activo entramado de constelaciones simbólicas compuestas por actos discursivos de relativa labilidad y diversas dimensiones que muchas veces trascienden la esfera de lo privado. En esos procesos intervienen de modo particular los mencionados registros imaginarios que subterráneamente afectan las estructuras argumentativas y la constitución del vínculo social, que conectan los registros discursivos públicos y privados con estructuras imaginarias profundas que, como tales, son mudas. Dichos procesos construyen los puentes fácticos y teóricos entre el nivel de lo subjetivo y de lo intersubjetivo.

8.

La autora habla en verdad de historia del tiempo presente y no de historia reciente, aunque la distinción en este caso es irrelevante.

9.

Ver un desarrollo y fundamentación de estos postulados en Levín, 2015b.

10.

La proposición de que el terrorismo de Estado constituye el núcleo de la historia reciente supone afirmar que constituye el fundamento de la disciplina y de la historia que ella estudia, pero no implica que su objeto de estudio se corresponda o deba corresponderse estrictamente con él. Es decir, más allá de que el terrorismo de Estado sea objeto de la historia reciente, lo fundamental es que es su condición de posibilidad.

11.

Como explica este autor, toda estructura de negación supone la existencia de algún tipo de conocimiento del fenómeno negado o al menos de su existencia.

12.

: "Todo acontecimiento histórico representa una distancia diferencial entre diacronía y sincronía, que instituye entre ellas una relación significante", dice Agamben (2011: 107). Si tuviéramos que explicar técnicamente cuáles son los efectos de la desaparición de personas de acuerdo con los términos de este autor, tendríamos que decir que lo que impide la inexistencia del cuerpo es la realización del tiempo histórico en tanto inscripción de una distancia diferencial entre los significantes de la sincronía los de la diacronía.

13.

Aunque sea innecesario aclararlo, una actitud o posicionamiento supone de por sí una intelección e interpretación de la realidad, por lo que los procesos de subjetivación y la construcción de significados sociales son componentes inescindibles de la acción.

14.

Es ilustrativa la polémica con Julián Delgado a propósito de las consideraciones sobre los vínculos entre terrorismo de Estado, vida cotidiana y responsabilidad social en El Rey Desnudo (Delgado, 2013 y Levín, 2014).

15.

Es importante aclarar que Masotta se refiere al comic (término norteamericano habitualmente traducido como historieta) que incluye tanto a las historietas serias como a las tiras cómicas o tiras de humor. En otro trabajo, he intentando analizar los problemas categoriales del humor gráfico para proponer una conceptualización que comprende tanto al cartoon (o viñeta única de contenido generalmente gracioso) como a las tiras de humor que se encuentran comprendidas en la noción de comic que utiliza el autor (Levín, 2015a: 17-22).

16.

Particularmente, tomaron el presupuesto de que la ideología no es un tipo particular de mensaje o una clase específica de discurso, sino que constituye uno de los niveles de organización de todo mensaje considerado desde el punto de vista de sus propiedades semánticas, y que como tal impregna todo el campo de la comunicación y determina en forma "natural" las representaciones de lo social que tienen los actores (Verón, 1984 [1971]: 141-142).

17.

De ahí se deriva el presupuesto metodológico de que como tal es una fuente para analizar los procesos colectivos de subjetivación de la experiencia histórica.

18.

Como en el clásico ejemplo de Quino con Mafalda o de Caloi con Clemente, por mencionar tal vez los más conocidos.

19.

Como asevera Michael de Certeau, en la epistemología de la disciplina está implicada su función social (2010: 71).