Las ciencias sociales como un campo global emergente1

Joan Heilbron2

Resumen

Explorando la “globalización” de las ciencias sociales, este artículo presenta primero una interpretación histórica de cómo ha evolucionado el intercambio transnacional en las ciencias sociales. Formas anteriores de circulación internacional son diferenciadas de los acuerdos más globales que han surgido desde finales del siglo XX. Considerando este campo globalizante con más detalle, se argumenta que su característica predominante es una estructura centro-periferia, con un núcleo duopolístico euro-americano, múltiples semiperiferias y una amplia gama de periferias. Centrándose en el nivel global, sin embargo, mucha de la investigación existente ha dejado de lado el surgimiento de estructuras regionales transnacionales. La formación de un campo transnacional europeo de las ciencias sociales es tomado como ejemplo de este proceso de regionalización transnacional. Las ciencias sociales en todo el mundo, por lo tanto, pueden ser vistas como una estructura de cuatro niveles. Además del nivel local y nacional, las estructuras regionales transnacionales así como las globales han adquirido creciente importancia, y una mejor comprensión de la “globalización” requiere de estudios más precisos de ambos niveles, tanto en sí mismos como en su interconectividad evolutiva.

Palabras clave: Globalización, internacionalización, regionalización transnacional de las ciencias sociales.

Abstract

Exploring the ‘globalization’ of the social sciences, this article first presents an historical interpretation of how transnational exchange in the social sciences has evolved. Earlier forms of international circulation are distinct from the more global arrangements that have emerged since the late twentieth century. Considering this globalizing field in more detail, it is argued that its predominant characteristic is a core–periphery structure, with a duopolistic Euro-American core, multiple semi-peripheries and a wide range of peripheries. Focusing on the global level, much of the existing research, however, has neglected the emergence of transnational regional structures. The formation of a transnational European field of social science is taken as an example of this process of transnational regionalization. The social sciences worldwide can thus be seen as a four-level structure. In addition to the local and national level, transnational regional as well as global structures have gained increasing importance and a better understanding of ‘globalization’ requires more precise studies of both levels, in their own right as well as in their evolving interconnectedness.

Keywords: Globalization, internationalization, transnational regionalization of the social sciences.

Recibido: 1/7/2016

Aceptado: 29/8/2016

 

Una de las características vitales de la producción de conocimiento, aunque comúnmente pasada por alto, es su dependencia respecto del modo en que han circulado las formas previas de conocimiento. Las ideas se construyen sobre otras ideas, y el acceso a este conocimiento acumulado es un componente esencial en la estructura de oportunidades del trabajo científico. Mientras que los estudios de historia de las ciencias tienden centrarse en los productores y sitios de producción de mayor autoridad, no es menos importante estudiar los patrones de circulación y sus consecuencias para el modo en que se produce el conocimiento. Estos procesos de circulación no implican simplemente la difusión, transmisión y apropiación de conocimiento, sino también los efectos de retroalimentación que ocurren cuando este regresa con una apariencia distinta a la que tenía en su origen. Las interpretaciones “extranjeras” de los autores nativos, por ejemplo, con frecuencia desafían y transforman la visión establecida de los textos canónicos.

Para la comprensión sociológica respecto de cómo circula el conocimiento, dos tipos de instituciones tienen particular importancia: las disciplinas y los sistemas académicos nacionales. Los límites que separan a las disciplinas entre sí son un obstáculo extensamente reconocido para la circulación de las ideas. Con el creciente refinamiento de la división de la labor académica, los llamados a la “inter” o “transdisciplinariedad” se han convertido en la vía predominante para contrarrestar la clausura disciplinaria y estimular la circulación del conocimiento a través de las disciplinas y las especialidades de investigación (Heilbron, 2004; Wallerstein, 1999). La otra gran barrera para la circulación del conocimiento, de la que me ocupo aquí, se relaciona con las fronteras estatales. La investigación científica se organiza en disciplinas, pero estas disciplinas se agrupan en sistemas académicos nacionales. La circulación a través de las fronteras nacionales se ha vuelto una cuestión central en el debate sobre la “globalización”. De acuerdo con la visión popular, las tradicionales barreras a la movilidad y la comunicación se han roto, la información se encuentra ampliamente disponible a costo bajo o nulo, y las fronteras nacionales habrían perdido buena parte de su significado. Para Thomas Friedman, por ejemplo, la globalización no implica solamente un incremento en los intercambios a escala global, implica también que el mundo se está volviendo “plano”: Las tradicionales jerarquías entre países y al interior de los mismos se disolverían en flujos globales de comunicación (Friedman, 2005). Versiones más débiles de este argumento han insistido, de manera similar, en el poder transformador de la conectividad global y la comunicación mundial. Sin embargo, si miramos más de cerca las estructuras globales de intercambio y comunicación, el patrón predominante no es el de un universo que esté “aplanándose”. Las relaciones de poder entre países y regiones están cambiando, y los centros establecidos son desafiados por los venideros, pero hay poca evidencia de que las sociedades contemporáneas vayan a consistir en flujos de comunicación entre individuos, organizaciones o Estados más o menos igualmente dotados. Los procesos de globalización, pasada y presente, son una intensificación de la movilidad transnacional, el alcance creciente de la comunicación transfronteriza y la progresiva dependencia de los escenarios locales respecto de las estructuras transnacionales, pero todos estos procesos dependen de los recursos, tanto materiales como simbólicos, que están desigualmente distribuidos y se encuentran en la raíz de las relaciones de poder asimétricas. El enfoque más adecuado para comprender estos procesos es un análisis estructural como la teoría de los campos de Pierre Bourdieu (1999a, 1999b) o la perspectiva del sistema mundo de Immanuel Wallerstein (1999).

Una de las preguntas sobre la globalización que no ha recibido mucha atención es la de si las ciencias sociales también se están volviendo más globales. Aunque algunos estudios empíricos se han ocupado de esta cuestión, la internacionalización de las ciencias sociales, en sí, no es un tema nuevo. Antes del debate actual sobre la “ciencia social mundial” o “global” (Akiwowo, 1999; Alatas, 2003, 2006; Alatas y Sinha-Kerkhoff, 2010; Archer, 1991; Arjomand, 2000; Bourdieu, 1999a, 1999b; Connell, 2007; Fourcade, 2006; Keim, 2010, 2011; Patel, 2010; UNESCO, 2010), la “internacionalización” fue un tema regularmente discutido en revistas internacionales como International Sociology3 y Current Sociology4 (Albrow y King, 1990; Gareau, 1988; ver también Kuhn y Weidemann, 2010). Una mirada más atenta a la historia de las revistas internacionales de ciencias sociales y las asociaciones que las publican revela que estas tienen una historia mucho más larga de la que comúnmente se asume. Las revistas internacionales de ciencias sociales y las asociaciones fueron creadas por primera vez en el siglo XIX y formaron parte regular de la institucionalización académica de estas disciplinas.

En el contexto del presente debate, propongo un triple análisis de la pregunta por la “globalización” de las ciencias sociales. Con el fin de romper con el presentismo de muchas de las discusiones contemporáneas e historizar las cuestiones en juego, presentaré, primero, una breve reseña histórica de la internacionalización de las ciencias sociales. Esta intenta aclarar que los desarrollos actuales ciertamente difieren de formas anteriores de internacionalización. En segundo lugar, sostengo que hoy las ciencias sociales se aprecian mejor como un campo global o sistema mundial emergente, porque han llegado a incluir productores de prácticamente todos los países y regiones del mundo. Al igual que otras estructuras transnacionales, este campo globalizante se caracteriza mejor como una estructura centro-periferia, dominada firmemente por productores, editores y revistas de países occidentales. Las relaciones de poder que se derivan de esta estructura forman el trasfondo para buena parte del debate actual sobre la ciencia social global. Lo que se ha descuidado ampliamente en estos debates, sin embargo, es que este campo global emergente está interrelacionado con la importancia igualmente creciente de las estructuras regionales transnacionales. Situadas entre el nivel nacional y el global, estas estructuras regionales son esenciales para comprender el alcance y la importancia de las instituciones globales. Como ilustración de estas nuevas formas de regionalismo transnacional, en la tercera parte de este artículo examino las ciencias sociales en Europa. Si bien las iniciativas regionales transnacionales se han desarrollado en la mayor parte del mundo, la experiencia europea representa el caso más avanzado hasta el momento.

La formación del Estado y el surgimiento de los sistemas académicos nacionales

Desde la perspectiva del intercambio internacional, el desarrollo de la ciencia social occidental ha atravesado, grosso modo, tres fases históricas. La ciencia social organizada surgió en el marco de los Estados nación y los sistemas nacionales de educación superior. La precisión cronológica está abierta a discusión, pero casi no hay dudas de que la institucionalización de las ciencias sociales como un dominio científico relativamente autónomo, es decir, una “tercera cultura” situada entre las ciencias y las humanidades (Lepenies, 1988), fue parte de un largo proceso de formación del Estado. El ascenso de los Estados nación alteró el balance de poder entre las instituciones eclesiásticas y las estatales, y creó una nueva configuración institucional para la academia y la ciencia, que finalmente también incluyó a las ciencias sociales. Durante la segunda fase, parcialmente superpuesta a la primera, el intercambio internacional se institucionalizó a través de organizaciones internacionales que emergieron durante la segunda mitad del siglo XIX y se expandieron después de la Segunda Guerra Mundial. Estas organizaciones fueron establecidas para superar las divisiones entre los sistemas académicos nacionales y facilitar la cooperación entre las naciones industrializadas, más avanzadas. Esta fase fue, en varios puntos, la continuación de la anterior, pero en un nivel más alto, “internacional”. Aunque aquí no hay una ruptura clara, aquello a lo que comúnmente se refiere como “globalización” puede ser visto como la tercera fase en este proceso de internacionalización. Con el colapso de los regímenes comunistas en Europa del Este y la emergencia de economías avanzadas en Asia y varias partes del hemisferio sur, en combinación con el rápido desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación, la circulación internacional del conocimiento entró en una nueva etapa. Aunque muchos aspectos de las ciencias sociales más “globales” de la actualidad todavía son bastante difusos, hay suficiente evidencia empírica para examinar al menos algunas de las características principales de este campo globalizante de las ciencias sociales.

La ciencia moderna ha estado estrechamente relacionada con el proceso de formación del Estado y la predominancia, inicialmente en Europa pero finalmente a nivel mundial, de los Estados nación. La infraestructura institucional de las ciencias en la temprana Europa Moderna fue sometida a un doble desplazamiento: de las instituciones eclesiásticas a las estatales, y de una red de alcance europeo de organizaciones científicas a los sistemas nacionales de enseñanza superior. Fue este proceso de “nacionalización” el que sentó las bases para las organizaciones “internacionales” que emergieron en el siglo XIX y se expandieron en el siglo XX.

En la fragmentada Europa feudal, el conocimiento era preservado y transmitido por el clero. Su monopolio de la palabra escrita y el uso de la lengua franca, el latín, permitió a esta red de monasterios, universidades e iglesias obtener ventajas de comunicación de las que los grupos seculares dependieron por largo tiempo. Con el crecimiento continuo de los centros seculares −ciudades, cortes y principados−, el poder de las instituciones eclesiásticas se erosionó gradualmente; la formación del Estado fue el factor decisivo en este proceso. Desde el siglo XVI en adelante, el sistema de Estados existente —incluidos las ciudades-estado, los Estados federales y las monarquías territoriales— llegó a ser dominado por los Estados nacionales centralizados que se desarrollaron en Francia, Gran Bretaña y Prusia. Como argumentó Charles Tilly (1990), estos poseían una combinación de medios coercitivos y recursos de capital inigualable para cualquier otra forma de Estado. Como consecuencia, la mayoría de las ciudades-estado fueron incorporadas a Estados nacionales unificados, los Estados federales fueron transformados en Estados nación, y la mayoría de los imperios monárquicos se desmoronaron.

Las repercusiones intelectuales de este cambio son adecuadamente ejemplificadas por el destino de las instituciones académicas. El mundo de las sociedades académicas que emergieron desde el Renacimiento llegó a ser dominado por academias nacionales como la Académie française5 (1635) y la Royal Society6 (1660). El latín perdió su monopolio como lengua franca de la República de las Letras, proceso que se vio fortalecido por el subsiguiente crecimiento de los periódicos, que con frecuencia fueron publicados, por estas mismas academias, en lengua vernácula. Aunque originalmente fueron instituciones eclesiásticas, las universidades también llegaron a depender crecientemente en los Estados nacionales. Especialmente después de la Guerra de los “Treinta Años” (1618-1648), las altas tasas de movilidad geográfica de los estudiantes y académicos, la peregrinatio academica, se desplomaron en toda Europa y la proporción de profesores y estudiantes extranjeros declinó (Charle y Verger, 1994: 45; Karady, 2009).

Los centros intelectuales que estaban vinculados a Estados nacionales centralizados adquirieron una ventaja sobre aquellos que dependían de las ciudades-estado y los Estados federales. Alrededor del 1700, Francia, Gran Bretaña y Prusia estaban en ascenso y la cambiante demografía de la comunidad científica europea ilustraba con claridad ese patrón. Mientras que en el siglo XV Italia albergó el mayor número de científicos y académicos, fue posteriormente eclipsada por Francia, Gran Bretaña y Alemania (Gascoigne, 1992). En estos países, las instituciones intelectuales habían descubierto que estaban vinculadas al aparato estatal en expansión y que eso proveería la infraestructura de una cultura nacional. Las instituciones nacionales adquirieron una posición predominante en los asuntos intelectuales, y las rivalidades interestatales ayudaron a modelar imágenes de los rasgos distintivos de las culturas nacionales (Elias, 2012; Romani, 2002). De este modo, las fronteras nacionales se volvieron también crecientemente fronteras culturales e intelectuales.

En los países centrales del sistema estatal europeo, la educación superior y la investigación científica se organizaron así en sistemas nacionales de enseñanza superior; la enseñanza se hacía en lengua vernácula y el latín quedó reservado para propósitos ceremoniales. Las instituciones de la iglesia perdieron su autoridad académica, los lazos nacionales se volvieron más importantes que las lealtades dinásticas y el nacionalismo se convirtió en un factor a tener en cuenta. No solo la educación y la ciencia, también el patrimonio cultural se volvió una preocupación nacional. Este fue registrado en historias nacionales, exhibido en museos estatales, celebrado por poetas y honrado en memoriales y monumentos nacionales. Tanto la “tierra natal” como la “lengua madre” se montaron en esta ola de creciente identificación con la nación y, a través de la educación obligatoria y el servicio militar, la inculcación de virtudes nacionales alcanzó los rincones más remotos de la nación (Weber, 1976).

En paralelo con este doble proceso de formación del Estado y de construcción nacional, las tradiciones intelectuales con frecuencia asumieron perfiles nacionales distintivos. La noción de las “ciencias de la mente”, Geisteswissenschaften, y el método hermenéutico fueron concebidos como una alternativa alemana al empirismo británico y el positivismo francés. Incluso en las ciencias, las escuelas nacionales fueron un fenómeno recurrente (Heilbron, 2008). Las revistas disciplinarias, que se originaron en el siglo XIX, fueron generalmente periódicos nacionales; las revistas de matemática o física no fueron una excepción (Gispert, 2001).

De este modo, la expansión de los Estados nación produjo un desplazamiento en la estructura institucional de la ciencia y la academia, como así también en la forma en que circulaba el conocimiento. El sistema de monasterios, universidades e iglesias de la Baja Edad Media, basado en conexiones translocales a escala continental mantenidas en un lenguaje común y basadas en un código cultural compartido, fue sustituido por sistemas nacionales de enseñanza superior. Estos sistemas nacionales fueron organizados de modo similar en disciplinas y universidades más orientadas a la investigación, pero cada una tenía su propio lenguaje y estuvo marcada por tradiciones nacionales específicas.

Organizando el intercambio internacional y la hegemonía americana

Reconocer el rol central de los sistemas académicos nacionales en la ciencia moderna y la academia no implica una visión en la cual las naciones existen en y por sí mismas. Todo lo contrario. Los sistemas académicos nacionales y las tradiciones nacionales no solo se desarrollaron en interacción multifacética uno con la otra, sino que además las fronteras nacionales fueron atravesadas de varias maneras, por viaje y migración o, más indirectamente, por correspondencia y traducción. En lugar de considerar los sistemas académicos nacionales y las tradiciones nacionales como universos autocontenidos y autosuficientes, estos pueden retratarse más precisamente como inmersos en relaciones transnacionales de diversos tipos (Heilbron et al., 2008). Desde mediados del siglo XIX, estos intercambios transnacionales se organizaron a través de dos instituciones estrechamente relacionadas: la conferencia científica internacional y la asociación científica internacional. Ambas son formas distintivamente modernas, desconocidas a principios de la moderna República de las Letras. Desde 1850 hasta la Primera Guerra Mundial, las organizaciones internacionales emergieron en varios dominios, incluidas las ciencias naturales y sociales (Boli y Thomas, 1999; Drori et al., 2003; Rasmussen, 1995). Uno de los primeros modelos para las asociaciones científicas internacionales fueron los congresos internacionales de estadística, que se celebraron desde 1853 hasta 1876, fundados por el astrónomo belga y emprendedor estadístico Adolphe Quetelet (Brian, 2002). Cada dos o tres años estos juntaban a cientos de participantes para discutir el progreso técnico, científico y organizacional de sus trabajos. Las actas de los congresos representan el estado del arte que se exigía a cualquiera que deseara estar actualizado. Estos congresos periódicos precedieron a la formación de una asociación internacional, el International Institute of Statistics (1883),7 que aún existe como International Association of Statisticians.8 El patrón temporal y organizacional fue similar para las ciencias sociales. Respecto de la sociología, por ejemplo, René Worms fundó el Institut international de sociologie9 en 1893, de forma paralela a su revista internacional la Revue internationale de sociologie10 (Fleck, 2011: 27-29).

A pesar de nuevas iniciativas como la Liga de Naciones (1920), los años de entreguerras fueron un período de clausura nacional y crecientes hostilidades internacionales. Una renovada expansión de las asociaciones académicas internacionales se produjo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la UNESCO inició y financió asociaciones internacionales disciplinarias como la International Sociological Association11 (Platt, 1998) o la International Political Science Association12 (Boncourt, 2011; Coakley y Trent, 2000). Fundadas sobre la base de un pequeño número de asociaciones nacionales de los países centrales, su crecimiento fue inicialmente asegurado por la creciente membresía de las asociaciones nacionales. Durante las décadas de 1960 y 1970, la membresía se expandió aún más al permitir que se unieran individuos. La ampliación del rango geográfico de reclutamiento que ocurrió simultáneamente, fue estimulada por el ascenso de los Estados nación independientes en las antiguas colonias y por la inclusión de las asociaciones nacionales de los países comunistas de Europa del Este. Por la incorporación de un creciente número de sociedades académicas e individuos de un grupo más amplio de países, las organizaciones internacionales contribuyeron a que las conexiones transnacionales fueran más regulares, mientras contribuían simultáneamente a la formación de un canon disciplinario internacional y una jerarquía internacional dominada por académicos de los Estados Unidos.

En las ciencias sociales, sin embargo, la colaboración real a través de las fronteras nacionales, sigue siendo infrecuente. Las organizaciones internacionales fueron más importantes para la difusión del centro a las periferias, el intercambio de información y la diplomacia intelectual, que para una colaboración transnacional efectiva. El hecho de que dos de los sociólogos más importantes de comienzos del siglo XX, Max Weber y Emile Durkheim, nunca se conocieran y ni siquiera refirieran a los escritos del otro, ilustra las limitaciones de las organizaciones internacionales durante estos años. Aunque su crecimiento representó una nueva fase en las relaciones entre los Estados nación más avanzados (Boli y Thomas, 1999; Drori et al., 2003), estas organizaciones internacionales no desafiaron el rol central de las instituciones nacionales. Las conferencias, comités e institutos internacionales brindaron ocasiones para el intercambio científico, pero presuponían la existencia de las instituciones nacionales (Crawford, 1992; Crawford et al., 1993). Con frecuencia funcionaban de modo análogo al del Comité Olímpico Internacional, esto es, como un instrumento para organizar y regular la competencia entre naciones. Se esperaba que el selecto grupo de científicos e investigadores involucrados representase a su país de alguna manera.13 Después de que las organizaciones internacionales de la Segunda Guerra Mundial ampliaron su base geográfica, y a través de los comités de investigación, comenzaron a enfocarse más en las investigaciones empíricas, pero la efectiva colaboración a través de las fronteras naciones continuó siendo relativamente rara, al igual que el alcance de los intercambios transnacionales, que siguió siendo limitado.

¿Un campo global emergente?

Lo que comúnmente se designa como “globalización” puede apreciarse mejor como una nueva fase en el desarrollo del intercambio internacional. Desde que la división tripartita en tres mundos −las democracias capitalistas en Occidente, los regímenes socialistas en Europa del Este y China, y los países en desarrollo del Sur− ha dado paso a un nuevo orden mundial, y las nuevas tecnologías facilitan la comunicación mundial, las interdependencias a escala global se han convertido en el objeto de estudio de todas las ciencias sociales. Pero ¿ellas también están volviéndose un campo más global? ¿Han surgido organizaciones y otras estructuras que permiten a los científicos sociales ir efectivamente más allá del limitado y relativamente escaso intercambio internacional de la fase previa?

El reciente World Social Science Report14 (2010), publicado por la UNESCO, provee documentación relevante sobre estas cuestiones. El reporte muestra que hoy en día las ciencias sociales se practican en casi todas las regiones y países del mundo y que, en este sentido, han llegado a formar una constelación global. Los principales componentes de este campo son las disciplinas de las ciencias sociales tal como son practicadas en los sistemas académicos nacionales a nivel mundial. Las ciencias sociales no solo se han esparcido alrededor del globo, también la producción de artículos y libros se ha incrementado en casi todas partes (con la Federación Rusa como única excepción), mientras el intercambio y la colaboración transnacional se han vuelto más frecuentes y más significativos. En todas las regiones, por ejemplo, la proporción de autocitas ha disminuido. Este es el caso especialmente en Asia, África y América Latina, pero un ligero descenso de las autocitas también se ha producido en los centros dominantes de América del Norte y Europa (Gingras, 2002; Gingras y Mosbah-Natanson, 2010; Gingras y Mosbah-Natanson, en prensa). Además, el inglés se ha convertido en el lenguaje global de las ciencias sociales. En los 1950 y 1960, casi la mitad de las publicaciones registradas en la International Bibliography of the Social Sciences15 estaban en inglés, al 2005 este porcentaje ha subido a más del 75%. La proporción de todos los otros lenguajes declinó, en el caso de los más importantes como el Alemán y el Francés, se pasó a un nivel de alrededor del 7% (Ammon, 2010; De Swaan, 2001a, 2001b).

Como sugiere el creciente uso del inglés, la característica predominante de este campo global es su estructura centro-periferia. La capacidad y los resultados de la investigación se concentran en un número relativamente pequeño de países centrales. Solo Norteamérica produce la mitad de los artículos registrados en el Social Sciences Citation Index;16 con casi el 40%, Europa es el segundo productor. Juntas, Norteamérica y Europa también representan alrededor de las tres cuartas partes de las revistas de ciencias sociales registradas en el mundo. Solo cuatro países (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y los Países Bajos) publican dos tercios de las revistas de ciencias sociales registradas (Gingras y Mosbah-Natanson, 2010).

La hegemonía de las revistas inglesas y anglo-americanas sería menos problemática si los más significativos trabajos publicados en otros lenguajes fueran regularmente traducidos al inglés y publicados en las revistas anglo-americanas. Pero la realidad de la traducción y la publicación en revistas es diferente: los flujos de traducción tienden a reproducir en lugar de corregir la estructura centro-periferia. Hay muchos más libros traducidos del inglés que al inglés, mientras que para todos los demás lenguajes puede sostenerse lo contrario. Cerca del 60% de todas las traducciones de libros a nivel mundial son hechas desde el inglés, mientras que la traducción de libros al inglés británico y americano representa el 2 o 3% de la producción nacional de libros en Estados Unidos y el Reino Unido, lo que está entre los índices más bajos de traducción del mundo (Heilbron, 1999; Heilbron y Sapiro, 2007; Sapiro, 2008). La práctica de la traducción es, en este aspecto, muy similar a la de las citas: mientras más céntrica sea la producción científica de una nación o región a nivel mundial, más chances tendrá de ser citada y traducida, y menor será el índice de traducción y citación a este lenguaje (para un análisis general, ver Heilbron, 2002).

En su estudio biométrico sobre las prácticas de publicación y citado, Yves Gingras y Sébastien Mosbah-Natanson concluyeron que más allá de la difusión internacional de las ciencias sociales y el crecimiento general de los artículos y revistas producidos alrededor del mundo, la globalización de la investigación ha favorecido esencialmente a las regiones ya dominantes de Norteamérica y Europa. La autonomía de las otras regiones ha disminuido y su dependencia de los centros dominantes se ha incrementado. El cambio principal de las últimas tres décadas ha sido que Europa incrementó su centralidad y, en términos de artículos y citas, tiene ahora una posición aproximadamente comparable a la de Estados Unidos. Desde la perspectiva del modelo centro-periferia, uno podría decir, por lo tanto, que el campo global tiene una estructura duopolística.

Cuando además de las publicaciones se toma en cuenta el prestigio, la distribución global se vuelve aún más desigual. Casi todos los científicos sociales más citados trabajan en Europa y Norteamérica. En 2007, por ejemplo, 37 académicos de las ciencias sociales y humanas fueron citados más de 500 veces. Algunas de estas estrellas de las citas son figuras clásicas (Kant, Marx, Freud, Weber, Durkheim, Dewey, Nietzsche), pero la mayoría produjeron su trabajo después de la Segunda Guerra Mundial. Con una única excepción –Edward Said–, todos son de países occidentales.17 Lo mismo aplica para los ganadores de premios internacionales como el Premio Nobel de Economía, El Premio Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales y el Premio Holberg para las Ciencias Sociales y Humanas del Parlamento Noruego. Entre los 69 galardonados con el Premio Nobel de Economía hasta el momento, solo uno nació fuera del hemisferio occidental: Amartya Sen. Los premios Amalfi y Holberg han sido un asunto exclusivamente euro-americano.

Estas distribuciones desiguales, sin embargo, no nos dicen demasiado sobre la estructura institucional de este campo global. Y el World Social Science Report no es de mucha ayuda al respecto, porque prácticamente no contiene información sobre el desarrollo y el funcionamiento de las organizaciones internacionales ni de otras iniciativas globales o transnacionales –revistas, asociaciones profesionales, bases de datos internacionales y redes–. La información presentada se organiza principalmente de acuerdo con el país y la región, y solo excepcionalmente considera organizaciones globales o internacionales. “Ciencia social global” se usa implícitamente para designar a la ciencia social tal como existe prácticamente en todos los países alrededor del mundo. No se usa para referir a la ciencia social tal como existe y funciona en el nivel global, esto es, en el nivel que se encuentra encima y más allá de las naciones y regiones. Las asociaciones internacionales y sus revistas, por ejemplo, probablemente permanezcan entre los arreglos más centrales para la ciencia social global, pero no hay ningún recuento de cómo han evolucionado. Lo mismo aplica para las agencias internacionales como UNESCO y el International Social Science Research Council,18 que produce el World Social Science Report.

A pesar de esta restrictiva concepción de la “ciencia social global”, el informe sí contiene otra documentación relevante. Sobre la base del informe, se podría argumentar que la renovación institucional más notable en la internacionalización de las ciencias sociales no ha ocurrido tanto en lo global, sino más bien en el nivel regional transnacional, esto es, en el nivel entre los Estados y el campo global. El World Social Science Report provee información bastante interesante sobre la estructura regional transnacional en África, Asia, Europa y América Latina. Este incluye, por ejemplo, consejos de investigación como el Arab Council for the Social Sciences (ACSS),19 la Association of Asian Social Science Research Councils (AASSREC),20 el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y el Council for the Development of Social Science Research in Africa (CODESRIA).21 Desafortunadamente, la información proporcionada sobre estas instituciones regionales transnacionales es bastante escasa y no se propone ningún análisis de su desarrollo histórico o su significado ya sea dentro o más allá de la región.

Regionalización transnacional: el caso de Europa

Debido a que la regionalización transnacional parece haberse convertido en una dimensión destacada del proceso contemporáneo de internacionalización, vale la pena considerar el caso de las ciencias sociales en Europa. La experiencia europea representa, con toda probabilidad, el caso más avanzado de regionalización transnacional. Desde los ochenta, la política científica europea se ha vuelto un factor cada vez más importante en la conformación de la investigación en Europa. Ocasionalmente, se proporcionó apoyo europeo a instituciones de investigación específicas, pero no fue hasta los ochenta que llegó a existir una sistemática política científica europea (Guzzetti, 1995; Kastrinos, 2010). En el marco de una profunda recesión económica y frente a la creciente competencia internacional, la financiación europea para la investigación y el desarrollo se expandió y concentró en “Programas Marco” de largo plazo. Estos fueron lanzados en 1984, y los fondos europeos para la investigación para las disciplinas se incrementaron de 800 millones de euros en 1984 a 10 billones de euros por año en el actual Séptimo Programa Marco (2007-2013).

El objetivo de los Programas Marco fue fortalecer las bases científicas y tecnológicas de la economía europea y mejorar su competitividad. Con la llamada “Agenda Lisboa” del 2000, la investigación e innovación fueron explícitamente señaladas como una prioridad europea. Como fue célebremente declarado por los líderes de gobierno reunidos en Lisboa, Europa iba a ser transformada en la economía del conocimiento más competitiva del mundo. Así como el Proceso de Bolonia de 1999 apuntó a crear una única European Higher Education Area (EHEA),22 la política de investigación se propone ahora establecer el European Research Area (ERA).23 Una de las consecuencias de la nueva política fue la fundación, en 2007, del European Research Council (ERC),24 que financió excelentes investigaciones en todas las disciplinas, independientemente de los objetivos de la política que han sido centrales para los Programas Marco.

Aunque solo entre el 1 y 2 % de los Programas Marco fueron a ciencias sociales y humanidades, el tamaño de estos programas fue considerable. Los tres Programas Marco entre 1994 y 2006 financiaron unos 580 proyectos en ciencias sociales y humanidades, que duraron alrededor de tres de años, promediaron los 10 asociados y donde cada uno podía incluir bastante más de 100 participantes individuales. El resultado de estos proyectos podría estimarse entre 5000 y 10.000 libros y entre 20.000 y 32.000 artículos en revistas (excluyendo la literatura gris de informes de investigación, documentos de trabajo y semejantes).25

Asociaciones profesionales Revistas
European Consortium for Political Research (1970) −Consorcio Europeo para la Investigación Política European Journal of Political Research (1973) −Revista Europea para la Investigación Política−European Journal of International Relations (1995) −Revista Europea de Relaciones Internacionales
European Confederation of Political Science Associations (2007) −Confederación Europea de Asociaciones de Ciencia Política European Political Science (2001) −Ciencia Política Europea
European Federation of Professional Psychologists Associations (1981) −Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos Profesionales European Psychologist (1996) −Psicólogos Europeos
European Economic Association (1984) −Asociación Económica Europea European Economic Review (1969) −Revisión Económica Europea−Journal of the European Economic Association (2003) −Revista de la Asociación Económica Europea
European Association of Social Anthropologists (1989) −Asociación Europea de Antropólogos Sociales Social Anthropology (1992) −Antropología Social
European Consortium for Sociological Research (1991) −Consorcio Europeo para la Investigación Sociológica European Sociological Review (1985) −Revisión Sociológica Europea
European Sociological Association (1995) −Asociación Sociológica Europea European Societies (1999) −Sociedades Europeas

Fuente: Gingras y Heilbron (2009).26

Debido a que cada proyecto del Programa Marco debía incluir investigadores de varios países, estos funcionaron no solo como herramientas para la distribución de fondos, sino también como un estímulo para promover la colaboración transnacional. En un período extremadamente corto de tiempo, entonces, emergió un campo transnacional regional de investigación, que fue estructurado por un creciente número de programas y organizaciones europeas. Las asociaciones y revistas europeas se han vuelto una parte integral de la infraestructura institucional de las ciencias sociales (ver tabla 1). Tomando las ciencias sociales y las humanidades en conjunto, actualmente más de 100 revistas en idioma inglés tienen el adjetivo “europea/o” en su título o subtítulo (Gingras y Heilbron, 2009). En prácticamente todas las disciplinas y áreas de investigación hay al menos una revista europea y alguna clase de red o asociación profesional europea.

Estos arreglos institucionales –programas de financiación, revistas, asociaciones− representan una gama creciente de oportunidades para la colaboración transnacional. Los artículos registrados por los índices de citación indican que la coautoría transnacional en Europa ha subido desde alrededor del 4% de los artículos registrados en 1980 al 16% en 2006 (Gingras y Heilbron, 2009).27 Considerando en más detalle esta colaboración europea en expansión, pueden observarse tres patrones generales (Heilbron, 2012). El primero concierne a las diferencias entre países. En algunos, los académicos participan en actividades transfronterizas más a menudo que en otros. Un segundo patrón de variación es entre disciplinas: ciertas disciplinas tienen un nivel de colaboración internacional y citación mucho más alto que otros. Un tercer y último patrón está relacionado con el contexto global en que tiene lugar la europeización. La colaboración transnacional en Europa se ha incrementado e institucionalizado, pero ¿cómo se compara con la colaboración con académicos fuera de Europa? ¿Cómo, en particular, las redes y revistas europeas se comparan con las de los Estados Unidos, que continua siendo la fuerza dominante en la república mundial de la ciencia?

El grado en que los países participan en proyectos europeos de investigación depende en mayor o menor medida del tamaño de su sistema de investigación. Países como el Reino Unido, Alemania y Francia, que albergan el mayor número de investigadores e institutos de investigación, se benefician más de los programas europeos. Pero entre ellos, el Reino Unido tiene una posición privilegiada. Los académicos que trabajan en Gran Bretaña –no necesitan tener nacionalidad británica− han coordinado el mayor número de proyectos de investigación europeos, y han estado involucrados en empresas como estas con mayor frecuencia que los académicos de cualquier otro país. Alemania y Francia están en segundo y tercer lugar, antes que Italia y los Países Bajos.28 El rol de liderazgo del Reino Unido es todavía más evidente en las redes de coautoría transnacional. Los investigadores británicos tienen la posición más central, una centralidad que se ha incrementado ligeramente con los años (Gingras y Heilbron, 2009). El rol predominante de Gran Bretaña está vinculado a su ventaja lingüística y al hecho relacionado de que el país aloja muchos más editores internacionales y revistas académicas que cualquier otro país europeo. Aunque las redes europeas están dominadas por los países más grandes; los pequeños, incluidos aquellos del centro y el este de Europa, también se han involucrado más. En general, el emergente campo de la investigación europea en las ciencias sociales y humanas se ha vuelto más inclusivo, más denso, así como ligeramente más centralizado.

La colaboración europea también varía entre disciplinas. La investigación colaborativa es más frecuente en las ciencias sociales que en las humanidades clásicas (lengua, literatura, etc.), donde es relativamente rara y tiene una menor tasa de crecimiento que en las ciencias sociales.29 Además de los niveles más bajos de coautoría, las disciplinas humanísticas están más fuertemente atadas a los lenguajes nacionales y los sistemas de publicación nacional. Algunas de las diferencias entre disciplinas pueden ser clarificadas considerando el ejemplo de las ciencias humanas en Francia. En la base de los patrones de citación en las revistas líderes, las ciencias humanas pueden ser comparadas paralelamente en dos dimensiones: su grado de apertura internacional (o clausura) y su grado de apertura (o clausura) hacia otras disciplinas. Las dos dimensiones se visualizan en la figura 1, en la que son representadas siete disciplinas.30 El perfil de citación de las principales revistas en estas disciplinas indica que aquí hay tres tipos. En economía y gestión y, en menor medida, en la ciencia política, una gran proporción de la literatura citada no es francesa, pero los artículos citados tienden a restringirse a la disciplina en cuestión. Por consiguiente, un alto nivel de apertura “internacional” es acompañado por un alto grado de clausura disciplinaria. El derecho también tiene un fuerte perfil de citación monodisciplinario, pero, a diferencia de la economía y la administración, está fuertemente orientado hacia las revistas nacionales. La sociología representa un tercer tipo de disciplina, desde que combina un patrón bastante pronunciado de citación nacional con un alto nivel de referencias a revistas de otras disciplinas.

En la figura 1, se visualiza la orientación de algunas de las ciencias humanas en un contexto nacional particular –el de Francia– durante la década que termina en 2002. Cualesquiera fueran los desplazamiento que hayan ocurrido desde entonces, no parece muy probable que hayan producido un cambio radical en la posición relativa de estas disciplinas. Bien podría ser que el patrón de citado en otros países se aparte del caso francés –las diferencias nacionales siguen siendo significativas–, pero no es irrazonable asumir que las ciencias sociales y humanas forman una estructura triangular, variando el grado en que son receptivas a lo que se produce en otros países como así también con lo que se produce en otras disciplinas.

 Figura 1. Grado de
            apertura internacional y disciplinaria de las ciencias humanas en
            Francia

Figura 1.
Grado de apertura internacional y disciplinaria de las ciencias humanas en Francia

Mirando más de cerca en las prácticas de colaboración y citación, estas no pueden ser entendidas con propiedad sin tomar en cuenta el contexto más amplio. Aquí como en otros ámbitos, el factor más importante a tomar en consideración es la posición preeminente de los Estados Unidos. Normalmente, más de dos tercios de las coautorías extraeuropeas son con académicos norteamericanos (Gingras y Heilbron, 2009). Mientras que la coautoría intraeuropea se ha incrementado de modo significativo, el crecimiento solo fue al mismo ritmo que el de las coautorías con académicos de los Estados Unidos. En otras palabras, mientras la colaboración europea se ha vuelto más frecuente y más extensiva, este crecimiento es similar al de la colaboración entre académicos europeos y estadounidenses. Una evaluación de la importancia académica de la colaboración europea hace que la imagen parezca aún más limitada. Los patrones de citación indican que la colaboración europea es todavía relativamente débil, no solo en comparación con la supremacía de los Estados Unidos, sino también con respecto a la continua importancia del nivel nacional. Volviendo al caso de Francia, las revistas más citadas resultan ser americanas o francesas, con algunas excepciones a este patrón de citado binacional.31 Las revistas alemanas, italianas o españolas están rara vez o nunca entre las más citadas en Francia, y más o menos lo mismo aplica a las revistas que se llaman a sí mismas “internacionales” o “europeas”. Estas siguen siendo pocas en número y no clasifican preeminentemente en las jerarquías de citación. En disciplinas como la filosofía, la historia o el derecho, no hay en Francia ni un solo título “europeo” entre las 50 revistas más citadas. En sociología y antropología, hay una revista europea entre las 50 más citadas; en ciencias políticas y economía, hay dos (Heilbron, 2009).

El patrón de citado de las revistas americanas es todavía más sesgado. Las 50 revistas más citadas en las dos revistas emblemáticas de la sociología estadounidense, la American Journal of Sociology32 y la American Sociological Review,33 son todas en inglés y la vasta mayoría (88%) consiste en revistas estadounidenses, esto es, revistas con una clara mayoría de editores trabajando en los Estados Unidos (Heilbron, 2009). Las tres revistas de entre las principales 50 que, sobre la base de su autopresentación, pueden ser consideradas “internacionales”, invariablemente tienen fuertes vínculos con los Estados Unidos. La mejor clasificada es Social Networks34 (decimosexta posición), que es producto de una tradición de investigación que surgió en los Estados Unidos y Canadá. Las otras dos revistas “internacionales” frecuentemente citadas están en las áreas de demografía y estratificación social en las posiciones 31 y 42 (Population and Development Review35 y Research in Social Stratification and Mobility).36 Otras tres revistas entre las 50 más citadas no son revistas americanas, pero están en las regiones más bajas de la jerarquía de citación: dos son británicas (British Journal of Sociology37 y Sociology38 en las posiciones 41 y 45) y una es europea: la European Sociological Review39 (posición 36).

Aparte de las referencias, el contenido de los artículos de las revistas confirma el enfoque nacional de mucha de la sociología estadounidense. Alrededor del 85% de los artículos que lideran las revistas de sociología estadounidense están preocupadas por la sociedad americana. La orientación geográfica varía por especialización, pero incluso en áreas de investigación comprometidas con la comprensión del mundo más allá de los Estados Unidos enfrenta presiones que reproducen la presunción nacional de la disciplina en sus trabajos internacionales. Esto sucede normalmente sin que se lo reconozca, porque es tan “aparentemente natural y de sentido común… Dado el poder y el privilegio de la sociología americana, es fácil imaginar el mundo en términos americanos”40 (Kennedy y Centeno, 2007: 668).

La debilidad comparativa de las estructuras internacionales y europeas dentro del núcleo del campo global de la sociología es también perceptible para las asociaciones profesionales. La membresía de la European Sociological Association41 definitivamente se ha expandido desde su fundación en 1995, pero continúa siendo algo más pequeña que las asociaciones sociológicas nacionales en países como Alemania y Francia. Sus 1500 miembros, más aún, suman simplemente un décimo de la membresía de la American Sociological Association42 (ASA). Si comparamos el tamaño de estas asociaciones con el de la International Sociological Association43 (ISA), la europea es mucho más chica, mientras que la European Sociological Association por sí sola es casi tres veces más grande que la asociación mundial.

Aunque las revistas, asociaciones y redes europeas han llegado a formar un campo europeo de investigación y publicación, todavía parece ser relativamente débil en comparación tanto con la hegemonía de los Estados Unidos como con la persistencia de las estructuras nacionales de los países europeos más grandes. Sería esclarecedor comparar este proceso de regionalización transnacional en Europa con procesos similares en otras regiones del mundo.

Conclusión: ¿qué es la ciencia social global?

Habiendo explorado los antecedentes históricos y el funcionamiento del campo globalizador de las ciencias sociales, pueden redactarse algunas conclusiones generales. La globalización puede apreciarse mejor como una nueva fase en un proceso mucho más largo de internacionalización. En la era moderna, estos intercambios han sido organizados principalmente en y a través de las organizaciones internacionales. Dado que en la última parte del siglo XX la división tripartita en democracias capitalistas, regímenes socialistas y países en desarrollo ha dado paso a un orden mundial más “global”, y las nuevas tecnologías facilitaron la comunicación a nivel mundial, las interdependencias en una escala más global han pasado al primer plano y están afectando también a las ciencias sociales. Lo que referimos como “ciencia social global” es mejor entendido en un doble sentido. La expresión refiere, más generalmente, al hecho de que las ciencias sociales hoy en día existen en casi todos los países alrededor del globo, mientras, más específicamente, refiere a una variedad de instituciones que han surgido en el nivel global. Estos arreglos institucionales globales dan forma a la producción, circulación y recepción de las ciencias sociales en todos los países individuales. Este campo global, en el sentido más restrictivo, consiste en las organizaciones internacionales más antiguas, que han obtenido un alcance más global, y en nuevas organizaciones –revistas, redes, asociaciones– que igualmente aspiran a un rol global.

Aunque la globalización ha atraído enorme atención, ha oscurecido un proceso que actualmente es quizás un modo más importante de internacionalización: la regionalización transnacional. En muchas partes del mundo –Norteamérica es la principal excepción–, están emergiendo estructuras regionales transnacionales: consejos de investigación, revistas, asociaciones profesionales, bases de datos. Estas no solo han ganado un rol más predominante, sino que también han modificado el rol actual y potencial de las organizaciones globales. Las ciencias sociales hoy, por lo tanto, forman una estructura de cuatro niveles. Sumados al nivel local y nacional, tanto el nivel regional transnacional como el global se han vuelto crecientemente importantes, especialmente para los grupos periféricos y semiperiféricos, que se han vuelto más dependientes de los centros dominantes. A fin de entender las formas contemporáneas de internacionalización, es especialmente importante obtener una mejor comprensión de lo que ocurre en ambos niveles transnacionales, cómo funcionan las instituciones en estos niveles, y cómo interactúan y se interrelacionan entre sí.

Agradecimientos

Partes de este artículo son extensiones y elaboraciones de argumentos que fueron hechos en otros artículos (Heilbron, 2012; Heilbron et al., 2008). El presente texto está basado en conferencias dictadas para la Third Flying University of Transnational Humanities44 (FUTH), Universidad de Hanyang, Seúl, Corea (julio de 2012), y el Departamento de Sociología de la Universidad de Bergen, Noruega (diciembre de 2012). Me gustaría agradecer a los participantes por sus preguntas y comentarios; y también estoy en deuda con dos revisores anónimos.

Financiación

Esta investigación no recibió ninguna subvención específica de ninguna agencia de financiación del sector público, comercial o sin fines de lucro.

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1.

Traducido por Gisele Bilañski. Publicado originalmente como “The social sciences as an emerging global field” en Current Sociology, Vol. 62, N° 5, septiembre de 2014, pp. 685-703.

2.

Sociólogo de la historia en el Centre européen de sociologie et de science politique de la Sorbonne (CESSP-CNRS-EHESS) en París, y en la Erasmus University Rotterdam. Su trabajo es sobre el desarrollo de las ciencias sociales, las instituciones económicas, así como sobre el intercambio internacional y la globalización cultural. Entre sus más relevantes libros publicados, se encuentran The Rise of Social Theory (Polity Press, 1995, también en francés y alemán), The Rise of the Social Sciences and the Formation of Modernity (coeditado, 2001) y Pour une histoire des sciences socials: hommage à Pierre Bourdieu (coeditado, 2004).

3.

N del T.: Sociología internacional.

4.

N del T.: Sociología Actual.

5.

N del T.: Academia Francesa .

6.

N del T.: Sociedad Real (de Inglaterra).

7.

N del T.: Instituto Internacional de Estadísticas.

8.

N del T.: Asociación Internacional de Estadísticos.

9.

N del T.: Instituto Internacional de Sociología.

10.

N del T.: Revista Internacional de Sociología.

11.

N del T.: Asociación Sociológica Internacional.

12.

N del T.: Asociación Internacional de Ciencia Política.

13.

El patrón discutido concierne a las principales disciplinas de las ciencias sociales. Como Nicolas Guilhot ha mostrado, sin embargo, ciertas disciplinas y, en particular, las especialidades más pequeñas en investigación como las relaciones internacionales, pueden emerger fuera de una red internacional que precede a su establecimiento en sistemas nacionales de educación superior (Guilhot, enviado).

14.

N del T.: Informe Mundial sobre las Ciencias Sociales.

15.

N del T.: Bibliografía Internacional de las Ciencias Sociales.

16.

N del T.: Índice de Citación en Ciencias Sociales.

17.

El estudio de citación se basó en el Social Science Citation Index (SSCI) y el Arts and Humanities Citation Index (AHCI); este fue publicado en el Times Higher Education Supplement del 26 de marzo de 2009. N del T.: Índice de Citación en Ciencias Sociales; Índice de Citación en Artes y Humanidades; Suplemento Tiempo de Educación Superior.

18.

N del T.: Consejo Internacional de Investigación en Ciencias Sociales.

19.

N del T.: Consejo Árabe para las Ciencias Sociales.

20.

N del T.: Asociación de Consejos de Investigación de Ciencia Social Asiática.

21.

N del T.: Consejo para el Desarrollo de las Investigación en Ciencia Social en África.

22.

N del T.: Espacio Europeo de Educación Superior.

23.

N del T.: Espacio Europeo de Investigación.

24.

N del T.: Consejo Europeo de Investigación.

25.

El cálculo está basado en datos del Quinto Programa Marco, multiplicado por un factor correspondiente al tamaño del Cuarto y Sexto Programa Marco, ver Unión Europea (2010). Para información sobre el tercer Programa Marco entre 1994 y 2006, ver Kovács y Kutsar (2010).

26.

N del T.: Las expresiones en cursiva al interior del cuadro son traducciones de su contenido realizadas por el traductor.

27.

Las bases de datos a que referimos son el Social Science Citation Index (SSCI) y del Arts and Humanities Citation Index (AHCI).

28.

De los 529 proyectos de investigación financiados por el tercer Programa Marco (1994–2006), 110 fueron coordinados en el Reino Unido, 88 en Alemania, 76 en Francia, 44 en Italia y 40 en los Países Bajos; ver Kovács y Kutsar (2010: 107).

29.

La definición de las ciencias sociales y las humanidades varía significativamente entre sistemas académicos; en este pasaje he seguido la definición de las dos bases de datos que fueron usadas: El Social Science Citation Index (SSCI) y el Arts and Humanities Citation Index (AHCI). Para una visión completa del campo intelectual europeo ver Sapiro (2009).

30.

La Figura 1 se basa en un hasta ahora inédito análisis secundario de un estudio bibliométrico del centre national de la recherche scientifique (CNRS) francés; para resultados provisorios ver Heilbron (2009). N. del T.: Centro Nacional de la Investigación Científica.

31.

Aunque los envíos para las revistas no dependen de la nacionalidad de los autores, prácticamente la mayoría de las revistas sociales permanecen nacionales en el sentido de que una gran mayoría de los editores trabajan en un solo país. En este sentido, uno puede seguir hablando de revistas americanas, británicas o alemanas.

32.

N del T.: Revista Americana de Sociología.

33.

N del T.: Revisión Sociológica Americana.

34.

N del T.: Redes Sociales.

35.

N del T.: Revisión sobre Población y Desarrollo.

36.

N del T.: Investigación en Estratificación Social y Movilidad.

37.

N del T.: Revista Británica de Sociología.

38.

N del T.: Sociología.

39.

N del T.: European Sociological Review.

40.

N del T.: la traducción es nuestra.

41.

N del T.: Asociación Sociológica Europea.

42.

N del T.: Asociación Sociológica Americana.

43.

N del T.: Asociación Sociológica Internacional.

44.

N del T.: Tercera Universidad Voladora de Humanidades Transnacionales.