Presentación
Dossier:
Avances en la investigación del arte rupestre, entre la interpretación y la
arqueometría
Fernando Marte
Centro
TAREA, EAyP, UNSAM
https://orcid.org/0000-0001-7543-141X
Lucas Gheco
EAyP,
UNSAM / Instituto Regional de Estudios Socioculturales, CONICET - UNCA
https://orcid.org/0000-0003-4941-11961
Los trabajos
que integran este dossier exceden, por mucho, aquello que imaginamos cuando
pensamos en esta compilación. En ese sentido, las próximas líneas no tienen por
único objetivo servir de presentación a cada uno de los artículos sino también
destacar algunos puntos impensados originalmente pero que, gracias a las
diversas colaboraciones recibidas, hoy integran este volumen sobre estudios del
arte rupestre. Los siguientes párrafos, entonces, son también las correcciones
a un dossier imaginado; las apostillas a una propuesta cuya riqueza final
desbordó lo previsto.
Para la
convocatoria al dossier, retomamos la idea planteada por otros autores, como
Jones y Kristiansen,[1] sobre
la necesidad de trascender la dicotomía entre la interpretación y los análisis
arqueométricos como extremos simplificados en torno a los cuales se han
balanceado las investigaciones arqueológicas a lo largo de las últimas décadas.
En ese sentido, invitamos a autorxs cuyos trabajos exploran, mediante
estrategias arqueométricas o no, distintos temas asociados al estudio del arte
rupestre como los procesos históricos de producción, los paisajes
co-constituidos por estos sitios, las múltiples temporalidades involucradas,
las diferentes prácticas sociales desarrolladas en dichos espacios, las
interacciones entre el arte rupestre, las personas y otros agentes no-humanos,
etc. Estas líneas temáticas, imaginamos, podrían resumir muchos de los
intereses actuales en el estudio del arte rupestre y traspasar la oposición
entre la mera caracterización material y la interpretación de los significados
de las pinturas y grabados. Sin embargo, por suerte, nos equivocamos y los
artículos que componen el dossier indagan en temas en apariencia distantes,
como la memoria social, las perspectivas visuales asociadas a los distintos
estilos del arte rupestre, la conservación física de los sitios, los procesos
de deterioro que los afectan, etc.; además de combinar diversos abordajes
metodológicos y técnicos. Aún a riesgo de simplificar, en los próximos párrafos
deseamos destacar algunos puntos comunes entre los trabajos y, a la par,
describir lo que pensamos son sus aspectos más relevantes.
En primer
lugar, el artículo de Francisca Moya, Andrés Troncoso, Felipe Armstrong y
Catalina Venegas repasa los estudios arqueométricos realizados a lo largo de
varios años en el Centro-Norte de Chile con el objetivo de evaluar la historicidad de los sitios con arte rupestre
pintado, es decir, los procesos históricos particulares que devinieron en la
producción y eventual visibilidad de los motivos rupestres. Su trabajo combina
estudios no-invasivos (por fluorescencia de rayos X (FRX)) y micro-invasivos
(por microscopía óptica (MO); micro-espectroscopía Raman (ER); y Microscopía
electrónica de barrido acoplada a análisis de energía dispersiva por rayos X
(MEB-EDS)) para avanzar en el conocimiento de los materiales utilizados en la
manufactura de las pinturas y de las distintas capas naturales y/o antrópicas
superpuestas o subyacentes –en términos estratigráficos– a las pinturas. A partir de toda la información
recolectada, lxs autorxs comparan los procesos históricos de pintado acaecidos
en los sitios próximos a la costa con aquellos ubicados en el interior. En este
último sector, destacan las relaciones entre los numerosos eventos de pintado y
las capas de hollín interdigitadas, pudiéndose advertir cómo los estratos de
carbonización impulsaron la selección de determinados colores (diferentes al
negro) y, fundamentalmente, el hacer una y otra vez los motivos pintados. Esta
interesante observación les permite indagar en las implicancias prácticas de
otros agentes no-humanos en el devenir histórico de los abrigos con arte
rupestre, un aspecto poco estudiado en la mayoría de los sitios a nivel
mundial, pero que podría alentar nuevas miradas en la investigación de las
cuevas pintadas.
El
segundo artículo, escrito por Carlos Aschero, también indaga en la dimensión
diacrónica del arte rupestre, en esta ocasión tomando como caso de estudio el
abrigo IV del complejo de sitios Cueva de las Manos (Santa Cruz, Argentina),
incluido dentro de la lista del Patrimonio Mundial de UNESCO desde 1999. En
particular, su trabajo analiza la variabilidad en las escenas de caza que
constituyen los eventos de pintado más antiguos en el abrigo, asociados a
grupos cazadores-recolectores que habitaron la zona entre el 9000 y el 6800 AP.
Para eso, describe e interrelaciona los distintos colores utilizados con las
iconografías, superposiciones y perspectivas empleadas en cada uno de los
estilos definidos para este período. De ese modo, el autor afirma que cada
estilo, en cada escena de caza, muestra diferencias tanto en la presentación de
las figuras humanas y del guanaco, en el uso de escalas y tamaños, como en las
perspectivas seleccionadas. La detección de estas diferencias permite al autor
desentrañar la complejidad del proceso de construcción de los paneles pintados,
en los cuales las escenas de caza se fueron superponiendo sin ocultar las
precedentes, creando repertorios que configuran lugares de la memoria,[2]
asociados al uso ritual reiterado de este espacio por parte de los grupos
cazadores recolectores del río Pinturas. De este modo, siguiendo a Aschero, las
pinturas de Cueva de las Manos pueden ser entendidas como los soportes de la
memoria colectiva de estos grupos; imágenes cuyo contenido, siempre abierto a
nuevas interpretaciones, fue co-evolucionando con dichos relatos mnemónicos a
lo largo del tiempo.
Es
también relevante para este dossier que las pinturas de Cueva de las Manos,
además, fueron objeto de los primeros estudios físicoquímicos del arte rupestre
realizados en Argentina.[3] A lo
largo de las sucesivas décadas, dichos análisis fueron complejizados, se
incorporaron nuevas técnicas analíticas y se expandieron hacia otros sitios de
la Patagonia y del resto del país. Al respecto, relativamente próxima con el
Río Pinturas, la localidad arqueológica de La María (Santa Cruz, Argentina)
constituye otro de los conjuntos de sitios con pinturas rupestres más
importantes de la región y es allí donde se concentró el tercer artículo de
esta compilación, que escribimos junto a Matías Landino, Noemí Mastrangelo y
Ariel Frank. Para este trabajo se retomaron los resultados previos del análisis
químico de las pinturas rupestres en vistas de ensayar pruebas experimentales
en laboratorio que, sin pretender una reproducción exacta de las mezclas
pigmentarias, permitan aproximarse a las antiguas técnicas de aplicación de las
pinturas a partir de la observación de variables cuantitativas y cualitativas
en las micro-estratigrafías. Es decir, a partir de la ejecución de probetas
experimentales utilizando dos técnicas de aplicación (digital y a
pincel/hisopo) de las tres supuestas según los análisis macroscópicos, se
extrajeron micro-muestras para su estudio estratigráfico que, luego, fueron
analizadas y comparadas. Como conclusión de este primer estudio experimental,
fue posible discriminar un conjunto de variables, como el espesor de estrato y
la forma del borde superior de la capa pigmentaria, que podrían ser utilizadas
a los fines de identificar y diferenciar entre las técnicas de aplicación
estudiadas. Otras variables, como la presencia de inclusiones y sus formas, o
el color del estrato pigmentario, no evidenciaron discrepancias de acuerdo a
las técnicas utilizadas, sino que, por el contrario, parecen estar
estrechamente asociadas con las características de las mezclas pigmentarias
utilizadas.
En
consonancia con lo anterior, pero en un sitio del noroeste argentino, el
artículo de Gabriel Acosta, Guillermo De la Fuente, Carlos Nazar, Mariela
Desimone y uno de nosotros (F.M.), explora las cadenas operativas implicadas en
la producción de las pinturas rupestres blancas relevadas en los abrigos
rocosos de La Tunita. Este sitio de múltiples cuevas, dispuesto en la ladera
media de la sierra de El Alto-Ancasti, ha sido estudiado desde mediados del
siglo pasado y sus motivos adscriptos a la cultura La Aguada (600-900 d.C.) del
Período Medio agroalfarero.[4] En este
trabajo, análisis previos de la composición química de las pinturas fueron
retomados y complejizados mediante nuevos estudios micro-estratigráfícos por
espectroscopia Raman. En base a los resultados, se plantean dos técnicas de
confección de los motivos blancos, pintado y empaste, y se describen hipótesis
sobre la termoalteración del yeso y de la cal en el proceso de producción de
las figuras rupestres. En base a la complejidad que habría involucrado dicho
proceso, lxs autorxs consideran que es factible pensar en la especialización de
los pintores, quienes habrían compartido un conjunto de conocimientos técnicos
e iconográficos particulares.
El
potencial de los estudios arqueométricos para el conocimiento de los materiales
empleados en la confección de las pinturas rupestres es, quizás, uno de los
temas más visitados en esta compilación. Sobre este aspecto, resulta destacable
la potencialidad resultante del uso complementario de diferentes técnicas
analíticas, micro-invasivas y no-invasivas, tal como lo demuestra el artículo
de Mariel Reinoso, Eleonora Freire, Emilia Halac, Lisandro López y Verónica
Aldazabal sobre el arte rupestre del Lago Traful (Neuquen, Argentina). En este
trabajo, lxs autorxs combinan el uso de ER portátil para análisis in situ de los motivos, con estudios en
laboratorio a través de FRX, EDS y difracción de rayos X (DRX). De esta forma,
determinan los cromóforos en clastos recuperados en excavación, en
recolecciones superficiales en cercanía a los sitios y en las pinturas
rupestres de varios sitios arqueológicos. En relación a las pinturas rupestres,
destacan el hallazgo de hematita y magnetita para los colores rojos y
amarillos, de apatita para los blancos y de celadonita para los verdes. Por
último, también reportan algunos compuestos posibles de interpretarse como
productos de degradación natural de la roca soporte y/o de las propias
pinturas, como los oxalatos de calcio, el yeso y la calcita.
En
conexión con lo anterior, otro punto en el que se intersectan muchos de los
trabajos del dossier es en la necesidad de comprender los procesos de deterioro
de los sitios con arte rupestre, especialmente aquellos cuyos resultados
materiales tienden a conformar estratos superpuestos a las rocas soportes y a
las pinturas rupestres. Tal como menciona Moya y colaboradorxs, algunos de
estos procesos se asocian a las actividades humanas, por ejemplo, el hollín
desprendido por los fogones. Sin embargo, también existen, como indican Reinoso
y co-autorxs, otros procesos, de origen natural, que pueden producir capas de
oxalatos o sulfatos de calcio, de calcita, entre otros compuestos. En estrecha
conexión con este punto, el trabajo de Celeste Gurin, Valeria Careaga, Julieta
Gómez Otero, Marcia Mazzuca y Marta Maier plantea el primer estudio de los
ácidos grasos presentes en el arte rupestre y en la roca soporte de la
localidad de La Angostura (Chubut, Argentina), con la finalidad de distinguir
entre posibles lípidos asociados a aglutinantes propios de las mezclas
pigmentarias y a contaminaciones producidas por el accionar de diferentes
organismos. Los análisis, realizados a través de cromatografía de gases con
detección por espectrometría de masas (GC-MS) y cromatografía de gases con
detector de ionización de llama (GC-FID), expusieron la presencia de ácidos
grasos factibles de ser interpretados como material lipídico incorporado en la
preparación de varias pinturas rupestres, pero también detectaron señales de
lípidos sobre la roca soporte sin pintar. Este último punto sirve de ejemplo
para exponer el desafío que suponen los estudios orgánicos del arte rupestre y
la necesidad de indagar en los procesos naturales de degradación que afectan a
los sitios arqueológicos.
Continuando
en la misma provincia argentina, el séptimo artículo del dossier, escrito por
Verónica Schuster, presenta los primeros datos sobre el arte rupestre pintado
de la localidad de Las Chapas, en el Valle Inferior Medio del río Chubut. Este
relevamiento inicial de las pinturas rupestres de siete sitios (Cueva del León,
Cueva Conrad, Alero Piedra Pintada, Alero Reticulado, Alero Alejandra, Alero
Piedra Grande y Cueva Luna Pont) aspira a complementar la información
arqueológica disponible para entender cómo habitaron e hicieron uso del espacio
los grupos cazadores recolectores que vivieron y/o circularon en este sector
del valle entre el 3200 y el 450 AP. La autora describe cada sitio y sus
características espaciales, los primeros datos sobre el estado de conservación
y las distintas pinturas rupestres localizadas.
Un
último punto, no menos importante, de esta compilación enlaza los estudios
arqueométricos de las pinturas rupestres y de los procesos de deterioro con las
propuestas para su conservación. Sobre este tema, Claudia Serrano Aranda, María
Antonia Zalbidea Muñoz y Manuel Bea Martínez, plantean un interesante análisis
del abrigo de Los Toros del Prado del Navazo (Albarracín, Teruel, España),
Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1998. En particular, estudian el estado
de conservación del alero y de las pinturas rupestres (monitoreando los valores
de humedad relativa, temperatura y punto de rocío, entre otros aspectos), y
testean varios materiales (Wacker® OH100,
Tecnadis® Solidus, NanoEstel® y Nanorestore®) posibles de ser utilizados
como consolidantes superficiales del soporte rocoso. Para el análisis de dichos
productos realizaron diferentes ensayos in
situ y en laboratorio de envejecimiento acelerado, de cambios cromáticos y
de absorción de agua por capilaridad. A partir de estos estudios, el compuesto
organosilíceo Wacker® OH100 exhibió
los mejores resultados, tanto por la afinidad química con el soporte como por
los buenos resultados obtenidos tras los ciclos de envejecimiento y la poca
variación cromática experimentada. Si bien, concluyen lxs autorxs, no existe un
consolidante ideal, a partir del desarrollo de metodologías de aplicación y de
trabajo adecuadas al arte rupestre, junto con estudios previos exhaustivos que
testen empíricamente los materiales a utilizar, se pueden obtener buenos
resultados.
Continuando
con la misma temática, el último artículo del dossier, escrito por Lorena
Ferraro, Maria Conceição S. Meneses Lage, Benedito Batista Farias Filho, Igor
Linhares de Araújo y María Teresa Pagni, presenta un repaso de los estudios
realizados en pos de la conservación-restauración de los sitios con arte
rupestre del Parque Nacional Talampaya (La Rioja, Argentina) desde el año 2009.
En particular, lxs autorxs se concentraron en los bloques con grabados
rupestres Los Guanaquitos, El Bosquecillo y Puerta de Talampaya, todos
realizados sobre un soporte pétreo de areniscas. El abordaje metodológico
combinó la realización de trabajos experimentales en laboratorio y en campo, a
través de los cuales se caracterizaron los materiales constitutivos de los
sitios y se ejecutaron pruebas con distintas argamasas posibles de ser
utilizadas para la reintegración formal de los bloques. Dichos análisis,
afirman lxs autorxs, son necesarios para garantizar la compatibilidad (estética
y estructural) de los materiales empleados con los soportes que se desean
conservar. Si bien los ensayos realizados no permitieron obtener buenos
resultados, dichos estudios constituyen una experiencia importante a la hora de
seleccionar los materiales adecuados para este tipo de aleros rocosos y sus
resultados podrían ser útiles para quienes se encuentren desarrollando trabajos
similares en muchos otros sitios con características semejantes.
Para
finalizar, deseamos destacar un aspecto común en todas las propuestas incluidas
en esta compilación: el carácter interdisciplinario de cada investigación. Si
bien, actualmente, este aspecto no resulta sorpresivo, consideramos que es
relevante resaltar la cooperación entre investigadorxs formados en diversas
disciplinas como la arqueología, antropología, conservación del patrimonio,
química, física, entre otras. Como lo demuestran los resultados aquí
presentados, el trabajo en conjunto potencia las capacidades de cada
perspectiva y nos aproxima a nuevas miradas del arte rupestre.
No queremos
finalizar esta presentación sin reiterar nuestro profundo agradecimiento a
todxs lxs autorxs que confiaron en esta iniciativa y nos dieron la oportunidad
de realizar el dossier en medio de una pandemia. Del mismo modo, queremos hacer
público nuestro agradecimiento a las editoras del Anuario de TAREA, Carolina
Vanegas Carrasco y Milena Gallipoli, quienes trabajaron arduamente para que
esta idea se materialice.
Invitamos a
todxs a leer cada uno de los siguientes artículos. No hicimos aquel dossier que
imaginamos. Por suerte, creemos, el resultado fue mucho mejor.
[1] A. Jones. “Archaeometry and materiality: materials-based
analysis in theory and practice”, Archaeometry Nº 3, Vol. 46, pp. 327-338. https://doi.org/10.1111/j.1475-4754.2004.00161.x;
Kristian Kristiansen. “The Nature of Archaeological Knowledge and
Its Ontological Turns”, Norwegian
Archaeological Review Vol. 50, Nº 2, 2017, pp. 1-4.
https://doi.org/10.1080/00293652.2017.1372802
[2] Pierre Nora. Les lieux de mémoire. Paris, Gallimard, 1984.
[3] Adrián M. Iñiguez y Carlos J.
Gradin. “Análisis mineralógico por difracciones de Rayos X de muestras de
pinturas de la Cueva de las Manos, Estancia.Alto Río Pinturas (provincia de
Santa Cruz)”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología Vol. XI,
1977, pp. 121-128. Disponible en:
http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/25255/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[4] Alberto Rex González. Cultura La Aguada. Arqueología y diseños.
Filmediciones Valero, 1998.