MUSEO DE ARTE MODERNO DE BUENOS AIRES. PATRIMONIO

Asociación de Amigos del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires Buenos Aires, 2011

400 pp.


Julia Ariza

Universidad Nacional de San Martín CONICET


Presentado en marzo de 2011, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Patrimonio es el primer catálogo comprensivo de la colección de esa institución. El libro es una secuela del impulso renovador que sacudió al Mamba a mediados de los años 2000, cuando cerró su sede para comenzar una remodelación finalizada recién en 2010, tras cinco años de errática existencia en sedes prestadas. Lo cierto es que, a pesar de su larga actividad editorial, a la que se deben innumerables catálogos de exposiciones temporarias, nunca antes, desde su fundación en 1956, el Museo de Arte Moderno se había propuesto encarar la edición de una obra que pusiera a disposición de los investigadores y del público en general, en un solo volumen, información sistematizada sobre las obras que integran las diferentes colecciones que forman su patrimonio.

En cuanto tal, sin embargo, este libro es un proyecto inconcluso. Frente a un acervo de más de siete mil piezas, que incluye desde pintura de caballete hasta videoinstalaciones, gráfica, objetos de diseño industrial y esculturas de muy diversos materiales, el criterio editorial fue privilegiar las lecturas críticas en torno a núcleos problemáticos relativos no solo a las colecciones, sino también a la historia del museo, referida en el libro como su patrimonio intangible. En cambio, la sistematización rigurosa de la información disponible sobre las obras, sus fichas técnicas, su historia expositiva y los análisis temáticos, históricos, bibliográficos y de procedencia, así como las referencias biográficas de sus autores, fueron destinados a Datamamba, un sitio virtual en proceso de construcción al que, por el momento, solo pueden acceder quienes hayan adquirido el catálogo y dispongan de la clave de acceso indicada en una tarjeta que lo acompaña, de carácter personal.

Las más de cuatrocientas páginas del libro se dedican, entonces, a diecisiete artículos –de los cuales tres son de autoría de la directora del Mamba, Laura Buccellato, responsable, además, del prólogo–, elaborados por trece autores de diversa trayectoria y extracción disciplinar: académicos, curadores, diseñadores y un conservador, en algunos casos externos y en otros vinculados al museo. Profusamente ilustrados, los textos se proponen, en palabras de Buccellato, “constituir un cimiento visual y alentar el pensamiento crítico a través de los diferentes idearios protagonizados por nuestros mejores artistas”. Por otro lado, se señala que, con el objetivo de evitar la linealidad histórica, “se han establecido capítulos con cortes diacrónicos y sincrónicos para entender cómo se fueron gestando las distintas generaciones de artistas y sus diversas propuestas”.

El resultado es un índice ecléctico, en el que alternan textos sobre la historia institucional del Mamba (su fundación y algunas de sus exposiciones, por Agustina Bazterrica; su reciente renovación, por Buccellato; sus exposiciones desde 1980, por Daniel Capardi) con otros textos sobre conjuntos de obras agrupadas por estilos (las vertientes figurativas, por Cecilia Rabossi; la abstracción constructiva, por Cristina Rossi; la abstracción en la colección Pirovano, por María Amalia García; el informalismo, por Adriana Lauría) o por características técnicas y condiciones de circulación y reproducibilidad (las colecciones de grabado, por Silvia Dolinko; fotografía, por Valeria González; diseño gráfico, por Enrique Longinotti y diseño industrial, por Ricardo Blanco), así como sobre el museo como impulsor del arte contemporáneo (en cuanto sede de performances y arte conceptual, por Florencia Malbrán; ciclos de cine experimental, por Victoria Simón, y artes mediáticas, por Jorge La Ferla y Mariela Cantú), sobre su proyección a futuro (por Bucellato) y sobre los desafíos que plantean sus colecciones en términos de conservación (por Pino Monkes). Se incluye también un texto de Buccellato sobre Alberto Heredia, el único dedicado a un artista, lo que se explica (aunque no necesariamente justifica) por la donación que este hiciera en vida de su taller y de sus obras al museo.

Los textos tienen extensiones muy variables y una gran disparidad de objetivos, estrategias y perspectivas, lo que sería ideal en una compilación de artículos críticos sobre arte moderno en Argentina. Sin embargo, en una publicación de este tipo, que debería quizás apuntar a volverse una herramienta bibliográfica previsible en su ordenamiento interno, ese hecho atenta contra la organicidad de la obra. Se esperaría, por ejemplo, que los textos no incurriesen en repeticiones de uno a otro y que contasen siempre con un fuerte aparato bibliográfico capaz de dar solidez a las afirmaciones vertidas en ellos, lo que sucede solo en algunos casos.

En otros, el libro adolece del mal de las listas: listas de exposiciones, de obras, de artistas; notas al pie con listas; párrafos hechos de listas. Arbitrarias como toda lista, inútiles como prosa, quizás hubieran tenido mejor uso en un apéndice razonado consistente, en una lista actualizada y ordenada de todas las exposiciones auspiciadas por el museo, o de los artistas que intervinieron en las diferentes agrupaciones vinculadas al arte moderno en la Argentina, o de las obras que componen las valiosas colecciones de la institución.

En su defecto, un índice onomástico habría sido una inversión razonable para este tipo de publicación. Por otra parte, si la apuesta editorial consistía en renovar las perspectivas críticas acerca de las piezas del museo, hubiera sido interesante que algunos textos trascendieran la mera contextualización histórica de las colecciones, la semblanza biográfica y la reiteración de lugares comunes acerca de los movimientos y exposiciones de arte moderno en Argentina, suficientemente representados en la historiografía disponible sobre el tema, máxime, cuando se contaba con la posibilidad de trabajar con el propio archivo del museo, repositorio privilegiado de fuentes.

En definitiva, el desacierto de la dirección editorial parece haber sido la dificultad para encontrar un equilibrio entre la crítica especializada y la reposición de ciertas nociones básicas sobre arte moderno, entre la descripción y el análisis, entre la necesidad de mencionar una gran cantidad de obras y la decisión de detenerse en las más emblemáticas o las menos conocidas.

Más allá de esto, los textos tienen un indudable valor, en el sentido de que iluminan porciones del acervo que, por obvias razones materiales, no pueden estar siempre visibles, y en los mejores ejemplos logran otorgar coherencia a núcleos de obras dispares. En “Caminos del grabado como arte moderno. Una lectura de la obra gráfica en el Mamba”, por ejemplo, Silvia Dolinko recorre aquellas obras del acervo que registran la experimentación de muchos artistas por fuera de los rígidos códigos técnicos e iconográficos del grabado tradicional.

También, Valeria González, en “Mamba: fotografía”, no solo retraza el lugar de la fotografía –y del propio museo– en el interior de la historia del arte moderno en Argentina, sino que vincula la fotografía de las últimas décadas a otros lenguajes y tecnologías. En algunos casos, además, los artículos recuperan tramos de la historia de conformación de las colecciones, que son enmarcadas, inteligentemente, en las trayectorias intelectuales de sus responsables y los debates culturales del período.

Así, Cristina Rossi resume, en “Relatos inacabados. La abstracción constructiva en la colección del Mamba”, los itinerarios de la abstracción en los años cincuenta, sesenta y setenta a través de las piezas de la colección, y hace referencia a los debates y discursos críticos que acompañaron ese arte nuevo y que, en alguna medida, condicionaron las adquisiciones y donaciones hechas al museo.

También, María Amalia García, en “Ignacio Pirovano en la institucionalización del arte moderno. Génesis y derroteros de una colección”, redimensiona la figura de Tomás Maldonado detrás de la colección Pirovano, donada en 1980, a través de la cual el museo incorporó algunas de las piezas más importantes de abstracción internacional de su patrimonio.

Otro artículos, como el de Florencia Malbrán (“Conceptualismo y performance en el Mamba”) y Daniel Capardi (“Un recorrido sobre las exposiciones y obras en la colección del Mamba (desde 1980 hasta la actualidad)”), apuestan por argumentaciones teóricas sofisticadas para dar cuenta, en el primer caso, de las obras conceptuales y las experiencias performáticas de los años sesenta y setenta presentadas en el museo. En el segundo, de las exposiciones que, a partir de los años ochenta, dieron visibilidad a sucesivas generaciones de artistas locales y extranjeros, y que, en algunos casos, derivaron en donaciones.

De los textos dedicados a las artes audiovisuales, preparados por Jorge La Ferla y Mariela Cantú (“Artes mediáticas experimentales en el Mamba”) y por Victoria Simón (“Cine experimental en el Mamba”), el primero se ocupa de registrar la temprana intervención del museo en la promoción, documentación y puesta en escena de experiencias artísticas que exploraban nuevas tecnologías como la televisión y el video. El segundo es un brevísimo recorrido por la historia de los ciclos de cine organizados en la institución. En ambos casos, el libro testimonia la dificultad para mostrar producciones visuales de las que el tiempo y el sonido son parte inextricable en imágenes bidimensionales y estáticas, lo que, sumado a ciertos descuidos en la elaboración de los epígrafes y a la falta de un sistema de referencias, desmerece el monumental conjunto de reproducciones que, más allá de la diagramación por momentos imprevisible, es el gran interés de este libro.

Por otro lado, dos son los textos dedicados a las colecciones más jóvenes del museo, la de diseño industrial y la de diseño gráfico, cuya creación tuvo lugar entre fines de los años noventa y principios de la siguiente década y es uno de los grandes aportes de la gestión Buccellato. Los artículos que las recorren, a cargo de Ricardo Blanco (“El diseño industrial”) y Enrique Longinotti (“Construcción de una memoria gráfica”), refieren brevemente a los criterios que se siguieron a la hora de constituirlas, enumeran exposiciones y donaciones determinantes de cada disciplina y se completan con un exhaustivo recorrido gráfico por sus ejemplares emblemáticos.

Por último, Pino Monkes sintetiza en “Problemáticas de una colección de arte moderno y contemporáneo” los principales desafíos de conservación que plantea una colección tan heterogénea y desarrolla algunos casos de restauración llevados a cabo en el museo, junto con fotografías de los problemas presentados por las obras y de algunos de los procedimientos seguidos para su estabilización.

En su diversidad, los textos logran articular un panorama de las colecciones del Mamba y de muchas de las exposiciones que, a lo largo de más de cinco décadas, se volvieron visibles. Del mismo modo, el libro es eficaz en el redimensionamiento del protagonismo del museo en la historia del arte argentino de los años sesenta en adelante. Aunque en términos editoriales carezca de algunas herramientas indispensables para volverlo una publicación de consulta permanente sobre el tema, es de celebrar, mientras se espera su continuación en Datamamba, que esta iniciativa se haya encarado y finalmente concretado.