La guerra entre Rusia y la OTAN en Ucrania es una representación localizada y tangible en el contexto de la primera gran guerra híbrida internacional de la historia que libran elites globalistas y soberanistas. Esta guerra híbrida expresa la línea de ruptura geopolítica fundamental porque refiere a la imposición del orden existencial, no sólo político, que regirá el futuro de la humanidad. La niebla de la guerra en Ucrania encubre la disputa principal.
La expansión global del régimen digital, nave nodriza de un proyecto civilizatorio (el “gran reinicio” anunciado en Davos) con el que las elites de Occidente alientan la construcción de un orden post-estatal, está provocando la reacción de Estados-civilización decididos a preservar su existencia como entidades políticas y culturales singulares. Confrontan los presupuestos del globalismo a través de una geopolítica de lo esencial que reivindica la potencia de su acervo civilizatorio. La sociabilidad digital en redes crea un tipo de espacialidad que distorsiona la territorialidad clásica del Estado-nación westfaliano, en un contexto en el que la digitalización extendida recrea dinámicas de soberanía líquida por las que cobran sentido lógicas de aislamiento y de fragmentación, de desregulación y de deconstrucción identitaria.